Introducción
La educación actual precisa de renovaciones y constantes diseños adecuados al mundo cada vez más digitalizado y visual como es el actual. Entre las necesarias actualizaciones pedagógicas, destaca la tecnología por el importante potencial que encierra como herramienta estratégica en los procesos de enseñanza-aprendizaje. De este modo, la puesta en práctica en el quehacer cotidiano de las aulas de nuevos métodos didácticos que utilicen diferentes tecnologías es un factor básico en la motivación del alumnado al tiempo que se incrementa la calidad educativa. Además, los centros educativos tienen en las herramientas tecnológicas una importante vía de innovación, creatividad y ayuda para la optimización de los conocimientos, habilidades y competencias de los discentes. El uso de tecnologías educativas se extiende desde el manejo de dispositivos electrónicos a la aplicación de software educativo, juegos didácticos, realidad aumentada, entre otros, debidamente supervisados por los docentes. Es preciso que la escuela del siglo XXI prepare adecuadamente a las generaciones más jóvenes a la correcta utilización de formatos digitales interactivos, ya que los recursos didácticos tecnológicos son capaces de presentar de múltiples formas todo tipo de informaciones al tiempo que permiten personalizar la educación a cada estudiante.
Pero no todo es tecnología en la sociedad actual. El ser humano no deja de ser persona, siendo necesario que el centro escolar contemple otras facetas imprescindibles para frenar cierta deshumanización tecnológica y permitir que la persona desarrolle todo lo posible el microcosmos emocional que se esconde en el cerebro y corazón humano. Las emociones están presentes en nuestras vidas prácticamente desde que nacemos y nos acompañan en cada instante que vivimos hasta el resto de nuestra existencia. Este hecho motiva que conocer las emociones propias y ajenas, saber identificarlas correctamente y aprender a gestionarlas es un aspecto clave y fundamental a la hora de trabajar por conseguir un desarrollo integral de las personas (Martínez Landete, 2023).
El ser humano posee un enorme y rico potencial en diferentes facetas de su personalidad, asunto que debe ser conocido y llevado a la práctica en aras de mejorar la calidad de vida de la persona y sus actitudes prosociales. Este asunto fue reflejado por Gardner (1993) en su teoría de las inteligencias múltiples. A las siete iniciales (lógico-matemática, lingüística, espacial, musical, cinestésica-corporal, interpersonal e intrapersonal) incorporó más tarde otras dos (existencial y naturalista). Todas son capacidades humanas de enorme relevancia y reconocimiento social en cualquier cultura y época histórica (Gardner, 2016). De ellas, la interpersonal y la intrapersonal son las que componen la inteligencia emocional. La interpersonal hace referencia a la capacidad de liderazgo, la resolución de conflictos y el análisis social; mientras que la intrapersonal alude a la capacidad de definir un modelo preciso de uno mismo y de utilizarlo adecuadamente para interactuar a lo largo de la vida según las decisiones personales del individuo (Bisquerra et al., 2015).
La inteligencia emocional es un concepto ampliamente estudiado e investigado, aunque no está bien integrada en el ámbito educativo, pedagogos de todo el mundo hablan de su gran importancia. El informe La Educación Encierra un Tesoro, de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI (Delors, 1996, p. 95-96), establece cuatro pilares: “aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir”. A ellos se añade la formación permanente, que trata de mantener una educación constante a lo largo de la vida de la persona.
Estas aseveraciones ponen de relieve la importancia que reviste la impartición de la educación emocional. Ciertamente, la infancia y la juventud tienen en los centros escolares uno de los principales puntos de referencia de sus vidas, por ser espacios de convivencia, aprendizaje, socialización y en los que se desenvuelven gran parte de su tiempo vital. Pero no se puede soslayar la gran responsabilidad que poseen las familias si, efectivamente, hay voluntad por parte de las instituciones educativas en implantar programas de educación emocional. La familia es imprescindible en la creación y desarrollo de la inteligencia emocional de la persona como consecuencia inmediata de la educación emocional.
La educación emocional es un proceso formativo permanente que capacita al individuo para su desarrollo vital (Bisquerra & Pérez, 2007). Por ello, no debe limitarse a una determinada área de conocimiento en los centros escolares, sino que debe ser un elemento de innovación educativa que quiere responder a unas necesidades sociales que no satisfacen las tradicionales asignaturas del plan de estudios.
Las emociones
Desde la perspectiva biológica, las emociones son patrones de conducta preconscientes que se desencadenan de manera impulsiva ante cualquier situación que requiera respuesta rápida e inmediata (Bueno, 2017, 2019; Redolar, 2014, 2018). Al ser preconscientes, implica que se generan sin la participación de la conciencia, de forma automática; y solo posteriormente, una vez generadas e iniciado el curso de acción, pueden ser racionalizadas y, en consecuencia, reconducidas en caso de que fuese necesario. De hecho, esta es la función biológica de las emociones y el motivo por el que han sido favorecidas por la selección natural: permiten respuestas rápidas, adaptativas ante situaciones que lo requieran, puesto que los mecanismos de conciencia y raciocinio son mucho más lentos y consumen mucha más energía (Bueno, 2021).
Investigaciones recientes en neurociencia demuestran que las emociones forman parte integral de los procesos cerebrales; están presentes en todos los principales procesos cognitivos y tienen varias finalidades como: proteger de situaciones peligrosas activando el sistema de alarma interno, ayudan a tomar decisiones evaluando diferentes perspectivas, favorecen la comunicación eficaz estableciendo una conexión con otras personas y alientan a tomar decisiones. Las emociones también tienen una finalidad de bienestar, pues permiten a las personas experimentar y disfrutar de los pequeños y grandes placeres de la vida (Martínez Pérez, 2023).
Ser conscientes de los sentimientos propios y aprender a gestionar las emociones que de ellos se derivan constituye una buena práctica para la autorregulación de nuestro comportamiento (Buxarrais & Martínez, 2009). La enseñanza del manejo de las emociones en el ámbito educativo se vuelve una herramienta necesaria no solo para el aprendizaje escolar, sino para enfrentar los desafíos diarios (Villalta et al., 2023). Por ende, la necesidad de introducir la educación emocional en el aula adquiere tanta relevancia.
Las emociones básicas
Bisquerra et al. (2015) explicaron que las emociones básicas son un conjunto reducido de emociones que constituyen los elementos fundamentales de la vida emocional y que se pueden combinar para producir otras emociones más complejas. Esto da lugar a las emociones secundarias y a las familias de emociones. Es importante destacar que las emociones infantiles se diferencian de las de los adultos, pues son menos variadas y más intensas y versátiles (Del Barrio, 2002).
Respecto a la clasificación de las emociones, encontramos gran controversia pues no hay un consenso claro sobre cuál es la clasificación más genérica debido a la abstracción de las emociones. Por un lado, Mozaz et al. (2014) relatan que existen cientos de emociones, pero las cinco emociones básicas son universales y las compartimos también con el mundo animal (miedo, alegría, sorpresa, asco y enfado). Esto se debe a que el impacto de lo que el ser humano percibe del mundo que le rodea se traduce en una serie de cambios corporales, dirigidos por el sistema límbico, que son similares para toda la especie humana. Por otro lado, Johnson-Laird y Oatley (1998) especifican que el miedo, la ira, la felicidad, la tristeza y el asco son las emociones básicas. Y en otro sentido, distinto a los anteriores, Berrocal y Pacheco (2009) especifican que el miedo, la ira, la ansiedad, el asco, la tristeza, la hostilidad, la sorpresa, la felicidad, el humor y el amor también son emociones básicas.
Tras comprobar dicha controversia, las emociones son procesos complejos del organismo del ser humano, y se hace muy difícil la tarea de definir de manera concreta y precisa cuáles son las emociones básicas. Es en esta situación cuando se plantea que ninguna clasificación de las emociones anteriormente vista es mejor o peor, sino que, dependiendo de la edad que tengan nuestros alumnos podemos escoger con cual trabajar. Por ejemplo, si trabajamos las emociones en primero de Educación Primaria, quizás es más conveniente empezar con un modelo que trate las más básicas como son las clasificaciones de Johnson-Laird y Oatley o la de Mozaz, Mestre y Núñez-Vázquez debido a que solo trabajan cinco emociones; pero si trabajamos con alumnos de sexto de Educación Primaria, quizás es más conveniente trabajar una clasificación más compleja con diez emociones como la propuesta por Berrocal y Pacheco (Martínez Landete, 2023).
La inteligencia emocional
El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por Goleman y se refiere a la capacidad de reconocer, comprender, gestionar y utilizar eficazmente las propias emociones y las de los demás. Según este autor, la inteligencia emocional está compuesta por cinco elementos. El primero de ellos es el autoconocimiento, que hace referencia a la capacidad de reconocer y comprender las propias emociones. El segundo componente es la autorregulación, referida a la habilidad de manejar y regular las propias emociones de manera efectiva. El tercero, es la motivación, pues sin esta no podríamos influir positivamente en los demás. El cuarto elemento es la empatía, necesaria para comprender y compartir sentimientos con otras personas, además de ayudarnos a ser conscientes de las emociones de los demás y de responder ante ellas de forma comprensiva. Y, el último, son las habilidades sociales, necesarias para entablar y mantener relaciones afectivo-emocionales saludables y efectivas con todos los que nos rodean (Goleman, 1996).
Existen múltiples y variados trabajos sobre diferentes aspectos de la inteligencia emocional. Mayer y Salovey (1997) fueron los pioneros de la investigación emocional a la que consideran como la capacidad humana de usar las emociones de forma adaptativa al medio y a la resolución de problemas y marcan cuatro habilidades básicas: percepción y expresión emocional, facilitación de emociones, comprensión emocional y regulación emocional (Fernández & Cabello, 2020).
Para Quintanilla (2018), la inteligencia emocional se desarrolla dentro del contexto social, y el significado solo es posible y válido en dicho contexto. Por este motivo algunos autores se refieren a competencia afectivo-social o competencia socio-emocional, enfatizando el hecho de que es el contexto social el que demanda expresar y comunicar, inhibir o mostrar emociones; es decir, la regulación emocional y el autocontrol conductual subconsciente son necesarios para adaptarse a las convenciones sociales y culturales. Asimismo, el contexto sociocultural va a influir en el desarrollo de la inteligencia emocional (Montoya-Castilla et al., 2021).
Desde el punto de vista biológico, la inteligencia emocional se desarrolla en una parte muy concreta del cerebro: el lóbulo prefrontal, que es una de las zonas que están activas desde que nacemos y tiene su mayor momento de desarrollo hasta la pubertad. Es aquí donde los circuitos del sistema límbico comienzan a conectarse y mostrarse muy sensibles a estímulos producidos por otras personas (Gómez, 2013), por lo que podemos afirmar que es una de las inteligencias múltiples que antes inician su desarrollo y más tiempo dura su proceso.
Capella y Mendoza (2011) definieron la regulación emocional como el proceso de modificar, modular o mantener estados internos y darle forma a una respuesta emocional, es decir, las personas deben conocer qué emociones están sintiendo y cómo esas emociones son expresadas.
Para Guil y Gil-Olarte (2014), el objetivo de la inteligencia emocional es ser capaces de regularnos a nosotros mismos y regular a otros para potenciar la propia felicidad, el crecimiento personal y la aportación al mundo en el que vivimos. Bisquerra et al. (2015) consideran el autocontrol emocional como un proceso, utilizado ya en la infancia, donde el infante muestra su capacidad para percibir sus emociones, conocer y entender cómo manejarlas en la sociedad y expresarlas adecuadamente según el contexto en el que se encuentre.
La educación emocional
La educación emocional es el proceso de aprender a reconocer, comprender, expresar y gestionar las emociones de manera efectiva, buscando desarrollar habilidades emocionales y sociales en los individuos para mejorar su bienestar y sus relaciones interpersonales. Ha adquirido cada vez más importancia en la educación contemporánea debido al gran impacto positivo que se puede observar en el rendimiento académico, la salud mental y la calidad de vida tras su implementación en las aulas.
La educación emocional comprende una serie de componentes que buscan desarrollar las habilidades emocionales y sociales de los individuos. Aunque los enfoques y modelos pueden variar, algunos componentes comunes de la educación emocional incluyen el reconocimiento emocional, la expresión emocional, la regulación emocional, las habilidades sociales, la toma de decisiones, la resiliencia emocional, la autoconciencia, la autoaceptación y la inteligencia emocional (Fernández-Berrocal, 2023).
Todos estos componentes se entrelazan para formar un enfoque integral de la educación emocional, que busca el desarrollo de habilidades individuales y la creación de entornos que fomenten la inteligencia emocional para contribuir al bienestar de la comunidad.
Competencias emocionales
Primeramente, se debe establecer qué son las competencias emocionales. El término competencia significa “un saber actuar validado” (Le Boterf, 2001, p. 93). Con base en ello, las competencias emocionales, atendiendo a Bisquerra (2003, 2007, 2009), son el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarios para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales cuya finalidad es aportar un valor añadido a las funciones profesionales y promover el bienestar personal y social. Además, ponen “el énfasis en la interacción entre la persona y el ambiente, y como consecuencia confiere más importancia al aprendizaje y desarrollo, por lo que tiene unas aplicaciones educativas inmediatas” (Bisquerra & Pérez, 2007, p. 74).
Dentro de estas competencias emocionales podemos destacar cinco dimensiones básicas: la cooperación, la asertividad, la responsabilidad, la empatía y el autocontrol (Salovey & Sluyter, 1997), que se solapan con la inteligencia emocional, dividida a su vez en cinco dominios: el autocontrol emocional, el manejo de emociones, la automotivación, la empatía y las habilidades sociales (Goleman, 1996).
La inteligencia emocional es entendida como una competencia por Mayer y Salovey (1997) en su modelo de competencias emocionales ya que puede aprenderse y desarrollarse, y que consiste en el uso adaptativo de la información emocional que percibe el individuo. Este uso adaptativo permite que el individuo pueda solucionar problemas y adaptarse de forma eficaz al medio que le rodea, defendiendo así que “la inteligencia emocional es la habilidad para percibir, valorar y expresar las emociones con exactitud; la habilidad para acceder y generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para regular las emociones y promover el crecimiento emocional e intelectual” (Fernández & Ruíz, 2008, p.428).
Si atendemos a cómo pueden aplicarse las competencias emocionales en las aulas de Educación Primaria, existen múltiples investigadores a lo largo de los años que se han dedicado a profundizar en este campo, como, por ejemplo: Salovey y Sluyter (1997), Saarni (1999, 2000) o Shaffer (2004), entre otros muchos.
Todos estos autores concluyen en que, a medida los niños adquieren competencias emocionales, su comportamiento comienza a mostrar consecuencias positivas en la regulación emocional, el bienestar subjetivo y la resiliencia, además de brindar aportaciones para el diseño de intervenciones educativas en el currículum, talleres, programas, etcétera, para un mejor desarrollo competencial de emociones (Bisquerra & Pérez, 2007).
TIC en el aula
El uso de la tecnología en el campo educativo ha representado un reto para los docentes, ya que son quienes tienen que atender a las necesidades de los estudiantes de la era digital. Para lograrlo, han necesitado implementar en sus metodologías activas la integración de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información (TIC) para fortalecer los procesos de enseñanza-aprendizaje y despertar interés de los estudiantes para engancharlos en las clases (Cárdenas et al., 2023).
Los estudiantes que actualmente llenan nuestras aulas pertenecen a la Generación Alpha (nacidos entre los años 2010 y 2020) y son incapaces de entender la vida sin la tecnología, pues la consideran una forma de vida (Bernal, 2019). Además, se espera de ellos que tengan unas facilidades casi innatas para entender, convivir e interactuar con las pantallas debido a su convivencia habitual con estos dispositivos desde los primeros años de vida (Alonso-Sainz, 2022).
¿Qué beneficios pueden ofrecer las TIC en la enseñanza? Principalmente adquirir la habilidad de operar con estas herramientas y la capacidad de manejar información de manera útil (Antúnez & Veytia, 2020; Ramírez-Armenta et al., 2021; Sim, 2021). De esta forma, el uso de las TIC brinda oportunidades para fortalecer su aprendizaje, incrementar sus capacidades y desarrollarlas con la práctica (Peinado, 2023).
La implementación de las TIC en el trabajo de las emociones en Educación Primaria surge con el concepto de Educación 5.0, que abogan por usar las tecnologías para ofrecer una educación más humana, centrada en el desarrollo socioemocional de los alumnos y en la generación de soluciones que mejoren la vida en sociedad (SYDLE, 2023). Pretende preparar a los estudiantes para los retos del futuro, que requieren el desarrollo de habilidades como la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y el trabajo en equipo (Arévalo et al., 2023).
Neuroeducación
La neuroeducación es un campo interdisciplinario que combina la neurociencia y la educación, buscando comprender cómo funciona el cerebro en el proceso de aprendizaje y cómo esta comprensión puede aplicarse para mejorar las prácticas educativas. Atendiendo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2015), es una disciplina que involucra tanto a la biología del sistema nervioso, como a las ciencias Humanas, Sociales y Exactas, que en conjunto representan la posibilidad de contribuir al bienestar humano por medio de mejoras en la calidad de vida de todo el ciclo vital.
Tomando como punto de referencia esta definición de neurociencia, encontramos la neurociencia educacional, que une la ciencia de la mente, el cerebro y la educación. Por tanto, la neuroeducación se basa en la idea de que el conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro puede informar y mejorar las estrategias pedagógicas y el diseño de entornos de aprendizaje.
Así, se pueden señalar algunos aspectos relevantes que la neuroeducación tiene en cuenta y considera fundamentales: la plasticidad cerebral, la emoción y el aprendizaje, la memoria y el aprendizaje, el diseño de entornos de aprendizaje y la individualización del aprendizaje.
Respecto a la plasticidad cerebral, se destaca que está reconocida por la neuroeducación, pues es la capacidad cerebral de adaptación a los cambios que suceden a lo largo del tiempo en las experiencias y vivencias. Así, Doidge (2006), que destacó la importancia de comprender y aprovechar la plasticidad cerebral en los contextos educativos.
En cuanto a la emoción y el aprendizaje, Ligioiz (2015) explica que las emociones son el pegamento, el cemento de los recuerdos. De esta forma, las experiencias emocionales afectan a la cognición y al rendimiento académico y ocupan un lugar importante en la neuroeducación (Immordino-Yang, 2007).
Si se atiende a la memoria y el aprendizaje dentro de la neuroeducación, destaca Willingham (2008), quien afirma que es fundamental comprender los procesos de la memoria para mejorar la retención y transferencia del conocimiento.
A todos estos aspectos se suman los diseños de entornos de aprendizaje con estrategias específicas para crear ambientes de aprendizaje efectivos (Willis, 2008).
Finalmente, se menciona la individualización del aprendizaje como base de la neuroeducación, que reconoce las diferencias individuales y apoya enfoques personalizados para mejorar la efectividad de la enseñanza. Autoras como Elizondo (2022) y Alba (2016) son referentes en la metodología del Diseño Universal para el Aprendizaje que apuesta por esta atención individualizada en el aprendizaje.
Es importante destacar que la neuroeducación es un campo en evolución, y la comprensión de la relación entre la neurociencia y la educación sigue desarrollándose con nuevas investigaciones y descubrimientos día tras día.
Metodología
Se ha utilizado una metodología cuantitativa. Hernández et al. (2014), consideran que esta entiende que el conocimiento debe ser objetivo; que se genera a partir de un proceso deductivo y aplica medicación numérica y análisis estadístico para probar las hipótesis previamente formuladas. Este enfoque basa su investigación en casos “tipo”, con la intención de obtener resultados que permitan hacer generalizaciones (Bryman, 2004).
El muestreo no probabilístico selecciona a los participantes de la investigación y no considera a toda la población susceptible de tomar parte en un estudio, algo propio de un procedimiento de selección al azar. Suele emplearse en estudios exploratorios con una muestra más pequeña, a modo de piloto de una investigación de mayor calado (McMillan & Schumacher, 2005). Se utiliza cuando escasea el tiempo o supone un alto coste en comparación a un muestreo probabilístico al azar.
Para Guevara et al. (2020), es un método adecuado en la implementación de encuestas y su ventaja principal es que es un procedimiento más ágil en la práctica puesto que el investigador ya conoce la muestra y los participantes suelen tener una mayor predisposición para responder que cuando han sido elegidos al azar. Con ello, se asegura una mejor calidad y unos resultados igualmente válidos que en el muestreo probabilístico.
Centros educativos en España
En España existen diversos tipos de centros educativos que son denominados con ciertos nombres en función de las enseñanzas que imparten.
Para la presente investigación, se han tomado muestras de dos tipos de centros: los centros públicos y los centros concertados-privados.
Los centros públicos que ofrecen Educación Infantil y Educación Primaria se denominan Colegios de Educación Infantil y Primaria (CEIP). Se caracterizan por ser las Administraciones Educativas del Estado Español quienes brindan a estos centros los medios materiales y humanos necesarios para ofrecer una educación de calidad y garantizar la igualdad de oportunidades en la educación (Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación).
Aunque existen más centros públicos, como aquellos que únicamente imparten Educación infantil o Educación Primaria, los cuatro centros encuestados pertenecen a los CEIP.
En el caso de los centro concertado-privados, son aquellos que ofrecen, generalmente, las etapas de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y, a veces, Bachillerato. Se caracterizan estar financiados por las Administraciones Educativas del Estado Español, pero son gestionados por entidades privadas.
Diseño y participantes
Para cumplir con los objetivos del estudio, se utilizó un diseño cuantitativo no experimental de tipo ex post facto, a través de cuestionarios. Los datos recolectados sirvieron para realizar un breve análisis descriptivo que se detallan en el anexo Análisis de Resultados. La muestra fue de tipo probabilístico no aleatorio e intencionada. Estuvo constituida por 126 alumnos y alumnas (n=126) de 6.º curso de Educación Primaria de diversos colegios de Albacete ciudad, entre los que se encuentran cuatro centros públicos y dos centros concertado-privados, durante el curso académico 2022-2023.
Instrumento
Con el propósito de recabar los datos necesarios para la investigación cuantitativa que recoge el presente artículo, se utilizó un instrumento basado en la herramienta del cuestionario a través de cinco ítems agrupados en múltiples dimensiones.
El método del cuestionario consiste en establecer una batería de preguntas y administrarlas a un grupo representativo para conocer las características de una población. Así, se basa en el “acto de preguntar y registrar las respuestas de los integrantes de una muestra de investigación” (León & Montero, 2020, p. 196).
El cuestionario es un “documento (en diferentes soportes: digital, papel…) formal y estructurado que contiene el conjunto de cuestiones que abarcan la totalidad del problema objeto de investigación y que deben formularse a una determinada persona” (Leonardo, 2018, p. 87). Es una herramienta muy empleada en las investigaciones realizadas en el campo de las Ciencias Sociales porque se recoge mucha información con poco esfuerzo (Cáceres, 2017).
Para la recolección de datos, se diseñó un cuestionario ad hoc con preguntas semi estructuradas o cerradas (breve desarrollo, opción de elegir verdadero o falso y opción múltiple). Fue validado mediante juicio de expertos por tres profesores universitarios especialistas en la materia.
El cuestionario realizado a la muestra tiene diversos objetivos ya que pretende indagar sobre cómo los discentes de doce años definen el concepto de emoción, cuántas emociones conocen, si son capaces de clasificarlas correctamente y si saben diferenciar las emociones de los sentimientos.
La duración de este es aproximadamente de diez minutos. Tras su entrega, se debaten en el aula todas las preguntas para que ellos mismos sean quienes propongan respuestas diferentes y, posteriormente, es el docente quien explica cuál es la respuesta correcta y resuelve las dudas que puedan surgir.
El cuestionario empleado para esta investigación es el siguiente:
1. ¿Qué son para ti las emociones?
Proceso psicológico que nos prepara para adaptarnos y responder al entorno, es decir, la supervivencia.
Es un medio de comunicación a través del que podemos expresar las emociones.
Posibles respuestas válidas (o lo más similares posibles).
2. ¿Cuántas emociones conoces?
Opciones: ira, miedo, felicidad, sorpresa, tristeza, ansiedad, amor, hostilidad, asco, humor, culpabilidad, placer, orgullo, esperanza, alegría.
Todas las respuestas marcadas son correctas.
3. ¿Cómo podemos clasificar las emociones?
Positivas y negativas.
Agradables y desagradables.
Opción correcta: agradables y desagradables.
4. ¿Las emociones son buenas o malas?
Verdadero
Falso.
Opción correcta: falso.
5. ¿La emoción y el sentimiento son lo mismo?
Verdadero.
Falso.
Opción correcta: falso.
Objetivos
Los objetivos establecidos para el presente estudio fueron los siguientes:
-O1. Conocer el nivel de educación emocional del alumnado de seis centros educativos, públicos y concertado-privados de la localidad de Albacete.
-O2. Comparar si existen diferencias significativas en el nivel de educación emocional entre los centros públicos y los centros concertado-privados, a la vez que entre alumnos y alumnas.
-O3. Mostrar por qué la educación emocional es un objetivo a mejorar en la Educación Primaria en las escuelas de la provincia de Albacete (España).
Procedimiento
El análisis de los datos incluyó varios procedimientos, detallados a continuación:
a)Para cumplir el primer objetivo, se diseñó un blog interactivo con el que poder recoger los datos mostrados en la investigación relacionados con el nivel de educación emocional del alumnado de seis centros educativos, públicos y concertado-privados de la localidad de Albacete.
b)Para el segundo propósito, se analizaron los resultados obtenidos y se compararon de dos formas diferentes: una de ellas atendiendo a la tipología del centro educativo (si es público o concertado-privado) y, la otra, atendiendo a la diferenciación de género (si son niños o niñas).
c)Finalmente, se ha realizado una discusión sobre los resultados obtenidos con otras investigaciones similares que avalen dichos resultados, de forma que se pueda plantear si la educación emocional es un objetivo a mejorar en la Educación Primaria.
Resultados y discusión
A continuación, se muestran los resultados obtenidos tras la implementación y análisis de datos al recolectar la información a través del cuestionario.
La Figura 1 muestra todas las puntuaciones obtenidas en el estudio realizado de forma que, en la primera columna encontramos la nota máxima sobre la que se ha evaluado.
La segunda columna representa la puntuación obtenida de todos los centros sin distinción en el tipo de enseñanza (público, concertado-privado) ni el género de los alumnos. Esta columna tiene una muestra de 126 alumnos y alumnas.
La tercera columna muestra la puntuación obtenida de los centros educativos concertados y privados, que apenas alcanza la mitad de la puntuación media. Su muestra es de 46 alumnos y alumnas y no diferencia el género del alumnado.
Finalmente, la cuarta columna representa la puntuación obtenida de los centros educativos públicos, sobrepasando levemente la mitad de la puntuación media. Su muestra es de 75 alumnos y no diferencia el género del alumnado.
Si nos enfocamos en el rendimiento académico, se puede observar en la Figura 1 que el alumnado de los centros públicos obtuvo una mejor puntuación que el alumnado de los centros concertado-privados en la prueba. Atendiendo al trabajo de Oliete (2020), asistir a un centro concertado no incrementa el rendimiento de los alumnos, sino que incluso suele afectar negativamente a este. Por lo tanto, las diferencias en las puntuaciones entre estudiantes de escuelas públicas y concertadas no se explican por el efecto de la titularidad del centro.
Investigaciones como la de Choi y Calero (2012) afirman que el rendimiento en alumnos que asisten a centros privados suele ser mejor. Otras investigaciones como la de Plata et al. (2014) especifican que no existen diferencias entre estos dos tipos de centros.
La razón por la que este resultado no coincide con la investigación de Choi y Calero (2012) se debe a una limitación del estudio, que radica en que el número de escuelas públicas (cuatro) es mayor al número de escuelas concertado-privadas (dos), por lo que es complicado realizar una comparativa de estos tipos de centros de forma equitativa (Fernández & Caso, 2017).
En la Figura 2 se pueden observar las notas medias de los centros educativos (igual que en la Figura 1) con la diferencia de que se dedica una columna a cada uno de los centros educativos visitados y se añaden las notas medias de los alumnos (columnas azules) y las notas medias de las alumnas (columnas moradas) colocados al lado de las respectivas columnas del centro al que pertenecen.
En esta Figura 2 destaca que las alumnas (columnas moradas) han sido quienes mejores calificaciones han obtenido en el cuestionario, a excepción de un centro público (CEIP 4) donde han sido los alumnos (columna azul) quienes mejor calificación han obtenido.
Según las investigaciones de Eurydice (2009) el sexo es uno de los factores que más relación tiene con el rendimiento académico. Para corroborar los resultados obtenidos en el presente trabajo, los estudios de Abad (2020) y de Elices et al. (1990) confirman que las mujeres muestran un mayor rendimiento académico.
Tras analizar los resultados recabados hay que reseñar que la muestra utilizada no es lo suficientemente amplia para poder establecer y extrapolar conclusiones generales certeras, pero sí permite realizar algunas recomendaciones, sugerencias o propuestas concretas con las que trabajar la educación emocional en las aulas de Educación Primaria. En concreto, la propuesta que se presenta es un blog interactivo destinado a que el alumnado disponga de una herramienta digital interactiva que resulte motivadora y atrayente, fácil de manejar y a través de la cual se trabajen las emociones desde un punto de vista formativo con la intención de mejorar la gestión de estas y adquirir madurez personal.
El blog interactivo 3MOTION tiene varias pestañas con fines diferentes, pues en la primera de todas se puede observar una breve introducción al proyecto. En segundo lugar, hay un pequeño blog donde se tratan los conceptos clave que forman la educación emocional y que se deben tener en cuenta para implementarlo en las aulas. En tercer lugar, encontramos los programas o cuestionarios que forman todo el proyecto 3MOTION de manera que, el primer programa es el tratado en este artículo y llamado Las Emociones, el segundo programa es el Miedo, el tercer programa es la Alegría, el cuarto programa es la Tristeza, el quinto programa es la Ira y, el último programa volvería a ser el primero.
Esta repetición del primer programa en último lugar nos permite contrastar las respuestas y observar si los niños han adquirido y desarrollado un nivel básico de educación emocional. Y, en último lugar, se encuentra una pestaña destinada al contacto con la creadora de 3MOTION, pues esta web permite a múltiples docentes ser tutores de todo el programa, permitiendo su implementación en sus aulas y acceso a todos los datos recolectados.
Cada uno de los programas están pensados para que se realicen en sesiones diferentes y todos se complementan con actividades de dramatización, murales, mensajes y dramatizaciones. Las actividades se encuentran recogidas y detalladas en un Dossier en los anexos del presente artículo.
El link de acceso a la web de 3MOTION es: https://educaemotion.wixsite.com/alicia.
Conclusiones
En conclusión, la importancia de la educación emocional en la etapa de Educación Primaria radica en su capacidad para cultivar el bienestar emocional y social del alumnado, proporcionándoles herramientas fundamentales para enfrentar los desafíos de la vida y contribuir positivamente a su entorno. La niñez es una etapa crucial para el desarrollo y la integración de la educación emocional no solo fortalece las habilidades emocionales individuales, sino que también sienta las bases para las relaciones saludables con los demás y un aprendizaje más efectivo, significativo y duradero a lo largo de la vida.
Para ello, los estudios de investigación como el que se presenta desempeñan un papel crucial en la mejora continua de la Educación, pues fundan la base y la evidencia de la necesidad de integrar programas de educación emocional como 3MOTION en las aulas, además de permitir adaptar las intervenciones docentes a las características y necesidades específicas del alumnado, evaluar el impacto a largo plazo y guiar su implementación efectiva en entornos educativos diversos.
El blog interactivo 3MOTION no solo es una herramienta de investigación, como se ha presentado en este artículo, sino que está diseñado para utilizarlo como fuente de aprendizaje de educación emocional, sino que este blog permite abrirse a cualquier docente que quiera hacer uso de ella.
La presente investigación cumple con los tres objetivos propuestos, de forma que los resultados analizados han permitido observar el nivel de educación emocional de toda la muestra tomada (objetivo 1). Gracias a la muestra tomada, ha sido posible comparar el nivel de educación emocional entre las dos tipologías de centros escolares participantes y la diferencia de resultados con base en la diferencia de género (objetivo 2). Y, finalmente, los resultados intermedios muestran el por qué la educación emocional necesita trabajarse en profundidad en los centros de Educación Primaria en la provincia de Albacete (España).
Respecto a los resultados obtenidos, hay que destacar que muestran un nivel de educación de nivel medio-bajo ya que se sitúan en torno a la mitad de la puntuación máxima señalada. Otro hecho observable en los resultados es que la puntuación de las alumnas es más elevada que la de los alumnos. En definitiva, se afirma que la educación emocional es una asignatura pendiente en los centros educativos de la provincia de Albacete (España) y debe ser el siguiente objetivo que trabajar y mejorar en los próximos cursos, además de mantenerlo y mejorarlo a lo largo del tiempo (objetivo 3).
La educación de futuro pasa por contemplar el aprendizaje emocional si quiere contribuir al desarrollo personal, académico, social y laboral de los estudiantes, con la intención de insertarlos en un mundo donde las innovaciones son una de las notas distintivas más determinantes (Cedeño et al., 2022).
Líneas de trabajo futuro
Entre las posibles líneas futuras que den continuidad a la presente investigación se encuentra la ampliación de la muestra, tanto de centros como de aulas y número de alumnos, ya que este hecho permitiría afirmar con más contundencia la gran necesidad de implementar la educación emocional en las escuelas. Además, ampliar la muestra significa poder contrastar, con grupos de control, las diferencias que resultan entre el alumnado que no trabaja las emociones con aquellos que sí la trabajan, determinando con detalle los beneficios resultantes en el rendimiento académico y en las habilidades sociales.
Si atendemos a las limitaciones que se encuentran en este estudio, una de ellas radica en el tipo de estudio realizado, ya que, al inclinarnos por un tipo de estudio transversal, únicamente conocemos los datos de los sujetos en un momento determinado, lo que erradica la posibilidad de comparación de los sujetos a lo largo del tiempo, lo que nos impide saber si la motivación de los alumnos evaluados ha cambiado, o en cambio, se ha mantenido con el paso del tiempo (Berra et al., 2008).
Otra limitación del estudio es que la muestra utilizada no es probabilística, es decir, no se seleccionó de forma aleatoria por lo que sería interesante poder realizar algún muestreo aleatorio con el propósito de poder generalizar los resultados a toda la población de 6.º curso de Primaria. Además, sería interesante contar con más instrumentos de evaluación.
Del mismo modo, sería deseable realizar intervenciones en el aula dedicando mayor número de sesiones para profundizar en los aspectos emocionalmente más débiles que se hayan detectado en la población de estudio, siendo este aspecto de gran importancia para fortalecer la investigación iniciada.
Las habilidades socio-emocionales no se suelen enseñar ni practicar, no se trabajan, en contextos escolares. Puede que el motivo radique en que se dedican los mayores esfuerzos, por parte de docentes y discentes, a lo que tiene que ver con lo cognitivo y las habilidades, sin quedar tiempo para dedicar a los procesos de educación emocional. Otro motivo puede ser que el profesorado no está debidamente capacitado para enfrentarse a esta tarea, en la que debería ir en estrecha sintonía con las familias. Lógicamente, estos condicionantes son muy complejos y difíciles de lograr.
Para que la inteligencia emocional pueda tener un espacio en las aulas, los docentes deben estar formados y deben ser capaces de enseñarlo al alumnado. De esta forma, la importancia que adquiere el maestro es fundamental; como sugiere Martínez Landete (2023), no solo la formación docente es relevante en la enseñanza de las emociones, sino que se precisan de herramientas sencillas, eficaces y llamativas con las que asegurar mejoras humanas en la calidad de enseñanza que se brinda al alumnado.