Introducción
Las armas de fuego convencionales utilizan los gases provocados por la combustión rápida de la pólvora para la propulsión del proyectil. Por su parte, las armas de aire comprimido impulsan el proyectil mediante la expansión de gases previamente presurizados1. Las armas de aire comprimido dotadas de un cañón estriado se conocen como rifles de aire comprimido2.
A diferencia de las armas de fuego, cuya comercialización, tenencia y uso está regulado, las armas de aire comprimido carecen de mayor regulación en nuestro país.3,4 Esto contribuye a la errónea percepción del público de que se trata de un armamento de baja peligrosidad, no letal, cuya finalidad es lúdica o a lo sumo para la caza de animales, como aves o pequeños mamíferos2,5.
Sin embargo, la bibliografía internacional reporta comunicaciones de casos de heridas graves causadas por proyectiles de armas de aire comprimido, especialmente en población pediátrica y joven, incluidos algunos casos fatales1,5–12.
Este artículo es la primera comunicación nacional de una lesión letal provocada por un proyectil de un arma de aire comprimido. El objetivo es alertar sobre los riesgos que supone la venta, el porte y el uso libre de este tipo de armamento y la necesidad de su regulación.
Reporte del caso
Un grupo de amigos adolescentes estaba festejando en horas de la madrugada en una chacra ubicada en una zona rural de nuestro país. Sobre la hora 04:00, dos de los jóvenes se dirigieron al casco de la chacra. Uno de ellos tomó un rifle de aire comprimido con mira telescópica manifestó querer hacer una broma para asustar al resto del grupo y efectuó disparos a 25 metros de distancia. Dos de ellos alcanzaron a uno de los amigos y le produjeron dos heridas: un orificio de entrada de 0,5 cm en la cara anterior del hemitórax derecho, inmediatamente por debajo del mamelón (Imagen 1); y una lesión superficial erosiva, redondeada, de 0,5 cm de diámetro en la cara anterior del antebrazo izquierdo (Imagen 2).

Imagen 1. Orificio de entrada de 0,5 cm en la cara anterior del hemitórax derecho, inmediatamente por debajo del mamelón.

Imagen 2. Lesión superficial, erosiva, redondeada, de 0,5 cm de diámetro en la cara anterior del antebrazo izquierdo.
Del relato de los jóvenes surge una demora en advertir la gravedad de una de las lesiones. Confundieron el sonido del disparo con el de una chispa que saltó del fuego y al comprobar que su amigo “no respondía” lo atribuyeron inicialmente a una crisis de broncoespasmo. Cuando advirtieron la herida en el tórax, solicitaron ayuda a sus padres, quienes arribaron al lugar y condujeron a la víctima al encuentro con una emergencia móvil que interceptaron en el camino, continuando el traslado hacia el hospital de la ciudad.
De la historia clínica y la valoración forense durante la internación surge que la víctima ingresó en paro cardiorrespiratorio con una herida penetrante de tórax. Se practicaron maniobras de reanimación y se colocó un drenaje en el hemitórax derecho, del que se obtuvieron 400 ml de líquido hemático. La tomografía mostró persistencia de hemoneumotórax derecho, contusión del lóbulo pulmonar medio con un trayecto aéreo lineal con laceración del parénquima; se visualizó el proyectil alojado en el mediastino, en íntimo contacto con la vena pulmonar inferior derecha y la aurícula izquierda y un derrame pericárdico con espesor máximo de 21 mm en su sector inferior.
Al día siguiente fue valorado por la médica forense, quien constató y documentó fotográficamente el orificio de entrada y la lesión superficial.
El paciente permaneció en coma, con diagnóstico de injuria encefálica anoxo-isquémica irreversible, sin indicación quirúrgica. Estuvo ingresado en la unidad de cuidados intensivos por treinta y cinco días, inicialmente intubado y ventilado y posteriormente traqueostomizado. En la evolución presentó disfunción hemodinámica, múltiples complicaciones infecciosas respiratorias, urinarias y conjuntivales, así como insuficiencia respiratoria severa con sangrado de la vía aérea, seguida de paro cardiorrespiratorio y posterior fallecimiento.
La autopsia forense confirmó los diagnósticos efectuados durante el proceso asistencial y permitió recuperar un proyectil de plomo tipo diábolo sin deformar en la cavidad pericárdica adherido al ventrículo izquierdo. Determinó que la causa final de muerte fue el shock refractario con falla multiorgánica, secundario a la herida penetrante de tórax por un proyectil de un arma de aire comprimido; la etiología médico-legal fue muerte violenta y heteroinferida.
Las pericias balísticas de la Policía Científica, el relevamiento fotográfico de la escena y la diligencia de reconstrucción de los hechos determinaron que el arma fue un rifle de aire comprimido (nitro pistón) marca Crosman Shockwave, modelo CS2SXS, con mira telescópica. Los proyectiles eran de plomo tipo diábolo, de 5,5 mm de diámetro (calibre .22) y 0,84 gramos de peso. La velocidad de salida promedio obtenida en las pruebas de laboratorio fue de 228 metros/segundo. La distancia del disparo fue de 25 metros.
Discusión
Hasta el momento de esta publicación no se encontraron en las bases bibliográficas comunicaciones nacionales sobre lesiones letales causadas por proyectiles de armas de aire comprimido en personas.
Un estudio experimental de 2007 había demostrado la capacidad de penetrar el tórax y causar la muerte de animales con disparos de armas de aire comprimido, aunque se trataba de mamíferos pequeños (conejos) y la distancia era 16 metros13.
Sin embargo, la bibliografía internacional reporta casos y series en que este tipo de armamento causó lesiones de entidad y muerte, en particular por heridas penetrantes de tórax1,12,14.
Las armas de aire comprimido integran el grupo que por mucho tiempo se llamó “armas no letales” (actualmente denominadas “armas menos letales”), a lo que deben la errónea percepción de su baja peligrosidad, cuando en realidad su uso inadecuado es capaz de causar lesiones de entidad y la muerte15,16. En nuestro país se han comunicado casos de muerte por armamento “menos letal”, pero no por proyectiles impulsados por aire comprimido16.
Estas armas se ofrecen en el mercado como “deportivas” o “de uso recreativo”, debido a su empleo para tiro al blanco o caza menor. Esas denominaciones refuerzan la idea de que son menos peligrosas que las armas de fuego convencionales, lo que genera una percepción errónea de seguridad en su uso, aunque son capaces de causar heridas mortales, sea de etiología accidental9,11, suicida5 o, menos frecuentemente, homicida.1,12 De hecho, en el caso que reportamos el arma era un regalo familiar recibido por el adolescente para un empleo recreativo.
A nivel mundial se alerta sobre la necesidad de regular su venta y su uso, así como advertir al público sobre las consecuencias de su empleo inadecuado y sin control5,6,9,12,14,17–19.
El caso que se comunica justifica la preocupación por la baja percepción de riesgo de este tipo de armamento, especialmente tratándose de rifles, aun cuando la munición sea liviana (0,84 gramos) y la distancia de la boca del arma sea considerable (25 metros).
Conclusiones
Los médicos, especialmente quienes trabajan en servicios de emergencia y forenses, deben tener en cuenta la posibilidad de que los proyectiles disparados por armas de aire comprimido penetren en el cuerpo y comprometan órganos vitales.
Es necesario derribar la falsa creencia de que este tipo de armamento es inofensivo para las personas y que el público conozca sus verdaderos riesgos. El riesgo de lesiones graves, incluso mortales, está bien documentado, y este caso refuerza la necesidad de un enfoque más consciente de su peligrosidad.
Desde el punto de vista de la prevención primaria y la reducción de riesgos sería beneficioso que las autoridades públicas intervinieran en el mercado, regulando la venta, el porte y el uso de este tipo de armamento, así como la instrumentación de campañas de concientización que adviertan sus peligros y promuevan su uso responsable.