El bienestar espiritual se inserta en el marco de la psicología positiva que comienza a desarrollarse en la última década del siglo pasado (Snyder et al., 2016). La psicología positiva fue introducida por Seligman (Seligman & Csikszentmihalyi, 2000) con el propósito de cambiar el paradigma tradicional (Córdova Flores et al., 2023) orientándolo al desarrollo de cualidades (Jin et al., 2021) y dejando de lado la preocupación por los aspectos negativos de la vida. De esta manera, estudia el flow, la esperanza, los valores, el bienestar, el optimismo, la felicidad, la resiliencia, las emociones positivas y las fortalezas (López & Snyder, 2009), la gratitud (Moyano, 2010) y el perdón (López et al., 2003). Por ello ha adquirido gran relevancia tanto para la felicidad como para el bienestar mental de las personas en general (Córdova Flores et al., 2023).
Paloutzian y Ellison (1979) plantean que el bienestar espiritual está compuesto por el bienestar religioso, referido a la relación de la persona con Dios, y el bienestar existencial, relacionado con el significado y el propósito en la vida. A pesar de ser distintos, tienen una mutua dependencia; además el bienestar espiritual constituye una manifestación de la salud espiritual y debe observarse como una variable continua (Ellison, 1983). El bienestar espiritual puede organizarse sobre la base de las creencias populares y encarna la esperanza de una vida basada en su relación consigo misma, con las personas que le rodean, con la naturaleza, con Dios y las prácticas religiosas (Baykal, 2020; Ellison, 1983), con la vida, y el futuro (Tudder et al., 2017).
El bienestar espiritual es un factor integral que predice una adecuada salud mental, con una relación directa y positiva con el bienestar subjetivo, núcleo central que conecta aspectos físicos, emocionales y sociales (Khamida et al., 2023; Yoo et al., 2022). El bienestar espiritual es determinante para afrontar situaciones difíciles y tener un propósito de vida (Noer, 2023), tiene relación con la resiliencia (Duran et al., 2020; Razaghpoor et al., 2021), esperanza (Dadfar et al., 2021), autoestima y autoeficacia (Darvishi et al., 2020), adaptación a la enfermedad (Senmar et al., 2020), así como satisfacción y alegría de vivir (Leung & Pong, 2021). Además, las personas con un buen nivel de bienestar espiritual presentan misericordia, humildad, paz, honestidad y armonía (Pong, 2018) y gratitud (Tudder et al., 2017), temas estudiados por la psicología positiva. A su vez, se relaciona inversamente con la ansiedad y el estrés (Leung & Pong, 2021).
En la medida en que el bienestar espiritual constituye un factor protector que podría influir positivamente en diversas variables relacionadas a la psicología positiva, el presente estudio pretende explicar la influencia del bienestar espiritual en el perdón, la gratitud y la resiliencia en estudiantes universitarios.
El perdón constituye un proceso que favorece el bienestar psicológico de las personas, proporciona restauración y facilita las relaciones con los demás (Enright & Fitzgibbons, 2015). Es una experiencia interna que implica cambios cognitivos y afectivos positivos posteriores a la experiencia de haber vivido alguna pérdida significativa (Thompson et al., 2005). Posee consecuencias prosociales, ya que permite remediar aquellas relaciones sociales que han sido deterioradas por las transgresiones (Bartholomaeus & Strelan, 2016). Para Berry et al. (2005), el perdón constituye un rasgo de personalidad que brinda resultados favorables para la misma persona y sus relaciones sociales. La experiencia de perdonar y ser perdonado está asociada a la creencia en alguna deidad (Silva Chanta et al., 2023), lo cual se vincula directamente al componente religioso del bienestar espiritual. Además, puede ser desarrollado como estrategia para la prevención de los conflictos interpersonales (García-Martín & Calero-García, 2019; Vitz, 2018), en la medida en que abre la disposición para la reconstrucción de las relaciones interpersonales. Se ha encontrado que los estudiantes universitarios con una mayor orientación al perdón interpersonal presentan una menor tendencia a la venganza luego de haber vivido una trasgresión interpersonal (Rey & Extremera, 2016; Zhuang & Qiao, 2018).
En cuanto a la relación del perdón con bienestar espiritual, Lawler-Row y Piferi (2006) encontraron que las personas que tenían mayores niveles de perdón puntuaban más alto en apoyo social, conductas saludables y bienestar espiritual.
La gratitud es un constructo de la conciencia espiritual que implica reconocer los beneficios de la vida y apreciar lo positivo (Büssing et al., 2018; Manala, 2018). Constituye una forma de emoción que posteriormente puede llegar a configurarse en una actitud o un sentimiento (Khairul et al., 2022). Se considera como una respuesta de carácter afectiva ocasionada por haber recibido algún beneficio generando un comportamiento prosocial con el bienhechor, lo cual hace posible que se forjen emociones positivas, como la alegría y la felicidad, basadas en un procesamiento cognitivo que le asigna valor a la acción de ayuda recibida (Alarcón, 2014). Aunque algunos autores sostienen que las personas podrían sentir agradecimiento por la tragedia y sus consecuentes resultados negativos (Emmons, 2013; Jans-Beken, 2019). En líneas generales, se le considera como una disposición inherente a la persona (Wood et al., 2010) que contribuye al optimismo, afectos positivos y satisfacción con la vida (McCullough et al., 2002; Portocarrero et al., 2020) y se asocia con niveles bajos de síntomas depresivos (Iodice et al., 2021).
A su vez, la gratitud tiene implicancias en el funcionamiento social; es decir, en la generación del bienestar comunitario (Lambert et al., 2010; Snyder & Lopez, 2002), pues ha sido considerada como una virtud interpersonal que hace posible una mejor vinculación con los otros (Algoe et al., 2010), que genera conductas prosociales (Grant & Gino, 2010). Asimismo, las personas que puntúan alto en gratitud tienden a ser más religiosas, orientadas y sensibles espiritualmente (McCullough et al., 2002).
Tudder et al. (2017) demostraron que el bienestar espiritual constituye un predictor de la gratitud independientemente de los efectos de la personalidad en estudiantes de pregrado. Así, en la medida en que el bienestar espiritual constituye tanto el bienestar religioso como el bienestar existencial (Paloutzian & Ellison, 1979), facilita la generación de la gratitud, entendida como el conjunto de afectos positivos que incluyen emociones positivas (Chopik et al., 2019; McCullough, et al., 2002), estado que impacta positivamente en la salud mental y espiritual de los individuos. Emmons y Kneezel (2005) hallaron que las emociones y tendencias de agradecimiento estaban relacionadas tanto con las prácticas religiosas convencionales (por ejemplo, asistir a la iglesia y leer la Biblia), la autotrascendencia espiritual y la santificación a través de metas personales (el grado percibido en el que los esfuerzos permiten a uno sentirse más cerca de Dios); es decir, el bienestar religioso (componente del bienestar espiritual) está vinculado a la gratitud.
En la actualidad no existe un acuerdo común en la literatura científica acerca de la definición del término resiliencia, ya que incluye factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales que se encuentran presentes en el momento de la respuesta frente al estrés (Masten et al., 2021). Algunos estudios asumen que se trata de un constructo unidimensional y otros lo abordan multidimensionalmente (Surzykiewicz et al., 2019). En general, es definida como la capacidad que se tiene para recuperarse frente a las circunstancias adversas y constituye un factor protector frente al estrés, que permite recuperarse de situaciones vitales (Ponce-Peñaloza et al., 2023; Rodríguez Ugalde, 2023; Turner, 2014).
La resiliencia constituye un proceso dinámico y adaptativo que involucra la generación de recursos internos y externos cuando la persona se enfrenta a situaciones adversas y como respuesta se adapta y se recupera rápidamente (Reyes-Díaz et al., 2023; Wagnild & Young, 1993). Un mayor estrés genera un mayor compromiso y resiliencia, que facilita la adaptación y estabilidad emocional (Reyes-Díaz et al., 2023). Es el resultado a partir de las interacciones entre las personas y los recursos observables en la familia, los amigos, la escuela, la comunidad local, entre otros (Ahern, 2006) y varía de acuerdo a las variables sexo, edad, cultura, y según la situación estresante (Seperak-Viera et al., 2023).
En cuanto a la relación entre bienestar espiritual y resiliencia se ha encontrado que un mayor nivel de bienestar espiritual aumenta el nivel resiliencia, lo que facilita que las personas puedan enfrentar sus problemas (Eksi et al., 2019). Hallazgos similares fueron obtenidos por Kamya (2000) en estudiantes de trabajo social. Por su parte, Seperak-Viera et al. (2023) refieren que la resiliencia facilita el reajuste tanto biopsicosocial como espiritual, lo que promueve el bienestar psicológico y el desempeño académico en universitarios.
En otras muestras también se ha hallado relación entre el bienestar espiritual, la resiliencia y otros constructos. Por ejemplo, en adultos mayores, hay una relación directa con la resiliencia e inversa con la depresión (Zafari et al., 2023); en pacientes con hemodiálisis (Duran et al., 2020) y enfermedades médicas graves (Bagereka, 2023).
A pesar de la importancia que tiene el bienestar espiritual en el perdón, la gratitud y la resiliencia, no se han encontrado reportes en Perú ni en Latinoamérica que los aborden de manera conjunta, por lo que este estudio pretende cubrir una brecha y abrir camino a futuras investigaciones. Además, los hallazgos permitirán en un futuro construir un perfil con el que se identifique y promueva las fortalezas humanas individuales y colectivas (Diener et al., 2018; Shoshani & Shwartz, 2018).
Método
Participantes
Este es un estudio de diseño explicativo con variables latentes (Ato García & Vallejo Seco, 2015). Se utilizó un muestreo no probabilístico intencional y la muestra estuvo conformada por 957 estudiantes universitarios peruanos, 29.5 % varones y 70.5 % mujeres, quienes indicaron una edad mínima de 16 años y una edad máxima de 30 años (M varones = 22.44; DE varones = 3.15; M mujeres = 21.04; DE mujeres = 3.16), procedentes de 13 universidades (4 públicas 22.36 % y 9 privadas 77.64 %), ubicadas en Lima Metropolitana. El 31.24 % indicó ser creyente practicante de alguna religión, 49.22 % señaló ser creyente no practicante, 3.55 % indicó ser ateo y 15.99% refirió ser agnóstico. La participación fue voluntaria y sin incentivos. Como criterios de inclusión se consideraron que fueran peruanos y que no superaran la edad de 30 años.
Instrumentos
Escala de bienestar espiritual (SWBS). Fue diseñada por Paloutzian y Ellison (1982) para medir el bienestar espiritual, está compuesta por 20 ítems que se distribuyen en dos dimensiones: la dimensión de bienestar religioso describe el sentido de satisfacción y la conexión positiva con Dios (1, 3, 5, 7, 9, 11, 13, 15, 17 y 19) y la dimensión de bienestar existencial refiere a la satisfacción con la vida y a su propósito (2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18 y 20). Los ítems presentan un escalamiento de respuesta tipo Likert de 6 puntos que van de totalmente en desacuerdo (1) a totalmente de acuerdo (6). Tiene un conjunto de ítems redactados positivamente (3, 4, 7, 8, 10, 11, 14, 15, 17, 19 y 20); mientras que hay otros reactivos redactados en dirección negativa (1, 2, 5, 6, 9, 12, 13, 16 y 18). Para obtener el puntaje total, primero se invierten los ítems de dirección negativa y posteriormente se suman los puntajes de las dos dimensiones. Para este estudio se utilizó la adaptación realizada por Salgado-Lévano et al. (en prensa), en donde se corroboró la existencia de un factor general y dos factores específicos, siendo su fiabilidad adecuada.
Escala de Disposición al Perdón (TFS). Fue construida por Berry et al. (2005) y está conformada por 10 ítems que permiten a la persona autoevaluarse sobre su propensión a perdonar transgresiones interpersonales. Su calificación se basa en una escala de 5 puntos (de 1 totalmente en desacuerdo a 5 totalmente de acuerdo), con 10 como puntaje mínimo y 50 como máximo, siendo que a mayor puntaje existiría mayor disposición a perdonar. Los ítems 1, 3, 6, 7 y 8 son calificados de manera inversa, después de lo cual se obtiene la puntuación total. En este estudió se utilizó la versión adaptada por Los Arcos (2019), quien halló la estructura interna mediante un análisis factorial exploratorio con el método de componentes principales y halló la confiabilidad por consistencia interna (α = .70).
Escala de Gratitud (EG). Fue elaborada por Alarcón (2014) y está compuesta por tres dimensiones que son reciprocidad (8, 9, 10, 12, 13, 14, 15, 16 y 17), obligación moral (1, 2, 3, 4, 5, 7 y 18) y cualidad sentimental (6 y 11), que hacen un total de 18 ítems. Los ítems presentan una escala de respuesta tipo Likert de cinco alternativas, que va de totalmente de acuerdo (5) a totalmente en desacuerdo (1), donde los puntajes altos señalan reacciones positivas hacia la gratitud. Se califican inversamente los ítems 5, 6 y 11. En esta investigación se ha considerado la validación realizada por Ventura-León et al. (2018) en una muestra de universitarios limeños en la cual se propone que esta medida presenta una estructura bidimensional con un factor general, por lo que se elimina la dimensión cualidad sentimental. Esta estructura se verificó mediante un modelo bifactor con un estimador robusto (SB χ²/gl. = 0.88; SRMR = 0.036; CFI = 1; RMSEA = 000(.000-.017)). La confiabilidad de la escala se determinó por consistencia interna (ω global = .808), reciprocidad (ω = .628) y obligación moral (ω = .767).
Escala Breve de Resiliencia (EBR). Diseñada originalmente por Wagnild (2009) mide el grado de resiliencia individual, entendida como una característica personal positiva que facilita la adaptación a situaciones de adversidad. Está compuesta por 14 ítems con una escala Likert con opciones que van desde 1 (totalmente de acuerdo) a 7 (totalmente en desacuerdo). En este estudio se utilizó la adaptación al español de Sánchez-Teruel y Robles-Bello (2015) quienes utilizaron un análisis factorial exploratorio para corroborar la estructura interna y hallaron una estructura unidimensional que explica el 75.97 % de la varianza. También constataron que la EBR se relaciona indirectamente con las puntuaciones del STAI (ansiedad) y del BDI (depresión). Por consistencia interna fue hallada la confiabilidad obteniendo α = .79.
Procedimientos
Las coordinaciones con las instituciones educativas estuvieron a cargo directamente del equipo de investigación. La administración de los instrumentos fue online para lo cual se elaboró un formulario de Google Forms que contenía el consentimiento informado, una ficha de datos socioeducativas y los protocolos de los cuatro instrumentos. Para mayor rigurosidad en la aplicación se siguieron (1) los lineamientos establecidos por la American Educational Research Association, la American Psychological Association y el National Council on Measurement in Education (2018) tanto para la seguridad como en la confidencialidad de la información; (2) las normas establecidas en el Capítulo III, Investigación del Código de Ética y Deontología del Colegio de Psicólogos del Perú (2017); y (3) los crterios propuestos por Elosua (2021) para disminuir los efectos que podría tener la aplicación virtual. Cabe señalar que solo formaron parte de la muestra los que aceptaron participar en la investigación y marcaron en afirmativo en el consentimiento informado.
Análisis de datos
El análisis estadístico se realizó con el software IBM SPSS versión 25 y el RStudio versión 1.1.456, específicamente con la librería lavaan (Rosseel et al., 2018). Inicialmente se realizó el análisis exploratorio para identificar outliers y datos faltantes, en el caso que su presencia no superara el 5 % se consideró pertinente aplicar un procedimiento de imputación de datos faltantes.
El análisis descriptivo incluyó la media (M), desviación estándar (DE), puntaje mínimo (Mín) y máximo (Máx), coeficiente de asimetría (g1) y curtosis (g2). Para la identificación de las relaciones entre las variables se reportó la matriz de correlaciones, para su interpretación se tomaron las sugerencias de Cohen (1992), donde los valores iguales o inferiores a .10 son consideradas como efecto nulo, los mayores de .10 o hasta .30 son efecto pequeño, los superiores a .30 hasta .50 son efecto mediano y los valores superiores a .50 un efecto grande.
Para la realización del modelo se empleó el análisis de ecuaciones estructurales mediante el método Weighted Least Square Mean and Variance Adjusted (WLSMV), debido a la naturaleza categórica de las variables (Verdam et al., 2016), el modelo de medida incluye las relaciones de los ítems con cada uno de sus constructos y se reportan las relaciones entre las variables latentes. El ajuste del modelo estructural se exploró mediante la razón chi cuadrado entre los grados de libertad (χ2/gl) con valores esperados menores a 3, Root Mean Square Error of Approximation (RMSEA) y Standarized Root Mean Square Residual (SRMR), en ambos casos se esperan valores por debajo a .08 (Bentler & Bonnet, 1980). También se reportó el Comparative Fit Index (CFI) de Jöreskog y Sörbom (1986), cuyos valores aceptables se encontraban por encima de .95 (Bentler, 1992; Hair et al., 2010), al igual que el Índice de Tucker-Lewis (TLI) (Kline, 2015).
Resultados
Análisis descriptivo
En la Tabla 1 se exponen las medidas descriptivas que dan cuenta de la tendencia de los promedios hacia los puntajes máximos. No obstante, en el caso de bienestar espiritual se obtiene un coeficiente de variación igual a 21.6 % lo que sugiere homogeneidad en los puntajes. Respecto al perdón, esta alcanza un coeficiente de variación igual a 19.9 % que corresponde a la misma categoría. En el caso de la gratitud, la variación es igual a 14.1 %, lo que significa que sus datos son muy homogéneos, al igual que los puntajes de resiliencia, que obtuvo un coeficiente igual 17.4 %. En lo referente a los coeficientes de asimetría y curtosis se pueden observar asimetrías con tendencia negativa en todos los casos. En relación con la curtosis los valores sugieren tendencias predominantemente leptocúrticas.
Modelamiento de ecuaciones estructurales
El modelo se estimó con el método DWLS, para constatar su pertinencia se revisaron los siguientes índices de ajuste: CFI = .966, TLI = .964, RMSEA = .079 (.078-.081), SRMR = .070, todos ellos con valores adecuados. El análisis de los modelos de medida para cada uno de los instrumentos resultó adecuado con cargas factoriales por encima de .40 en todos los casos, con excepción del ítem 11 de la Escala de Gratitud. En lo que refiere a la relación entre las variables se puede observar que el bienestar espiritual tiene efectos directos sobre el perdón, la gratitud y la resiliencia (Figura 1). Asimismo, la covarianza entre perdón y gratitud fue .090 (p> .05), mientras que la covarianza entre perdón y resiliencia fue .236 (p < .01) y la covarianza entre gratitud y resiliencia fue igual a .122 (p < .01).
Discusión
El propósito del presente estudio fue identificar en qué medida el bienestar espiritual explica el perdón, la gratitud y la resiliencia en una muestra de estudiantes universitarios de Lima. Los resultados dan cuenta del cumplimiento de estas relaciones, se ha encontrado que el bienestar espiritual tiene efectos directos, estadísticamente significativos y de una magnitud moderada sobre el perdón, la gratitud y la resiliencia. Al respecto, el análisis de las medidas descriptivas da cuenta de promedios con tendencia hacia los puntajes máximos, lo que sugiere una fuerte presencia del bienestar espiritual, disposición al perdón, la gratitud y la resiliencia. Al verificarse la homogeneidad de los datos, se entiende que las variaciones de estos puntajes no son importantes más allá de las diferentes características sociodemográficas que caracterizan a la muestra. En tal sentido, esta tendencia de los jóvenes de presentar orientaciones positivas hacia atributos psicológicos positivos es similar a lo reportado por Razaghpoor et al. (2021), Baykal (2020) y Duran et al. (2020). Lo cual es importante para la calidad de vida de los universitarios, ya que se ha identificado que el componente espiritual es altamente valorado por ellos (Grimaldo et al., 2020; López-Sánchez et al., 2023).
Los resultados concuerdan con los hallazgos de Vitz (2018) al señalar que los factores que contribuyen a la disposición para perdonar y reconstruir las relaciones sociales e interpersonales que han sido deterioradas por las transgresiones se asocian con la búsqueda de paz interior y mayor conciencia de humildad compartida, ambos elementos propios del bienestar espiritual (Ellison, 1983). En esa misma línea, Zhuang y Qiao (2018) encontraron que el perdón se construye desde un marco de valores y principios que fomentan la comprensión, la empatía y la aceptación; los cuales corresponderían a la dimensión de bienestar existencial, dentro del bienestar espiritual, relacionada con el significado y el propósito en la vida (Paloutzian & Ellison, 1979).
Los hallazgos del presente estudio indicarían que los procesos dinámicos que involucran dominios cognitivos, funcionales y emocionales del bienestar espiritual afectan positivamente tanto la disposición interna como las interacciones sociales de una persona (Chou et al., 2016), elementos esenciales para el perdón desde la postura prosocial de la que hablan Bartholomaeus y Strelan (2016), siendo una ruta importante para contribuir en la armonía, la restauración y el relacionamiento con los demás, también mencionadas en los estudios de Rey y Extremera (2016) y de Enright y Fitzgibbons (2015). Además de constituirse en la base de cambios cognitivos y afectivos positivos donde se estructura el perdón, posterior a la experiencia de haber vivido alguna pérdida significativa o transgresión (Thompson et al., 2005).
En estudios previos se ha encontrado que el perdón requiere de regulación emocional para hacer frente al conflicto, y emplear la capacidad de empatizar con las perspectivas de los demás y el reconocimiento de que las personas son integraciones complejas de lo positivo y lo negativo (Lawler-Row & Piferi, 2006). De acuerdo a ello, el bienestar espiritual provee al ser humano de actitudes positivas, sentido de satisfacción, disfrute y armonía que favorecen la regulación emocional y las actitudes favorables a la interacción social (Ataei & Chorami, 2021; Yoo, 2023). Así, el bienestar espiritual favorece y promueve la generación de aspectos positivos, como el optimismo, la autoeficacia, la capacidad social y el apoyo emocional, que benefician el proceso de perdón evidenciados en el presente estudio.
En relación con los efectos del bienestar espiritual sobre la gratitud, los hallazgos coinciden con el estudio de Khairul et al. (2022), quienes señalan que el bienestar espiritual es uno de los principales factores que influye en la gratitud, aquella forma de emoción o sentimiento que posteriormente llega a configurarse en una actitud. Asimismo, se encuentra similitud con los reportes de Chopik et al. (2019) al precisar que aquel conjunto de afectos y emociones positivas se estructuran sobre la base de procesos vinculados con el sentido y propósito en la vida y lo relacionado con lo divino; los cuales corresponderían a las dimensiones existencial y religioso del bienestar espiritual (Paloutzian & Ellison, 1979).
Diversos estudios como los de Leung y Pong (2021) y Manala (2018) señalan que la gratitud implica reconocer los beneficios de la vida y apreciar lo positivo, lo que genera afectos y emociones positivas, que se corresponde en gran medida con el propósito de vida que compone el bienestar espiritual. Por otro lado, el sentido de vida le otorga al individuo la posibilidad de afrontar situaciones difíciles que concluyen en una sensación de gratitud (Emmons, 2013). Ya en estudios previos se había encontrado que la dimensión de bienestar religioso se asocia a personas con altos niveles de gratitud con orientaciones más religiosas y sensibles espiritualmente (McCullough et al., 2002).
Coincidiendo con Eksi et al. (2019), el bienestar espiritual fomenta el crecimiento en el amor, el disfrute por la vida y la paz a través de la búsqueda de una vida satisfactoria y la contribución a los demás para ayudarlos a mejorar su propia salud espiritual, lo que constituye la base de la generación de la gratitud y la asignación de valor a la acción de ayuda recibida (Alarcón, 2014), con implicancias en la generación del bienestar comunitario y la vinculación con otros (Algoe et al., 2010; Lambert et al., 2010).
Por otro lado, los hallazgos del presente estudio muestran un efecto positivo y directo en la resiliencia. Similares resultados se hallaron en los estudios de Razaghpoor et al. (2021), Baykal (2020) y Duran et al. (2020), quienes precisan que el bienestar espiritual brinda a la persona pilares como conexión, sentido y propósito de vida, que a su vez generan esperanza, sentido de pertenencia y adaptación, todos ellos elementos básicos para la estructura de la resiliencia. Un sentido de bienestar espiritual sólido ayuda a las personas a enfrentar la adversidad de manera más efectiva, brindándoles estrategias para sobrellevar y superar los desafíos que enfrentan (Turner, 2014).
Otros estudios han reportado que un mayor nivel de bienestar espiritual favorece el desarrollo de la resiliencia facilitando la generación de recursos para enfrentar la adversidad y como respuesta a adaptarse y recuperarse rápidamente (Eksi et al., 2019). Además, entre los mejores predictores de una mayor resiliencia se encuentra tener un propósito de vida, sensación de bienestar sobre el fututo y la capacidad de apreciar la vida (Noer, 2023).
El presente estudio se suma a la literatura actual demostrando la influencia del bienestar espiritual en el perdón, la gratitud y la resiliencia, con evidencias basadas en la conceptualización y práctica. Estos hallazgos tienen implicaciones en el campo de las ciencias sociales y de la salud para elevar los niveles de bienestar espiritual, gratitud, perdón y resiliencia, y constructos relacionados, más aún como señalan Córdova Flores et al. (2023) en contextos universitarios que se caracterizan por no promoverlos.
En educación, su importancia radica en que en la medida en que se aprovechen las potencialidades y se enfaticen en este tipo de constructos se podrá alcanzar un mayor crecimiento personal y académico lo que contribuye a un bienestar integral (Córdova Flores et al., 2023), tarea en la que interviene la familia, las instituciones educativas y el entorno social (Rodríguez Ugalde, 2023). Los profesionales de la salud y los responsables de políticas pueden utilizar estos hallazgos para objetivos de medición, prevención y fortalecimiento que impacten en la salud mental, al generar espacios de intervención y sensibilización que propicien el desarrollo integral de los estudiantes y de las personas en general.
No obstante, el desarrollo de este estudio presenta algunas limitaciones. El hecho de que se trate de una muestra intencional no permite la generalización de los hallazgos (Reales Chacón et al., 2022; Otzen & Manterola, 2017), unido además a que solo son universitarios de Lima. Existe una significativa confusión a nivel epistemológico en el abordaje del bienestar espiritual, el cual a pesar de suscitar un alto interés en la comunidad científica se suele confundir con términos como espiritualidad, salud espiritual, religiosidad, entre otros; por lo que urge una mayor rigurosidad al plantear estos constructos en la literatura científica. La misma naturaleza de los instrumentos al ser autoinformes genera una carga de subjetividad en las respuestas, debido a la posible deseabilidad social (Louzán Mariño, 2020; Navarro-González et al., 2016).
Próximos estudios son cruciales para explorar diversos contextos socioculturales en diferentes ciudades y regiones, mediante el uso de diseños longitudinales o experimentales y medidas tanto cuantitativas como cualitativas. Resulta esencial realizar más investigaciones para explorar la influencia del bienestar espiritual en diversas poblaciones, que tomen en consideración variables sociodemográficas como el sexo, la adscripción religiosa, el grado de instrucción, el estado civil, entre otros.