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Dixit

versión impresa ISSN 1688-3497versión On-line ISSN 0797-3691

Dixit vol.38  Montevideo jun. 2024  Epub 01-Dic-2024

https://doi.org/10.22235/d.v38.3775 

Artículo de investigación

Legitimidad pública en el gobierno de Cambiemos: proximidad como presentación obligatoria y objetividad estadística como diferenciación política

Public Legitimacy in the Cambiemos Government: Proximity as Mandatory Presentation and Statistical Objectivity as Political Differentiation

Legitimidade pública no governo Cambiemos: proximidade como apresentação obrigatória e objetividade estatística como diferenciação política

Agustín Ezequiel Zuccaro1 
http://orcid.org/0000-0002-2919-6305

1 Instituto de Estudios en Trabajo Social y Sociedad; Universidad Nacional de La Plata; CONICET, Argentina, aguszuccaro@gmail.com


Resumen:

El artículo indaga la construcción de legitimidad pública en el gobierno de PRO/Cambiemos entre 2015 y 2019. Para ello, se recuperan los discursos realizados en diferentes medios de comunicación por las principales figuras del Ministerio de Desarrollo Social en la nación y la provincia de Buenos Aires. La metodología utilizada para el análisis es cualitativa y se recurre al análisis del discurso en conexión con un programa de investigación weberiano para construir las formas ideales sobre las cuales se edificó la “legitimidad de ejercicio” en el área asistencial del Estado. Sobre esa base, se considera que los hallazgos destacan a la proximidad como presentación obligatoria y la objetividad estadística como diferenciación política

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Palabras clave: legitimidad pública; discursos; PRO/Cambiemos; proximidad; INDEC

Abstract:

This article explores the construction of public legitimacy in the PRO/Cambiemos government between 2015 and 2019. It focuses on the speeches made by key figures from the Ministry of Social Development at both the national level and in the province of Buenos Aires, as conveyed through various media outlets. The methodology employed is qualitative, using discourse analysis in conjunction with a Weberian research framework to construct the ideal types on which the "legitimacy of exercise" was built in the state's welfare sector. Based on this analysis, the findings highlight proximity as a mandatory form of presentation and statistical objectivity as a means of political differentiation

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Keywords: public legitimacy; speeches; PRO/Cambiemos; proximity; INDEC

Resumo:

O artigo investiga a construção da legitimidade pública no governo PRO/Cambiemos, entre 2015 e 2019. Para isso, são recuperados os discursos realizados em diversos meios de comunicação pelas principais figuras do Ministério do Desenvolvimento Social na nação e na província de Buenos Aires. A metodologia utilizada para a análise é qualitativa e recorre-se à análise do discurso em conexão com um programa de pesquisa weberiano para construir as formas ideais sobre as quais se construiu a “legitimidade do exercício” na área assistencial do Estado. Sobre essa base, considera-se que os achados destacam a proximidade como apresentação obrigatória e a objectividade estatística como diferenciação política

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Palavras-chave: legitimidade pública; discursos, PRO/Cambiemos; proximidade; INDEC

Introducción

El artículo analiza la construcción pública de la legitimidad gubernamental en la intervención social del Estado en Argentina durante el período 2015-2019, temporalidad referida al gobierno de PRO/Cambiemos.1 Mucho se ha debatido y analizado acerca del primer partido de derecha que llegó a la conducción estatal por elecciones libres. Sobre el tópico que interesa aquí se ha profundizado en las trayectorias de quienes han participado en los Ministerios de Desarrollo Social (Canelo, 2019; Salerno, 2017, 2019), el sentido de las acciones estatales (Arcidiácono & Bermúdez, 2018; Arcidiácono & Luci, 2021; Perelmiter & Marcalle, 2021; Zuccaro & Laya, 2022; Nougues & Salerno, 2022) y sus impactos (Arias, 2019; Campana Alabarce, 2018, 2019; Hudson, 2018; Ferrari Mango, 2021), entre otros elementos.

El trabajo propone cambiar el foco de indagación y reconstruir aquellos desafíos que enfrentó PRO/Cambiemos y de qué manera intentó resolverlos prestando atención a la intervención social del Estado y, especialmente, a los dichos de los ministros de Desarrollo Social de nación y provincia de Buenos Aires, instituciones destinadas a la asistencia social. Particularmente, este campo de observación es propicio ya que en el año 2015, previo a las elecciones presidenciales, proliferaron discursos que impugnaban esta función del Estado y a las personas asistidas. También, porque en ambas escalas de gestión estatal, este ministerio tuvo cierta preponderancia pública dado los niveles de conflictividad social y las demandas asistenciales de las organizaciones (Natalucci & Moujan, 2022).

En cuanto a los desafíos se observa una paradoja: aquellas características que posicionaron al partido como una opción posible, viable y con capacidad de gobernar, fueron las que, una vez en el gobierno, enfrentaron como desafíos y sembraron la desconfianza en la sociedad. Se refiere aquí a su condición de clase y las trayectorias laborales vinculadas a la gerencia de grandes empresas nacionales y transnacionales, lo que los catalogaba como un gobierno de “CEOs” (Infobae, 2016a) o “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” (La Nación, 2015). Las maneras y estrategias discursivas que implementó para intentar resolverlos, a su vez, se edificaron en una reinterpretación del pasado y como un posicionamiento en el presente, tanto para diferenciarse de su adversario político como para impugnar la gestión gubernamental de este.

En tal sentido, se observa a la proximidad como “presentación obligatoria” (Schutz, 2015) y a la objetividad estadística como estrategia discursiva para diferenciarse del ciclo político anterior. De forma resumida, por el primero se entenderá al discurso público que es esperable que realicen los actores sociales de acuerdo a las expectativas situadas históricamente. Mientras que por objetividad estadística se entiende a la construcción discursiva que se utiliza para validar la acción social y generar un proceso de impugnación sociocultural del adversario político. Aquí se considera que, más allá de las estrategias u las obligaciones discursivas que contraen los hablantes de acuerdo al contexto, los significados y sentidos siempre se encuentran en su configuración significativa del mundo (Schutz, 1993) y, solo en casos límites, adquieren conciencia de ello (Weber, 2006).

De acuerdo a lo planteado, el trabajo se estructura de la siguiente forma. En primer lugar, se realiza una fundamentación teórica del abordaje y se precisa la metodología empleada explicando las fuentes y la manera de indagar el material documental seleccionado. Se destacan los artefactos y estrategias que posibilitan el análisis, articulando la propuesta weberiana y el análisis del discurso sociológico-lingüístico.

Segundo, se reconstruye la proximidad en la construcción de legitimidad pública, destacando los dos elementos que la conforman: la política y el Estado embarrado, y la política compasional. Allí, se repasan los desafíos que enfrentó la coalición gobernante en el área asistencial del Estado y se aborda cada elemento en su especificad.

Tercero, se caracteriza la objetividad estadística, donde se menciona que esta forma de construir legitimidad tuvo como fundamento la diferenciación adversarial y la impugnación de la gestión de su principal antagonista político.

Por último, se arriba a algunas conclusiones, recapitulando las configuraciones de la legitimidad pública de la institución estatal abordada. Se arroja la hipótesis explicativa de que la proximidad se inscribe en una “presentación obligatoria” que los gobernantes deben realizar para generar confianza con la sociedad civil, mientras que la objetividad estadística pretende construir legitimidad a partir de los procesos que se articulan en el campo político en la diferenciación kirchnerismo-antikirchnerismo.

Marco teórico-metodológico

Todo gobierno debe contar con cierta legitimidad para el ejercicio del poder. En las democracias, la legitimidad no está únicamente vinculada al proceso procedimental de selección de candidatos por la representación electoral, sino que conforma una pretensión o una creencia que vincula a gobernantes y gobernados (Breuer, 2016). Vínculo o relación social que, en sentido el de Rosanvallon (2007), edifica una “institución invisible” que atraviesa y configura el orden social. Si las elecciones, en la democracia liberal, conforman la legitimidad de origen de los gobiernos, el interés de este trabajo observa la construcción de la “legitimidad de ejercicio” referida al proceso continuo que alude a la tensión o aceptación entre la acción gubernamental y la opinión pública (Nosetto, 2020). En al menos estas dos formaciones ideales de legitimidad se funda la reproducción del régimen democrático: en que el pueblo pueda elegir a sus representantes, en que pueda manifestarse en desacuerdo a sus acciones y en que los representantes/gobernantes tengan que dar explicaciones ante las demandas ciudadanas. La legitimidad y autoridad pública implica la construcción de un consenso social donde los ciudadanos aceptan o validan la acción estatal. Por ello, el ejercicio del poder ejecutivo necesita y requiere aceptación pública, más allá de las herramientas de coacción física (Weber, 1996) y simbólica (Bourdieu, 2014) que tiene el Estado para hacer cumplir su mandato.

Desde el regreso de la democracia en 1983 y, más específicamente, con la privatización y la llegada de inversiones extranjeras en los noventa en Argentina los medios masivos de comunicación se han tornado espacios de enunciación y participación política (Schuliaquer, 2017; Vommaro, 2008). En tanto espacios de enunciación política implican, al menos, dos aspectos: 1) su constitución para que los funcionarios gubernamentales puedan emitir un relato oficial atendiendo a las particularidades de la práctica estatal, su fundamentación y explicación; 2) la posibilidad de fijar la relación nosotros-otros que establecen con su adversario político.

Con la mediatización de la política,2 los medios de comunicación se han ido transformando en territorios para que los agentes políticos se posicionen, les den sentido a sus acciones y construyan representatividad social. Además, funcionan para que los representantes gubernamentales expresen cuáles son los problemas que observan, sus causas y las maneras de solucionarlos. Fundamentalmente, aquí interesa la manera en que los funcionarios gubernamentales se posicionan ante los hechos sociales y los significados que le imprimen a la difusión de sus acciones con el objetivo de construir legitimidad social y autoridad pública para el ejercicio del poder soberano. Los discursos públicos que realizan los funcionarios gubernamentales funcionan como una mediación entre la acción estatal que define el gobierno con autoridad pública y la sociedad civil.

Los medios de comunicación han ampliado los espacios de debate político y público como artefactos en la construcción de legitimidad (Quiroga, 2012), dado que han reconfigurado los modos de construir cohesión social y las formas de interpelar a la ciudadanía (Martín-Barbero, 2001). Son, por lo tanto, un terreno propicio para la indagación de las maneras de construcción de legitimidad por parte de quienes tienen cargos gubernamentales. Dicho de otra manera: se constituyen en espacios de validación continua en el juego anidado del lazo entre gobernantes y gobernados donde, en muchas ocasiones, se definen los márgenes, límites o fugas de gobernabilidad.

Particularmente, los Ministerios de Desarrollo Social de la nación y la provincia de Buenos Aires3 fueron espacios que se caracterizaron por abordar diferentes desafíos de gobernabilidad que le fueron impugnados al gobierno entrante, como la asistencia estatal, la atención de la pobreza y la cohesión social, entre otros. Por estos motivos y, además, por la gran relevancia mediática que tuvo esta institución, dado el aumento de las demandas asistenciales de las organizaciones sociales y la visibilidad pública que alcanzaron sus repertorios de protesta, es posible ubicarla como un lugar importante para comprender de qué manera fue el proceso de construcción de legitimidad del gobierno de Cambiemos.

Para realizar el análisis propuesto, se parte de un programa de investigación weberiano (Schluchter, 2008) con énfasis en el análisis del discurso sociológico-lingüístico (Vasilachis de Gialdino, 1997). Esta perspectiva introduce los saberes del campo lingüístico al servicio del análisis de lo social (Meccia, 2017). En este caso, se utiliza el análisis del discurso para comprender las singularidades y estrategias empleadas por un actor colectivo en el marco del ejercicio del poder, situándolo en ciertas dinámicas macroscópicas y coyunturales donde le toco actuar e interactuar. Para ello, se reconstruyen sus categorías nativas: formas situadas que tienen los actores para explicar el qué, para qué, cómo y por qué (Balbi, 2017) de la acción que realizan con el objetivo de respetar la “identidad del sujeto de estudio”.

El abordaje que se plantea entiende que las categorías empleadas se encuentran vigentes en el acervo cultural común de la sociedad (Schutz, 1993) y, además, los actores sociales pueden utilizarlas transformando su significado de acuerdo al contexto coyuntural (Vasilachis de Gialdino, 1997, 2005; Zuccaro, 2024), lo que habilita situar al sujeto como “individualidad histórica” que expresa la significación especifica presente en lo social (Weber, 1982). En tal sentido, en la perspectiva descripta subyace la hipótesis de que las categorías regulares con las cuales los actores sociales justifican, explican o validan su acción conforman la estructura significativa del mundo que habitan y la configuración estratégica que les posibilita adecuar los sentidos de acuerdo a las interacciones que emergen de la situación social en la que se encuentran. Explicativamente, en este trabajo, las categorías serán ordenadas siguiendo la lógica de los tipos ideales weberianos, reconstruidos en una doble funcionalidad.

En sentido clásico, los tipos ideales son elementos científico-explicativos que se constituyen como artefactos teóricos que permiten ordenar conceptualmente la realidad social. Resulta de una herramienta para la selección y ordenamiento de elementos significativos en función de las estructuras de comportamiento del sujeto y/o colectivo para producir conocimiento. De aquí, Weber señala que el tipo ideal “contiene el significado de un concepto limítrofe puramente ideal, a partir del cual se mide la realidad para explicar determinados componentes significativos de su contenido empírico” (Weber, 1982, p. 82).

Sin embargo, el tipo ideal también puede considerarse un parámetro de orientación de la acción (Schluchter, 2008), en tanto las acciones sociales se encuentran vinculadas y atadas a sentidos ideales inscriptos en la sociedad en la que el sujeto vive y actúa como elemento socialmente legitimado y aceptado. Expresa una funcionalidad socialmente normativa, en tanto opera para guiar ciertos fines y valores de la acción social. Esta dimensión socio-normativa indica que funciona como aspiración que ordena intelectualmente a quien ejecuta la acción para guiarla, justificarla y validarla. Los tipos ideales estructuran la aspiración de la acción a raíz de ciertos ideales socialmente aceptados y legítimos que trazan las proyecciones posibles.

A partir de esta doble funcionalidad se alude a que el tipo ideal es un medio de interpretación de la realidad y un medio para actuar en la sociedad. Por un lado, es una vía instrumental “libre” de contradicción para entender un problema de indagación (Aronson, 2016). Y, por el otro, es una imagen intelectual que se inscribe en los consensos alcanzados por la sociedad para justificar y validar la acción que se lleva adelante.

Para este artículo, se utilizó una base de datos propia compuesta por cuarenta entrevistas públicas del nivel nacional y veinticinco del nivel provincial. Para ello, se realizó una búsqueda exhaustiva de participaciones en diversos medios de comunicación de los ministros Carolina Stanley4 y Santiago López Medrano.5 El amplio abanico de las entrevistas observadas en diferentes espacios mediáticos fue un requisito metodológico planteado en los términos de observar la participación de estos actores y la repetición de conceptos para alcanzar distintos públicos y audiencias. De manera que las entrevistas seleccionadas siguieron esta consideración: que sean públicas, que sean en diferentes medios de comunicación y que intervengan en el espacio común del debate democrático de la sociedad argentina. A ambos ministros los situamos como referentes empíricos del grupo identitario de pertenencia (van Dijck, 1994) a raíz de comprender a los partidos políticos como espacios de sociabilización y subjetivación política (Sawicki, 2011).

Se toma a este corpus empírico como “miradores cognitivos” (Carbó, 2002) que permiten dar cuenta de los significados que configuraron públicamente la construcción de legitimidad en ambos niveles. Esta consideración acerca del material de fuentes secundarias utilizado significa, entre otras cosas, considerarlos como instrumentos que viabilizan recorrer el laberinto de preguntas, problemas y objetivos que hacen a la singularidad del hecho histórico (Weber, 1982).

Para abordar el material empírico se utilizaron dos criterios de selección y análisis de datos: continuidad discursiva y discontinuidad aparente. El primero es considerado como aquel criterio de selección de datos que permite el abordaje de los marcos interpretativos de un sujeto o colectivo sobre la base de su configuración significativa del mundo. El segundo se conceptualiza como el proceso discursivo emergente de las relaciones sociales que constituyen la situación en la cual el actor debe modificar sus enunciados de acuerdo a la valoración y proyección que realiza del contexto en el cual debe adecuar su práctica discursiva.

En relación con los criterios mencionados se pretende amalgamar palabras claves, frases recurrentes e ideas fuerza estructurantes con categorías que permitan relacionarlas en función del sentido y el contexto.

Hallazgos

La proximidad: una presentación obligatoria6

La proximidad es uno de los significados que estructuran las formas de representación gubernamental y electoral contemporánea (Annunziata, 2013, 2016; Rosanvallon, 2006, 2009), la cual se inscribe en el reconocimiento singular del sujeto y la cercanía de las particularidades de la población recuperando sus vivencias y experiencias, acompañándolos, poniéndose en su lugar. Como reverso complementario, se la ve inmersa en el campo de las expectativas sobre el comportamiento de las autoridades políticas y candidatos políticos donde se configura la exigencia de la presencia. Es en este sentido que se constituye como lazo, que une las demandas ciudadanas y las acciones políticas.

Se podría decir que el Ministerio de Desarrollo Social configura una de las institucionales estatales donde esta figura se cristaliza, dado que encarna la tensión existente entre lejanía estatal y sociedad civil (Perelmiter, 2016). Por decirlo de otra manera, la proximidad como figura vinculada a la cercanía, empatía, amorosidad y compasión puede ser inscripta en una institución a la que, desde sus inicios y mayormente a partir del 2003, se le exige y busca reconfigurar la distancia entre el Estado y los ciudadanos.

La proximidad refleja un tipo de “dominación anticarismática” (Annunziata, 2013), como una suerte de reversión o inversión de lo que Weber llamó la “dominación carismática”.7 Esta legitimidad se apoya en que todo gobernante debe escuchar la experiencia singular de las personas, estar presente, ser empático con los sufrimientos ajenos y mostrarse con autenticidad hacia los ciudadanos (Annunziata, 2013). De allí que articule el estar presente con embarrarse en el territorio, cuidar a quienes sufren, ofrecer su escucha, acompañarlos, entenderlos y mostrarse sensible al sufrimiento del otro.

La proximidad recupera la metáfora espacial y territorial, y pone en juego distintas estrategias simbólicas y materiales del ejercicio del poder con el objetivo de construir legitimidad y autoridad pública. Es, por decirlo de otra manera, un reposicionamiento del Estado que busca dar respuestas a los imperativos y demandas de la población. Esta idea añade un punto clave a aquella relectura de Weber propiciada por Habermas (1999) acerca de la legitimidad en el capitalismo tardío. Para él, la legitimidad que tienen los Estados es de dos tipos: procedimentales -el respeto a las reglas institucionales- e instrumentales -los resultados de la acción estatal-. Sin embargo, la proximidad confiere una legitimidad y autoridad vincular, dado que supone la edificación estatal de un tipo de lazo gubernamental y representativo.

En Argentina, la crisis del 2001 significó el hecho social fundacional donde se podría rastrear la demanda de proximidad partiendo de la consigna “Que se vayan todos” y el creciente desarrollo de la “antipolítica” manifestado en un descreimiento en los partidos políticos de masas tradicionales, a saber, el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. El fin del plan de convertibilidad, el proceso de desindustrialización y la privatización de las empresas públicas, el desempleo masivo, el aumento de la desigualdad y de los índices de pobreza son solo algunas de las características que germinaron el estallido de aquel diciembre y supusieron un quiebre en la relación entre la política institucionalizada y la sociedad.

Si bien intentar encasillar un fenómeno social en una fecha específica siempre es complejo y reduccionista, se puede considerar que a partir de allí se generó una transformación en el campo de la representación política donde la desconfianza por parte de la sociedad civil hacia los políticos se erigió como estructurante de esa relación porque la política se había alejado de los problemas reales de la gente. De aquí que la proximidad funcione como un significado estructurante de la intervención social del Estado y resulte como una suerte de “presentación obligatoria” (Schutz, 2015) por parte de los funcionarios políticos ante la ciudadanía. Aunque debe considerarse que no todos los ciclos políticos enfrentan la misma desconfianza. Sobre esto, es posible notar los distintos desafíos que tuvieron el gobierno de Néstor Kirchner y de Mauricio Macri acerca de la tensión entre lejanía-cercanía estatal.

En 2003, el gobierno de Néstor Kirchner enfrentaba una crisis no solo en la participación política, sino en términos de representación. Crisis que graficaba una desconfianza pública generalizada sobre el Estado y los políticos o, más bien, sobre la autoridad política y las instituciones estatales. De alguna manera, lo que estaba en tela de juicio por parte de la sociedad era la legitimidad del orden político-institucional existente, lo cual se cruzaba con los grandes índices de desempleo, pobreza e indigencia en la que se veía sumergido el pueblo argentino, que llevó a la renuncia de Fernando de la Rúa saliendo en helicóptero de la Casa Rosada y los cinco presidentes “en una semana”.

Ante este escenario, el vínculo entre la sociedad civil y el Estado planteaba una relación compleja de gobernabilidad que se fue reconstruyendo, en principio, con la estabilización económica y las mejoras en los indicadores del empleo. Pero ello no bastaba para las exigencias ciudadanas de un político que esté cerca de la gente. Allí, el Ministerio de Desarrollo Social desplegó un conjunto de dispositivos estratégico-institucionales que buscó “bajar el Estado” (Perelmiter, 2017) en conjunto con una serie de instancias de participación ciudadana en el desarrollo de políticas públicas (Landau, 2008), como los presupuestos participativos (Annunziata, 2011).

En específico, la institución encabezada por Alicia Kirchner (2003-2015) vinculó la proximidad a dos elementos: personalización y territorialización de la asistencia (Perelmiter, 2017). Para Perelmiter (2017), la primera dimensión recuperaba la sensibilidad y el compromiso ante los sectores más vulnerables del país, en tanto fue un fundamento simbólico de la acción social asistencial, la cual estaba significada por “un Estado centrado en las personas” y la “mística de la presencia”. La segunda, por su parte, hace mención a la materialización de la primera propuesta que extendió a lo local un conjunto de operativos en los territorios a partir de tres formas de acercamiento: extensión de calle, basista8 e itinerante (Perelmiter, 2017).

PRO/Cambiemos tuvo, sin dudas, que enfrentar otro escenario de desconfianza. Ya no se presentaba en la sociedad una criticidad al sistema político institucional y, ni siquiera, a la política como forma del procesamiento del conflicto social y la representación ciudadana. Muy por el contrario, asumía la presidencia de una sociedad politizada y polarizada.

La mirada de reojo que recibía la coalición gobernante tenía que ver con la trayectoria económica y laboral de sus integrantes. Lo que muestra cierta ambigüedad sobre este punto porque, justamente, ese temor por parte de la sociedad fue, entre tantos, uno de los elementos que los llevó a ganar la elección y recibir el apoyo del 51.34 % de la población.

El “Partido de los CEOs”, como se lo denominó públicamente, en teoría traía al “mejor equipo de los últimos cincuenta años” y a los más “eficientes empresarios y gerentes” del mundo de los negocios que, con sus saberes, preveían mejorar el Estado: modernizarlo y hacerlo más eficiente. Su condición de clase o su lugar en la estructura económica, al mismo tiempo, sembró el temor social y se difuminó la idea de que PRO/Cambiemos era un gobierno que “gobernaría para los ricos”, un gobierno “sin sensibilidad social”.

En este punto es que la política asistencial del Ministerio de Desarrollo Social se configuró con un itinerario que tuvo como objeto batallar esa afirmación, reconstruyendo la proximidad como significado necesario para conocer e intentar resolver los problemas de la gente o del vecino.

Dentro de este contexto encontramos dos elementos que pueden vincularse a la proximidad como significado en la intervención social del Estado: la política y el Estado embarrado, y la política compasional.

La política y el Estado embarrado

El territorio aparece como el mejor espacio para realizar las tareas asistenciales. Funcionarios de diversos espectros ideológicos del campo político, militantes y referentes de organizaciones, personas a quienes va dirigida la asistencia y hasta organismos internacionales destacan que lo territorial es el lugar privilegiado para que la asistencia sea eficiente. En virtud del proceso de segregación socio-espacial, lo territorial aparece como uno de los soportes simbólicos de la intervención social del Estado respecto a lo asistencial. Bajo esa premisa, se toma la idea de la política y el Estado embarrado con el objeto de describir la primacía que, al menos desde lo discursivo, tiene lo territorial por sobre el “escritorio”. Para ello, se hace uso de su caracterización como una “derecha embarrada” (Salerno, 2019) en contraposición de la “derecha tecnócrata” de los años 90.

Carolina Stanley: “Yo te diría que es un momento de trabajar mucho y estar mucho en territorio, en contacto con la gente. Digo, mi trabajo hoy es un trabajo de estar, de acompañar, de entender qué es lo que está pasando, poder llegar con soluciones porque no es solo estar, sino también hacer y hacer en consecuencia de lo que está pasando y llegar con soluciones” (A24, 2018).

Santiago López Medrano: "Esa necesidad de presencia, sobre todo es la presencia. Hay una frase que es muy común lamentablemente, que es: “hace muchos años que no venía nadie por acá” o “nunca vino un ministro a visitar este jardín" (Crónica TV, 2018).

Lo territorial no es un espacio de conflicto, disputas, antagonismos y cooperación, sino que se constituye como escenario con diferentes características: de acompañamiento, conocimiento, aprendizajes y arreglos. De cierta forma, el territorio tiene una lógica ambivalente: como problema y como solución. Como problema, dado que allí se encuentran las manifestaciones de la cuestión social singularizadas en las experiencias personales, en razón de la desigualdad existente y en las estrategias cotidianas de sobrevivencia de las personas. Como solución porque sobre la base de esas historias narradas por los vecinos se encuentran las posibles trabas en el acceso a la política pública y surgen aprendizajes y enseñanzas que los funcionarios deben tener en cuenta para hacer mejor su trabajo.

De cierta forma, es una manera estatal de procesar, privada e individualmente, las demandas ciudadanas. Es privada porque, a diferencia de otros tipos de reclamos, no se da en la escena pública, sino al interior de la vivienda de la gente. Es individual porque, a diferencia de otras acciones, no nacen de organizaciones, sino de las experiencias singulares y apreciaciones subjetivas del sujeto que es visitado. Desde la escucha de los planteos de diversas problemáticas individuales o que son vistas desde la propia experiencia personal se fortalece la acción política y la gestión gubernamental.

Carolina Stanley: “Me parece que es trabajar todos los días en el territorio, todos los días al lado de las familias, todos los días del lado de los argentinos que mayor necesidad están pasando” (Todo Noticias, 2018)

Por su parte, el acompañamiento es una acción institucional que florece como una práctica específica y deviene en la racionalidad de un tipo de asistencia o intervención social. Acompañar significa, en este discurso, hacerlo de una manera afectiva. Lo que subyace es la premisa de no dejar sola a la gente. Es así que las instituciones deben poner todo su andamiaje para estar y escucharlas, como respuesta que cimenta la vinculación ante situaciones que pueden generar malestares subjetivos, más allá de que los problemas efectivamente se resuelvan o se satisfagan las necesidades materiales.

En tanto espacio de conocimiento y aprendizaje, el territorio se constituye como el núcleo de los saberes legítimos con los cuales se debe pensar la asistencia estatal. La experiencia individual se compone como el punto de partida para conocer los “problemas reales” de la gente. El conocimiento de la realidad parte de la visita a los entramados territoriales de los barrios para poder brindar soluciones.

Santiago López Medrano: "Ese compromiso, ese ponerle el cuerpo hace la diferencia. Esa escucha directa, ese recorrer, porque entendés cosas que no ves desde un escritorio con un formulario o con una estadística” (Crónica TV, 2018).

Carolina Stanley: “¿Lo más difícil? Yo diría lo más lindo. Para mí es una de las partes más lindas de mi trabajo, porque en el territorio uno aprende, uno se llena de enseñanzas, de cosas ricas, de testimonios. Esto que digo siempre de ponernos en el lugar del otro, ¿no?, y poder conocer historias para poder entender qué es lo que hacemos y qué es lo que tenemos que seguir haciendo. Para mí, la política pública se construye todos los días, más allá de los planes y proyectos que tenemos, uno tiene que conocer la realidad, justamente, para poder transformarla y eso te lo da mucho el territorio” (La Nación, 2018a).

Un ejemplo del Estado embarrado puede ser el programa el Estado en tu Barrio, el cual fue pensado e implementado en la provincia de Buenos Aires para luego nacionalizarse. Tal programa ponía a ciertas instituciones estatales a circular por diferentes municipios o barrios.

Santiago López Medrano: “Esto que vos planteabas de la sensación de soledad. Nosotros encontramos una sensación generalizada de que el Estado como tal, como prestador de servicio, como el que tiene que estar al lado de la gente, estaba muy lejos en el Conurbano. De hecho, lanzamos a partir del mes de marzo el programa el Estado en tu barrio, que empezó a escalar y que funciona muy bien y básicamente lo que hace es reunir diez organismos del Estado nacional, provincial y municipal concentrarlos en un lugar físico y quedarnos ahí una semana” (Infobae, 2016b).

Santiago López Medrano: “El Estado en tu barrio de alguna manera lo que hace es poner en un mismo lugar, en el territorio, una cantidad de oficinas públicas -viste que hay algo muy común esta cosa de que te pateaban de una oficina a la otra- (...) que saca al Estado de la oficina y lo pone donde tiene que estar” (Santiago López Medrano, 2018)

Una noción similar se circunscribe desde las ideas funcionalistas de Merton (1999). Para el autor, los males burocráticos se caracterizan por el exceso de apego a las reglas, a los procedimientos y a los medios que subsumen a los fines que deberían cumplir las tareas administrativas. Por decirlo de una manera más sencilla y a modo de ejemplo: cuando el Estado se burocratiza, es más importante el conjunto de formularios que se deben llenar, el procedimiento de su presentación y los límites de las tareas de cada oficina que aquellas demandas y derechos civiles que deben autorizar. Ante tal diagnóstico, PRO/Cambiemos se propuso cambiar de paradigma y embarrar al Estado porque, en última instancia, gobernar “es estar cerca”.

La impugnación a la modelación burocrática de los procesos administrativos o la lejanía de los gobernantes respecto a los problemas de la gente se ha vuelto una suerte de veto para quien quiera ejercer el poder público en nombre del bien común o de la regulación social. El área social no puede darse el lujo de alejarse de la gente; tampoco puede darse el gusto de mostrarse indiferente frente al sufrimiento ajeno. La proximidad se vuelve una necesidad de mediación y una forma de estar atento a la realidad. Mientras más alejada esté la política de las personas, más riesgos tiene a burocratizarse. La proximidad es la forma de vigilar la relación entre gestión, política y poder. Así lo afirma Santiago López Medrano:

Me parece que cada vez hay menos protocolo y ceremonial, y más necesidad de proximidad, porque si no te podés aislar, que es un riesgo para cualquier funcionario y más para el área social (Santiago López Medrano, 2018).

La proximidad revalida lo territorial. El territorio se constituye como el espacio privilegiado para que no haya distorsiones en la distribución de recursos públicos. Estar y revalidar el territorio, dislocar los saberes preferenciales con los cuáles se conoce la realidad con el objetivo de solucionar los problemas que la atraviesan. Tal elemento compone la proximidad desde el estar cerca, el recorrer lo territorial y priorizar los saberes cotidianos.

La política compasional

Se toma esta idea de “política compasional” de Annunziata (2013), en tanto construcción ideal de lo que se espera que haga alguien que se dedica a la política y en cuanto configuración arquetípica de una suerte de desplazamiento y diferenciación de los políticos tradicionales. La “nueva política”, denominó a esto el asesor ecuatoriano Jaime Duran Barba, que supo trabajar en la campaña de Mauricio Macri hasta diciembre de 2019.

Esta pieza que compone la proximidad expresa una tendencia donde el representante siente las desgracias y dolores ajenos, se desplaza del lugar de privilegio que tiene hacia lo subterráneo de la sociedad. Supone una empatía particular que propone un entendimiento del otro, en tanto se pone en su lugar, vive como propia su angustia y, desde ella, “hace”. El político compasional tiene como sentido de acción lo emocional.

Dice Arendt (1990), que la compasión es una acción directa y expeditiva que se inscribe en una lógica antipolítica porque tiene como finalidad la mejora individual y no la generalización del bien común. Es decir, la lógica de la compasión refiere a una forma de individualizar los rasgos problemáticos y expresa una cercanía con quien sufre, pero imposibilita una acción que tenga como finalidad la tendencia universal de la sociedad. Y, en ese sentido, prosigue argumentando que, cuando la compasión se torna fundamento de la acción política penetra con una racionalización puntual e imparcial que tiene como condición específica la antipoliticidad, dado que los sentimientos no pueden traducirse políticamente (Arendt, 2006). Carolina Stanley expresa:

Todos los días recorro algún lugar distinto (...) y trabajamos todos los días en esto que decía: en escuchar lo que pasa, porque me parece que hay que estar ahí para atender esa emergencia y salir entre todos adelante (...). (En referencia a una pregunta sobre su sufrimiento personal) Sí, claro que sufro. Sufro, pero también tengo la posibilidad de acompañar, de estar y de saber que empezamos a transitar un camino para salir de esa situación (Las mesazas de El trece, 2018).

Particularmente, la compasión aparece como virtud de quienes trabajan en lo social, lo que diferencia esta área de otras. Lo que se observa pareciera desafiar a los postulados de la intelectual alemana porque, justamente, la compasión se constituyó en uno de los pilares de la construcción política de legitimidad pública. A raíz del reconocimiento de ese otro se configura un (des)conocimiento de las relaciones jerárquicas, en las cuales subyacen diferentes formas de acceso al poder, los bienes y los recursos. La sobreestimación del discurso afectivo y las prácticas compasivas hacía los otros reconocen, por otro lado, relaciones legitimas de dominación de los gobernantes y gobernados.

La compasión encuentra su traducción política en tanto y en cuanto opera como un vector simbólico en las cualidades “ordinarias” que hacen elegibles a un actor del campo político para ejercer un tipo de dominación. Dominación y legitimidad “anticarismatica”, se citó a Annunziata (2013), para definir el lazo representativo en donde el sujeto con intención de construir y ejercer poder tiende cada vez menos a presentarse como un agente con facultades extraordinarias, y se presenta más asemejado a un “hombre común” que entiende y atiende los problemas de la gente.

La percepción del dolor, lo que Arendt destaca como elemento antipolítico, se transformó en un artefacto de legitimidad y autoridad en el posicionamiento y la diferenciación. Un constructo que se constituye como mediación entre lo que esperan los ciudadanos de los políticos y lo que los políticos deben hacer para situarse como el soberano elegible.

El político compasional encuentra su núcleo relacional en el sufrimiento mutuo. Compone su relación y, si se quiere, su simetría próxima sobre la base de la relación emocional que lo sitúa como aquel que entiende, que hace propio el dolor ajeno y, a partir de allí, siente la motivación por transformar la realidad. Carolina Stanley proclama:

Creo que lo más importante y lo primero es nunca dejar de ponerse en el lugar del otro (...). Entonces desde saber que hay algo que podés hacer, es donde más fuerza tomo para acompañar ese dolor, pero también de acompañar la salida de ese dolor. Entender y poder escuchar y, como vos decís, “poner el corazón ahí”, aunque duela, aunque llore. Y lloro muchas veces, muchas veces, y muchas veces con las personas que vienen, incluso a contarme lo que les pasa (...) porque siento el dolor, pero sentir ese dolor me hace fuerte para poder acompañar y salir de ese lugar (...). Ponerte en el lugar del otro es la mejor herramienta que tenés, lo mejor que podés hacer por el otro y por vos. Porque yo también aprendo, yo también aprendo y puedo entender muchas cosas a partir de esto (DAIA Argentina, 2018).

En tal sentido, el político compasional se pone en el lugar del otro en función de un carácter performativo e instrumental. Dicho con otras palabras, allí donde se reubica y se diferencia de los “políticos tradicionales”, lo utiliza como medio para pensar acciones. Para esta figura, la política es vocación, y la vacación, una herramienta de resolución de problemas públicos.

En tal sentido, una característica del político compasional es que su motor está ideado por una ética y moral de las convicciones, núcleo de energía donde las consecuencias de la acción pasan a segundo plano. En términos weberianos, es alguien que se mueve solo por los sentimientos que le produce aquello que caracteriza como una injusticia, pero no incorpora la dimensión de la responsabilidad de su acción. Su punto de partida es la pasión y el corazón, aunque deja de lado la “racionalidad” necesaria para pensar o prever las distintas consecuencias que puede tener su accionar. Consecuencias que muchas veces pueden ser no deseables o contradictorias respecto a la aspiración ética con la que se partió. Por ello, Weber va a sostener que la “vocación” no debería ser el único ideal que sustente la actividad política (Nosetto, 2015), porque la acción sin responsabilidad puede terminar en tragedia.9

Decir la verdad: la “objetividad” estadística

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) fue creado en el año 1968 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía,10 quien llevaba adelante los preceptos desarrollistas propios de la época. Uno de sus objetivos era, y sigue siendo, relevar y producir indicadores acerca de diversos fenómenos de la sociedad sobre la base de sus dimensiones sociales, políticas, democráticas, culturales, económicas y geográficas. Sin embargo, fue recién a partir del 83 que cobró relevancia para cuantificar la pobreza y se constituyó como uno de los elementos que transformó las políticas sociales del Estado al responder periódicamente: ¿Cuántos son los pobres? (Vommaro & Daniel, 2011). Desde el regreso a la democracia, esa interrogante adquiere mayor relevancia para pensar la gestión de los gobiernos, hacer balances de los ciclos políticos, caracterizar los niveles de aceptación social y, fundamentalmente, evaluar el impacto de las políticas públicas, en general, y de la intervención social del Estado, en particular.

El dato producido estatalmente y procesado gubernamentalmente por parte del Indec tiene un carácter objetivo y, por lo tanto, adquiere el estatus de verdadero. Dicho de otro modo: los datos que arroja a raíz de su carácter tecnológico y científico producen un saber que se instala en la producción y reproducción de verdad. Los datos y su utilización como criterios para tomar decisiones suponen y se inscriben en el avance de saberes expertos (Vommaro & Morresi, 2011), en la visión gerencialista de las instituciones estatales (Perelmiter & Marcalle, 2021) y en la tan pretendida modernización del Estado a la que aspiró PRO/Cambiemos.

También, “la verdad” pretende reformular el contrato de veridicción que debe tener cualquier partido político con sus electores. En cuanto a su estructura relacional, la “mentira” es una forma de impugnar a su adversario político, el kirchnerismo. A este proceso de diferenciación adversarial conviene situarlo en el clivaje interpretativo y representativo kirchnerismo-antikirchnerismo, el cual se inaugura en el 2008 luego del conflicto con las patronales agropecuarias y reversiona en posiciones contemporáneas las posturas del peronismo-antiperonismo del siglo XX.11 Clivaje que identifica formatos de representación política y maneras de acumulación social en los procesos de conformación de identidades, las cuales contienen asociaciones afectivas, argumentativas y reflexivas que se refuerzan mutuamente en un ejercicio de oposiciones ideales.

El conflicto del 2008 abre una etapa de hegemonía escindida entre proyectos prehegemónicos, que caracterizan y dominan la dicotomía adversarial acerca de los debates públicos sobre la situación del país. De un lado, el kirchnerismo con una narrativa nacional, popular y democrática, y, del otro, el antikirchnerismo de corte más conservador, republicano y neoliberal (Pucciarelli & Castellani, 2017). Por ello, se lo entiende como un clivaje interpretativo y representativo, el cual hace mención a la configuración del plano simbólico y en la producción de imaginarios sociales que operan y sostienen proyectos en oposición.

El kirchnerismo se constituyó como el opuesto comparativo en cómo llevar adelante la acción estatal y configuró una posición y antinomia interpretativa desde donde el PRO se posicionó para identificarse y diferenciarse. Justamente, a partir de esta diferenciación logró imponer su marca partidaria y “movilizar electores, ideas, recursos de grupos sociales y políticos que ven en el peronismo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner su peor enemigo” (Vommaro et al., 2015). Carolina Stanley en relación con el cambio del ciclo político señala:

Una de las primeras cosas fue con esa: sin estadística, sin números claros…. Me parece que poner en valor el Indec tuvo que ver con este primer paso para transformar la realidad, que es conocerla. Yo siempre digo que la verdad ilumina, y la verdad es lo que te permite transformar. A diferencia del gobierno anterior, que preferían no hablar de números de pobreza porque estigmatizaba, me parece que no hay nada más estigmatizante que esconder, en este sentido. Entonces, empezamos a transitar lo que tenía que ver con conocer y decir la verdad (La Nación, 2018b).

Luego de que en los últimos años del gobierno de Cristina Fernández se haya producido mediática y políticamente una deslegitimación de las estadísticas oficiales, a raíz del cambio de algunas técnicas, variables y dimensiones en las mediciones, PRO/Cambiemos buscó construir su legitimidad gubernamental respecto a la relegitimación del Indec. La objetividad estadística se tornó como el parámetro prioritario del sinceramiento, del “decir la verdad”, y, de pronto en 2016, nadie puso en duda los datos producidos por este organismo. Santiago López Medrano explica:

Nosotros desde el día uno tomamos una medida, que creo que fue central, que fue recuperar el Indec, que es el termómetro que genera estos números y la verdad que haberlos recuperado nos permite trabajar, nos permitió trabajar estos cuatro años en políticas concretas (Crónica TV, 2019).

La objetividad estadística se transformó en la productora de verdad y en el núcleo vigorizante de producción de realidad. El dato no es una simulación construida, es una realidad tangible que se puede ver y tocar, que se puede analizar y transformar. El dato es objetivo, y la objetividad, una de las dimensiones del modelo tecnócrata de la visión “eficientista” de la distribución de los recursos públicos. La objetividad estadística se inscribe en la propia lógica de la “gramática managerial”12 (Luci, 2016), en tanto doxa ceocrática del capitalismo flexible.

A su vez, la medición estadística de la sociedad supone una voluntad política donde la influencia de los políticos se ve como una amenaza para los criterios de transparencia y objetividad. Criterios sobre los cuales las instituciones deben llevar a cabo la confección de las estadísticas oficiales construyendo la confianza social y su legitimación. Carolina Stanley afirma:

Lo que pasó con el Indec es inadmisible, pero no porque el Indec es un organismo, sino porque ¿sabes qué hacemos con los datos de la realidad? La podemos transformar. Entonces cuando decidimos medir la pobreza y supimos cuál era la situación real medida por el Indec (...), la política pública, lo que vos definís para transformar esa realidad, se vuelve más concreta y se hace efectiva y lo podés medir (La Nación, 2019).

Además, la estadística supone un criterio para tomar decisiones; la estadística despierta alguna compasión con los pobres y cierto deber moral del Estado de estar cerca de ellos. De allí que se articule con cierta coordinación respecto a la “presentación obligatoria” de la “proximidad”. Santiago López Medrano expresa:

Por supuesto que atrás de este número, a diferencia de otras estadísticas concretas, hay familias de carne y hueso: hay chicos, hay mujeres, hay hombres, hay adultos mayores. Y eso nos da una responsabilidad mucho más grande y por eso lo hemos acompañado (Crónica TV, 2019).

Así visto, la objetividad estadística se conformó como el eje de producción de verdad con el cual observar, analizar y transformar la realidad. Al igual que en las empresas, la información estadística se torna un instrumento relevante para la toma de decisiones y para evaluar la acción social del Estado. “Decir la verdad” se constituyó como el otro eje de legitimación de la autoridad estatal en el marco de enfrentar el desafío de la modernización de un Estado burocratizado sin capacidad de resolver los problemas reales de la gente. Finalmente, la objetividad estadística se formuló como un parámetro de diferenciación con su adversario político a partir de inscribirse en la antinomia interpretativa y representativa del kirchnerismo-antikirchnerismo, eje medular de las formas en que se hegemonizó el debate público y político en la argentina reciente.

Conclusiones

El trabajo tuvo como objeto analizar la construcción de legitimidad pública de PRO/Cambiemos a partir de los posicionamientos públicos de los ministros del Ministerio de Desarrollo Social de la nación y provincia de Buenos Aires. Se analizaron, desde el ámbito discursivo, sus principales enunciados y se los relacionó con las condiciones generales en que fueron dichos para inscribir las cuestiones respectivas a la autoridad y a la relación entre gobernantes y gobernados. Bajo este punto, la clave del análisis fue situar los desafíos que enfrentó: 1) la caracterización de un gobierno de CEOs sin sensibilidad social; 2) la desconfianza sobre los indicadores producidos por las estadísticas oficiales. A partir de esta doble situación, se encuentran dos fundamentos en la construcción de la legitimidad: la proximidad y la objetividad estadística.

Por otro lado, a los objetivos de este artículo, la perspectiva teórica metodológica resultó adecuada para esclarecer los conceptos, los abordajes y la fundamentación, así como los criterios de selección y análisis de los enunciados. De acuerdo con ello, no solo se pudo analizar aquellos que forman parte del contexto histórico o coyuntural donde los hablantes adecuan su práctica discursiva, sino también las adaptaciones de sentido de acuerdo a las valoraciones y proyecciones que realizan. Asimismo, esta metodología permitió comprender que la legitimidad pública se encuentra atravesada por un aspecto vincular entre gobernantes y gobernados, que ha sido destacado como proximidad, y por un aspecto que recurre a la lógica del conflicto político, tal y como se ha observado en la objetividad estadística.

A raíz de la lupa propuesta, se consideró a la proximidad como una “presentación obligatoria” que deben realizar los funcionarios políticos para construir legitimidad pública. En términos de Schutz (2015), refiere a un conjunto de ideas que es menester que sean dichas y expresadas, que tiene un uso estructurante al cual el sujeto se debe adecuar porque resulta valido y esperable su utilización. Particularmente, al ser el Ministerio de Desarrollo Social una de las instituciones que encarna la tensión entre la lejanía y cercanía estatal, la compasión es una pieza de “presentación obligatoria” de aquellos funcionarios que intervienen en lo social.

Luego, se situó a la objetividad estadística como una estrategia discursiva en el marco de la significación del proceso de diferenciación e impugnación de su adversario político, el kirchnerismo. Allí, “la verdad” se inscribe en el desarrollo de la disputa entre diferentes líneas narrativas por construir realidad.

Si se observa la fecha de los pronunciamientos, en general, tuvieron que ver con la crisis económica y política que vivió PRO/Cambiemos previo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La proximidad y la objetividad estadística en un contexto de aumento de la pobreza se articulan y refuerzan. Estos dos significados, con sus piezas particulares y construcciones singulares, se inscriben en un ideario más general de la visión del partido político, donde las ideas de “sinceramiento” o “un Estado al servicio de la gente” aparecen en las pronunciaciones de otros dirigentes y funcionarios.

En síntesis, PRO/Cambiemos apeló a la impugnación de su adversario y fundamentó su acción estatal sobre bases instituidas en la relación entre gobernantes y gobernados. Estas dimensiones fueron elementos destacados del “cambio cultural” que proyectó y al cual apeló para fundamentar las raíces ideológicas y prácticas de la inserción de sus integrantes al campo de la política. Entre uno de sus tantos objetivos, la reorientación de la intervención asistencial hacia los sectores más vulnerables se constituyó como una de las piezas angulares de su legitimidad gubernamental.

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Disponibilidad de datos: El conjunto de datos que apoya los resultados de este estudio no se encuentra disponible.

Cómo citar: Zuccaro, A. E. (2024). Legitimidad pública en el gobierno de Cambiemos: proximidad como presentación obligatoria y objetividad estadística como diferenciación política. Dixit, 38, e3775. https://doi.org/10.22235/d.v38.3775

Contribución de los autores (Taxonomía CRediT): 1. Conceptualización; 2. Curación de datos; 3. Análisis formal; 4. Adquisición de fondos; 5. Investigación; 6. Metodología; 7. Administración de proyecto; 8. Recursos; 9. Software; 10. Supervisión; 11. Validación; 12. Visualización; 13. Redacción: borrador original; 14. Redacción: revisión y edición. A. E. Z. ha contribuido en 1, 2, 3, 4,5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14.

Editor científico responsable: L. D.

1Si bien en el período de interés la alianza que gobernó el país fue Cambiemos, se hará énfasis en el PRO. El partido liderado por Mauricio Macri fue la estructura partidaria que condujo la alianza durante la gestión, tanto en provincia de Buenos Aires como a nivel nacional a partir de ganar las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO).

2La mediatización de la política es el nombre que, algunas corrientes de las ciencias sociales, han otorgado a la articulación entre los medios de comunicación, la política, sus temas y sus actores donde se observó la gran influencia de la televisión en la vida pública (Castells, 2008; Verón, 1998), lo que ha llevado a hablar de “democracia de audiencia” (Manin, 1995). En la actualidad, con el desarrollo y la consolidación de las redes sociales, se suele hablar de “hipermediatización de la política” (Carlón, 2016) o “digitalización de la política” (Slimovich, 2016), lo que define las transformaciones en la constitución de una “democracia de usuarios” (Zuccaro, 2020).

3Se sitúa la mirada en estos dos niveles al comprender que en ambos se genera una dependencia mutua (Mauro & Brusco, 2016) y coordinación estratégica entre la formulación de los planes nacionales e implementaciones provinciales. Dependencia mutua por la relevancia en cómo se ha configurado el proceso que tiene este nivel provincial respecto de la política nacional. Y coordinación estratégica en cómo se ha configurado el proceso de descentralización estatal en Argentina (Zuccaro, 2023).

4Es abogada, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Ingresó al PRO en los inicios del armado partidario. Sus cargos públicos como funcionaria estuvieron siempre vinculados al área asistencial del Estado: entre 2007 y 2009 fue directora de la Dirección General de Fortalecimiento de la Sociedad Civil y en 2011 fue ministra de Desarrollo Social, ambos en la Cuidad Autónoma de Buenos Aires (CABA) con Mauricio Macri como jefe porteño. Además, entre 2009 y 2011 fue legisladora porteña. En 2015 asumió como ministra de Desarrollo Social de la nación y se mantuvo allí hasta que finalizó el gobierno el 10 de diciembre de 2019.

5Llegó al PRO en el año 2008, como asesor de María Eugenia Vidal cuando asumió como ministra de Desarrollo Social de la CABA. En dicha institución fue director de Fortalecimiento de la Sociedad Civil entre 2009 y 2011. En 2011 fue subsecretario de Fortalecimiento Familiar y Comunitario. En 2015 llegó a ser ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, estuvo al mando de esta cartera hasta que terminó el gobierno en 2019.

6Algunas dimensiones de este significado en función de la intervención social del Estado fueron trabajadas y presentadas en Zuccaro & Laya (2022).

7Para Weber (1984), la dominación carismática refería a aquellas características personales que hacían a un individuo digno de facultades extraordinarias. Además, sostuvo otros dos tipos de legitimidades que se correspondían a tipos de dominación legítimos: la burocrática, cuyo efecto se inscribía en el orden legal, y la tradicional, cuya referencia se hacía explicable desde aquellos poderes instituidos “desde siempre”.

8Con este término, Perelmiter (2017) hace referencia al modo en que el Ministerio de Desarrollo Social pretendió centralizar la organización y la participación de los sujetos colectivos territoriales en la ejecución de la asistencia social.

9Para Weber, si bien es necesaria la pasión (vocación), el actuar en política debe relacionarse con la mesura y la responsabilidad (Abellán, 1992; Nosetto, 2015).

10Fue un militar y dictador argentino que estuvo como presidente de facto durante 1966 y 1970.

11Clivaje que, si bien no fue hasta 2012-2013 que se consolidó, fue en el año 2008 que germinó sus marcos de referencia y sentidos fundamentales, donde el kirchnerismo se construyó como significante principal de los repertorios discursivos y morales del PRO (Vommaro, 2017).

12Esta idea hace mención a los sentidos compartidos y los soportes morales que se producen en las interacciones entre los integrantes de las altas empresas en tanto formación del “espíritu” del capitalismo flexible (Luci, 2016).

Recibido: 22 de Noviembre de 2023; Revisado: 10 de Abril de 2024; Aprobado: 28 de Abril de 2024

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