Introducción
El sistema educativo argentino se caracteriza por ser heterogéneo en una multiplicidad de dimensiones, tanto las referidas a los establecimientos en sí -como, por ejemplo, el tipo de gestión, el ámbito donde se encuentra la escuela, rural o urbano, la idoneidad de sus docentes y autoridades- como a las de los estudiantes que asisten a ellas. Entre estas últimas se pueden mencionar, entre otras, a las características socioeconómicas de los hogares en donde estos viven. Dichos factores se asocian con heterogeneidades en el desarrollo cognitivo de los estudiantes, su desempeño educativo, las posibilidades de continuar con estudios superiores, el acceso al mercado formal de empleo y el perfil de ingresos futuros de los alumnos.
Cabe resaltar que existen diferencias en el desempeño educativo medio entre estudiantes en instituciones de gestión pública y privada. Tal como surge de los resultados de las pruebas Aprender 2017 (Ministerio de Educación de la República Argentina, 2017), los alumnos de escuelas privadas son quienes obtuvieron mejores resultados. A través de un análisis de clusters -en el cual el algoritmo agrupó a las escuelas según el desempeño promedio de los alumnos del último año de la escuela media en las evaluaciones de lengua y matemática- se identificaron como óptimos tres grupos de establecimientos que se denominaron: con rendimiento bajo, medio y alto. La proporción de escuelas privadas y públicas en cada uno de ellos es muy heterogénea. El 46 % de los establecimientos privados registra alumnos con desempeño promedio elevado, 45 % medio y 9 % bajo; mientras que, en los establecimientos públicos, dichos valores son del 7 %, 38,5 % y 54,5 %, respectivamente. Esto motivó a estimar la probabilidad de que un estudiante asista a una institución de gestión pública dado el nivel educativo del jefe de hogar, condicional en los ingresos per cápita del hogar.
Dado que los alumnos que asisten a cada tipo de gestión escolar presentan diferentes características (Jaume, 2013), es relevante separar, en lo posible, la incidencia del nivel socioeconómico del hogar. Esto ha incentivado el estudio de las diferencias de rendimiento por nivel socioeconómico para cada tipo de gestión escolar. En este sentido, se encontró que el entorno socioeconómico correlaciona positivamente con el desempeño de los alumnos y este, a su vez, con el tipo de gestión de la escuela. Una serie de estudios ha hecho uso de los resultados de los exámenes estandarizados PISA en Argentina para mostrar que los alumnos que asisten a instituciones de gestión privada obtuvieron, en promedio, mejores resultados que sus pares pertenecientes a instituciones públicas (Albornoz et al., 2015), padres con mejor estatus ocupacional y mayor participación de alumnos en establecimientos educativos de gestión pública provenientes de hogares con padres de bajo nivel educativo (Krüger y Formichella, 2012; Krüger, 2019). No obstante, la evidencia acerca de si el tipo de gestión escolar tiene incidencia en el rendimiento escolar de los alumnos, aislando los efectos propios de su entorno socioeconómico, no es concluyente. Algunos estudios en Argentina encuentran efectos nulos (Cervini, 2006; Santos, 2007; Formichella, 2011 y Marchionni et al., 2012) y otros positivos (Llach y Cornejo, 2018; Fernández Aguerre, 2002; Llach, 2006; Fresoli et al., 2007) dependiendo de la especificación del modelo y de lo que se entienda por entorno socioeconómico.
En el presente análisis se observa que existe una mayor concentración de alumnos provenientes de hogares de “Clase Baja” en establecimientos públicos, al tiempo que son quienes demuestran tener peor desempeño académico. En los últimos años, la proporción de padres que envía a sus hijos a escuelas de gestión privada se ha incrementado en muchos países (Arcidiácono et al., 2014), entre los cuales se encuentra Argentina (Jaume, 2013), incluso entre los hogares de menores ingresos (Alderman et al., 2001). Es decir, la escuela pública, tan importante para la construcción del tejido social (Llach et al., 1999), está perdiendo participación.
En este contexto, el valor agregado de este trabajo es brindar evidencia acerca del cambio en la probabilidad de que un niño asista a una institución pública o privada en primaria o secundaria en función del nivel educativo del jefe de hogar, condicional en la posición del hogar en la distribución del ingreso. Es decir, se estudia aquí cuánto incide en la elección del tipo de gestión de la escuela el nivel educativo del padre y la situación económica, presentada en este artículo como la clase social a la que pertenece la familia en función de su ingreso per cápita familiar. El trabajo se estructura de la siguiente manera: la siguiente sección describe la fuente de datos y la metodología utilizada, luego se presentan los resultados de las predicciones y finalmente se presentan las conclusiones.
Datos y metodología
Para poder llevar a cabo el estudio, se construyó una base de datos original compuesta por todos los trimestres disponibles de la base correspondiente al cuestionario individual de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) correspondientes a los años 2016 a 2019. La EPH es una encuesta nacional, con periodicidad trimestral, representativa de la población urbana del país, que incluye preguntas relacionadas a las características demográficas, educativas, laborales y socioeconómicas de la población. Para el armado de la base se identificaron los hogares y dentro de estos a los estudiantes de nivel primario y secundario, junto con el jefe de hogar, sus características educativas y las características socioeconómicas del hogar.1
Se utilizó un modelo Probit para predecir la probabilidad de que un hijo asista a un colegio público o privado, condicional en el nivel educativo del jefe de hogar y controlando por la posición del hogar en la distribución del ingreso. Se definieron seis posibles niveles educativos del jefe de hogar: primario incompleto, primario completo, secundario incompleto, secundario completo, superior incompleto y superior completo.2 Para evitar que las dispersiones geográficas de los precios alteraran la posición relativa de un hogar en la distribución del ingreso nacional, se usaron las clasificaciones decílicas de las provincias. Siguiendo a Groisman (2016), se generaron tres clases sociales denominadas “Clase Baja”, “Clase Media” y “Clase Alta”. La división estándar de las clases agrupa a los dos primeros deciles en la “Clase Baja”; a los deciles tres a ocho en “Clase Media” y los deciles nueve y diez en “Clase Alta”.
En este estudio se adaptaron estas categorías a lo que se considera una estratificación más realista del caso argentino para los años 2016-2019. La tasa de pobreza de personas reportada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) rondó el 30 % para 2016, 27 % para 2017, 30 % para 2018 y 35 % para 2019.3 En este análisis, la “Clase Baja” comprende hogares de los tres primeros deciles de ingreso; la “Clase Media” los hogares de los deciles cuatro al ocho y la “Clase Alta”, los de los deciles nueve y diez. Con relación al nivel escolar al que asiste el hijo de cada tipo de hogar, cabe aclarar que en Argentina existen dos sistemas: algunas provincias cuentan con una primaria de siete años y una secundaria de cinco, mientras que en aquellas que han introducido la Educación General Básica (EGB) y el Polimodal, se incluyen los seis primeros años de EGB en nivel primario y los últimos tres años de EGB en nivel secundario.
El modelo estimado para obtener las predicciones resulta ser un Probit del estilo
Institución =∝ + βEduc + ૪Clase + દ
donde Institución es una variable binaria que vale 1 si el hijo asiste a una institución de gestión pública; Educ es un efecto fijo por nivel educativo del jefe de hogar y Clase, un efecto fijo por clase social que se generó, siendo દ el término de error.4 En Educ se usó el nivel educativo “Primaria Incompleta” como nivel base y en Clase, la “Clase Baja”.
Resultados
Tras estimar el modelo presentado en la sección anterior, se predijo Institución, de forma tal de contar con la probabilidad de elección del tipo de gestión de la escuela para cada nivel educativo del jefe y clase social del hogar. Las Figuras 1 y 2 muestran la proporción de niños en primarias/secundarias5 de gestión pública y privada, acompañada de la probabilidad condicional de asistir a una institución primaria/secundaria de gestión pública. Las Tablas 5 y 6 del Anexo cuentan con las estimaciones de las regresiones. Se observa que los resultados están en línea con otros hallazgos de la literatura. La probabilidad de asistir a una institución de gestión pública disminuye a medida que aumenta el nivel educativo del jefe de hogar y la posición del hogar en la distribución del ingreso.
Dentro de cada una de las clases sociales armadas, se observa que a medida que aumenta el nivel educativo del jefe de hogar, la probabilidad de que el hijo asista a una institución pública siempre disminuye. Cabe aclarar que las estimaciones realizadas muestran correlaciones y no causalidad. También se observa que la escuela pública cumple un rol importantísimo en términos de participación. El 68,5 % del total de alumnos en primaria asiste a un establecimiento de gestión pública, del cual el 74 % son alumnos que provienen de hogares de “Clase Baja”, mientras que el 24% proviene de hogares de “Clase Media” y apenas un 2%, de hogares de “Clase Alta”. Este hallazgo va en línea con lo encontrado en otros trabajos utilizando las pruebas PISA.6
Para el nivel secundario los valores aumentan al 73 % del total de los alumnos, con 68,5 % provenientes de hogares de “Clase Baja”, 29,3 % provenientes de hogares de “Clase Media” y 2,2 %, de hogares de “Clase Alta”. Resulta entonces que, al comparar las participaciones en primaria y secundaria de gestión pública, no solo se ve un aumento en el total, sino también un cambio en las decisiones de los jefes de hogares de “Clase Media” sobre la escolaridad de sus hijos. Por lo tanto, medido en términos de participación, la escuela secundaria pública funciona como un mejor integrador de alumnos de distintas clases sociales en relación con la escuela primaria pública.7
La Figura 3 muestra que, para un mismo nivel educativo del jefe y clase social del hogar, la probabilidad de que un hijo asista a primaria privada es, en promedio, mayor a que lo haga a secundaria privada. Esto lleva a creer que, en cierto modo, se revelan las preferencias de la sociedad argentina en estos términos. Los datos parecen indicar que, en promedio, los jefes de hogar, mayormente de los hogares de “Clase Media”, le asocian a la educación primaria de gestión privada de sus hijos un beneficio marginal mayor al de la educación secundaria de igual gestión. Dar cuenta de por qué el fenómeno ocurre de este modo abre puertas a futuros trabajos de investigación.
Conclusiones
Este trabajo intenta arrojar luz acerca de la importancia de los factores socioeconómicos y educativos en la elección del tipo de gestión de la escuela primaria y secundaria en Argentina. Sin duda, hay una multiplicidad de factores que no han podido ser incorporados, tales como los días de paro en las escuelas privadas y públicas (Jaume y Willén, 2019), la cercanía entre los hogares de los alumnos y las instituciones, que seguramente afectan tanto el rendimiento de los alumnos como la elección de los padres sobre el tipo de institución en la que se educarán sus hijos. No obstante, creemos que el hecho de poder separar los factores socioeconómicos y educativos de los hogares para estimar la probabilidad de que los hijos en edad escolar asistan a un tipo de establecimiento u otro, ayuda a entender un proceso que se viene observando: el aumento en la matrícula en los establecimientos privados.
En este sentido, las conclusiones se pueden agrupar en tres:
i. A igualdad de nivel educativo del jefe de hogar, tener mayor capacidad económica permite que los padres opten por educar a sus hijos en escuelas privadas
ii. A igualdad de nivel socioeconómico del hogar, tener padres más educados eleva la probabilidad de que los hijos asistan a establecimientos de gestión privada. Esto se verifica para las tres clases sociales armadas y está en línea con resultados encontrados en la literatura (Krüger y Formichella, 2012).
iii. A igualdad de nivel educativo de los jefes y socioeconómico del hogar, la probabilidad de asistir a un establecimiento de gestión pública es mayor para el nivel secundario que para el primario.
En un futuro próximo será interesante evaluar si se modifican, y de qué manera, las asignaciones de alumnos entre escuelas privadas y públicas. La irrupción de la pandemia provocada por la COVID-19 trajo consigo no solo una crisis sanitaria, sino también económica y social que afectará la posibilidad de afrontar los costos de una educación privada. Posiblemente esto se verá reflejado en un aumento en la proporción de estudiantes en escuelas de gestión pública en ambos niveles, lo cual impondrá desafíos a la capacidad de la educación de gestión pública de poder absorber el shock de demanda.
Como las escuelas han dejado de ser un espacio de encuentro personal para convertirse en espacios de encuentro “virtual”, las exigencias sobre la capacidad instalada de los establecimientos públicos podría no ser un problema. De todos modos, las exigencias sobre los recursos docentes se harían sentir, incrementándose las erogaciones del sector público. Este shock actuará como un experimento natural que impactará sobre la capacidad económica de los hogares y no sobre el nivel educativo de los jefes de hogar y permitirá, en gran medida, aislar los componentes económicos de los años de educación de los jefes de hogar.