Introducción
El síndrome abdomen agudo (SAA) equino se refiere a una patología frecuentemente multifactorial y etiológica que se presenta por posibles condiciones causantes de dolor abdominal y tiene, hasta la actualidad, un elevado porcentaje de morbilidad y mortalidad en la especie (Brow, 2012; Nardi et. al, 2022). En general, estos cuadros pueden ser corregidos de forma médica, pero existen casos en que la laparotomía exploratoria es necesaria, lo que trae riesgos directos o indirectos al factor inductor del cuadro (Bischofberger et al., 2010; Dukti y White, 2009; Pagliosa y Alves, 2004).
A pesar de las investigaciones en curso y los avances en la técnica quirúrgica durante la última década, las tasas citadas de complicaciones de la incisión todavía oscilan entre el 7 y el 37 % (Rubio-Martínez et al., 2012; Tnibar et al., 2013). Freeman et al. (2012), al evaluar 113 registros de caballos sometidos a laparotomía de línea media (LLM) en EE. UU., reportaron que un 43 % de ellos fueron diagnosticados con infección posoperatoria y, de estos, 23 tenían infección incisional. Mair y Smith (2005), en un estudio retrospectivo de 300 casos de posoperatorios de cólico (1994-2001), reportaron que de los 73 casos (29 % de 252 animales) sometidos a laparotomía 14 % tuvieron algún grado de infección y 86 %, drenaje incisional. Rubio-Martínez et al. (2012) reportaron un 12,5 % (188/1506) de casos de infección incisional posquirúrgica de cólicos en equinos desde 1994 hasta 2008. En este contexto, el ambiente cutáneo de las heridas traumáticas o quirúrgicas en los equinos, normalmente, se complica, pues albergan una gran comunidad polimicrobiana (Freeman et al., 2002; Westgate et al., 2011). Dichas complicaciones aumentan los tiempos de hospitalización (7-21 días), conllevan tiempos de recuperación más largos (10-26 días en infecciones múltiples) y mayores costos asociados, sin olvidarse del riesgo de vida del animal (Bischofberger et al., 2010; Brow, 2012; Freeman et al., 2012; French et al., 2002; Pagliosa y Alves, 2004; Scharner et al., 2018). Por eso, en la laparotomía, el cierre abdominal es uno de los momentos más importantes del acto quirúrgico y las complicaciones incisionales (comunes en más del 40 % de los caballos) tienen un rol desalentador en el alta del paciente posquirúrgico (Freeman, et al., 2002; Pagliosa y Alves, 2004; Rijkenhuizen, 2011; Salciccia et al., 2020).
Los factores que contribuyen para el surgimiento de complicaciones incisionales en equinos están asociados con el paciente, la lesión, el procedimiento quirúrgico, la anestesia y su recuperación (Brow, 2012; Colbath et al., 2014; Darnaud et al., 2016; Freeman et al., 2002; Pagliosa y Alves, 2004; Salciccia et al., 2020). La extensión de incisión (≥27 cm), el uso de hilos no absorbibles, el patrón de sutura doble o aislada y el cierre en dos capas, los tiempos de cirugía >2 horas, el mantenimiento de PaO2 <80mm Hg transoperatoria, el aumento de presión intraabdominal y la dificultad en la recuperación anestésica también pueden influir en la cicatrización de la incisión de la línea alba y en las mayores tasas de ISQ (Bischofberger et al., 2010; Salciccia et al., 2020; Shearer et al., 2020).
Las heridas quirúrgicas de LLM, consideradas heridas limpias o limpias-contaminadas, presentan diferentes probabilidades de desarrollar ISQ, esta última tiene un riesgo 24 veces mayor que la primera (Adam y Southwood, 2006; Brow, 2012; Rijkenhuizen, 2011). Dentro de las señales de complicación están el edema, el drenaje o la secreción de exudado focal, el ISQ, la dehiscencia de la sutura, la formación de abscesos extraperitoneales y la peritonitis (Bischofberger et al., 2010; Freeman et al., 2002; Pagliosa y Alves, 2004; Rijkenhuizen, 2011; Rubio-Martínez, et al., 2012). Además, la infección incisional en LLM en equinos es el factor de riesgo más importante (7-43 %) y el principal responsable de la formación de hernias incisionales, la probabilidad 17-62 veces es mayor que en caballos sanos (Dukti y White, 2009; Shearer et al, 2020). Dichos cuadros son acompañados con frecuencia por drenaje focal seroso o serosanguinolento, con o sin presencia de filamentos de fibrina, y edema en el drenaje no infeccioso, pero cuando se encuentra ante un cuadro infeccioso, es asociado al drenaje de material mucopurulento, dolor y aumento de temperatura local; se puede presentar pirexia (≥ 38,3 °C) o no (Freeman et al., 2002, 2012; Mair y Smith, 2005; Rijkenhuizen, 2011.).
Las herramientas preventivas comúnmente empleadas en el control infeccioso en la rutina quirúrgica son la asepsia local (yodopovidona o clorhexidina) y el tratamiento convencional profiláctico con antimicrobiano sistémico (AMS), es más común la combinación de un betalactámico (penicilina) con un aminoglicósido (gentamicina), en dosis variadas (Bischofberger et al., 2010; Dória et al., 2020; Freeman et al., 2012; Salciccia et al., 2020; Stefanou et al., 2020). Asimismo, la inflamación, formación de pannus, el acumulo de restos necróticos y la acidosis generada en el ISQ reducen la perfusión y actividad de estos agentes AMS en el sitio quirúrgico (Adam y Southwood, 2006; Brow, 2012). Para prevenir infecciones y mejorar la eficacia de la terapia antibiótica surgen nuevas técnicas, como la aplicación profiláctica o terapéutica de implantes transportadores antimicrobianos (biodegradables o no) en forma local (Cruz et al., 2006; Ruszczak y Friess, 2003; Wachol-Drewek et al., 1996. Estos transportadores antimicrobianos están disponibles en la actualidad comercialmente (Europa y Norteamérica) y presentan resultados clínicos reportados en humanos, bovinos, caninos y traumas ortopédicos en equinos (Chia et al., 2014; Cruz et al., 2006; Delfosse et al., 2011; Popescu et al., 2013). En resumen, su finalidad es liberar, de forma lenta y por largo plazo, elevadas concentraciones del antimicrobiano en el sitio de implante. Además, se evita la posibilidad de generar toxicidad mediante el uso de antibióticos sistémicos (Delfosse et al., 2011; Popescu et al., 2013; Ruszczak y Friess, 2003). Estos implantes quirúrgicos comenzaron a ser utilizados en la década del setenta, su base principal es el colágeno (años ochenta), más eficaz por su biocompatibilidad y absorción (Chia et al., 2014; Cruz et al., 2006; Popescu et al., 2013; Wachol-Drewek et al., 1996). El uso de las esponjas de colágeno impregnadas con antibiótico (principalmente aminoglucósidos) fue un descubrimiento importante para el control de las infecciones en cirugía ortopédica y traumática (Chia et al., 2014; Cruz et al., 2006; Delfosse et al., 2011; Ruszczak y Friess, 2003; Wachol-Drewek et al., 1996).
El objetivo de este trabajo fue reportar datos observacionales y resultados clínicos del uso de la esponja de colágeno impregnada con gentamicina en la síntesis de la pared abdominal de una herida quirúrgica en un equino hembra sometida a laparotomía de línea media en el Hospital Veterinario de la Facultad de Veterinaria, Universidad de la República.
Caso clínico
Fue admitido en la unidad Clínica y Cirugía en Equinos del Hospital Veterinario de la Facultad de Veterinaria, Udelar, un equino hembra, raza criolla, de 5 años de edad, de 420 kg de peso vivo, utilizada para tareas de recolección de residuos. En el relato del historial del cuadro clínico, el tutor reportó que encontró al animal agitado, intentando revolcarse y con distensión en ambos flancos. El tutor sumó datos de manejo general y relató que el equino tenía acceso a restos de basura de un terreno sucio. No fueron aportados datos de anamnesis relevantes, solo que el cuadro clínico tenía una evolución de >24 horas y que el animal estaba deprimido, no se alimentaba, se miraba ambos flancos con frecuencia, se pateaba el abdomen, presentaba anuria y había defecado por última vez hacía 24 horas.
En el examen objetivo general, presentó normotermia (37,4 °C), taquicardia leve (65 lpm), taquipnea (40 mpm), tiempo de llenado capilar normal (2 segundos), mucosas pálidas y prueba de pliegue cutáneo >3 segundos. En el examen particular del aparato digestivo, se observó timpanismo en ambos flancos y reducción de ruidos en cuadrante abdominal superior derecho. En el examen por tacto rectal fue posible identificar el ciego levemente distendido por presencia de gas, todas las vísceras en su posición anatómica normal y un elemento material de consistencia firme y palpable en colon menor que generaba obstrucción del tránsito aboral del asa intestinal. A partir de los datos de la anamnesis y el resultado del examen clínico (tacto rectal) se planteó un diagnóstico presuntivo de SAA obstructivo, lo que indicó realizar el procedimiento quirúrgico de laparotomía exploratoria por línea media.
Prequirúrgico, el animal recibió dipirona1 (25 mg/kg) y fluidoterapia de reposición (16 L) con solución de Hartmann, ambos por vía intravenosa. La inducción y anestesia general inhalatoria fue llevada a cabo mediante protocolos de rutina del hospital, la preanestesia fue con clorhidrato de xilacina2 (1,1 mg/kg), inducido con etergliceril guayacolato3 al 5 % en infusión continua y un bolo de clorhidrato de ketamina4 (2,2 mg/kg). El mantenimiento anestésico fue hecho con anestesia inhalatoria (isofluorano5 CAM 3,5-4,5 %) y ventilación mecánica. Después de los procedimientos de posicionamiento (decúbito dorsal), se realizó tricotomía de la región del abdomen ventral y la piel se preparó asépticamente frotando con cepillo quirúrgico impregnado con PVP iodada6 y agua (tres veces), luego, se procedió al secado con gasa estéril impregnada con alcohol y la disposición de los campos quirúrgicos. La antisepsia de manos y preparación del equipo quirúrgico (cirujano, ayudante e instrumentista) siguió conductas estandarizadas por el hospital: el lavado de manos y antebrazos durante 5 minutos con un cepillo de fregar con gluconato de clorhexidina 4 %7 seguido de la aplicación de una solución a base de alcohol etílico al 70 %.
Después de la preparación y el plan anestésico, se realizó una incisión magistral preumbilical de piel con bisturí, en región de línea media, comenzando por 5 cm craneal al ombligo y extendiéndose cranealmente por 35 cm. Dicha incisión se profundizó involucrando subcutáneo y línea alba, realizando hemostasia de pequeños vasos sangrantes. La exploración abdominal y resolución quirúrgica siguió la metodología y los procedimientos estandarizados de la literatura tradicional.
El cierre de pared abdominal siguió dos planos de sutura absorbible, se comenzó con suturas simples aisladas de la línea alba, incluyendo subcutáneo con aguja no traumática (USP 25). Paralelo al tiempo de cierre de este primer plano, cinco esponjas de colágeno8 quedaron impregnadas en 6,9 ml de sulfato de gentamicina9 (figura 1) hasta su completa absorción (10 minutos) a temperatura ambiente (± 20 °C). El cálculo de la cantidad de esponjas utilizadas fue con base en el tamaño de la incisión y la cantidad de gentamicina a administrar con base en una dosis de 1,65 mg/kg (Chia et al., 2014), el total fue igual a ¼ de la dosis sistémica (6,6 mg/kg). Luego se colocaron las esponjas cubriendo la longitud de la incisión entre los planos de cierre de la línea alba (figura 2). El cierre del segundo plano-piel (figura 3) fue hecho con sutura simple aislada no absorbible (poliamida, UPS 310) y aguja no traumática recta.
El procedimiento llevó, desde el derribo anestésico hasta su recuperación, cerca de 150 minutos, sin observar complicaciones. La terapia posoperatoria empezó al día siguiente con la administración de dipirona (25 mg/kg, IV) y penicilina G procainica con estreptomicina11 (20 000 UI/kg IM, SID, por 10 días). En el segundo día se agregó a la terapia posquirúrgica el flunixin de meglumine12 (1,1 mg/kg IV, BID, por 7 días), gentamicina (6,6 mg/k IV, SID, por 7 días), duchas frías (BID, 10 días) y curación tópica de la herida con yodopovidona 0,1 %13 (BID). El tiempo considerado para la evaluación posoperatoria fue desde el momento posoperatorio inmediato (día 0) hasta la fecha de alta médica (días 15), donde se le sacaron los puntos de piel y se constató el cierre completo de la herida.
Durante dicho período el animal fue sometido a evaluación clínica general y objetiva, dos veces por día, mediante parámetros cuantitativos fisiológicos y cualitativos (observación de la herida quirúrgica) en forma simultánea. Los parámetros evaluados sirvieron de indicador del pronóstico posquirúrgico y de la evolución de la herida quirúrgica; la frecuencia respiratoria, la cardíaca y la temperatura corporal fueron los más relevantes. Se consideraron observaciones clínicas cualitativas de la herida quirúrgica, la sensibilidad dolorosa al tacto y la presencia de edema (signo de Godet +1/+4) perincisional, cantidad y aspecto del drenaje (si presenta) y presencia de complicaciones (hernia o dehiscencia incisional), apoyados por la metodología descrita por Gardner et al. (2001).
Observamos que, en el transcurso de su internación (0-14), los parámetros clínicos generales permanecieron estables, con una variabilidad mayor solamente en la frecuencia cardíaca (50 ± 8 lpm), que presentó oscilaciones, en general, dentro de la normalidad. La frecuencia respiratoria fue de 15 ± 4 mpm, la temperatura corpórea de 37,2 ± 0,4 °C y el tiempo de llenado capilar y pliegue cutáneo de 2 ± 1 s, Los ruidos abdominales, así como las funciones fisiológicas (apetito, heces y orina), estuvieron presentes desde el posquirúrgico inmediato hasta el alta. Dichos parámetros fisiológicos nos indicaron que la evolución posoperatoria transcurrió de manera normal lo que permitió hacer hincapié en la variable cualitativa/ subjetiva, que fue la de nuestro principal interés. Estas variables (tabla 1) fueron evaluadas a diario y registradas a través de fotografías en 4 instancias (figuras 4, 5, 6 y 7) dentro de esos 15 días. El día 2 (figura 4) posquirúrgico registramos la primera imagen donde se observó formación de edema perincisional; la herida no presentaba calor local ni supuración purulenta, aunque presentaba un leve dolor a la palpación. El día 5 (figura 5) notamos una evidente disminución del edema, descartamos calor local o supuraciones y no observamos ningún signo de dolor a la palpación. El día 10 (figura 6) casi no observamos edema y la evolución continuó siendo positiva, con una buena evolución de tejido cicatrizal. El día 14 de internación (figura 7) se registró una cicatrización completa, sin presencia de edema ni secreciones de ningún tipo, por lo que el día 15 se procedió a retirar los puntos. Mediante la observación diaria constatamos de forma subjetiva que la herida evolucionó favorablemente en un tiempo aceptable. De esta última variable se puede deducir que la terapia complementaria no fue perjudicial para el proceso de cicatrización.
1Dolor al tacto superficial perincisional, S: presente, N: ausente. 2N: ausente, L: leve y godet 1, M: moderado y godet 2, S: severo y godet 3, I: infección y godet 4. 3N: ausente. Cantidad: 1 (leve), 2 (moderada) y 3 (severa). Aspecto: a (hemorrágica), b (seroso), c (seromucoso), d (purulento). 4 S: presente, N: ausente. 5S: presente, N: ausente.
Discusión
Las cirugías de cólico equino siempre son procedimientos de mucha incertidumbre y preocupación para el cirujano. Los protocolos estandarizados de preparación del paciente y el equipo quirúrgico, el cuidado en el momento de incisión abdominal, los principios y técnicas de exploración abdominal, el cierre adecuado de las capas abdominales y el cuidado posoperatorio por sí solo no garantizan el completo éxito del procedimiento. Estos sirven de base para el procedimiento general, es tarea del cirujano conocerlos, así como tener en cuenta las alternativas posibles y realizables acorde a la situación quirúrgica, teniendo como objetivo la mejora del paciente.
La observación de edema perincisional y leve dolor al tacto hasta el quinto día posoperatorio del caso están respaldados por la bibliografía, son considerados eventos inflamatorios normales en el entorno de la herida debido a la reacción infiltrativa del tejido de reparación (Dória et al., 2020). Bischofberger et al. (2010) reportaron incluso sensibilidad dolorosa y edema mantenidos por tiempos posoperatorios superiores (hasta nueve días), sin relación con ISQ. En un ensayo clínico de 188 caballos sometidos a LLM por motivos variados de cólico se observó que el 36 % presentaron edema evidente o excesivo, algunos con drenaje de trasudado (8,5 %), otros con drenaje purulento (11,7 %) y un total de 25 (13,9 %) generaron hernia incisional (Rijkenhuizen, 2011). El edema perincisional exacerbado produce una reducción de la tensión de oxígeno del tejido y de la función inmunitaria local y el retraso en la cicatrización, lo que proporciona un entorno favorable para el crecimiento bacteriano. Así que la presencia de exudado purulento y la combinación de los factores predictores piréticos (primer pico febril > 48 h, temperatura rectal >39, 2 °C y tiempo del pico de temperatura rectal > 48 h) son relacionados con complicaciones infecciosas posquirúrgicas (Freeman et al., 2012).
Comúnmente, en las LLM, se describe el uso de protección incisional con gasas y antiséptico, en las primeras 12 h posoperatorias y cambio de estas cada 24-36 h (Bischofberger et al., 2010; Freeman et al., 2002; Tnibar et al., 2013). El vendaje incisional tiene como objetivo proteger a la contaminación de la herida por decúbito. Incluso, el uso de un vendaje completo del abdomen 12 h postquirúrgica es sugerido para reducir la contaminación de la herida y la formación de edema y de la presión intrabdominal de las vísceras (Freeman et al., 2002; Tnibar et al., 2013). Nuestro criterio fue no utilizar estos vendajes ya que seguimos los lineamientos que los relacionan con el aumento de ISQ, provocan disnea respiratoria por compresión y generan acúmulo de exudado, sobre todo, en días húmedos y calientes (Bischofberger et al., 2010; Pagliosa y Alves, 2004). Rijkenhuizen (2011) describe que el vendaje abdominal previene la formación de edema en 23 % (23/98) de los caballos operados de cólico por LLM, así como la dehiscencia de la herida y de hernias incisionales (12/98). En nuestro caso, debido a la evolución positiva del paciente, que no presentó durante el período de hospitalización signos sugestivos de ISQ, nuestra conducta buscó contribuir al proceso de cicatrización, debido a la mayor oxigenación de esta.
Las bacterias más frecuentemente aisladas en infecciones incisionales son las del género Staphylococcus aureus, incluso la cepa meticilino resistente (Cruz et al., 2006). Estudios científicos que ya se han llevado a cabo confirman la prevalencia de poblaciones bacterianas del género Staphylococcus spp., Escherichia coli spp. y Enterobacter spp. en región de línea media de equinos (Bischofberger et al., 2010). En un total de 340 bacterias aisladas de 41 heridas traumáticas y quirúrgicas en muestras de piel equina, los géneros Pseudomonas aeruginosa (5,6 %), Enterococcus faecium (5,6 %) y Staphylococcus spp (20,5 %) fueron los más identificados (Westgate et al., 2011). A pesar de que en nuestro caso no se realizó hisopado de la herida quirúrgica, creemos que la esponja de colágeno impregnada con gentamicina y la simple antisepsia de rutina en la línea de incisión fueron eficientes para prevenir una infección comensal o nosocomial. En general, la prevención de infección incisional en LLM solo por el uso perioperatorio de AMS (≥60 y ≤120 minutos) no está garantizada (Freeman et al., 2012). Incluso, Bischofberger et al. (2010) no obtuvieron éxito en reducir la ocurrencia de complicaciones incisionales (26/100 caballos) post LLM, aun haciendo reaproximación subcutánea con sutura recubierta por antibacteriano (triclosan). Además, fue mayor la ocurrencia de drenaje incisional (14/26) en el grupo con el uso de dicha sutura.
Las esponjas de colágeno impregnadas con gentamicina -ya disponibles comercialmente14- tienen efecto comprobado en gran cantidad de trabajos científicos y de empleo clínico (Chia et al., 2014; Popescu et al., 2013). Sin embargo, en veterinaria existen pocos estudios prácticos publicados en casos de fracturas expuestas, artrodesis infectadas e infecciones de tejidos blandos en equinos, rumiantes y caninos; todos presentaron resultados positivos y sin efectos secundarios (Chia et al., 2014; Cruz et al., 2006; Delfosse et al., 2011). Estudios in vivo en humanos (1500 pacientes) reportan que el uso de la esponja impregnada con gentamicina garantiza concentraciones locales superiores (170-9000 mg/l) a la concentración inhibitoria mínima (16-64 mg/l) de patógenos comúnmente identificados en pacientes posquirúrgicos de origen digestivo, vasculares y en reconstrucción de heridas (Ruszczak y Friess, 2003). Además, creemos en la mayor contribución de la esponja de colágeno debido a su efecto local, llena el espacio muerto subcutáneo, actúa como hemostático e influencia de manera positiva en la cicatrización de la herida (Delfosse et al., 2011).
El uso local del sulfato de gentamicina asociado a un biotransportador (esponja de colágeno) es una alternativa viable visto que el principio posee una baja capacidad de penetración tisular y una gran nefro y ototoxicidad cuando son suministrados por vía sistémica. La esponja, que posee una estructura tridimensional y tres capas de porosidad distintas, hace que su degradación gradual por colagenasas naturales libere de forma gradual y continua la gentamicina, lo que garantiza la concentración elevada local, suficiente para difundirse en biopelículas, y torna esta vía más efectiva frente a las principales bacterias comensales de la piel equina (Delfosse et al., 2011; Ruszczak y Friess, 2003; Westgate et al., 2011). Además, debido a que los aminoglucósidos presentan efectos “dosis dependiente” y “posterapéutico” (Ruszczak y Friess, 2003), comprobados por el período de distribución local del fármaco hasta 3-4 días (Cruz et al., 2006; Delfosse et al., 2011; Ruszczak y Friess, 2003; Wachol-Drewek et al., 1996), la elección de la gentamicina y el uso de la esponja de colágeno demostraron un buen resultado en la prevención de la ISQ.
El uso de terapia sistémica en paralelo a la implantación de la esponja con antimicrobianos pareciera ser de carácter subjetivo y su uso queda a discreción del veterinario a cargo, sabiendo que tanto el uso del AMS con los implantes como el de solamente los implantes puede proveer resultados positivos al tratamiento (Delfosse et al., 2011).
Conclusión
Según los datos bibliográficos, creemos que el uso de transportadores de antimicrobianos en el tratamiento de infecciones de tejidos blandos en equinos es una alternativa viable. Dicha afirmación tiene en consideración las propiedades del colágeno en la herida, sumado a la profilaxis/terapéutica antimicrobiana impregnada en ella, con esto se evita la toxicidad ocasionada por los AMS. En nuestro caso, las esponjas demostraron ser moldeables a la hora de su utilización, lo que nos facilitó su implantación sin generar lesiones posteriores, como irritación o granulación, entre otras, y se acopló a los tejidos de manera pasiva. Así que, a partir de los resultados obtenidos en este caso en particular (y con base en la experiencia del cirujano frente al cuidado de heridas quirúrgicas), el uso de las esponjas de colágeno embebidas en gentamicina fue un complemento útil para la recuperación de la herida quirúrgica de LLM de equinos. Igualmente, más estudios de carácter experimental deben ser realizados, sobre todo, siguiendo la metodología de análisis cuantitativa y estadística sobre el efecto de las esponjas de colágeno y su asociación con antimicrobianos en la reparación cutánea de equinos.