Introducción1
En el contexto contemporáneo, “la tierra, entendida en un sentido amplio, se ha convertido en una de las mayores necesidades del capitalismo avanzado: para cultivos alimentarios e industriales, capas freáticas subterráneas, para formas tradicionales y nuevas de minería” (Sassen, 2013, p. 27). Esto se ha reflejado de diferentes maneras y ha dado forma a nuevos fenómenos, como los procesos de land grabbing (apropiación de tierras), green grabbing (apropiación verde) y water grabbing (apropiación de agua) (Borras Jr. et al., 2011, 2012; Fairhead, Leach y Scoones, 2012; Bernardes et al., 2017; Oliveira, McKay y Liu, 2021, entre otros).
Con relación al proceso de land grabbing, que la literatura hispánica ha denominado de acaparamiento de tierras, se refiere a un fenómeno que involucra la “apropiación de tierras y recursos naturales asociados a través de transacciones que involucran la transferencia de derechos de propiedad y/o control sobre la tierra y producción” (Kato y Leite, 2020, p. 477). Borras Jr. et al. (2012) destacan que estos negocios ganaron mucho impulso con las oportunidades abiertas en el mercado nacional e internacional tras la convergencia de las crisis (alimentaria, climática, energética y financiera) en 2007-2008 e involucran desde compras, concesiones y arrendamientos, hasta el establecimiento de contratos de producción o incluso la realización de transacciones ilegales que transfieren tierras públicas a manos privadas.
Además, han sido impulsados por una nueva fase de expansión del capital, fuertemente conectada con el mercado financiero y con mayor presencia del capital especulativo (Fairbairn, 2014; Bernardes et al., 2017). Esta creciente atracción de inversores financieros, especialmente extranjeros, para la adquisición de tierras en proporciones globales es una novedad que la diferencia sustancialmente de procesos anteriores (Niederle y Wesz Jr., 2020). Por lo tanto, en los últimos veinte años se puede
… afirmar que hemos sido testigos de una integración sin precedentes entre el capital financiero y la propiedad de la tierra, al menos en escala -debido al alcance global y la cantidad de tierra involucrada- y en la lógica de actuación, con la transformación de la tierra en un activo de la cartera de inversión institucional. (Bernardes et al., 2017, p. 7)
Si bien “el acaparamiento no es sinónimo de extranjerización, ni la extranjerización sinónimo de acaparamiento” (Sosa y Zorzoli, 2021, p. 2), existen fuertes entrecruces entre ellos en algunos territorios latinoamericanos. Y, en el caso de los actores extranjeros, existe una amplia variedad, que incluye a productores y propietarios rurales, empresas transnacionales, inversionistas institucionales (aseguradoras y fondos de pensiones, seguridad social, fondos mutuos, fondos de cobertura, soberanos), entre otros (Bernardes et al., 2017; Barros Jr., 2019; Gomes, 2020). Aunque los análisis iniciales de la extranjerización en el contexto del acaparamiento de tierras se centraron en inversores del norte global, países ricos en capital y pobres en recursos, que adquirieron tierras agrícolas a gran escala en países del sur global, estudios recientes refuerzan el desempeño de actores regionales (Oliveira, McKay y Liu, 2021).
Otra dimensión poco explorada en los procesos de acaparamiento de tierras se refiere a su historicidad. Si bien este fenómeno tiene algunas características nuevas que merecen ser destacadas, como el rápido aumento del volumen de transacciones, la expansión geográfica y la diversidad de inversionistas (Sassen, 2013), no es un fenómeno completamente nuevo. En este sentido, resulta pertinente la idea de “ciclos de acaparamiento de tierra” (Edelman y León, 2014; Gras y Zorzoli, 2019), que llama la atención sobre las diferentes intensidades que este fenómeno adquiere a lo largo del tiempo en contextos particulares, a partir de la combinación de diferentes factores de escala global, regional, nacional y local.
En el tema del acaparamiento de tierras, uno de los casos más emblemáticos en América Latina, sin duda, es Paraguay, donde el control sobre la apropiación de tierras por parte de extranjeros es histórico, al igual que su correlación con la concentración de la tierra2 (Pastore, 1972; Galeano, 2012; Guereña y Rojas Villagra, 2016; Izá Pereira, 2019; Wesz Jr., 2020a). Izá Pereira (2018, 2019) diferencia entre tres grandes períodos de control y extranjerización de la tierra en el país, que están conectados con la idea de ciclos de acaparamiento de tierra. El primero comienza con el fin de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), cuando se estableció en el país el régimen de propiedad privada y se aprobó la venta de tierras públicas. La segunda etapa ocurre cuando Alfredo Stroessner asume la presidencia de Paraguay (1954-1989), cuando el proceso de adquisición de tierras se facilita a quienes tienen influencias militares y empresariales. La tercera etapa, que comenzó después de 1990, está marcada por la consolidación del agronegocio en el régimen de acumulación financierizado.
A partir de estos tres períodos, el objetivo de este artículo es analizar los ciclos de acaparamiento de tierras en Paraguay, con énfasis en la presencia brasileña.3 En este sentido, este estudio se suma a otras investigaciones que se han realizado en la región sobre land grabbing, las cuales muestran que este fenómeno no es lineal ni uniforme, con diferentes intensidades y perfiles a lo largo del tiempo y de los territorios (Gras y Cáceres, 2017; Zorzoli, 2022; Figueredo, 2023; Oyhantçabal et al., 2024; entre otros).
En términos metodológicos, además de una revisión bibliográfica y documental, se sistematizaron datos secundarios, especialmente de los Censos Agropecuarios (1956, 1981, 1991, 2008 y 2022) y del Catastro de Propietarios Rurales. También se utilizó información de investigaciones de campo realizadas en Paraguay y Brasil entre 2014 y 2023, que resultaran en 215 entrevistas semiestructuradas a diferentes actores vinculados a la cuestión agraria paraguaya (propietarios de tierras, productores rurales, investigadores y representantes de empresas, gobierno, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales, agencias inmobiliarias, etc.), que operan tanto en la región Oriental como en el Chaco.4 En el texto se presentan fragmentos de entrevistas a productores y terratenientes rurales brasileños radicados en Paraguay y, en estos extractos, la transcripción se mantiene en el idioma original.
Además de esta introducción y de las consideraciones finales, este artículo se estructura en cuatro partes. En la primera el foco es la presencia brasileña en el control y la apropiación de tierras en Paraguay entre 1870 y 1954, es decir, entre la Guerra de la Triple Alianza y el inicio de la dictadura de Alfredo Stroessner. La segunda parte se centra en el mismo tema, pero mirando específicamente el gobierno dictatorial (1954-1989). En la tercera el foco está en los procesos de exclusión, concentración e internalización de los productores brasileños en el este de Paraguay entre 1990 y 2022, mientras que en la cuarta parte el foco está en la región del Chaco, que se ha consolidado como un “nuevo” destino del acaparamiento de tierras entre los brasileños.
Presencia brasileña en control de tierras paraguayas entre 1870 y 1954
La Guerra de la Triple Alianza entre Paraguay, por un lado, y Brasil, Uruguay y Argentina, por el otro, comenzó en 1864 y finalizó en 1870 (Kleinpenning, 1992; Souchuad, 2008). Con el fin de la guerra, que tuvo efectos brutales en la nación paraguaya, el país se endeudó y comenzó a vender tierras fiscales a dominios extranjeros (Nickson, 2005; Kleinpenning, 1992). Vale señalar que cuando terminó la guerra, las tierras fiscales cubrían el 98% del territorio; comprendían 30,6 millones de hectáreas, mientras que sólo 489.000 hectáreas correspondían a propiedades privadas (Kleinpenning, 1992). Sin embargo, entre 1871 y 1875 se aprobaron varias leyes que permitían la enajenación de tierras fiscales, cuyas regulaciones brindaban mayores facilidades a los compradores (Rojas Villagra, 2016). Además, llama la atención el bajo precio de la tierra, ya que se vendió entre 1885 y 1914 a un promedio de 0,42 dólares la hectárea. Durante este período, el 81% del territorio nacional fue vendido a terratenientes y especuladores, principalmente extranjeros, y muchos pequeños arrendatarios y ocupantes de áreas fiscales quedaron sin tierra (Kleinpenning, 1992). Los principales compradores de tierras públicas fueron empresas argentinas e inglesas, además de compañías norteamericanas, francesas y brasileñas (Vázquez, 2006).
Izá Pereira hizo un relevamiento detallado de las empresas y los terratenientes extranjeros que se establecieron en el Chaco e identificó que
… la mayoría de las empresas se dedicaban a la exploración de quebracho y al procesamiento de tanino y a la ganadería, pero también había muchas corporaciones que se enfocaban en el mercado inmobiliario debido a los bajos precios de la tierra en la región. (2019, p. 194)
Los principales “adquirentes de las tierras públicas eran empresas anglo-argentinas y luego norteamericanas” (Vázquez, 2006, p. 25). Entre las empresas más significativas “se destaca la actuación del hispano-argentino Carlos Casado, quien, en 1886, antes incluso de conocer el Chaco paraguayo, adquirió 5.625.000 hectáreas, fundando la empresa Compañía de Tierras Hispano-Paraguaya Limitada” (Izá Pereira, 2019, p. 195).
Un proceso similar ocurrió en la región Oriental, en la que empresas extranjeras compraron grandes superficies y se beneficiaron de la explotación de yerba mate y madera. La principal empresa fue Industrial Paraguaya, fundada en Londres en 1886, que contaba entre sus miembros a los presidentes paraguayos Bernardino Caballero y Patricio Escobar y en 1911 controlaba alrededor de 2.718.750 hectáreas, lo que equivale a un 17% del total de tierras de la región Oriental del país (Vázquez, 2006; Souchad, 2008). Si bien en este momento las empresas de capital brasileño no asumieron mucha relevancia, cabe destacar a La Matte Laranjeira,
… una compañía de yerba de origen brasilero que en, 1902, compró 800.000 has., de tierra en los alrededores de los Saltos del Guairá en el Departamento actual de Canindeyú. En 1911 la compañía empleaba 1.000 trabajadores y utilizaba no menos de 8.000 burros para el transporte de la yerba. (Nickson, 2005, p. 231)
Llegada de productores rurales brasileños a la región Oriental del Paraguay (1954-1989)
Hasta 1950, la presencia brasileña en control de tierras paraguayas era modesta. Sin embargo, esto cambió sustancialmente durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989), cuando se inició en el país una nueva etapa en el proceso de extranjerización de tierras, en la que los actores brasileños y la producción de granos ganaron mayor presencia. Esto se debió a que el gobierno de Stroessner estructuró ambiciosos programas de colonización y ocupación en regiones escasamente pobladas del país, con énfasis en la región fronteriza con Brasil, especialmente en áreas públicas, que no habían sido comercializadas en la posguerra, o en las tierras de grandes empresas extranjeras, que comenzaron a venderse con este fin o que fueron expropiadas por el Estado (Nickson, 2005; Silva, 2007; Palau y Heikel, 2016).
Los productores brasileños se establecieron en Paraguay principalmente a través de una colonización privada y espontánea.5 Según Nickson, una parte importante de estas áreas fueron adquiridas por empresas agrícolas brasileñas, que inicialmente “extraen las variedades de madera comercialmente valiosas (cedro, lapacho, perobá y urundey), cuya ganancia es normalmente suficiente para pagar la compra inicial de tierra” (2005, p. 243). Y, después de extraer
… las especies de valor comercial, las compañías agrícolas brasileras dividen sus propiedades en parcelas más pequeñas (por lo general de 50 a 200 has.), las que son puestas a la venta en el Estado de Paraná por una red de corredores de fincas rurales. (Nickson, 2005, p. 244)
Con la llegada de los primeros brasileños, las redes sociales se volvieron centrales en el proceso migratorio, eliminando a menudo la necesidad de intermediarios. Muchos entrevistados que actualmente poseen tierras en el país señalan que “já tinha parentes vivendo no Paraguai”, que “fiquei sabendo por uns amigos” y que “eu soube por comentário de um vizinho da propriedade em Cascavel, que tinha parentes no Paraguai”. Se trata de redes de sociabilidad, que involucran relaciones de parentesco, amistad y vecindad, que serán el vínculo entre quienes ya estaban en el país y quienes se interesaron por esta posibilidad (Wesz Jr., 2020a).
Vale decir que, en el campo de la colonización privada y espontánea, el gobierno de Stroessner creó un ambiente muy favorable. Buscando consolidar el modelo agroexportador, favoreció la incorporación de agricultores brasileños (vistos como “modernos”) para que pudieran incrementar las áreas de cultivos destinadas a la exportación. Para ello, abolió la ley que prohibía la compra de tierras a extranjeros dentro de un radio de 150 kilómetros de sus fronteras y ofrecía facilidades para otorgar tierras y financiar actividades agrícolas (Pappalardo, 1995). Como destaca un productor rural brasileño, “Stroessner incentivo a migração. O Paraguai era um país subdesenvolvido ai eles abriram as portera. Ai foi a vontade. Foi muita gente!”. Agentes estatales incluso fueron a Brasil para movilizar a potenciales interesados, además de la propaganda que también tuvo lugar en los medios brasileños (Palau y Heikel, 2016). Según relata un productor rural brasileño, en el
74, o que hoje é INDERT (Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra) no Paraguai, era IBR (Instituto de Bienestar Rural) na época, que seria um órgão parecido com INCRA (Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária) do Brasil, eles foram na região de Palotina, foram lá fazê galinhada pra convidá os colono brasileiro adquiri terra no Paraguai. E daí, convidaro o pai, que veio em 76 pro Paraguai.
Los productores de origen brasileño que adquirieron tierras en Paraguay constituían un grupo muy heterogéneo desde el punto de vista económico y del tamaño de la finca. En las entrevistas se encontraron productores que compraron, al llegar al Paraguay, 10 hectáreas, así como también casos de adquisición inicial de más de 3.000 hectáreas. El gráfico 1 ilustra esta diversidad en términos de tamaño de la tierra entre los brasileños en 1991, aunque la mayoría poseían entre 20 y 100 hectáreas. Sin embargo, no todos pudieron comprar un área al llegar, incluso aunque lo quisieran. Es común escuchar en entrevistas relatos de quienes tuvieron que desarrollar otras actividades a su llegada al país para acumular algún capital y luego comprar un terreno.
La información recopilada en campo confirma que el mayor flujo migratorio de brasileños hacia las zonas rurales de Paraguay se produjo entre los años setenta y mediados de los ochenta del siglo pasado (Vázquez, 2006; Silva, 2007; Souchaud, 2008; Palau y Heikel, 2016). En cuanto al lugar de origen, la gran mayoría proviene del sur de Brasil y, como destaca Souchaud, “en su mayoría son de origen alemán, pero también italiano o eslavo. Estos agricultores han constituido en principio los frentes pioneros de Río Grande do Sul, de Santa Catarina y de Paraná” (2008, p. 122).
Entre las motivaciones por optar por invertir y migrar a Paraguay, en la misma línea de lo ya destacado por Nickson (2005), Vázquez (2006) y Souchaud (2008), entre otros, los entrevistados brasileños comentan los bajos precios de la tierra, la alta fertilidad del suelo, la disponibilidad de recursos naturales, la cercanía a la región de origen, la falta de impuestos a la producción agrícola, la escasa burocracia para el acceso a la tierra y la presencia de familiares o conocidos en la región, entre otras razones. A pesar de estas múltiples motivaciones, el precio del suelo aparece generalmente como la primera razón:
Terra boa e barata. Vendi 10 hectares em Coronel Vivida (Paraná) em 76 e comprei 80 alqueire (192 hectares) em Santa Rosa del Monday. (Meu pai) vendeu 15 hectare em Santa Catarina e compro 200 no Paraguai. Ali que eu comprei terra, a terra era barata. Se eu te dizer uma coisa você não acredita, num acredita, até os paraguaio memo fala, que ninguém sabia dessa loteria. Era muito barato no passado, aí pelos anos oitenta, meu deus do céu. Era quase de graça as terra.
Sin embargo, muchos enfrentaron problemas para obtener la documentación del terreno, ya sea porque no tenían un título (porque estaba en una zona de colonización oficial del IBR o porque era un terreno fiscal que no se podía vender), por problemas con el intermediario (hubo casos de quienes pagaron a un corredor inmobiliario, que no pasó el monto al verdadero dueño del área) o incluso porque se trataba de un documento sin sustento legal. El alcalde de Santa Rosa del Monday, quien llegó a la ciudad en 1978 para trabajar como docente, comenta que
… pasamos muchas adversidades con los colonos (brasileños) en los primeros tiempos, que fueron muy difíciles. Ellos, en sus poco entender del idioma, fueron también muy perjudicados y la gente aprovechada en eso en cuanto para la documentación (de la tierra).
A medida que se comenzó a desarrollar actividades en estas áreas ocupadas por brasileños en Paraguay, el foco inicial fue tener un espacio para cultivar la producción para el autoconsumo: “primero derrubemo mato pra fazer a parcelinha de produção pro gasto”. Ya la actividad que generaba ingresos monetarios era la madera. “Tinha muitas madeiras e era o ganha pão primeiro, que era só tirar. Pra você ter uma ideia, na minha comunidade que hoje tem 30 casas, tinha seis serrarias”. En algunas zonas específicas, el café y el algodón fueron las primeras actividades agrícolas, pero enfrentaron dificultades de diversa índole (Souchaud, 2008). El cultivo que efectivamente se consolidó como la primera actividad agrícola rentable y ampliamente difundida entre los colonos brasileños fue la menta. “Esta no existía anteriormente en Paraguay y en los años setenta su introducción por parte de los brasileños es un gran éxito y se obtienen, en tierras nuevas, hasta tres cosechas anuales” (Souchaud, 2008, p. 118). Pero, en realidad, el impulso de la producción agrícola entre los brasileños se produciría a partir del cultivo de soja, iniciado en la década de 1970, cuyos insumos y máquinas fueron traídos de Brasil (Wesz Jr., 2020b, 2022).
Los censos agropecuarios permiten una aproximación6 al peso de la presencia de brasileños en las zonas rurales paraguayas en el período analizado. En el primer Censo Agropecuario, de 1956, había sólo 636 productores brasileños (0,4% del total de productores del Paraguay y 9,5% de los productores extranjeros). Entre 1956 y 1981 el número de agricultores brasileños llegó a 9.311, representando el 73,6% de los productores extranjeros y un 3,8% del total de los productores del país. En 1991 esta tendencia se amplió, totalizando 15.879 brasileños y alcanzando un 5,2% del total de agricultores del país y el 80% entre los extranjeros. Sin embargo, al acercarnos a la escala de análisis, en los dos departamentos en los que la participación brasileña fue más significativa (Alto Paraná y Canindeyú), los productores rurales de esta nacionalidad representaron un 36% del total (MAG, 1960, 1983 y 1993).
Permanencia, internalización y exclusión de los productores brasileños en el este del Paraguay (1990-2022)
En los últimos treinta años, prácticamente han dejado de llegar nuevos productores brasileños a la región Oriental, al contrario de lo que sucede en el Chaco, como veremos en el siguiente apartado. Esto no significa, sin embargo, que en este período no estuvieran ocurriendo diferentes movimientos que involucraron a este grupo social en el oriente paraguayo. Por el contrario, en la investigación de campo se presentaron de manera muy sólida tres dinámicas: la permanencia de los brasileños en las regiones de llegada al Paraguay, su avance a otros departamentos del interior y su regreso a Brasil.
En relación con los productores brasileños que llegaron en la segunda mitad del siglo XX al oriente paraguayo y que desde entonces permanecen en la misma región, ocurrieron situaciones muy variadas. En las entrevistas se encuentran productores que han mantenido la misma superficie desde que se establecieron allí, otros que lograron expandirse (generalmente en la misma localidad y distritos aledaños) y aun quienes tuvieron una reducción en su superficie. Entre los que se quedaron con la misma superficie, según trascendió, incluso pretendían ampliar sus propios terrenos, pero el aumento de los precios en los últimos años hizo inviable esa ampliación7. En este caso, algunos productores, en la medida de lo posible, optan por alquilar terrenos cercanos, para optimizar la maquinaria agrícola de la que disponen. También hay casos en los que mantuvieron estable el área porque, luego de la compra, comenzaron a arrendar sus terrenos a terceros como ingreso fijo y no invirtieron en nuevos lotes porque dependen económicamente de otras actividades. Además, hay quienes ya se han establecido en la región con una gran superficie y han optado por invertir en maquinaria e infraestructura en la propiedad.
En el caso de los productores que han ampliado sus áreas, se trata de una estrategia de crecimiento de las actividades agrícolas, motivada por la propia dinámica del sector (principalmente soja, maíz y trigo), dado que, según un productor brasileño, “hoje tem que ter uma área grande para se manter no setor, porque a margem é pequena”.8 Frente a esto, aprovecharon el contexto sectorial favorable (alta productividad y altos precios de los productos agrícolas) para comprar nuevas áreas. Es importante señalar que, con el aumento del valor de la tierra en los últimos años, quienes han adquirido áreas recientemente son aquellos productores más capitalizados, que ya controlaban grandes superficies. Un productor rural brasileño entrevistado describe su estrategia para ampliar su superficie:
Então, em vez de você pegar esse dinheiro que sobra (da safra) e tu investir em insumo, você pega esse dinheiro que sobra e tenta agregar uma área, tenta melhorar a área, falando em calcário, gesso ou (torna-la) mais plana. (…) Em cima disso que todo ano a gente adquire novas propriedade, não grande, mas adquire 20 alqueires esse ano, 30 ano que vem. Sempre acaba comprando e aumentando a área própria.
Entre quienes vieron reducida su área, tres factores fueron comentados como causas por los entrevistados. El primero se refiere a la división del área entre miembros de la familia, siendo que los casos más comentados se vinculan a la formación de nuevos grupos familiares o la división vía herencia. El segundo elemento se refiere a la pérdida de parte del área por deudas con bancos, revendedores de insumos, silos, etcétera. Como el costo de producción de soja ha aumentado a lo largo de los años, los productores generalmente financian gran parte de la producción, para el pago durante la cosecha, y suelen ocurrir casos de endeudamiento (Wesz Jr., 2020b). Entre los productores de soja entrevistados, la gran mayoría utiliza este tipo de negocios, con 79,4% que afirma que no podrían sembrar el grano si no obtuvieran recursos externos a la propiedad. El tercer factor se refiere a la pérdida de superficie por conflictos de tierras. Como informó un productor brasileño entrevistado, “hoje a área é de 1.600 hectares (…) era de 1.800, mas perdeu umas 200 hectares para sem terras”. Esto ocurrió porque “las organizaciones campesinas han levantado como una de las principales banderas de lucha la recuperación de tierras malhabidas”9 (Kretschmer, 2011, p. 46).
Otra dinámica observada se refiere al avance de estos productores hacia nuevas regiones paraguayas, ya sea en el Chaco (siguiente apartado) o en el propio oriente, como ya comentaron Vázquez (2006 y 2013) y Wesz Jr. (2020a). De hecho, al comparar datos de los Censos Agropecuarios de 1991 y 2022, llama la atención el aumento de las propiedades agrícolas controladas por brasileños en San Pedro y Misiones, con crecimientos de 170% y 83%, respectivamente (MAG, 1993 y 2023). Entre los brasileños entrevistados en San Pedro, es interesante notar que ninguno llegó directamente desde Brasil. Ellos (o sus padres) abandonaron el sur de Brasil y llegaron a Paraguay en las décadas de 1970 y 1980, se instalaron en los departamentos fronterizos (Alto Paraná, Canindeyú e Itapúa) y, en los últimos años, migraron a San Pedro en busca de ampliar su área.
Vender sus tierras en las regiones más consolidadas del agronegocio y buscar áreas de menor valor que les permitieran ampliar su escala productiva fue el argumento más común entre los productores brasileños entrevistados que avanzaron hacia el interior de la región Oriental. “Onde eu tava (Santa Rosa del Monday) a terra era muy cara, entonces eu vendi 20 hectares para comprar 140 hectares em San Pedro”. Uno de los entrevistados comentó que emigró a San Pedro después de casarse. “Casei e a terra do pai não dava para todos irmão. Ai o pai me deu um dinheiro e comprei aqui, que é bem mais barata do que onde nós morava antes”. En este caso, migrar fue una estrategia para garantizar la reproducción socioeconómica del nuevo grupo familiar, como ya analiza Desconsi (2011) en el caso de Mato Grosso (Brasil). Otro entrevistado dijo que en Santa Rita (Alto Paraná) había poca tierra. “Nós éramos cinco irmãos e pequena terra. Então os quatro homens saíram para procurar terra. Primeiro, começamos a alugar até comprarmos terras e agora trabalhamos juntos em área própria e alugada”. Cabe señalar que la elección del lugar también ha estado influenciada por las redes familiares. “La maioria de los produtores descendientes de brasileiros que están em Lima (San Pedro) tem vínculo de parentesco. Eles são meus hermanos y cuñados”.
El proceso de retorno de productores/propietarios rurales a Brasil fue otra dinámica que se percibió durante la investigación. Este tema ya había sido destacado por Zaar (2001), quien señaló que este regreso estaba directamente relacionado con la invasión de tierras por parte de campesinos paraguayos y la deuda derivada de la producción agrícola. Uno de los entrevistados comentó que puso a disposición de su hijo un área de tierra en Paraguay (como herencia), pero que él optó por vender y comprar otra área en Brasil, pues la familia ya había pasado por conflictos de tierras e “isso rassabiou ele”. Como ya se mencionó, los entrevistados también hablan sobre el tema del endeudamiento en la producción agrícola y la pérdida de tierras para el financista.
Se trata de un proceso de “deslocamento bifásico”, como comentó Kohlhepp (1984), porque, por un lado, los colonos brasileños que habían sido expulsados de sus regiones provocaron el desplazamiento de los campesinos paraguayos; y, por otro lado, la llegada de grandes empresas agrícolas comenzó a reproducir el mismo proceso de expulsión de pequeños productores -tanto brasileños como paraguayos- que no pudieron seguir el ritmo de los imperativos de competitividad provocados por el avance de la producción mecanizada. De hecho, al observar la variación del número de agricultores brasileños por estratos de superficie entre 1991 y 2022, los únicos que crecieron fueron los que tenían más de 100 hectáreas, con énfasis en los superiores a 1.000 (gráfico 2), lo que indica una fuerte concentración entre los productores con este origen.
Aquino (2016), que estudió el retorno de pequeños agricultores brasileños desde Paraguay y su ingreso a campamentos organizados por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil, destaca que ese retorno estuvo influenciado por factores como
… a impossibilidade de aquisição de terras no Paraguai ou de legalização das terras adquiridas e, em especial, pela busca de serviços e políticas públicas disponibilizados no Brasil, mas, que não existem no Paraguai ou não abrangem os brasileiros, como acesso à saúde pública, transporte escolar e, sobretudo, a aposentadoria como trabalhador rural. (Aquino, 2016, p. 243)
Datos del Censo Agropecuario confirman la reducción del número de productores rurales brasileños en Paraguay, que pasó de 15.879 a 8.954 entre 1991 y 2008, llegando a 4.439 en 2022 (MAG, 1993, 2009 y 2023). Sin embargo, como fue señalado, estos datos deben tomarse con cautela, ya que muchos brasileños han construido estrategias para que sus unidades productivas no parezcan extranjeras, ya sea transfiriéndolas a sus hijos nacidos en Paraguay o convirtiéndolas en una empresa o sociedad anónima. Por ejemplo, en Alto Paraná, donde hay una fuerte presencia de brasileños, esta última condición jurídica pasó de 47 a 222 entre 1991 y 2022 (MAG, 1993 y 2023).
Con estas mismas tácticas, los productores y propietarios rurales brasileños siguen siendo importantes en las estadísticas. Al observar los datos a nivel de los distritos, se ve que en casi todos existen fincas agrícolas administradas por productores rurales de nacionalidad brasileña en 2022. Entre los distritos con mayor incidencia se encuentran Nueva Esperanza (58%), Salto del Guairá (49,7%), Santa Rita (48,8%), La Paloma del Espíritu Santo (47,1%), Santa Rosa del Monday (44,9%) y Naranjal (41,9), todos pertenecientes a los departamentos de Canindeyú y Alto Paraná, en la frontera con Brasil (figura 1). Y, cuando se mira por grupos de área total, el 66,7% de las explotaciones agrícolas con más de 5.000 hectáreas controladas por productores individuales pertenecen a brasileños en Alto Paraná en 2022 (MAG, 2023).
Entre los productores/propietarios rurales brasileños y sus descendientes que permanecen en el oriente paraguayo, generalmente conocidos como “brasiguayos”, hay un perfil muy claro, pues predominan actores que tienen una larga trayectoria familiar en la actividad agrícola, lo que ya ocurría en Brasil incluso antes de migrar a Paraguay (Zaar, 2001; Silva, 2007; Souchaud, 2008; Palau y Heikel, 2016). En relación con los usos del suelo, si bien se han ubicado en el campo algunas iniciativas de ganadería o incluso estrategias de carácter más especulativo que productivo, el foco principal es la producción de granos, principalmente soja y maíz, pero también trigo, arroz y sésamo (MAG, 2023). Estas características, como se verá más adelante, difieren sustancialmente de lo que ocurre en el Chaco.
Chaco paraguayo: “nuevo” destino del acaparamiento de tierras entre brasileños (1990-2022)
Durante la segunda mitad del siglo XX, los brasileños estuvieron en gran medida ausentes del Chaco, incluso cuando sus compatriotas se expandieron y consolidaron en la región Oriental, como se mencionó antes. Los brasileños llegaron y se establecieron en el Chaco a partir de 1990, como un grupo muy diferente tanto de los que ya estaban en la región, centrados en la especulación (con excepción de los menonitas), como de los brasileños presentes en la región Oriental. Para Le Polain de Waroux, “los inversionistas brasileños en el Chaco eran, sin excepción, ganaderos muy capitalizados y de gran escala, con la capacidad (y la intención) de habilitar tierras a escala masiva” (2019, p. 136). Según el autor, diferentes condiciones y motivaciones atrajeron a los inversores brasileños al Chaco.
Además de una diferencia mucho mayor de los precios de las tierras ganaderas entre origen y destino, su proximidad geográfica con el Chaco paraguayo era ventajosa para los brasileños en el sentido que les permitía integrar sus estancias paraguayas a las cadenas de suministro de Brasil y administrarlas desde Brasil. La disposición amistosa del presidente paraguayo, Wasmosy, hacia los brasileños pudo haberlos alentado a invertir. Los brasileños también tenían los medios y los conocimientos necesarios para desarrollar infraestructura vial en áreas remotas, una condición preliminar para realizar cualquier actividad en el Chaco paraguayo. (Le Polain de Waroux, 2019, p. 140)
Entre 1990 y 2000, los ganaderos brasileños se expandieron inicialmente desde el puerto de Bahía Negra (departamento de Alto Paraguay), fronterizo con el estado brasileño de Mato Grosso del Sur. Incluso los primeros inversores provinieron de esta región, además del norte de Paraná y San Pablo. Sin embargo, a partir del año 2000, la llegada de inversores brasileños se multiplicó. Además de que el Chaco era muy seductor debido a los bajos precios de la tierra (Vázquez, 2013), su proximidad geográfica y su reducida carga fiscal también fueron comentados con frecuencia por los entrevistados brasileños que compraron tierras en la región.
A terra no Chaco era e é muito barata. Coisa de louco! No início dos anos 2000 era 20, 30 vezes mais barata que no Brasil ou que em Alto Paraná, Canindeyú (departamentos orientais do Paraguai). Claro que tem terra de tudo que tipo e valor, mas ainda hoje o valor é bem mais em conta, 80, 90% mais barata. A terra no Paraguai não tem um imposto alto, é fácil de adquirir e é barato. Essa situação não mudou muito. O preço (da terra) pode até aumentar, mas a burocracia de compra continua fácil. Eu vinha de uns anos bons, o gado dando dinheiro. Então tinha dinheiro e queria comprar mais terra. Comprei terra no Chaco porque era barata, já tinha uns conhecidos e porque no Brasil o Lula tinha entrado na presidência (2003). Nós tinha medo do que ele poderia fazer. Se comentava que ele podia pegar nossas terra e dar pra sem-terra. E se eu comprava em outro canto, no Brasil mesmo, talvez não ia conseguir abrir (desmatar a área), porque estavam apertando isso também. Tu vê, agora, Lula de novo na presidência. Isso é um grande risco para o produtor rural, pra aquele que quer trabalhar, né? Mesmo sendo brasileiro, é muito melhor estar no Paraguai onde o direito de propriedade é respeitado, é garantido.
Como se puede ver, el contexto político nacional y regional tiene una fuerte influencia en la inversión en Paraguay. Para Izá Pereira, “a partir de 2012, tras la deposición de Fernando Lugo,10 una vez más se renovó el interés por las tierras paraguayas” (2019, p. 302). Y, como se explica en los informes, cuando Lula asumió la presidencia en Brasil, tanto en 2003 como en 2023, muchos productores rurales temieron que esto pudiera perjudicar al sector y prefirieron invertir en tierras en Paraguay.
La presencia de brasileños, además de inversionistas nacionales, menonitas, argentinos, uruguayos y de otras nacionalidades, transformó sustancialmente el paisaje chaqueño. Según la figura 2, construida con imágenes satelitales, el área con vegetación nativa (indicada en diferentes tonos de verde) ocupaba el 93,1% de la región en 1992, mientras que las áreas de pastoreo (en amarillo) no llegaban a un 5% en el mismo período, ubicándose principalmente en la zona de colonización menonita (Vázquez, 2013). Con el tiempo, las áreas de pastos se expandieron consecutivamente, principalmente en dirección norte, alcanzando un 25,8% en 2022 (Mapbiomas, 2023). En términos de dimensiones, el área de vegetación natural convertida en pastos en las últimas tres décadas en el Chaco paraguayo equivale a la suma de las áreas de Países Bajos y Bélgica. En el Chaco también se está desarrollando el cultivo de soja, con aproximadamente 140.000 hectáreas en 2023-2024, el doble de la campaña 2022-2023 (ABC, 2023).
Actualmente, las explotaciones agrícolas controladas por productores brasileños individuales en el Chaco tienen superficies medias mucho mayores que las del este (gráfico 3). Y, aunque no hay datos oficiales que permitan medir su control territorial (ya sea porque aparecen como sociedades anónimas11 o porque utilizan un “presta-nombre” paraguayo), los entrevistados coinciden en que, en términos de superficie, los brasileños son el principal grupo de extranjeros en algunas zonas del Chaco, sobre todo en distritos linderos con Brasil. En un estudio específico para Carmelo Peralta (departamento de Alto Paraguay), Glauser y Todisco identificaron que un 37% de la tierra estaba controlada por brasileños, una proporción mayor que los propios paraguayos (22%), y concluyeron que “los brasileños, como se puede ver, son protagonistas directos de la invasión y devastación que se vive en el Chaco paraguayo” (2023, p. 26).
La trayectoria de los inversores brasileños en el Chaco paraguayo tiene dos caminos fundamentales. El primero, ya comentado anteriormente, se refiere a los brasileños que se instalan directamente en el Chaco, sin “escala” en la región Oriental. Sin embargo, a partir de la década del 2000, especialmente después de 2007-2008, cuando el precio de la soja en el mercado internacional alcanzó valores récord y la rentabilidad de los productores rurales aumentó (Wesz Jr., 2020b), el Chaco se convirtió en la principal región de adquisición de nuevas áreas por parte de brasileños dentro de Paraguay. Sin embargo, para ambos perfiles lo que predomina son actores altamente capitalizados, que pueden comprar nuevas áreas sin necesariamente deshacerse de áreas anteriores. Según un productor brasileño entrevistado,
a maioria (dos proprietários de terra) que vem da região de Alto Paraná, Canindeyú para o Chaco mantém terra nas duas regiões (Oriental e Chaco). Eles vêm para essa nova fronteira agrícola, mas mantem suas áreas originais, além da aquisição de terras nesta nova região. E tão certo, não podem abrir mão do “porto seguro”.
Además de ser productores más capitalizados, que pueden realizar estos movimientos hacia el Chaco sin renunciar a su área original, mantener sus áreas en Brasil o en el este de Paraguay también está ligado a las particularidades edafoclimáticas de la región, lo que hace más riesgosa la actividad en comparación con la región productora de soja más tradicional. Entre los informantes brasileños es común escuchar: “o problema é água, você não tem água no Chaco”; “Aqui um agravante é o sal na terra, que tem solos salinos”; “Aqui é muito quente, muita areia”. Além disso, é afastado dos principais canais de escoamento. “O problema é logística, o problema é infraestrutura”.
En relación con los intereses y usos de la tierra, predomina el control con fines productivos y especulativos que, como destaca Fairbairn (2014), muchas veces están interconectados. Con respecto a la especulación, existen dos modalidades principales. La primera es la compra de terrenos con vegetación autóctona, en los que el comprador prácticamente no realiza inversiones, a la espera de su valorización para su posterior venta. Según un entrevistado, “eu comprei seis mil hectares pra investimento. Não mexi na área, não abri, não fiz quase nada, mas cinco anos depois já poderia vender por três vezes o valor”. El segundo tipo de especulación, menos común dadas las elevadas inversiones necesarias para adecuar la zona para la producción agroganadera, se produce con el proceso de deforestación y transformación de la zona en pastos. Al mismo tiempo que la tierra “actúa como depósito de valor y crea riqueza a través de su apreciación pasiva” (Fairbairn, 2014, p. 779), el hecho de que sea productiva o esté en producción aumenta su precio, además de permitir ganancias mientras no se comercializa.
Un productor brasileño comenta:
Eu comprei aquela terra pra abrir, começar a produzir e depois vendi ela. Antes de vender, o gado ia me dando retorno. Mas depois vendi por um bom valor. Com esse dinheiro comprei outra área, mais barata, mais no norte, fronteira com Bolívia, e to fazendo a mesma coisa. Dá dinheiro!
En términos de la compra de tierras con fines productivos, se hace principalmente para la ganadería. A pesar de algunos cultivos que se están expandiendo más recientemente, lo que predomina es la actividad ganadera, como se puede observar en la figura 2. Entre los Censos Agropecuarios de 1991 y 2022 el número de cabezas de ganado vacuno se duplicó, pasó de 2.388.725 a 5.780.108 (MAG, 1993 y 2023). Según Benegas, este “crecimiento fue causado principalmente por la nueva ola de inmigrantes ganaderos, principalmente brasileños, uruguayos, argentinos y algunos europeos que, en poco tiempo cambió la naturaleza económica y cultural del noreste del Chaco” (2018, p. 3). Pero, además de los usos productivos y especulativos, los brasileños han controlado la tierra para otros fines, como el lavado de dinero y el tráfico de drogas. No es casualidad que el mayor “doleiro” (persona que opera en el cambio ilegal de dólares) de Brasil, Dario Messer, así como el más poderoso narcotraficante brasileño, conocido como Cabeça Branca, ambos actualmente en prisión, posean vastas extensiones de tierra en el Chaco paraguayo (Wesz Jr., 2023).
En relación con el perfil de los brasileños que actúan en el acaparamiento de tierras en el Chaco, predominan los productores rurales individuales y las empresas familiares, tanto los que llegan directamente desde Brasil al Chaco como los que tuvieron una parada previa en la región Oriental, lo que podría denominarse presencia extranjera de “segunda escala” o “segunda generación” (cuando son lideradas por sus hijos, mientras sus padres continúan al frente de las empresas en la zona Oriental del Paraguay). Sin embargo, además de lo que ya fue comentado, existen otros perfiles más particulares que fueron identificados cruzando datos presentes en el Catastro de Propietarios Rurales y en portales de noticias, entrevistas, listado de exportadores, etc. Entre esos perfiles, se destacan políticos (alcaldes y concejales de municipios brasileños), agrónomos y técnicos agrícolas (que trabajan en la región Oriental del país y que adquirieron tierras en el Chaco), empresas de reventa de insumos (con operaciones predominantes en el este del país) y empresarios de diferentes sectores (metalúrgico, construcción civil, etc.).12
Consideraciones finales
Los resultados de este estudio, que se centró en la presencia brasileña en Paraguay en sus diferentes ciclos de acaparamiento de tierras, muestran que este proceso es histórico en el país, pero continúa expandiéndose con fuerza en las últimas décadas. Si bien hasta 1990 los brasileños se concentraban principalmente en los departamentos de Alto Paraná y Canindeyú, recientemente ocurrieron nuevos movimientos. Mirando específicamente a los brasileños presentes en la región Oriental, se pueden observar diferentes trayectorias, que incluyen tanto su permanencia en las regiones de llegada al Paraguay como su regreso a Brasil y su avance a otros departamentos del interior. En este último punto, es notoria la internalización de quienes llevan a más tiempo en el país, incluyendo tanto a quienes venden su superficie original para comprar tierras más baratas en zonas de expansión de la frontera agrícola como a los productores más capitalizados, quienes, además de mantener sus áreas, compran nuevas extensiones, especialmente en el Chaco, donde la presencia brasileña de “segunda escala” o “segunda generación” se ha vuelto cada vez más común. Sin embargo, también hay brasileños que salen de Brasil y llegan directamente al Chaco.
Al comparar el control y la apropiación de tierras por parte de actores brasileños en ambas regiones en el período reciente, se observan diferencias sustanciales. Si en la región Oriental predominaron los productores rurales enfocados a la producción agrícola, en el Chaco comienzan a llegar nuevos actores (empresarios, políticos, grupos inversionistas, agrónomos, narcotraficantes, etc.), con diferentes intereses sobre la tierra (además de la producción, adquieren áreas con fines especulativos, lavado de dinero y narcotráfico).
En síntesis, el contexto actual del acaparamiento de tierras en Paraguay es mucho más complejo, versátil y diverso si se lo compara con lo ocurrido en el pasado, reforzando que este proceso no es estático, lineal y uniforme, sino, por el contrario, es un movimiento dinámico en constante transformación y adaptación.