Actores en segunda fila
Hablar de historia cultural en el contexto latinoamericano supone revisar los desplazamientos, importaciones, viajes, contactos culturales trasatlánticos y actores que transitaron entre las dos orillas del Atlántico. Tradicionalmente estas relaciones se han abordado desde un enfoque eurocentrista, donde las «exportaciones del pensamiento y producciones»1 se realizan de manera unilateral y vertical, desde Europa hacia América Latina. Para evitar caer en la antinomia cultura dominada/cultura dominante, retomamos los planteamientos de Michel Espagne y Michelle Werner sobre el concepto de transferencias culturales como enfoque de estudio. Espagne propone «mettre en évidence des formes de métissage souvent négligées»2 a partir del análisis de los mecanismos de circulación de un objeto cultural que se mueve de un campo a otro. Desde el enfoque de las transferencias cuyo eje central es el mestizaje, vamos a realizar una revisión de la Historia oficial para recuperar historias culturales cruzadas marcadas por los movimientos y flujos entre fronteras, historias en las cuales comienzan a parecer nuevos personajes que influirán la historia cultural. Estos actores son a los que denominamos mediadores culturales.
Espagne en «La notion de transfert culturel» define estos mediadores culturales como «véhicules sociologiques», «vecteurs de transferts culturels». El investigador francés se ocupa más de definir las transferencias propiamente, es decir, sus mecanismos de operación y sus dinámicas de circulación en el contexto de recepción, que de establecer y caracterizar la función del mediador. Con todo ello, sus investigaciones fueron un punto de partida esencial para que otros investigadores siguiéramos indagando la cuestión de los mediadores. Espagne, además de brindar un marco teórico, trazó las primeras pistas para el estudio de estos personajes a partir del análisis de sus redes y contextos sociales. De ahí que nuestro enfoque de estudio sea el de cartografiar sus redes y sus posiciones dentro del campo intelectual francés.
Pero antes de adentrarnos en el análisis de sus redes, haremos algunas precisiones sobre los vocablos de mediador y mediación. Estos términos se aplican en diferentes contextos y disciplinas, desde la educación hasta la psicología y la sociología, en todas ellas, el significado etimológico de la palabra medius remite a un punto medio entre dos ubicaciones. En nuestro estudio esa connotación se conserva, pues entendemos por mediadores de transferencias culturales, intelectuales que se movieron entre dos espacios y que actuaron como agentes de promoción cultural. Dicha mediación pueda darse en forma física (libros o revistas) o inmaterial (ideas), también puede ser de diferentes tipos (mediación editorial, mediación crítica, mediación académica, mediación científica) y darse desde diversos espacios o canales (organismos culturales, instituciones académicas, eventos). En este sentido, algunos investigadores como Diana Roig han avanzado en la delimitación de estos personajes en el campo de la literatura y las letras.3 Roig define el mediador cultural como un «agente activo» entre dos fronteras quienes son portadores de transferencias culturales, señala que estos personajes suelen asociarse a redes relevantes y ocupar «posiciones estratégicas» dentro de ellas. Este tema de las redes en el estudio de mediadores ha sido también ahondado por otros investigadores como Olivier Compagnon, Eduardo Devés o Alexandra Pita quienes han analizado la circulación de transferencias culturales y literales dentro y fuera de América Latina poniendo en evidencia cómo se ha configurado un campo de estudios latinoamericanos gracias actores culturales claves y sus redes. De ahí que nuestra metodología de estudio de los mediadores pase por el análisis de las sociabilidades de Fernando Aínsa y Roger Caillois.
En este marco, los mediadores o, como proponemos aquí llamarlos, intelectuales satélites, son operadores de transferencias culturales. Se trata de actores culturales que han instaurado pasarelas de comunicación entre dos espacios, intelectuales que llevados por coyunturas históricas y sociales de sus países, han emprendido largos desplazamientos buscando un refugio o un nuevo hogar.4 Estos «transplantados» cuyas «raíces estaban en el aire»,5 son dignos representantes de la figura del «entre-deux» propuesta por Daniel Sibony (1991) cuyos referentes identitarios se encuentran dispersados entre dos o más espacios culturales.6
Los estudios culturales y la crítica literaria han sabido rehacer la trayectoria de muchos de estos intelectuales y escritores de primera fila. Podemos seguir sus huellas rastreando proyectos literarios, influencias recíprocas y aportes a la cultura de recepción, pero creemos que existe otro grupo de actores que no han sido lo suficientemente estudiados y cuyo rol como mediadores de transferencias culturales aún permanece en el anonimato, los llamados intelectuales satélites. Estos personajes son un eslabón perdido de la historia de la producción cultural latinoamericana, sus nombres posiblemente no aparecen en los manuales de literatura, pero si nos detenemos a analizar la circulación de ideas trasatlánticas, encontraremos su huella y podremos rastrear su intervención a favor de la promoción de la literatura latinoamericana. De ahí su apelación -propuesta por Idmhand- como «satélites», es decir actores culturales en «segunda fila». En definitiva, «se trata de contribuir a una relectura, a una nueva interpretación de la historia de la producción cultural europea y americana (…) desde otra mirada: la que operan desde la clandestinidad, el anonimato, o desde la sombra de figuras más conocidas».7
Una cuestión de archivos
En la reconstrucción de la trayectoria de los intelectuales satélites una fuente importante de información son los archivos y fondos personales. Aunque aquí, por cuestiones de espacio no desarrollaremos a cabalidad el rol de los archivos, sí deseamos esbozar algunas ideas para señalar su importancia y dar algunos detalles de los fondos en cuestión. Los archivos son percibidos, muchas veces, como lugares donde se almacenan diversos tipos de documentos asociados al pasado de una nación, algo así como contenedores de una memoria nacional a los cuales un investigador puede acudir para confirmar una información. Su papel, en realidad, es más complejo, de entrada, el historiador Paul Ricoeur los define en su celebre La mémoire, l’histoire et l’oubli (2000) como un órgano de filtro y almacenamiento de testimonios, los cuales se convertirán en una memoria escritural. Nos quedamos con la idea de filtro, de un lado porque no todo puede estar almacenado en los archivos, debe existir imperativamente una primera etapa de depuración, esta puede ser realizada intencionalmente por el archivista, el autor o puede ser el resultado de las circunstancias.8
Dentro de esta lógica se inscriben nuestros archivos y las reflexiones que haremos en este artículo. Vamos primero con una presentación rápida de ellos, comencemos por el fondo de Caillois. Sus archivos se encuentran en la biblioteca municipal de Valery Larbaud en Vichy (Francia). En 1975 renta la propiedad de había pertenecido al poeta en Valbois y allí conoce a Monique Kunz, conservadora de la biblioteca, se hace miembro de la Asociación Internacional de Amigos de Larbaud y participa como jurado en el premio Larbaud, finalmente termina por ceder sus documentos a la biblioteca municipal. Su fondo se compone de manuscritos, borradores y su correspondencia, algunos pocos documentos personales (como pasaportes y agendas), muchas de sus obras publicadas (proyectos en los que participó como las traducciones de algunos autores latinoamericanos o los ejemplares de Lettres françaises) y una buena muestra de la recepción y crítica de su obra. Su archivo supone una rica fuente para revisar la vigencia del pensamiento del sociólogo y para analizar su posición dentro del campo intelectual francés. En este sentido hemos podido encontrar algunas investigaciones en torno a su rol de mediador como los trabajos de Roger Grenier, Odile Felgine y Annick Louis.
A diferencia del archivo de Caillois, que se encuentra clasificado y se puede consultar en línea, el fondo de Aínsa está en proceso de clasificación. El archivo está alojado en el laboratorio del CRLA-Archivos de la Universidad de Poitiers (Francia), fue donado por iniciativa propia del escritor uruguayo en 2017 y desde esa fecha se viene organizando y digitalizando.9 Actualmente la mayor parte de los metadatos se encuentra recolectada, también se ha avanzado significativamente en la digitalización y se prevé que en el trascurso de este año se finalice la descripción y digitalización para continuar con la siguiente etapa: la difusión en línea.
Aínsa consiente de la importancia de su obra y su rol como promotor de la literatura latinoamericana, da en custodia a la Universidad parte de su biblioteca personal que mantenía en su residencia española.10 Entre el material del que disponemos, encontramos recortes de periódicos de sus primeros años como periodista, su correspondencia, revistas en las que participaba y sus separatas, agendas personales, programas de coloquios, material de lectura, y algunos pocos manuscritos y borradores de sus ensayos y relatos. En el caso de Aínsa todo este material es sumamente valioso ya que no se dispone de una biografía del escritor, de modo que tuvimos que ir rehaciendo por trozos su recorrido como intelectual, etapa fundamental para poder estudiar su rol de mediador y analizar sus redes.
Intelectuales satélites y sus perfiles
Como se ha dicho el término de mediador cultural se encuentra en construcción; es más, algunos prefieren hablar de «geetkeper» o de «passeur». Aquí hemos optado por la variante de mediador porque nos permite incluir a varios tipos de agentes culturales y su etimología del latín nos acerca a la idea que queremos imprimirles a estos personajes. Con el objetivo de caracterizar mejor a los mediadores y crear una tipología de la mediación, hemos optado por un estudio comparativo entre estos dos intelectuales satélites. Roger Caillois (1913-1978) y Fernando Aínsa (1936-2019) encarnan dos tipos de mediadores. De un lado Caillois cuya obra sigue siendo explorada y textos como L’Homme et le Sacré, Esthétique généralisée, Les jeux et les hommes son revisitados por los investigadores. Aunque con menos notoriedad su faceta de mediador también ha sido revindicada por especialistas como Annick Louis, Silvia Molloy y Odile Felgine posicionando a Caillois como uno de los hispanistas franceses que más contribuyeron a la difusión de la literatura hispanoamericana en Francia. Del lado Aínsa quien es una representación más fiel de lo que hemos denominado más arriba intelectual satélite. Fue un español radicado en Uruguay, su familia migró a la República Oriental durante la guerra civil española. Fue poeta, crítico, ensayista y funcionario internacional. Hay que decir que su faceta más reconocida es la de crítico literario, sus estudios sobre la construcción de referentes identitarios desde la literatura latinoamericana y uruguaya siguen siendo revisitados.11 No obstante, no podemos decir lo mismo de sus obras literarias y poéticas, de difícil acceso y poco estudiadas, y menos aun, de su faceta como mediador, que ejerció desde la Unesco y a través de sus contactos con las letras hispánicas. De ese modo tenemos, a un personaje -Caillois- de primer plano con importantes conexiones con los intelectuales más destacados del plano francés y con una posición privilegiada, y del otro lado, un personaje -Aínsa- que no aparece delante de los reflectores de la Historia. Sus acciones son más discretas, pasan muchas veces por mediaciones de terceros, pero al igual que Caillois participa en la construcción de una referencia de la literatura latinoamericana en el extranjero, principalmente en Francia.12
Si bien Caillois y Aínsa representan dos tipos de mediadores y pertenecen a épocas diferentes, sus trayectorias se entrelazaron en ciertos puntos. El recorrido de los dos estuvo signado por la guerra: Caillois vivió la primera Guerra Mundial cuando era niño en una casa en el campo junto con su abuela. Posteriormente se suma a los surrealistas y aunque abandona el movimiento rápidamente conserva muchas de estas relaciones.13 Invitado por Victoria Ocampo, Caillois se encontraba en Argentina realizando una gira de conferencias sobre lo sagrado, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Este hecho lo obliga permanecer hasta 1945 en el país del Cono Sur. De la mano de su mecenas descubrirá a autores de la talla de Borges, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier y Adolfo Bioy Casares, autores que traduciría y publicaría una vez de regreso en Francia. Los exilios no le son ajenos tampoco a Aínsa, primero de España a Uruguay, padre e hijo llegan a la “Suiza” de América Latina buscando un mejor futuro y años después, con la ola de dictaduras conosureñas y el golpe de estado de 1976 en Uruguay, el escritor se traslada a Francia para trabajar en la Unesco durante una década antes de regresar a su natal España. Desde estos lugares tejió una red de intelectuales hispanistas.
Sus respectivas estancias fuera de sus países de origen, los llevaron a construir redes trasatlánticas y crear empresas literarias por la circulación de la literatura. Caillois crea y dirige la revista Lettres françaises que operaba como cenáculo de los escritores franceses exiliados y aquellos que resistían en la Francia Libre. La publicación contó con el patrocinio de intelectuales como Pierre Lévis,14 René Étiemble, Raymond Aron y Henri Peyre quienes difundían y buscaban colaboradores para la revista a través de sus propias redes intelectuales.15 El primer número aparece en julio de 1941 contando con la participación de André Gide, Jules Supervielle, André Malraux y Victoria Ocampo.16 El éxito de la revista lo lleva a emprender otro proyecto de publicación la Colección La porte étroite que buscaba «financiar la publicación de libros de calidad, editados por un donador argentino».17 Estas experiencias sirven de antesala para su futuro rol de promotor, esta vez no de los intelectuales franceses, sino de los escritores latinoamericanos en territorio francés.18
Aínsa vivió una experiencia similar. Se forma como intelectual en el Uruguay donde conoció a personajes que lo iniciaron en el mundillo de la literatura. Fernando Aínsa se instaló en Malvín, barrio de Montevideo, donde vivió toda su vida hasta que abandonó el país, allí conoció a sus maestros: Ángel Rama y Benito Milla, figuras mayores en la literatura uruguaya. Desde sus 19 años ejerció como periodista en diarios locales como la Época, El Diario, Acción y La gaceta literaria. También formaba parte del equipo de Alfa ediciones dónde publicaría su primer libro de crítica literaria: Las trampas de Onetti. Además de trabajar como periodista era asesor en el Ministerio de Industria y Comercio en el sector editorial,19 lo que le permitía poner en práctica su otra carrera: derecho. En 1971 lo contacta la Unesco que buscaba un joven intelectual con conocimientos en derecho y afinidades por las letras para formar parte del recién creado Centro por el Fomento del Libro en Latinoamérica -y posteriormente del Caribe (CERLALC Se traslada en 1972 a Colombia para ser presidente del consejo ejecutivo del Centro.20 Dos años después, Aínsa se encontraba en una reunión del CERLALC en la Unesco cuando sucede el golpe de estado en Uruguay. Rafael Obligado (director de las comunicaciones de la Unesco) se pone en contacto con el escritor y le ofrece un puesto en la Oficina de prensa española de la organización.21
Durante sus años en la Unesco ninguno de los dos funcionarios cesó su actividad escritural a pesar de las dificultades que encontraron. En la capital francesa conoció a hispanistas de América y Europa y se vinculó a grupos y centros de investigación como el Centre de recherche interuniversitaire sur les champs culturels en Amérique latine (CRICCAL) y Centro de Estudios de Literaturas y Civilizaciones del Río de la Plata (CELCIRP). Durante su paso por la Unesco escribió una prolífera obra ensayística y crítica, textos desde los cuales también reivindicaría la literatura latinoamericana. El mismo autor confirma que sus textos responden a su preocupación por «la difusión de la cultura uruguaya (y latinoamericana) en foros universitarios, congresos, seminarios y publicaciones de Europa -especialmente España y Francia- y de Argentina y Uruguay».22 Lo que supone que el mediador es consciente de su rol, es un papel asumido por convicción y su actuar es premeditado. En el caso de Roger Caillois, su rol de funcionario de la organización le impone un ritmo de trabajo al cual no estaba acostumbrado.23A pesar de las limitaciones sigue publicando en Gallimard, dirige Croix du sud, Obras Representativas y funda la revista Diógenes.
Como funcionarios de la Unesco, nuestros intelectuales satélites viajaron y participaron en eventos como diplomáticos, lo que los llevó a instaurar una suerte de «mediación diplomática» en la cual cobra especial relevancia la Unesco y su sentido de negociador para establecer acuerdos y lograr acuerdos de cooperación entre organismos. Recordemos que en 1945 Caillois regresa a Francia en la misión cultural de Vallery-Radot que lo lleva a conocer a Pablo Neruda, poeta de «manière de cabotin insupportable».24 También fue otra misión diplomática que lo llevó de regreso a Argentina. Aínsa comparte esta faceta de diplomático, por ejemplo; participó en la Primera Cumbre Iberoamericana en nombre de la Unesco y en numerosos coloquios, conferencias y jornadas de estudios sobre literatura latinoamericana (a veces como representante de la organización, otras veces en su calidad de crítico). De esto dan fe los números circulares, invitaciones y programas de eventos que se encuentran en su archivo.25
Un elemento que debemos tener en cuenta para perfilar los intelectuales satélites son sus redes, es a través de estos mecanismos que instauran pasarelas trasatlánticas. Si observamos de cerca la correspondencia de nuestros mediadores nos percataremos que en el caso de Caillois sus interlocutores eran personajes influyentes del campo literario: directores de revistas y editoriales, escritores, artistas (pintores, actores, escultores).26 Aunque también vamos a encontrar esas figuras sobresalientes en la red de Aínsa,27 su red se caracteriza por la presencia de un gran número de hispanitas, muchos de ellos profesores en universidades (latino)americanas y escritores “menores” en comparación a los citados de la red de Caillois. Es a través de estas redes transnacionales que nuestros intelectuales velan por la difusión de la literatura latinoamericana, toda vez que contribuyen con la historia de la circulación literaria. Creemos aquí que sus archivos pueden ayudarnos relevar el modus operandis de las redes de nuestros mediadores y los tipos de mediación.
Márgenes de acción
Un concepto importante a tener en cuenta para definir a nuestros mediadores es el de «campo literario» introducido por Bourdieu, esta noción sobrepasa un simple contexto o un medio literario, ella permite conocer la posición de un actor cultural frente a los mecanismos de producción, dando cuenta al mismo tiempo de las luchas y tensiones de poder que se originan en él.28 Existe una correlación entre la posición ocupada dentro del campo y las tomas de posición, es decir, las estrategias y las decisiones que se toman sobre la circulación de un objeto cultural. Así que las decisiones sobre la publicación de un libro, la traducción un texto o la circulación de un artículo van a estar determinadas en cierta medida por los objetivos del organismo al que se encuentre vinculado, por ejemplo, Gallimard o la Unesco.
Podemos tomar el caso de Gallimard, en 1945 Caillois firma el contrato para dirigir una nueva colección dedicada exclusivamente a la literatura latinoamericana. En el campo editorial y literario francés la literatura de América Latina era mayormente desconocida.29 Con Croix du sud Gallimard apostaba a una literatura que si bien no era ajena a su editorial aún era bastante desconocida para el público francés. La editorial decidió apostar por la especificidad literaria del continente, Gallimard ofreció a sus lectores «una mirada más compleja e innovadora de una literatura en construcción»30 con cierto tinte de exotismo que posteriormente será más marcado con el triunfo del realismo mágico y el boom latinoamericano. En la presentación de la Colección en la NFR Caillois escribe que Croix du sud va a incluir «los libros más idóneos para dar cuenta de formación y de los modos de desarrollo de los grupos humanos y de los valores en un continente aún nuevo, apenas domesticado, donde la lucha contra el espacio y la naturaleza sigue siendo ruda, un continente que posee un estilo de vida particular».31 Desde esta presentación se puede ver cómo se presenta al continente desde una visión que realza el carácter singular de su cultura y literatura marcada por tinte mítico y primigenio. Esto puede explicar que la Colección haya publicado principalmente novelas y la mayor parte de los escritores contemporáneos. Estrategias editoriales que resaltan una imagen de América como un continente inédito «et qui nous conduisent de la forêt tropicale jusqu’à la pampa balayée par le vent de l’Antarctique»32 como aseguraba Roger Bastide. Este carácter, un tanto localista, es atenuado por el mismo director de la colección en un intento de ajustar esta literatura al gusto francés e intestar esta literatura en un plano más universal.
Sin duda las decisiones de incluir una u otra obra pasa por el juicio literario del mediador y sus propias convicciones. En una entrevista con Alvira Orphée (Mundo Nuevo,1966) cuando se le pregunta sobre su experiencia en Argentina responde que aprendió dos cosas: la «originalidad de su literatura» y que «un movimiento literario, para ser válido, debe superar por su interés humano los problemas característicos del perímetro local de donde salió». De ahí que se atenuara su especificidad geográfica y no se marcara directamente esta literatura con la etiqueta de “exótica”. Estas orientaciones también están inscritas en un contexto más amplio; primero, en los objetivos de Gallimard como editorial y, segundo, en el campo literario francés.33 Esto podría explicar algunas intervenciones del editor para adaptar los textos al público francófono.
Retomando lo anterior, podemos decir que los espacios en los que participa determinarán su posición dentro del campo intelectual y legitimarán su posición. Además de Gallimard, otro organismo importante al momento de definir sus posiciones y tomas de posiciones es la Unesco. El organismo aparece como lugar de convergencia, un gran púlpito desde el cual se puede difundir un mensaje que puede alcanzar un gran público. Para Caillois representa la estabilidad económica.34 En cuanto a Aínsa, la Unesco lo situó en una posición aventajada para ser un mediador, el crítico desde su llegada al organismo no solo fue escalando posiciones, sino que creó una red de intelectuales. La Unesco le abrió las puertas para conocer a especialistas de los estudios latinoamericanos dispersos por el mundo. A su llegada a la Unesco fue nombrado jefe de la prensa en español, lo que le permitió retomar algunos de sus viejos contactos y crear nuevos, en 1982 ocupa el cargo de director del Correo de la Unesco y para 1992 se convierte en director de las ediciones de la Unesco. A través de los diferentes cargos ocupados Aínsa aprovecha para circular textos de autores latinoamericanos. Su posición en la Unesco sirve de puente entre los escritores latinoamericanos y el campo literario francés, ya no solo porque publica a autores como Angelica Muñiz-Huberman, Arturo Uslar Pietri, Salvador Garmendia y German Espinosa en Obras Representativas, sino por sus enlaces creados con otras posiciones dentro del campo (organismos hispanófilos, revistas y editoriales). Entre estas mediaciones Aínsa juega el rol de «mediador-intermediador» entre dos organismos.35 De otro lado, su paso por la capital parisina le da un panorama más amplio y completo de lo que es la literatura latinoamericana y su cultura, Aínsa llega a afirmar que es en París donde llega a conocer realmente la narrativa del continente americano, la mayor parte de su producción de ensayos y crítica es escrita durante sus años en la Unesco.
Otro concepto importante para definir la posición de un agente cultural dentro de un campo, es el de poder simbólico.36 El mediador se define por la suma de diferentes capitales: un capital económico, un capital cultural y un capital social. Estos capitales los podemos medir, más que por su poder adquisitivo o su educación, por sus sociabilidades, es decir los «recursos actuales o potenciales que están ligados a la posición de una red durable de relaciones».37 Dentro de esa red encontraremos figuras que fueron de vital importancia en su definición como mediadores; en el caso de Caillois, sin duda una de esas figuras relevantes es Victoria Ocampo. En el campo francés tendríamos que señalar a Jean Paulhan.38 Su relación fue constante a pesar de los años de guerra, Caillois fue un colaborador asiduo de la revista hasta llegar a formar parte su comité. También podemos mencionar a George Bataille con quien emprendió varios proyectos como la revista Genèse, Acéphale, Contre-Attaque y, el más destacado, el Collège de Sociologie.39 Aínsa también cuenta con personajes sobresalientes en su red, pero están relacionados directamente con los estudios latinoamericanos en Francia. Para citar algunos ejemplos, Paul Verdevoye, profesor de la universidad de la Sorbona, y unos de los más destacados hispanistas para la época en Francia, fue uno de los fundadores del CELCIRP junto con Claude Cymerman. Otro hispanista francés que Aínsa agregó a su red fue Claude Fell, investigador, profesor y director de América, Cahiers du CRICCAL quien invitó al crítico en varias ocasiones a dar cursos y charlas a la universidad de las Sorbona. También debemos mencionar al investigador y traductor Pierre Rivas, al director de la revista Mundo Nuevo Emir Rodríguez Monegal; a Jean d’Ormesson con quien hizo varias colaboraciones para Diogène; a Amos Segala, fundador de la colección Archivos y director de investigaciones en el CNRS; y a Fernando Moreno, director del CRLA-Archivos, entre otras figuras sobresalientes.
Pasarelas trasatlánticas
Ante la pregunta sobre qué tipo de mediación realizaron y cuáles fueron sus estrategias, nos debemos remitir a sus archivos, especialmente a su correspondencia. El concepto de red puede ser definido como «un système d’élaboration collective d’une idéologie et plus particulièrement d’une référence interculturelle»40 que está formado por un centro -que son nuestros intelectuales satélites- alrededor de los cuales se conjugan una serie de nodos (que se pueden interpretar como actores corresponsales) unidos entre sí por aristas que simbolizan los enlaces que permiten las relaciones. El estudio de este intricado entramado de relaciones y sus engranajes nos arroja una luz sobre el perfil de nuestros mediadores «contextualizando» las relaciones y volviéndolas «significantes».41 Es necesario partir del principio de particularidad, pues cada red es diferente no solo en su dimensión técnica sino en las orientaciones e interés de sus centros. Teniendo en cuenta esto, pasaremos revista a los tipos de mediación que hemos podido encontrar.
Comenzaremos por analizar la red del escritor uruguayo. Como hemos dicho la red de Aínsa está estrechamente vinculada con el mundo literario latinoamericano, analizando el contenido de los intercambios nos percatamos de que las transferencias no viajan exclusivamente de Norte-Sur (Europa-América Latina) o de Sur-Norte (América Latina-Europa), también se constata que existe una mediación al interior del continente latinoamericano (Sur-Sur).42 Para comprender su actuar, habría que comenzar por explicar su nexo con la academia y sus instituciones (a lo que podríamos llamar una «mediación académica»). La Unesco, como hemos visto, le permitió estar en contacto con hispanistas e intelectuales sobresalientes del mundo francés quienes a su vez estaban vinculados con la academia.43 La red de Aínsa está conectada a la de otros mediadores. El entramado de relaciones es más complejo de lo que pudiera parecer, pues cada corresponsal es a la vez el centro de su propia red, y estos a su vez pueden ser mediadores de transferencia culturales. Así tenemos que el objeto circulado puede ser vehiculado por más de una red hasta llegar a su destino, de manera que el intelectual satélite actúa como “correa de transmisión” entre redes.
En el caso de Aínsa las redes están conectadas de una u otra manera con la academia, ya sea por órganos investigativos creados en el seno de universidades, como el caso de las revistas, por instituciones de investigación fundadas por integrantes de la academia (CELCIRP) o por proyectos editoriales que convergen en algún punto con el campo universitario (Colección Archivos). Muchas de las misivas nos aportan noticias sobre los objetos circulados, artículos, revistas, periódicos y libros en nuestro caso. Los corresponsales del crítico uruguayo le remitían sus obras -o le informaban de sus proyectos editoriales -con la esperanza de obtener una mayor difusión y de ser conectados con otros agentes culturales. Es así como el crítico actúa como un «mediador-intermediador» entre los autores y las revistas.44 Un ejemplo de este tipo mediación es el caso de Leopoldo Zea que tras una reunión con Jean d’Ormesson acuerdan «una serie de trabajos» para la revista Diogène, Zea solicita a Aínsa especificaciones sobre «el tipo y forma de trabajos».45
Río de la Plata y América son dos revistas que merecen también ser evocadas. La primera fue creada como complemento del CELCIRP que buscaba dar a conocer sus actividades y «multiplicar los intercambios y los contactos entre investigadores»,46 dirigida por Paul Verdevoye y Claude Cymerman entre los miembros del comité de redacción Rubén Bareiro Saguier, Damián Bayón, Nilda Díaz, Nicasio Perera San Martin, Raúl Veiga, Saúl Yurkievich y por supuesto Fernando Aínsa.47 Veamos un ejemplo de mediación en esta revista. Después de haber dictado un curso en la universidad de Tucumán, Nilda Flawiá de Fernández le pregunta sobre la posibilidad de «publicar algún trabajo en la revista del Celcirp (…) qué temas prefieren y el tiempo en que podrían publicarse».48 Siguiendo el hilo corresponsal nos damos cuenta que la publicación sí tuvo lugar, en febrero de año siguiente (1987). Nilda de Fernández expresa su asombro ante la publicación: «Querido Fernando: Tu carta me causó una sorpresa tan grande que todavía no me repongo. Qué trabajo mío publicaron en Rio de la Plata? El qué realice sobre tu libro? (sic) Te lo agradezco mucho…».49
Se trató de un artículo sobre el libro de Aínsa, Con acento extranjero, texto que había escrito la investigadora para el seminario de la universidad de Tucumán. En 1992 se publicó en la Revista Iberoamericana. A pesar del carácter incompleto de la correspondencia, nos ofrece algunas pistas que podemos rastrear. Es así como en los intercambios con el escritor Álvaro Miranda hallamos una epístola sobre el envío de un artículo para la revista Río de la Plata: «como lo prometido es deuda te estoy enviando, junto a ésta, una copia del breve ensayo aproximativo de la poesía uruguaya que me gustaría ver publicado en Río de la Plata».50 El ensayo al que hacen referencia es Aproximación a la poesía uruguaya de la Generación de la Resistencia (1973 -1985) el cual fue publicado en el número séptimo de Río de la Plata.51
En esta misma línea de organismos de investigación cultural y literaria, se sitúa el CRICCAL del cual Fernando Aínsa fue miembro investigador.52 El CRICCAL es un organismo de investigación de la Universidad de la Sorbona que se especializa en el campo cultural latinoamericano. Nace en 1984 y congrega a profesores e investigadores hispanistas franceses, investigadores del CNRS y funcionarios de la Unesco. Su revista América es el resultado de un encuentro sobre el tema de Políticas y producción cultural53 coloquio que contó con la presencia de Fernando Aínsa y Claude Fell, fundador de la revista.
Como crítico literario no le faltaron propuestas para colaborar en publicaciones, el futuro director de Americe Christian Giudicelli le extiende la invitación a participar en América «je m’adresse à vous pour savoir si vous seriez disposé(e) à proposer une collaboration au comité de lecture de la revue».54 Si revisamos los artículos publicados55 en la revista encontraremos que aborda como José Donoso, Julio Cortázar, Severo Sarduy y Domingo Faustino Sarmiento, Mario Benedetti, Daniel Moyano, Ricardo Güiraldes, Martin Fierro, Miguel Ángel Asturias, Augusto Roa Bastos, Vargas Llosa, escritores que han estado muy presentes en toda su obra crítica. Así vamos teniendo un cuadro de las colaboraciones del crítico uruguayo en la revista.56
Otra revista que merece ser evocada es El Correo de la Unesco de la cual fue Aínsa fue coordinador. Encontramos algunos intercambios con sus corresponsales solicitándole su intervención para la publicación de sus textos en la revista. Graciela Scheines, directora del Instituto para la Pedagogía del Juego le dirige una carta agradeciéndole su gestión en la publicación de Las reglas del juego.57 Ese mismo año (1991), el futuro editor editorial le trasmite el siguiente mensaje a Hugo García Robles «tu artículo (íntegro, finalmente) acaba de ser salir en el correo de la Unesco. Y muy bien presentado».58 En un número consagrado a la utopía se publica un artículo titulado Ciudades reales, ciudades imaginario de Cristina Grau.59
Podemos denominar este tipo de mediación como «mediación científica» la cual engloba su rol del «mediador-intermediador», y se presenta como una intervención del mediador para dar a conocer un artículo o libro en un nuevo contexto. El intelectual satélite sirve de canal de comunicación y, más importante aún, desde su cargo va a movilizar su red de contactos para poner en circulación la transferencia. La mediación científica también se refiere a las acciones emprendidas para promover los estudios latinoamericanos, por ejemplo, el apoyo a proyectos literarios como la Colección Archivos.
La Colección Archivos, un proyecto interinstitucional y de carácter integrador, edita no solamente textos clásicos sino también a aquellas voces olvidadas injustamente por la historia que fueron piedra angular en la construcción de una identidad cultural.60 Fernando Aínsa fue parte de su comité científico internacional cuyos miembros estaban encargados de analizar las nuevas propuestas y títulos para ser publicados. En la colección encontramos algunos autores que siempre han estado en el radar del crítico: Arturo Uslar Pietri, Severo Sarduy, Leopoldo Marechal, José Martí, Pedro Henríquez Ureña, Ezequiel Martínez Estrada, Ricardo Guiraldes, Enrique Amorim,61 entre otros. Creemos que más allá de su labor en el comité, el editor uruguayo jugó un rol importante como una suerte de vocero de la colección ante la Unesco. Veamos un ejemplo de esto donde podemos observar una mediación por la vía diplomática.
En 1987 tuvo lugar un coloquio sobre la conservación y acceso a manuscritos literarios organizado por la Colección Archivos y la Unesco en la Biblioteca Nacional de París. El encuentro fue presidido por Amos Segala. El investigador le dirige una carta a nuestro escritor celebrando «la participation “chorale” de tous les spécialistes» y le recuerda también que «ce rapport n’aura d’effet que, si tous, nous nous attachons»,62 especialmente la Unesco. Segala considera que las conclusiones del encuentro deben ser conocidas y divulgadas por la Unesco solicitándole «l’adhésion au projet de Résolution qui sera présenté à la Conférence Général de l’Unesco». No conocemos la respuesta de Aínsa, ni las minucias de sus gestiones, pero el catálogo del 2002 en la sección de la historia de Archivos queda consignado que las «recomendaciones» de este encuentro «serán luego adoptadas por la Unesco en esta área del patrimonio cultural».
Un año después, el 10 de mayo de 1988 se llevó a cabo un desayuno de prensa organizado conjuntamente con la Unesco y precedido por el escritor Ernesto Sábato. Dicho encuentro era significativo pues se trataba de la primera vez en que se presentaba el proyecto Archivos ante el gran público. Fernando Aínsa estuvo presente en dicho evento. Segala resalta «l’efficacité y l’intelligence» de la participación de Aínsa «qui a su sensibiliser, en des termes très appropriés, les journalistes présents»63 ante el Director de La Oficina de Relaciones con el Público (OPI), León Davico.64 En septiembre de ese mismo año se dan cita los firmantes del acuerdo en Roma convocados por el CNRS para renovar el acuerdo por un periodo de cinco años.
Más adelante, en 1995 se firma un acuerdo entre el programa Archivos y la Universidad Autónoma de México.65 En esas circunstancias, el director de Archivos considera que «ha llegado el momento de replantear el rol de Ediciones UNESCO en Archivos» y que es hora de reunirse para «determinar una estrategia adecuada a la nueva situación».66 Es así como comienzan las negociaciones con el director de la Unesco.67 El fruto de estas negociaciones fue la financiación de la coedición de 6 títulos anuales en francés y en inglés.68 Como director de las ediciones de la Unesco probablemente Aínsa haya influido en la decisión final del organismo, más aun teniendo en cuenta su relación cercana con Federico Mayor Zaragoza.
Observamos hasta el momento cómo las acciones por la difusión literaria en la red de Aínsa siempre convergen de una u otra manera en la academia. La Colección Archivos no es la excepción ya que es dirigida desde dos centros universitarios -la Universidad de Nanterre y la Universidad de Poitiers -y sus colaboradores son, en su mayoría, profesores de universidades o escritores. Es interesante ver cómo el itinerario de nuestros intelectuales satélites se cruza,69 pues entre los nombres de los colaboradores de Archivos aparece Roger Caillois.70 Si bien existieron puntos de convergencia veremos que las posiciones dentro del campo literario son diferentes, lo que conlleva a tomas de posición diferentes y también a tipos diferentes de mediación. Mientras que Aínsa, desde su posición de segunda fila, trata de conectar a escritores e investigadores con mundo de las letras europeas a través de la publicación de revistas, encuentros académicos y por supuesto desde su faceta de crítico literario, Caillois se inclina por una circulación emprendida desde la edición.
Comencemos por analizar un poco la red del amante del mundo mineral. Ella se caracteriza por poseer un número significativo de figuras de primer plano de las letras francesas e hispanoamericanas. Este es el primer punto de inflexión con relación a la red del crítico uruguayo. Mientras que en esta última nos encontramos con escritores locales o regionales cuyo nombre no era de reconocimiento internacional, muchos de los corresponsales de Caillois coinciden con grandes nombres de las ciencias humanas y sociales como los anteriormente mencionados. Del lado latinoamericano figuran autores de la talla de Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Victoria Ocampo, Alejo Carpentier, Enrique Amorim, Ciro Alegría entre otros. Todas figuras de primerísimo plano. Si bien hoy en día la obra de Caillois ha sido revisitada y estudiada adquiriendo un lugar importante en la academia, si miramos en retrospectiva, la obra del descubridor de Borges no pertenecía al canon de la época -como sí figuraban en él, algunos de sus corresponsales- Gilbert Durand recuerda que Caillois no fue profesor universitario, ni su obra era citada en la academia,71 solo fue hasta después de su muerte que el pensamiento del autor es reconocido que su obra y su rol de «passeur» cultural ha sido rescatado.
Es interesante analizar la cantidad de corresponsales latinoamericanos en la red del sociólogo francés. Algunos trabajos se han realizado en la línea de la mediación cultural especialmente en lo que se refiere al rol de traductor en la obra de Borges y a los autores de la Croix du Sud.72 Nos apoyaremos en ellos para analizar su rol de mediador. Al igual que Fernando Aínsa asegura descubrir Latinoamérica en París, a Caillois le sucede algo similar. Es cuando llega a Francia que comienza a añorar al continente americano. La correspondencia es testigo de este vínculo con el mundo hispano, nuestro traductor francés mantiene las colaboraciones con las revistas hispanas (Zona Franca, Sur, La Torre, Rueca) participación en eventos académicos,73 y traduce a autores de habla hispana al francés.
La traducción fue la acción mediadora por excelencia del escritor francés. Esta faceta de traductor ha sido abordada por Angela Joehl Cadena en Roger Caillois Traducteur donde nos ofrece un retrato del traductor-inventor de Jorge Luis Borges y por Annick Louis en “La construcción de un gatekeeper” y en “El Aleph de Roger Caillois en Gallimard o de cómo salir del laberinto”, un análisis de su labor de “inventor” de Borges. Aunque algunas de sus traducciones fueron cuestionadas,74 es innegable su rol en la difusión de la literatura borgiana. Caillois nunca cesó de promocionar la obra de Borges; hasta sus últimos años de vida continuaba siendo el “embajador” del escritor argentino en Francia. Durante esas décadas de promoción no se convirtieron en amigos más cercanos, a pesar de sus frecuentes encuentros en entrevistas, eventos y presentaciones de libros. Queremos detenernos aquí en su rol de traductor-mediador, las intervenciones de Caillois en los textos son reveladoras para analizar su rol de mediador y entender sus estrategias.
La relación con los escritores latinoamericanos fue cuando menos conflictiva. Con Borges tuvo varios roces cuando eran colaboradores en Sur. Cuando conoció a Neruda le confesó a Ocampo «personnellement, il m’a déplu» y con Cortázar su relación tampoco fue «idílica».75 Pese a todos los conflictos que pudieron tener con los autores de América Latina, Caillois parece hacer una división entre sus afectos personales y su juicio literario. Por eso, los obstáculos en sus relaciones personales no afectan a la labor de difusión de los escritores latinoamericanos que Caillois realiza en Francia, especialmente con Borges. El escritor argentino es el primero en ser publicado en su colección, tradujo sus textos y los publicó en revistas como como la NRF, Lettres françaises, Bulletin de Gallimard o L’Herne. Los primeros textos de Borges en ser publicados fueron La Lotería de Babel y La Biblioteca de Babilonia publicados bajo el título de Assyriennes en el número 14 de Lettres françaises (1944). Posteriormente se publicaría Fictions en 1951, primer libro en ser publicado en Croix du sud, en su prólogo se puede leer: «on a comparé Borges à Kafka et à Edgar Poe. Il y a chez lui, sans doute, toute l’angoisse métaphysique et la logique la plus sévère; mais style un style éclatant et bref…». No cabe duda de que Caillois creía en el valor literario del autor porteño y tampoco de los esfuerzos en la promoción de su obra en Francia.76
Pasaremos a realizar algunas reflexiones sobre las traducciones de sus cuentos. Nos apoyaremos en “El Aleph de Roger Caillois en Gallimard o de cómo salir del laberinto” donde Annick Louis señala tres tipos de fenómenos que se dan en las traducciones de Caillois: los contrasentidos, los desvíos y las interpretaciones.
La primera categoría se trata de una atribución a una palabra de un sentido contrario al que tiene en el texto original. Estos tipos de errores de traducción son generalmente ocasionados por el desconocimiento de la lengua y la cultura. Estos suelen ser involuntarios a diferencia de los desvíos o libertades que surgen de una voluntad de «adaptar al gusto francés» el texto y llevarlo a lo que considera como «alta literatura francesa».77 De manera que en el ejercicio de traducción interviene su concepción del lenguaje y la literatura. Entre los desvíos podemos clasificar algunas supresiones o cambios en aspectos que denotan oralidad por un registro más académico. Ello se evidencia en las elecciones de Caillois quien no suele decantarse por la opción más evidente, sino que suele buscar un sinónimo que muchas veces está en un registro más formal y una prosa más clásica lo que causa que una distanciación del significado en español.78 Otra de las intervenciones más comunes consistía en hacer un cambio en la puntuación lo que muchas veces no solo alteraba el ritmo del relato sino también el sentido.79 El cambio en la puntuación producía otra estructuración del texto diferente a la original. De este modo, vemos cómo opera cierta apropiación de los textos por parte del traductor introduciendo en ellos su propia lectura interviniendo en varios niveles.
La voz de traductor en los textos de Borges también se evidencia en algunas explicitaciones de los pasajes que Caillois hace por considerarlos ambiguos. En Histoire de l’éternité, el traductor hace una clarificación al traducir «para hacer durar esas cosas» por «pour faire durer le trajet»,80 en las traducciones de Caillois hay una explicitación que no existe en el texto original de Borges. Esta es una tendencia del traductor francés que opera también en textos de Neruda y Gabriela Mistral. Este tipo de explicitaciones están a medio camino entre las libertades de traducción e interpretaciones que responde a una intención deliberada. Este tipo de interpretaciones pasan, como hemos evocado, por las mismas concepciones de la literatura de Caillois y que pueden afectar directamente la comprensión del texto. Sin ir más lejos podemos pensar en la desarticulación que implementa en la edición de los textos de Borges. En 1953 Caillois publica Labyrinthes una compilación de relatos creada por el mismo traductor francés, el libro retomó cuatro textos del Aleph: «Le guerrier et la captive», «La quête d’Averroës», «L’Écriture de Dieu» y «L’Immortel». La publicación de ese conjunto de cuentos la justificará por una trama que los entrelaza y da título al texto: el laberinto.81
En efecto, Caillois va a presentar la obra del escritor porteño a través del prisma del laberinto. En el prefacio de Labyrinthes y el Aleph aclara que, aunque «le thème de labyrinthe n’y est pas toujours explicitement évoqué», sí aluden a ellos de maneras más abstractas pero esenciales en los relatos.82 Caillois cree encontrar en el texto borgiano sus planteamientos de sus ciencias diagonales, donde el universo tiene una coherencia y continuidad.83 Parece ser que Caillois encontró en los textos de Borges lo que proponía en sus ensayos, este convergencia temática podría explicar la inclinación del sociólogo por los textos borgianos . Lo mismo ocurre con el tema del laberinto que a pesar de los esfuerzos de Caillois de representarlo como «matriz que permite explicar el funcionamiento de la obra de Borges, integrando géneros y diferentes períodos de su producción»84 en realidad no es un tema con «presencia dominante» en la obra de Borges y tampoco «aparece como un articulador privilegiado de sus ficciones». Esto queda en evidencia cuando Caillois fuerza la interpretación del texto al traducir «red» por laberinto o «nación» por «race».
Podemos ver cómo opera cierta apropiación de la obra de Borges. Esta se da en varios niveles y puede ser deliberada o no. En muchas de las traducciones de Caillois hemos observado que numerosas de las intervenciones son adrede y están orientadas por las concepciones del mismo traductor, tanto de la literatura como del público objetivo. Estas intervenciones no son exclusivas de su faceta de traductor, también las podemos ver en su mediación editorial.
La iniciativa más destacada en lo que concierne a la literaria latinoamericana, sin duda fue la colección Croix du Sud. El proyecto comenzó en 1945 pero solo seis años después sale el primer volumen Ficciones de Borges (1951). Se publicaron en total 13 volúmenes de autores como Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier, Ernesto Sábato, Jorge Amado, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Gilberto Freyre, Roa Bastos entre otros. La colección es auspiciada por Gallimard y se posiciona como una puerta de entrada para los escritores latinoamericanos al territorio francés, mucho antes que Carmen Balcells volviera célebre el boom latinoamericano. Ciertamente Croix du sud cumple un rol esencial en la difusión de la literatura latinoamericana, es «una avanzadilla y una propuesta inaugural: se trata de uno de los primeros intentos de elaborar y difundir cierta idea de América Latina».85 Caillois ve en la colección una forma de pagar su deuda con el continente que lo acogió años atrás y hará todo lo posible por dar a conocer la literatura latinoamericana.
Un cuestionamiento que surge tiene que ver con sus criterios de inclusión de autores a la Colección, nos podemos preguntar ¿Por qué deja fuera a autores como Bioy Caseres o Carlos Fuentes y publica a escritores como Armando Braun Méndez? En un análisis de Jean Claude Villegas sobre los elementos paratextuales de la Colección señala que los cambios y los textos «truncados» podrían explicarse si partimos de la concepción del escritor francés de la literatura latinoamericana y sus objetivos. Villegas señala que hay «une volonté de créer un effet d’appel sans négliger les connotations exotiques».86 Esa especificidad de la narrativa continental parece ser un requisito esencial para publicado en de la colección. Cuando Elvira Orphée le pregunta sobre el tipo de libros publicados en Croix du sud, Caillois contesta que en ella no se publica «poesía, ensayos, libros que vienen de España, libros que viniendo de América Latina no dan una idea de su esencia».87 Esa “esencia” remite a una especificidad latinoamericana asociada a sus espacios geográficos y su carácter mítico, y es que muy posiblemente su percepción de la literatura pasara por sus impresiones de los paisajes latinoamericanos tan vivamente descritos en textos como La Patagonie y La Pampa que atestiguan el impacto que dejó esos parajes en el alma del escritor. Caillois no pudo más que impresionarse de la lucha constante de los hombres contra la naturaleza indomable y devoradora. Esto podría explicar su preferencia por esas novelas telúricas donde el espacio latinoamericano pasa a ser un personaje más. Sin duda las elecciones de Croix de Sud estuvieron marcadas por la búsqueda de esa especificad americana, lo que podría ser extrapolable a otros textos como Hauteurs de Machu Picchu de Neruda, Mis au net de Paz, Légendes de Guatemala de Asturias o Poème du sud de Luis Mizon.88
La experiencia cosechada durante su estancia en Argentina en la dirección de Lettres françaises y La porte étroite, le fue muy útil para la creación de su nuevo proyecto, la colección Croix du sud en Gallimard. Caillois consulta con su amiga argentina sobre los futuros autores incluidos en la Colección.89 La figura de Victoria Ocampo adquiere relevancia en la mediación de Roger Caillois. Su mecenas es una consejera en lo que se refiere a la literatura, con ella discute las elecciones editoriales -y de traducción90- y se convierte en su vocera en el país rioplatense.
Para terminar, no podemos dejar de mencionar a Susana Soca, poeta uruguaya quien vivió durante la Segunda Guerra Mundial en Paris. La poeta funda La Licorne como un proyecto cultural y de encuentro de escritores franceses e hispanos. En el mes de diciembre de 1945 Soca convoca a Caillois para solicitarle que dirija la publicación.91 El proyecto no le es indiferente a nuestro mediador, pero encontrará algunos inconvenientes que lo harán dudar de su implicación en la empresa. En primer lugar, la relación entre las dos damas de las letras aunque cordial siempre existió una rivalidad, de ahí que Caillois prefiriese esperar la «reacción» de su mecenas antes de dar una «réponse définitive» a Soca. Si bien Ocampo no se opone al proyecto tampoco le auspicia mucho tiempo de publicación.92 En segundo lugar, el funcionario de la Unesco ve en este proyecto una carga laboral adicional a sus ya muchas obligaciones en la institución y sus proyectos editoriales. También es verdad que Caillois considera que ya ha pagado su deuda con el continente latinoamericano. Finalmente acepta colaborar con la revista, a lo mejor debido a su preocupación por la selección de textos y la diversidad de autores. En la opinión de Caillois, Soca acudiría a George Pillement si él declinaba la oferta, limitando al panorama argentino a autores como Manuel Gálvez y Hugo Wast.93
Solo se editan dos números de la revista en Francia antes de ser trasladada a Montevideo, entre los autores publicados por Caillois y Pierre Davis podemos citar Jules Supervielle, Borges y Felisberto Hernández. A pesar de la corta vida de la revista en el campo francés, se inscribe en el macro proyecto de mediación que edificó Caillois por la literatura latinoamericana. El legado de Caillois es indiscutible. Borges, Cortázar, Neruda coinciden en que el sociólogo fue uno de los primeros y más importantes difusores de la literatura del continente. Croix de sud fue la primera colección dedicada enteramente a la narrativa venida del otro lado del Atlántico. A pesar de sus controversiales traducciones fue el primero en traducir e introducir a varios escritores hispanohablantes y lusófonos en Francia, Caillois editó y difundió a muchos de los escritores que posteriormente serían representantes del famoso boom latinoamericano.
A manera de conclusión
Como hemos podido ver a lo largo de estas páginas, nuestros dos mediadores poseen sus propios estilos de mediación, sus estrategias asumidas en su rol de «passeur» de la cultura latinoamericana pueden converger o divergir en ciertos puntos. Hemos visto que sus redes se caracterizan por tener miembros a lo largo del mundo hispano y europeo -cabría agregar a Norteamérica -vinculados al mundo de las letras, especialmente escritores y directores de revistas. Asimismo, estudiamos cómo estas redes son constituidas como mecanismos de circulación de objetos culturales que propician el diálogo cultural. Concluimos que la diferencia más marcada sea tal vez el perfil de esos corresponsales que en la red de Caillois convergen figuras del primerísimo plano de las letras mientras que en la de Aínsa, existe una abundancia de escritores no pertenecientes al canon literario internacional. Es justamente esa diferencia entre sus conexiones que va a determinar el tipo de mediación.
Aínsa media ante la academia, pues muchos de sus corresponsales están de alguna manera vinculados a universidades y sus centros de investigación. Las revistas constituyeron uno de los puentes principales para la vehiculación de autores, mediación que realizó desde la crítica y como canal de comunicación entre los escritores y los organismos de publicación. Del lado de Roger Caillois, observamos que sus acciones más destacadas por la difusión literaria fueron en el campo de la edición, logrando editar a los grandes maestros de la literatura latinoamericana que son considerados como escritores canónicos a nivel internacional. A lo largo del texto hemos revisado diferentes facetas de nuestros intelectuales satélite: editores, traductores, escritores, docentes, intermediadores. Estos perfiles nos dan una pista sobre el tipo de mediación. Hemos hablado de la mediación académica, relacionado con las actividades y acciones que se vinculan en algún punto con la academia; la mediación científica, acciones a favor de la circulación de textos y publicación de textos (en esta mediación podemos incluir la traducción); la mediación editorial, que implica sus posiciones como editores. También podríamos proponer un tipo de mediación crítico-literaria que tiene que ver con su faceta de escritores, es el caso de Aínsa quien desde sus artículos y ensayos favoreció la circulación de ciertos autores. Estos tipos de mediación no son categorías fijas o excluyentes, una acción mediadora puede ser parte de dos tipos de mediación, por ejemplo, muchas de las acciones de Aínsa se pueden clasificar entre «mediación académica» y «mediación científica». Tampoco son las únicas categorías, es una tipología en construcción que pueden ser ampliada o revisada.