Introducción
El estudio de la personalidad ha recibido mucha atención desde los inicios de la psicología hasta el momento y la producción de conocimiento sobre este constructo es notable (Larsen & Buss, 2005; Yang & Chiu, 2009) representando uno de los tópicos de mayor relevancia para la Psicología ya que es donde las diferentes áreas y disciplinas de nuestra ciencia convergen (Hampson, 2000).
Esta proliferación de estudios observada en relación al constructo personalidad, no ha sido similar en relación a la espiritualidad y la religiosidad. Probablemente, debido en parte a la creencia en la incompatibilidad entre lo científico y lo religioso (Hill et al., 2000; Weaver, Pargament, Flanelly, & Oppenheimer, 2006) y por otra parte a que la espiritualidad y la religiosidad suelen ser conceptos discutidos teórica y empíricamente (Piedmont, 2001).
Tal como comenta Piedmont (1999), los esfuerzos iniciales han estado dirigidos a la conceptualización y a la construcción de instrumentos, y los interrogantes han girado en torno a si la religiosidad y la espiritualidad son dominios claros y distintos capaces de captar las diferencias individuales, es decir, si es que estos constructos pueden decirnos algo nuevo acerca de una persona o si simplemente se trata de un reagrupamiento de variables psicológicas ya conocidas.
Piedmont (1999; 2009) junto a diferentes equipos de investigación ha estudiado el rol de la personalidad en la comprensión de los constructos de religiosidad y espiritualidad, encontrando que la espiritualidad se presentaría como un sexto factor no redundante con los cinco grandes de la personalidad, como así también tendría un valor predictivo por encima de aquellos en variables psicosociales.
Encuadre teórico breve
La personalidad es uno de los tópicos más estudiados dentro de la ciencia psicológica, esto puede deberse a la influencia que tiene este constructo sobre otras variables como intereses vocacionales, afrontamiento, bienestar, depresión, calidad de vida, satisfacción laboral, incluso salud física y longevidad (Benet-Martínez et al., 2015).
En la actualidad la personalidad es concebida como una estructura psicológica compleja y específica de cada persona, la misma se expresa por una forma particular de sentir, pensar, valorar, comportarse, percibir, interpretar y afrontar la realidad (De las Heras, 2010). La personalidad se desarrolla a partir de la interacción de factores biológicos y ambientales (Millon & Davis, 2004), manifestándose en diferencias individuales que presentan cierta estabilidad contextual y temporal (Maltby, Day, & Macaskill, 2013).
Existen diferentes marcos teóricos para el estudio de la personalidad, dentro de estos, la teoría de los rasgos y su operacionalización es uno de los enfoques más extensamente probados (Robins, Fraley, & Krueger, 2009). Desde este enfoque, la personalidad puede comprenderse como un patrón de pensamientos, emociones y comportamientos que se mantiene relativamente estable a lo largo del ciclo vital (Costa & McCrae, 1980). Partiendo de las primeras taxonomías propuestas por Allport y Odbert (1936), los rasgos de personalidad fueron agrupados en diferentes dimensiones o factores, como por ejemplo los dieciséis factores propuestos por Cattell (1950) o los tres de Eysenck (1976). Posteriormente, a partir del trabajo de diferentes investigadores, entre los cuales se destacan los aportes de Goldberg (1992), Tupes y Christal (1961) y Norman (1963), surgió el Modelo de los Cinco Factores de la Personalidad -FFM, por sus siglas en inglés- (Costa & McCrae, 1980; 1992). En la actualidad dicho modelo se destaca entre los que han cobrado mayor aceptación y consenso (Cupani, Sánchez, Gross, Chiepa, & Dean, 2013; Depaula & Azzollini, 2013). Este enfoque condensa años de estudio y de análisis factoriales llevados a cabo con muestras de diferentes edades, sexo y culturas (Costa & McCrae, 1992). Como resultado de estos análisis se han obtenido cinco Factores denominados: Extraversión; Amabilidad; Responsabilidad; Neuroticismo; y Apertura a la experiencia (Goldberg, 1992). Por esta razón consideramos que el Modelo de los Cinco Grandes de la Personalidad podría servir como punto seguro y referencia útil para el desarrollo y la evaluación de constructos como la religiosidad y la espiritualidad.
Algunos investigadores consideran que espiritualidad y religiosidad constituyen un constructo único, ya que ambos implican la búsqueda de lo sagrado (Hill & Pargament, 2008; Zinnbauer, Pargament, & Scott, 1999), mientras otros enfatizan el carácter distintivo de ambos (Piedmont, 2001). Piedmont, Ciarrochi, Dy-Liacco y Williams (2009) demostraron que la espiritualidad y la religiosidad son constructos que se asocian entre sí, pero son diferentes: correlacionaban con diferentes criterios externos (por ejemplo, conductas prosociales, orientación sexual, propósito en la vida, materialismo, etc.).
Dar una definición sobre qué es la religiosidad de manera comprensiva puede ser una tarea difícil, debido a la multidimensionalidad y la complejidad que reviste este concepto (Hill & Pargament, 2008). A pesar de esto, Koenig (2008) propone una definición en la que afirma que la religión es un sistema de creencias y prácticas sostenidas y llevadas a cabo por una comunidad que se apoyan en rituales en los que se adora y se establece una comunicación con lo sagrado o lo divino, además brinda distintas pautas de comportamiento y describe una manera de entender el mundo y su significado, a los demás y a nosotros mismos. Para Piedmont et al. (2009) la religiosidad se refiere a las creencias sobre lo trascendente aprendidas a partir de una tradición específica y a los rituales y prácticas asociados a una institución u organización social o comunitaria.
La espiritualidad, en cambio, sería definida como una motivación intrínseca de las personas que, conscientes de su propia muerte, crean significados y propósitos para sus vidas, esto es, como una capacidad humana que lleva más allá de la realidad objetiva para relacionarse singularmente con lo que se considera trascendente, como Dios, el universo o un ser superior (Piedmont et al., 2009). Para otros autores como Koenig, McCullough y Carson (2001) la espiritualidad se configura como una búsqueda personal para poder comprender aquellos interrogantes fundamentales de nuestra existencia, la vida, el sentido y de la relación con lo sagrado o trascendente, que puede o no llevar al desarrollo de rituales religiosos o a la conformación de una comunidad.
Por último, en cuanto al marco que brinda el FFM y el concepto de espiritualidad, de acuerdo con Piedmont (1999), tal como fue mencionado anteriormente, la espiritualidad representaría un sexto factor de la personalidad. MacDonald (2000) factorizó de forma conjunta una serie de escalas de espiritualidad junto con los factores del FFM, pudiendo encontrar las cinco dimensiones originales de la personalidad, observando además que muchas de las escalas de espiritualidad definen factores independientes de los dominios del FFM, lo que ha conducido a inferir que se trataría de un sexto factor (MacDonald, 2000; Piedmont, 2001; 2009).
En este contexto el objetivo general de este trabajo ha sido contribuir al progreso del estudio de la psicología de la personalidad, la religión y la espiritualidad en nuestro país. Así mismo, el objetivo específico de este estudio ha sido analizar un modelo factorial que incluya la espiritualidad y los Cinco Grandes Factores de personalidad (FFM) operacionalizados a través del Neo Pi R, para evaluar la posibilidad de que la espiritualidad emerja como un sexto factor y no resulte redundante con los otros cinco factores planteados en el FFM.
Metodología
Según el tipo de diseño y la naturaleza de los datos, el estudio se constituye en una investigación de tipo cuantitativo, siguiendo un diseño ex post facto. Teniendo en cuenta los objetivos planteados, se trata de análisis psicométrico de validez factorial. En cuanto al tiempo de evaluación es un trabajo de corte transversal, ya que se hizo una sola evaluación en el tiempo. Y según la fuente de los datos, se configura en un estudio de campo.
Participantes
A partir de un muestreo no probabilístico, intencional, participaron 186 sujetos (hombres n = 91 y mujeres n = 95), cuyas edades oscilaron entre 18 y 28 años (M = 21.40; DE = 2.76), de nivel socioeconómico medio, pertenecientes a población general. En cuanto al nivel educativo, el 4.3% (n = 8) no terminó el secundario, el 21.5% (n = 40) terminó el secundario -pero no continuó estudiando-, el 63.4% (n = 118) continuó estudiando luego de finalizar el nivel secundario y el 10.8 (n = 20) terminó la universidad.
Materiales
Se administraron los siguientes instrumentos de recolección de datos:
Cuestionario estructurado para recabar datos sociodemográficos. A partir del cuestionario sociodemográfico se obtuvieron datos referentes a: sexo, edad; estado civil y nivel educativo.
Escala de Evaluación de los Sentimientos Espirituales y Religiosos (Assessment on Spirituality and Religious Sentiments, ASPIRES). La ASPIRES fue desarrollada por Piedmont (2004), consta de dos versiones, una versión corta y otra extendida, a su vez cada una de ellas tiene una escala de autoinforme y otra que debe ser respondida por un observador que sea cercano y conozca profundamente al sujeto evaluado. La versión corta es la versión abreviada de la extendida y tiene 13 ítems; los cuatro primeros constituyen un Índice de Religiosidad(Religiosity Index, RI) y miden la frecuencia de la participación religiosa y actividades afines. Por ejemplo, se les solicita a los sujetos evaluados que puntúen con qué frecuencia: lee la Biblia/Tora/Corán; lee literatura religiosa desde; reza - desde 1 (nunca) a 7 (varias veces a la semana)- y participa en servicios religiosos desde 1 (nunca) a 5 (casi siempre). EsteÍndice de Religiosidadse calcula sumando el puntaje Z de cada ítem, ese total obtenido ofrece una medida compuesta de la participación religiosa. Los nueve ítems finales constituyen la Escala de Trascendencia Espiritual(Spiritual Trascendence Scale, STS) que mide el esfuerzo de cada individuo para crear un sentido o significado más amplio, más allá del aquí y ahora. Para Piedmont (2012) la Trascendencia Espiritual implica una motivación intrínseca e individual que guía a las personas dentro de un contexto espiritual, brindando un sentido personal y una perspectiva más amplia acerca de la vida. Esta perspectiva llevaría a distanciarse de su existencia inmediata, haciendo que la persona perciba una unidad fundamental que subyace a los diversos esfuerzos de la naturaleza (Piedmont & Leach, 2002).
El formato de respuesta que evalúa la dimensión de Trascendencia Espiritual, va desde 1 (muy de acuerdo) a 5 (muy en desacuerdo). Quienes obtienen puntuaciones elevadas en esta dimensión entienden el sentido de su vida en un contexto más amplio, siendo uno con la naturaleza y la comunidad, mientras que quienes tienen puntuaciones bajas representan a los que están más impulsados por fines materiales, más centrados en las realidades físicas del aquí y ahora. LaEscala de Trascendencia Espiritual contiene tres subescalas: universalidad que mide la creencia en la unidad y el propósito de la vida (por ejemplo, “creo que existe un plano más elevado de espiritualidad que una a todas las personas”); plegaria que evalúa la sensación experimentada de gozo y satisfacción que resulta del encuentro personal con una realidad trascendente por medio de la oración y/o meditación (por ejemplo, “cuando rezo y/o medito no siento una profunda felicidad y plenitud”) y conexión que valora la creencia de pertenecer a una realidad humana que incluye a todos, que atraviesa las generaciones y proporciona un sentido de responsabilidad y conexión con los demás (por ejemplo, “el recuerdo de mis seres queridos muertos sigue influyendo en mi vida actual”). Se realizó una traducción de la versión extendida, que es la utilizada en este estudio, mide las mismas variables, pero agrega más ítems; elÍndice de Religiosidadcontiene 8 ítems que evalúan laparticipación religiosay también otros 4 que midencrisis religiosa; mientras que laEscala de Trascendencia Espiritualestá compuesta por 23 ítems. Piedmont (2004; 2007; 2008) informó índices de confiabilidad aceptables, tanto para la versión de autoinforme como para la del observador, los coeficientes alpha de Cronbach oscilaron desde .59 a .89. Los índices de consistencia interna obtenidos a partir de las respuestas dadas por los sujetos de la presente muestra de estudio fueron: Para Religiosidad: Participación religiosa α = .86; Crisis religiosa α = .72. Para Trascendencia Espiritual: Universalidad α = .72; Conexión α = .63; Plegaria α = .91; y para la escala completa, Espiritualidad Total α = .86.
Inventario Revisado de Personalidad NEO (NEO PI-R). El NEO PI-R desarrollado por Costa y Mc Crae (1992) es un instrumento que operacionaliza el enfoque de los Cinco Grandes Factores para evaluar la personalidad adulta normal. Lo hace a través de un sistema tradicional de evaluación. Esto es, se le proponen al sujeto una serie de afirmaciones del tipo: “Me gusta tener mucha gente alrededor” y su tarea consiste en valorar este ítem en una escala de 1 a 5, donde 1 indica que está totalmente en desacuerdo con dicha afirmación y 5 que está totalmente de acuerdo. Cada una de estas dimensiones, está desglosada en seis escalas diferentes, cada una de las cuales satisfacen los siguientes requisitos: (a) para el mismo ámbito son totalmente diferentes entre sí, (b) representan el ámbito en cuestión de la forma más completa posible, y (c) son importantes y reconocidas por la literatura psicológica.
El instrumento posee 240 afirmaciones, de las cuales se desprenden los Cinco Grandes Factores denominados: Neuroticismo, Extraversión, Apertura a la experiencia, Amabilidad/Agradabilidad y Responsabilidad. Cada uno de estos factores, como puede observarse en la Figura 1, contiene 6 facetas respectivamente.
Este inventario ha sido adaptado para la Argentina por Richaud de Minzi, Lemos y Oros (2001; 2004). Los resultados psicométricos de dicha versión en nuestro contexto, indicaron una consistencia interna, calculada a través del coeficiente alpha de Cronbach, entre α = .66 y α = .82 y a su vez, para cada factor de forma independiente, un valor de α = .82 para Neuroticismo, α = .67 para Extraversión, α = .66 para Apertura a la experiencia, α = .70 para Agradabilidad y α = .81 para Responsabilidad, valores semejantes a los de la versión original. El estudio de la validez constructiva factorial permitió corroborar los factores y facetas planteados por Costa y McCrae (Richaud de Minzi et al., 2001).
Procedimientos seguidos para la recolección de los datos
Los instrumentos fueron administrados de manera individual, y según el caso, en el hogar, trabajo o ámbito académico de cada uno de los participantes. En todos los casos, se solicitó previamente el consentimiento informado firmado. La participación fue voluntaria y anónima, ateniéndose a los requisitos éticos establecidos en lo referente a investigación, por el código de ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA).
Procedimientos seguidos para el análisis de los datos
En concordancia con el objetivo del trabajo se realizaron estudios factoriales. Para su realización, evaluación de supuestos y cálculo de los índices de ajuste correspondientes, los datos fueron procesados estadísticamente mediante los programas SPSS 21 (Statistical Package for the Social Sciences, IBM Corporation, 2012) y FACTOR 8 (Lorenzo Seva & Ferrando Piera, 2012).
Resultados
Para verificar la posibilidad de llevar a cabo los siguientes análisis factoriales exploratorios, se comprobaron los supuestos de normalidad analizando los índices de asimetría y kurtosis de los reactivos, encontrándose en todas las variables valores entre +/- 1.00 en ambos índices, lo cual es considerado óptimo, con excepción de la variable Apertura cuyo valor de kurtosis fue de 1.57, de todos modos, índices entre +/-1.60, son considerados adecuados (George & Mallery, 2003).
De este modo se realizó un primer Análisis Factorial Exploratorio (AFE) a partir de un Análisis de Componentes Principales (ACP) con rotación Varimax, tal como es recomendado cuando la correlación entre factores es menor a .32 (Tabachnick & Fidell, 2013; Tornimbeni, Pérez, & Olaz, 2008), en este caso la correlación entre factores fue de .23. Se solicitó la extracción de dos factores; partiendo del supuesto que la espiritualidad y los aspectos vinculados a las cuestiones religiosas se pesarían en un factor diferente a los aspectos de la personalidad.
En la Tabla 1 pueden observarse la distribución de los pesos de las dimensiones en los factores “Espiritualidad y Religiosidad y Personalidad”.
Se calcularon varios índices de ajuste como el estadístico chi-cuadrado (χ 2 ) dividido por los grados de libertad. En cuanto a su interpretación, se considera que un cociente de 4 es un ajuste razonable, (Wheaton, Muthen, Alwin, & Summers, 1977), mientras que aquellos valores cercanos a 2, son considerados como muy buenos (Tabachnick & Fidell, 2013). En este caso el resultado obtenido fue de 1.52.
Otros autores (Browner & Crudeck, 1993) proponen considerar también el promedio de los residuales estandarizados (RMSEA) debido a que proporciona un mejor índice de ajuste. Otros indicadores de ajuste relativo son el índice comparativo de ajuste (CFI), el índice de bondad de ajuste (GFI) y el índice de bondad de ajuste corregido a los grados de libertad del modelo (AGFI). Estos índices se encuentran entre los más utilizados, ya que están menos afectados por el tamaño de la muestra (Bentler, 1990). Generalmente se considera un buen ajuste cuando los índices de bondad de ajuste se encuentran en valores > .90 y RMSEA < .08 (Hu & Bentler, 1999). Los resultados obtenidos en relación a estos índices fueron: CFI = .923; GFI = .968; AGFI = .949 y RMSEA = .07.
Seguidamente se realizó otro AFE, también a partir de un Análisis de Componentes Principales (ACP). En este caso se realizó una rotación oblicua (Oblimin) dado que la correlación entre los factores Participación Religiosa y Agradabilidad (r = .36), Neuroticismo y Escrupulosidad (r = -.43), Neuroticismo y Extraversión (r = -.36), fue mayor a ± .32.
Se solicitó la extracción de seis factores; partiendo del supuesto de que por un lado se pesarían la espiritualidad (considerando en este caso el puntaje total de espiritualidad) y los aspectos vinculados a la participación religiosa y en los cinco factores restantes se distribuirían las cinco dimensiones de la personalidad evaluadas por el NEO PI R.
En este caso no fue posible evaluar el ajuste del modelo dado que son necesarias al menos dos variables por factor para que los parámetros de ajuste sean calculados.
Discusión y Conclusiones
Como pudo observarse en la Tabla 1, con excepción de la dimensión Conexión de laEscala de Trascendencia Espiritual, las dimensiones de Plegaria y Universalidad, y las dimensiones de Crisis y Participación de la Escala de Religiosidad, cargaron factorialmente en un factor, y en otro diferente, las cinco dimensiones de personalidad de los Big Five. La dimensión Conexión, presentó un peso bajo en la matriz factorial, en consistencia con otros estudios realizados por Piedmont (1999). Sin embargo, los índices de ajuste del modelo observado fueron satisfactorios y permiten inferir que los aspectos vinculados a la espiritualidad y a la religiosidad conforman un factor diferente a la personalidad.
Los resultados encontrados con respecto a la dimensión Conexión, si bien no eran los esperados, coinciden con otros estudios realizados por Piedmont (1999) en los que esta dimensión tampoco se pesó claramente en el factor de espiritualidad y lo hizo con un muy bajo peso. En un reciente estudio realizado en Argentina (Simkin, 2017), esta dimensión presentó una consistencia interna de .57, claramente inferior a lo valores obtenidos en Universalidad (α = .76), Crisis Religiosa (α = .68), Plegaria (α = .91) y Participación Religiosa (α = .91).
Con respecto al segundo análisis realizado (ver Tabla 2) en el que se extrajeron 6 factores, incluyendo en el mismo análisis únicamente los puntajes totales de los cinco factores de personalidad y el puntaje total de Espiritualidad y Participación Religiosa, los resultados encontrados mostraron que por un lado cargaron factorialmente el puntaje total de Espiritualidad y Participación Religiosa y cada una de las dimensiones de personalidad cargaron en cada uno del resto de los cinco factores. Los factores de Neuroticismo, Escrupulosidad, Extraversión, Apertura y Agradabilidad, cargaron fuertemente cada uno en un factor diferente.
Estos resultados, tal como menciona Simkin (2017), destacan la relevancia de continuar con el desarrollo de estudios que vinculan la espiritualidad con la personalidad, desde el enfoque de los Big Five, dado que aún continúa el debate acerca de si la personalidad se constituiría en un sexo factor de personalidad o podría ser explicado por un conjunto de rasgos asociados a otros factores, como ser amabilidad o la apertura a la experiencia (Saroglou, 2014).
Dentro de las limitaciones observadas en este estudio podemos mencionar el muestreo realizado, de tipo intencional y el tamaño de la muestra; lo que repercute en un menor control de posibles sesgos y en la generalización de los resultados. Así mismo, deben considerarse las limitaciones propias de las medidas de autoinforme.
Por otro lado, los resultados obtenidos en relación a la dimensión Conexión, si bien, como se mencionó anteriormente, han sido consistentes con otras investigaciones, nos sugieren profundizar en el estudio particular de esta dimensión tanto a nivel teórico como en su consecuente operacionalización.
En cuanto a los alcances, en términos generales, los hallazgos encontrados en los diferentes AFE, en línea con otras investigaciones (Piedmont, 1999; Piedmont & Wilkins, 2013; Simkin, 2017); permiten evaluar el rol de la espiritualidad dentro de una teoría de la personalidad que contemple esta importante dimensión, permitiendo una mirada más holística en la comprensión de las diferencias individuales en torno a personalidad humana.
Trabajo financiado por la Facultad Teresa de Ávila de la Universidad Católica Argentina, sede Paraná. Proyecto de Investigación de la cátedra Psicología de la Personalidad.
Cómo citar este artículo:
Lemos, V., & Oñate, M. E. (2018). Espiritualidad y personalidad en el marco de los Big Five.Ciencias Psicológicas,12(1), 59-66. doi: 10.22235/cp.v12i1.1595