1. INTRODUCCIÓN
If a man is offered a fact which goes against his instincts, he will scrutinize it closely, and unless the evidence is overwhelming, he will refuse to believe it. If, on the other hand, he is offered something which affords a reason for acting in accordance with his instincts, he will accept it even on the slenderest evidence. Bertrand Russell - Proposed roads to freedom
El desarrollo de la investigación realizada y el armado posterior de este artículo se origina, de alguna manera, por una circunstancia personal: en agosto de 2019 me mudé a Santa Cruz de la Sierra, la ciudad del oriente boliviano que lideraba la oposición al gobierno de Evo Morales. En aquellos meses fui testigo privilegiado del debate público preelectoral: las protestas por los incendios forestales de ese año, las elecciones presidenciales de octubre, las denuncias de fraude, las quejas frente al Tribunal Departamental Electoral, los 21 días de paro cívico, los motines policiales y la ruptura del orden democrático producida el 10 de noviembre de ese mismo año. Las semanas previas a la elección era llamativo observar una corriente de opinión que aseguraba que si no había una segunda vuelta entre Evo Morales -por entonces presidente y candidato a un nuevo mandato por el Movimiento al Socialismo (MAS)- y Carlos Mesa -candidato opositor por Comunidad Ciudadana (CC)-, la elección habría estado teñida por el fraude. Dicha observación emergió como una preocupación ciudadana que luego se convertiría en un problema de investigación: lo primero llevó a preguntarse ¿si amplias capas de la sociedad civil estarían efectivamente convencidas de que si no había balotaje sería una demostración de la manipulación de los votos? Lo segundo implicó focalizar la atención en el papel de los medios de comunicación bolivianos en el desarrollo de aquella coyuntura de polarización y crisis política.
En ese marco, la atención específica en la cobertura realizada por los medios de comunicación bolivianos tuvo un particular punto de inflexión el viernes 8 de noviembre, día en que los destacamentos policiales comenzaron a amotinarse exigiendo la renuncia de Morales. Lejos de cuestionar este accionar inconstitucional, buena parte de la prensa gráfica y los programas de televisión legitimaban a los policías amotinados y les acercaban el micrófono a sus familiares, quienes estaban asentados fuera de los cuarteles y exigían que otras unidades se sumaran al motín policial.
El presente trabajo tiene su origen en los días previos a la ruptura del orden democrático en Bolivia, consumado el 10 de noviembre con la renuncia de Evo Morales, y es el resultado de un análisis de medios digitales y redes sociales que se extendió durante más de dos años de trabajo. Este artículo resemantiza el término chaqueo -refiere a una técnica agrícola tradicional que se basa en la roza, la tumba y la quema-, al que se utiliza como metáfora para describir la práctica de algunos medios de comunicación y discursos filtrados a través de las redes sociales durante la crisis política de finales de 2019 con el objetivo de legitimar la ruptura del orden democrático. Es decir, el chaqueo representa el momento en que los principales medios bolivianos y ciertas prácticas periodísticas erosionan la figura de un presidente elegido democráticamente, buscan su caída y, finalmente, legitiman la llegada de un gobierno de facto. En tal sentido, la muestra enfatiza el abordaje de distintos tipos de materiales periodísticos (narrativas humorísticas, tapas de diarios, notas de opinión), el uso de información que circuló en las redes sociales y la descripción de prácticas que promovieron el silenciamiento y la autocensura.
2. LOS MEDIOS DURANTE EL GOBIERNO DE EVO MORALES
Tras un período de confrontación que se sitúa entre los años 2006 y 2009, la polarización cedió y tuvo lugar una etapa de negociación amable (Schuliaquer, 2020) entre los gobiernos de Morales y los principales medios de comunicación, que se rompería tras el referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016.
2.1. El período de confrontación (2006-2009)
La agenda de transformaciones iniciadas por el MAS chocó rápidamente con una lectura conservadora y los intereses representados por los medios de comunicación tradicionales. En aquel entonces, el periodista Ronald Grebe (2007) señalaba que la disputa con la prensa se debía a miradas divergentes sobre el modo de informar las actividades del gobierno y la línea editorial seguida por los dos principales conglomerados de medios bolivianos: el grupo español Prisa y el Grupo Líder de las familias Rivero y Canelas.
Esta situación comenzó el mismo día en que el primer mandatario asumió el gobierno, ya que en su discurso inaugural lanzó un ataque verbal contra algunos medios de comunicación, criticándolos por lo que él consideraba un mal trato a su persona y una cobertura encaminada a proteger los intereses de empresarios mediáticos, ligados a los partidos tradicionales bolivianos (Grebe, 2007, p. 11).
A un año de que Morales asumiera la presidencia, la International Media Support (2007) realizaba un análisis crítico sobre la prensa boliviana: “No cabe duda que los medios de comunicación atraviesan por dificultades para cumplir con un rol constructivo y democrático en la actualidad boliviana” (p. 40). La organización señalaba una serie de características: habían tomado un rol activo en la polarización de la sociedad promoviendo intereses políticos y regionales; presentaban falencias en la calidad y el rigor de la información producida; el protagonismo político exponía a los periodistas a diverso tipo de presiones; y el sistema se caracterizaba por los bajos salarios de los periodistas y peores condiciones de contratación.
Las victorias políticas y militares acumuladas por Morales y el MAS entre 2008 y 2009 terminaron con el periodo de confrontación directa, dado que la victoria con el 67% de los votos en el referéndum revocatorio en agosto de 2008, la derrota del intento separatista del Oriente boliviano en septiembre de 2008, la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado en octubre de 2008, y un nuevo triunfo presidencial en diciembre de 2009 con el 64% de los votos terminó por ponerle algunos límites a la disputa e ingresar en un periodo en donde se comenzó a reconocer la legitimidad del gobierno (García Linera, 2009; Andrada, 2015).
2.2. La negociación amable (2009-2016)
Más allá de que en Bolivia no existen grandes grupos mediáticos como en Argentina y Brasil, Schuliaquer (2020) señala que la ausencia de polarización se debió a tres factores: el peso del gobierno del MAS era mayor que el de los grandes grupos mediáticos para imponer sus condiciones; la existencia de mesas de negociación entre los medios y la política, y la preeminencia de un periodismo político que privilegió la obtención de testimonios antes que la denuncia; y que los actores involucrados tuvieron pocos incentivos para romper las reglas y los vínculos.
Hubo un período de polarización y confrontación política, hasta que el gobierno fue fuertemente refrendado en las urnas. Desde ahí, el gobierno logró ser bien tratado, como el legítimo representante de la ciudadanía, y los empresarios de medios lograron resguardar su propiedad, contar con financiamiento del Estado vía publicidad y continuar con sus negocios más importantes que, en general, no eran los mediáticos (Schuliaquer, 2020, p. 389).
Esta lectura es compartida por Molina (2014), quien explica que la relación entre el gobierno del MAS y el periodismo pasó de la polarización a la hegemonía. Mientras en 2006 Morales había apuntado a toda la prensa como la principal enemiga de su gobierno, tras ser reelecto en 2014, el presidente señaló que sus peores enemigos eran Erbol y Fides, dos de las principales radios bolivianas. “Antes los enemigos eran casi todos, pero muchos ya han sido abatidos. ‘Quedan’, entonces, los de la minoría no alineada con el oficialismo”, concluía Molina (2014, p. 46).
Desde la ciencia política, Hetzer (2019) también observa que el MAS pasó de la confrontación a la hegemonía mediática: “Evo Morales declaró a la prensa como su principal enemigo, pero 10 años después parece que decidió la batalla mediática a su favor” (p. 157). Este escenario se caracterizó por la moderación del tono beligerante de los medios, un acercamiento de las líneas editoriales al oficialismo, cambios en la composición propietaria de algunos medios privados, la influencia de la propaganda del Estado y la autocensura de los periodistas más críticos.
2.3. La nueva confrontación (2016-2019)
La amplia cobertura que la prensa le brindó al “Caso Zapata”1, la derrota en el referéndum constitucional de 2016 -referéndum con el que Morales intentó gestar una nueva reelección- y las denuncias de presuntos hechos de corrupción en el Fondo Indígena, abrieron un nuevo período de desacuerdos entre el gobierno y la prensa. Esta polarización se intensificó durante 2019, cuando se puso en duda la legitimidad del proceso electoral y la prensa se posicionó mayoritariamente a favor de la candidatura de Carlos Mesa. La crisis electoral, el apoyo mediático a la salida de Morales -que tuvo lugar el 10 de noviembre de 2019- y el discurso a favor de Jeanine Añez -quien asumió la presidenta de Bolivia el 12 de noviembre-, expresaron en los hechos el momento más elocuente de esa tensión.
Los analistas coinciden en señalar un cambio tras la salida de Evo Morales. Mientras Schuliaquer (2020) habla de un “giro radical” de los encuadres realizados por la prensa, Molina (29 de noviembre de 2019) señala que los principales medios actuaron como legitimadores de Añez, lo cual le permitió configurar una suerte de “hegemonía instantánea”. Por su parte, Stefanoni (2020) compara las coberturas mediáticas de 2019 con el periodo anterior, donde la polarización o las diferencias se expresaban de otro modo: “Por entonces, nadie hablaba de ´tiranía´, como ahora lo hacen a diario los columnistas de clase media en unos medios que no cejan en su empeño de inyectar mística a la ´revolución de las pititas´” (s/p)2. Dentro de este período de confrontación creciente, denominamos chaqueo al momento en que los medios erosionan la institución presidencial, siembran dudas sobre la legitimidad de un proceso electoral y apoyan la ruptura del orden constitucional.
3. DISEÑO TEÓRICO-METODOLÓGICO
Proponer que durante 2019 en Bolivia hubo un chaqueo es un punto de partida para discutir el rol de la comunicación durante el derrocamiento de Morales. No somos ajenos a la discusión acerca de si hubo o no una ruptura del orden constitucional. Para ello, retomamos algunas observaciones ya realizadas (Andrada, 2019, 2020, 2021) y dejamos planteados una serie de hechos relacionados con aquel acontecimiento:
- El tercer gobierno de Evo Morales se inició el 22 de enero de 2015 y su mandato constitucional preveía durar hasta el 22 de enero de 2020.
- La Policía se amotinó para reclamar la renuncia de Morales. El 10 de noviembre, las Fuerzas Armadas sugirieron públicamente que el presidente renunciara. Ambas acciones incumplen los artículos 244, 245 y 251 de la Constitución Política del Estado (CPE) sobre la imposibilidad de deliberar y la obligación de garantizar la estabilidad del gobierno legalmente constituido.
- No hubo una sucesión presidencial como lo plantea el Artículo 169 Inciso I de la CPE. En ese momento, Jeanine Añez era vicepresidenta segunda del Senado y en ningún lugar la Constitución Política estipula que ese cargo forme parte de la sucesión presidencial.
- El Presidente de la Cámara de Diputados y cuarto en la línea de sucesión constitucional, Víctor Borda, fue obligado a renunciar debido a que su hermano había sido secuestrado y la condición planteada para su liberación era que dimitiera (Canelas, 8 de abril de 2021).
3.1 El chaqueo en términos comunicacionales
Como señalan Andersen y Ledezma (22 de agosto de 2019), el chaqueo es una técnica agrícola tradicional que consiste en la roza, tumba y quema de un terreno para limpiar las malezas y prepararlo para la próxima siembra. Los investigadores Lara Ponce, Caso Barrera y Aliphat Fernández (2012) describen a la roza como la acción de “cortar la vegetación leñosa delgada” (p. 72) y a la tumba como la tala de los árboles más gruesos. Mientras que la quema implica dejar secar la vegetación durante varios días hasta iniciar el fuego lo más próximo del comienzo de la temporada de lluvias.
Desde la comunicación, el chaqueo simboliza el momento en que un sector importante de la prensa y las redes sociales construyen una agenda mediática y una serie de encuadres que buscan la ruptura del orden democrático. Como en la agricultura, podemos dividirlo en tres momentos, los cuales se expresan en el Gráfico 1:
- Roza: las noticias y los artículos de opinión tienen el objetivo a largo plazo de erosionar la legitimidad de un gobierno elegido democráticamente. La relación conflictiva entre gobierno y prensa y los intereses en disputa hacen que primen coberturas con sesgos partidarios que en no pocos casos olvidan el rigor informativo.
- Tumba: a diferencia de la tesis del “perro guardián”, según la cual el periodismo protege a las instituciones (Martínez Albertos, 1994), las coberturas apuntan a la caída del gobierno en el corto plazo.
- Quema: una vez que el presidente es tumbado, la prensa colabora en la legitimación del nuevo gobierno. Los mismos periodistas cuestionan a sus colegas que denuncian un golpe de estado, en algunos casos amplifican la circulación de fake news y apoyan la represión y la criminalización de la protesta social.
3.2 La construcción social de la realidad
Entendiendo a la comunicación como un campo interdisciplinario (Entel, 1995; Torrico Villanueva, 2004; Wolf, 2000) y considerando que la realidad se construye socialmente (Berger & Luckmann, 2003), el artículo analiza diversos discursos que circularon en los medios de comunicación y redes sociales de Bolivia durante la crisis de 2019 sobre la base de entender que los mensajes no son neutrales ni objetivos; mientras que la comunicación influye, pero no es omnipotente, tal como lo planteaban MacBride (1993) y otros investigadores en un informe de los años ´80 titulado Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo:
Ni las estructuras de la comunicación ni los mensajes transmitidos son neutrales. Una elección de tecnologías refleja un juicio de valor tanto como lo hace el contenido del programa. Ningún mensaje puede ser absolutamente objetivo: los juicios implícitos se reflejan incluso en la elección de los términos usados. Quienes confían por completo en los medios masivos deben estar conscientes de que la imagen de la realidad que están obteniendo no puede considerarse jamás enteramente correcta. Deberá recordarse también que la comunicación no es todopoderosa: no puede transformar el tenor de las relaciones interpersonales ni la ausencia de la vida social. La comunicación es eficaz sobre todo cuando se refuerza con otros factores sociales, es decir, cuando los mensajes transmitidos reflejan los problemas públicos nacientes o ya establecidos (MacBride, 1993, pp. 40 y 41).
En La semiosis social, Verón (1993) señala que “todo fenómeno social es un proceso de producción de sentido” (p. 125). En consecuencia, el análisis de un proceso significante va de la mano de la explicación de sus condiciones sociales de producción, abriendo “camino, de esa manera, al estudio de la construcción social de lo real” (p. 126). Cabe destacar que el presente artículo se refiere a las condiciones de producción del discurso y no a su recepción. Y que el chaqueo, en el caso boliviano y de acuerdo a nuestra conjetura, se cimentó en el carácter sesgado de la producción noticiosa y el uso de las fake news como instrumento de repetición y desgaste.
3.3 Polarización afectiva y desinformación
Si bien la frase “comment is free, but facts are sacred”, pronunciada en 1921 por Charles Prestwich Scott, ha jugado un rol importante en invisibilizar la intervención de un periodista en la construcción de la noticia, las nuevas generaciones de académicos y profesionales reconocen el rol de la subjetividad en la comunicación sobre la realidad (Alcíbar, 16 de diciembre de 2016). El investigador Rodrigo Alsina (1993) rechaza que el periodismo sea un “espejo” que refleja a la sociedad y no duda de la influencia de los medios: “Los mass media son los que crean la realidad social. Los acontecimientos son conocidos gracias a los mass media” (p. 30). Desde una perspectiva crítica, Serrano (2011) acusa a los medios de apelar a la objetividad como una estrategia para difundir su ideología a través de la apariencia de neutralidad, mientras que Ramonet (2013) apunta que el periodismo es un problema para la democracia porque dejó de ser un contrapoder y los conglomerados mediáticos son propagadores de intereses específicos, por lo general relacionados a la concepción ideológica de sus dueños.
En esa línea también nos interesa advertir acerca de la radicalización de las miradas sesgadas en los frames noticiosos y en las agendas de noticias. Como los frames delimitan el debate público, los medios realizan una interpretación que determina la comprensión del mundo que ponen en circulación (Sádaba, Rodríguez-Virgili & La Porte, 2008). En ocasiones, la exacerbación de los sesgos identitarios de los medios puede profundizar la polarización y hacer olvidar la tarea periodística de informar respetando el rigor de los datos difundidos. En estos contextos, la contienda entre partidos se complejiza y se traslada a una pelea entre medios o periodistas, y el criterio de noticiabilidad depende del posicionamiento ideológico (Crespo Martínez, 2003). Así, las noticias ofrecen una forma de comprender el mundo, definen los problemas públicos y atribuyen responsabilidades (Ingrassia, 2020).
Por caso, la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 y el desarrollo de su presidencia en Estados Unidos, entre 2017 y 2021, generó un boom de análisis sobre polarización afectiva. El politólogo McCarty (2019) pone el foco en los fenómenos en los que la opinión pública se ha venido dividiendo cada vez más: “A simple definition of policy polarization is a process where extreme views on some matter of public policy have become more common over time” (p. 9). Por su parte, Klein (2020) llegó a definir al sistema político norteamericano como tóxico y vinculó polarización e identidades políticas:
We are so locked into our political identities that there is virtually no candidate, no information, no condition, that can force us to change our minds. We will justify almost anything or anyone so long as it helps our side, and the result is a politics devoid of guardrails, standards, persuasion, or accountability (Klein, 2020, p. 9).
El trabajo de Iyengar et al. (2019) advierte el crecimiento de la polarización afectiva en Estados Unidos durante los últimos 50 años: tanto demócratas como republicanos se acusan mutuamente de ser hipócritas, egoístas e intolerantes, y prefieren no socializar con gente del otro partido. Paralelamente, la identidad político-partidaria comienza a converger con otras identidades como la raza y la religión. En consecuencia, se produce una mayor hostilidad hacia el partido contrario y la generalización de inferencias inexactas hacia el sector contrario. Al analizar el origen del fenómeno, los autores proponen pensar y problematizar el rol de la información: “One plausible hypothesis is that the precise mix of in- and out- group sentiment will depend on individuals’ prior information and how they update beliefs based on exposure to new information” (p. 142).
Desde España, Villanueva Fernández y Almagro Holgado (3 de noviembre de 2020) señalan que la polarización afectiva ha influido en los últimos estallidos de violencia: “No es lo mismo estar en desacuerdo con respecto a cuál debe ser la carga fiscal de un determinado segmento de la población que mostrar desprecio hacia quienes se sitúan en otro grupo social” (s/p). Mientras que Donne (29 de junio de 2021), especializado en comunicación política alemana, diferencia la polarización emocional de la ideológica, dado que la primera se basa en identidades fuertes y sesgadas que exaltan el conflicto y nos aleja de discusiones serenas. Algo que lleva a pensar en lo observado por Aruguete (2021), quien explica que los usuarios virtuales integran comunidades digitales con las que tienen valores, intereses o historias de vida en común: “Las uniones entre quienes comparten identidades políticas -como una de las expresiones de polarización afectiva- tienen efectos más significativos sobre ciertas emociones, entre ellas el odio, que sobre el posicionamiento racional” (p. 5).
En ese sentido, no es difícil considerar que en un marco de polarización afectiva como el recortado para el caso boliviano, la radicalización de los frames y sesgos impactará en las coberturas periodísticas. De la misma manera que favorece la instalación de fake news.
A principios de 2020, The Intercept informó que el gobierno de Jeanine Añez, quien asumió el cargo de presidenta con carácter interino luego de la crisis política de 2019, había contratado a CLS Strategies: la misma consultora estadounidense que había utilizado el gobierno de facto de Honduras tras el golpe a Manuel Zelaya en 2009 (Fang, 26 de enero de 2020). Meses más tarde, el gobierno de Añez terminó por reconocer dicha contratación para “una tarea de cabildeo en busca de respaldo a la democracia” (Redacción La Razón, 3 de septiembre de 2020). Por su parte, Facebook (agosto de 2020) informó que había removido 55 cuentas y 42 páginas de su red, y 36 cuentas de Instagram ligadas a CLS Strategies que difundían fake news en México, Bolivia y Venezuela. El Cyber Policy Center de la Universidad de Stanford expresó al respecto: “The 11 Facebook pages focusing on Bolivia were mainly supported Bolivia’s Interim President Jeanine Añez and attacked Bolivia’s former president Evo Morales” (Cryst et al., 2020, pp. 10 y 11).
Si bien las noticias falsas existieron siempre, Boczkowski (2016) señala tres tendencias de época que favorecen su recepción: la fragmentación de la infraestructura de la información a partir del desarrollo de Internet, las dificultades para reconocer información tendenciosa dirigida a través de algoritmos y la crisis de autoridad del conocimiento experto. Como solución, Boczkowski propone que los medios deben demostrar la veracidad de las noticias informadas y denunciar la falsedad de las fake news.
Asimismo, en el libro Fake news, trolls y otros encantos, Calvo y Aruguete (2020) indican que las redes sociales permiten la creación de burbujas de filtro, es decir, comunidades que comparten creencias, sesgos identitarios y una lectura determinada de los acontecimientos. En estos espacios, los usuarios se conectan de manera afectiva y, en ocasiones, pueden sentir estímulos para jugar un rol activo en la producción de sentido a partir de tweets o posteos. Por medio de esta dinámica, las redes pueden incrementar la polarización, incidir en nuestras decisiones y crear un terreno fértil para la propagación de noticias falsas.
En el mundo de las fake news buscamos datos que confirman nuestros prejuicios, los publicamos en las redes sociales con el objetivo de dañar a nuestros oponentes políticos y aceptamos que nuestras creencias y los datos fácticos que las justifican se distingan de las de quienes nos atacan (Aruguete & Calvo, 2020, p. 43).
A diferencia de los temores que existen sobre Facebook y Twitter como servicios que alteran la convivencia democrática, Mitchelstein, Matassi y Boczkowski (2020) concluyen que los efectos son mínimos y focalizan la atención en aspectos socio-culturales, dado que las redes sociales amplifican patrones preexistentes en lugar de transformarlos. Mientras que Waisbord (2021) prefiere enfatizar que la puesta en circulación de noticias falsas sí puede convertirse en una amenaza para la democracia, dado que existen flujos de fake news que pueden llegar a tener influencia en los resultados electorales o producir efectos de desinformación que hace que la ciudadanía tome decisiones en base a falsedades que alteran el pacto democrático: “La desinformación digital presenta aspectos únicos. Crea falsedades a escala global y a costos relativamente bajos. Se implementa mediante campañas frecuentes, intensas e insidiosas” (Waisbord, 2021, p. s/p).
3.4 Corpus de estudio
Si el combate a la circulación de fake news precisa de enfoques creativos y flexibles (Waisbord, 2021), la producción académica necesita propuestas metodológicas que permitan evidenciar una situación global de desinformación. En tal sentido, la naturaleza inabarcable del chaqueo precisa de una selección transversal que permita dar cuenta de la pluralidad de discursos circulantes y ofrecer la posibilidad de describir al menos parte del “universo de la muestra” (Piñuel Raigada, 2002, p. 11). De allí la selección de un corpus heterogéneo y diverso en los que se expresan distintas formas de producir y operar en la construcción de sentido.
El trabajo se sostiene en un diseño transversal (Piñuel Raigada, 2002) que consta de diferentes etapas de selección del material y, en nuestro caso, de un análisis descriptivo que permite entender a los medios como productores de información, al mismo tiempo que evaluar las prácticas periodísticas y arriesgar algunas reflexiones que van más allá de la señalización de presencia o ausencia de un dato de contenido y permite observar rasgos no manifiestos marcados por las condiciones de producción (Andréu Abela, 2000; Jensen, 1997). Es decir, abre la puerta a una lectura crítica que pone de relieve la coyuntura trabajada (año, lugar, cultura) en que se producen los discursos (Krippendorff, 2004). En el caso boliviano, se destaca la polarización afectiva en la que se vio atravesada la disputa política y el modo en que la prensa profesional asumió un rol político protagónico a favor de la llegada de Añez al poder: convalidó versiones de fraude electoral, intentó silenciar a periodistas críticos, difundió lecturas de la realidad no apoyadas en datos rigurosos y justificó el accionar de policías y militares en acciones represivas que dejaron decenas de muertos y heridos.
En ese marco, tal como nos previene Macnamara (2018), el estudio de un caso específico, signado por esas tensiones, exige advertir sobre la focalización del trabajo y vigilar y controlar las arbitrariedades que puedan generarse en la selección del corpus, ya que los materiales exponen las relaciones de poder y exhiben características que deben tenerse en cuenta a la hora de su abordaje (tono del mensaje, presencia de metáforas, imágenes visuales, soporte y medio de puesta en circulación, enunciadores, entre otras).
Aquí, hemos mencionado, se entiende al chaqueo como una producción global de sentido cuyo objetivo es la ruptura del orden democrático, nuestra propuesta metodológica comienza por identificar una serie de materiales noticiosos, paquetes textuales extraídos de las redes sociales y prácticas comunicativas que buscaron erosionar la legitimidad del poder ejecutivo boliviano, legitimar su salida y blindar el arribo del gobierno de facto. En tal sentido, se recortó un corpus extenso y heterogéneo que expuso -en el marco de los acontecimientos descritos- una situación global de desinformación que amparó el incumplimiento de los artículos 244, 245 y 251 de la CPE antes mencionados. Seis fueron las unidades de análisis tenidas en cuenta en dicho recorte: portadas de diarios impresos, titulares en medios digitales, caricaturas, noticias y artículos de opinión y posteos en Facebook. Cuatro de ellas atravesadas por un sesgo partidario-identitario y dos pertenecientes a la categoría fake news. A continuación, se hace una descripción de los materiales seleccionados, también ordenados en el Gráfico 2:
- Las caricaturas de Abecor: recogidas entre los meses de mayo y agosto de 2021 en Página Siete. Abecor es la firma de uno de los dibujantes más popular de Bolivia, Abel Bellido Córdova, y en las piezas seleccionadas alimenta la desconfianza en el proceso electoral y, tras los comicios, convalida mediante ese recurso discursivo las versiones de fraude.
- La autocensura de Al-Azar: material también recolectado entre los meses de mayo y agosto de 2021. Al-Azar es la referencia artística del ilustrador Alejandro Salazar, quien se desempañaba en La Razón y a través de su obra denunció el golpe de Estado, la represión del gobierno de Añez y la complicidad de la prensa. Sin embargo, ante los ataques de trolls y, especialmente, de sus propios colegas, terminó optando por dejar de publicar sus dibujos durante un año.
- La censura a MaríaGalindo: muestra de los días 29 y 30 de enero de 2020. En esos días, la reconocida periodista informa un encuentro de la oposición en la Universidad Católica para acordar quién asumiría tras la salida de Morales. Luego de censurarla, Página Siete termina publicando la nota, pero desvincula a Galindo de la misma.
- Las notas de opinión de Sánchez Berzain: las notas fueron publicadas en Infobae. Sánchez Berzain es considerado uno de los responsables políticos de la “Masacre de El Alto”3 y da cuenta de la persistente racialización y el fuerte sesgo identitario que marca el discurso de los sectores opositores a Evo Morales.
- Tapas de los periódicos referidas al falso atentado en Senkata: a nueve días de asumir, Añez ordena liberar la planta de gas de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en la zona de Senkata, con un saldo de 10 personas asesinadas y 78 heridos. Las tapas de los diarios seleccionados, recopiladas el 20 de noviembre de 2019, el día posterior al hecho, justifican la represión como una respuesta a un falso atentado con dinamita.
- La noticia falsa sobre Juan Grabois: el dirigente social argentino viaja a Bolivia con una delegación para investigar las violaciones a los derechos humanos del gobierno de facto. Al día siguiente de su llegada, el 29 de noviembre de 2019, se viraliza a través de las redes sociales una fake newsque informa sobre un almuerzo de lujo.
4. PUESTA EN ESCENA
4.1 La narrativa del fraude en las caricaturas de Abecor
En Bolivia, el debate acerca de si en las elecciones de 2019 hubo fraude aún no fue saldado4. Sin embargo, sí podemos afirmar que para una parte del electorado la victoria de Evo Morales en primera vuelta era imposible. En ese marco, Abecor acompañó con sus dibujos la línea editorial de Página Siete, quien se hizo eco de los cuestionamientos a la transparencia del Órgano Electoral y la denuncia de manipulación del conteo de votos.
Entre mayo y agosto de ese año se identifica una primera serie de caricaturas que refleja el discurso sobre la falta de credibilidad en el Órgano Electoral y, por añadidura, de todo el proceso. Como rasgo común, se observa la presencia del color azul que identifica al MAS en todos los dibujos, al mismo tiempo que la marcada ilustración de urnas que simbolizan el acto electoral puesto en entredicho (Figura 1 y Figura 2). En una de ellas se observa una mano con manga azul dándole un llavero a otra mano (también con manga azul) que sale del interior de una urna (publicada el 31 de mayo). En otra se ve a una pequeña mujer de pollera con la leyenda “TSE”, en referencia a la presidenta del Tribunal Supremo Electoral, María Eugenia Choque, sentada sobre el dedo índice de una gran mano azul (publicada el 4 de junio). La tercera imagen de esta serie de caricaturas muestra a un hombre armando una urna electoral que observa dubitativo un cierre azul (publicada el 18 de junio). En la siguiente aparece nuevamente una mujer de pollera y la leyenda “TSE” en su sombrero, lavándose las manos en una canilla rodeada de palabras que explicitan el tenor de la crítica humorística, de un modo directo: “irregularidades”, “empadronamiento forzado”, “advertencias”, “amenazas”, “fraude”, “acarreo de votantes” y “promesas a cambio de votos”. Esa fue la primera vez que la palabra “fraude” apareció en una caricatura (publicada el 27 de junio). Mientras que en la siguiente imagen se ve una urna electoral también con la leyenda “TSE” y manchada de petróleo (publicada el 17 de julio). Finalmente reproducimos la caricatura de Evo Morales caminando sobre globos de diálogo que dicen “Si ganamos ‘no’ tenemos que irnos callados”, “Respetaremos los resultados”, “Respetaremos la CPE”; “Respetaré los resultados de las elecciones” (publicada el 14 de agosto).
Las semanas previas y anteriores a las elecciones del 20 de octubre de 2019, se acelera la frecuencia de las caricaturas que promueven la desconfianza sobre el proceso electoral y convalidan las denuncias de fraude -incluso antes del informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) que habla de irregularidades que afectaron la “credibilidad” del proceso electoral (OEA, 2020, p. 7)-. La serie puede describirse del siguiente modo: una soga con la palabra “confianza” que sostiene a las letras “TSE” de color azul deshilachándose (publicada el 22 de septiembre), dos manos con las mangas del clásico saco de Morales subiendo una urna a las puertas del cielo frente a la mirada incrédula de San Pedro -en ese momento, la oposición denunciaba que los padrones estaban alterados para que “voten los muertos” - (publicada el 23 de septiembre), una caja fuerte con las siglas de TSE dice “Tengan confianza, nuestro sistema está blindado”, mientras un brazo azul sale de una ratonera y se mete en su interior (publicada el 30 de septiembre), una urna destruida, con un antifaz azul y la palabra “Fraude” con la misma tipografía que “Frágil” (publicada el 22 de octubre), una marioneta vestida de azul, con las letras “TSE”, llorando, cuya mano que la maneja simula la manga del saco de Morales (publicada el 23 de octubre), Evo Morales pintando con azul sobre una pared “Fraude = 2da vuelta”, mientras que abajo se lee “Fraude =” al lado de la celda de una cárcel (publicada el 27 de octubre).
En las caricaturas de Abecor se observa la presencia de sesgos identitarios y partidarios en el discurso mediático: desde las denuncias de la oposición hasta la omnipresencia del color azul. La polarización afectiva estimuló la desconfianza sobre el proceso electoral y la erosión de la legitimidad de Morales hasta convalidar explícitamente la narrativa del fraude. En nuestra conceptualización sobre el chaqueo, podemos concluir que las caricaturas políticas juegan un rol importante dentro de los momentos de roza y tumba.
4. 2 La autocensura de Al-Azar
Desde La Razón, un diario cercano al MAS, el dibujante Alejandro Salazar -conocido como Al-Azar- fue muy crítico de la llegada del gobierno de facto al poder boliviano. Entre las caricaturas seleccionadas (Figura 3) se destaca una sobre la represión en Senkata, días después de la asunción de Añez: detrás de un tanque que acaba de disparar, se observan cuatro periodistas y uno de ellos mira por el cañón, como si fuera una cámara, y expresa: “Confirmado, veo suicidio colectivo”. La crítica de Al-Azar al nuevo gobierno es acompañada de un fuerte cuestionamiento a sus colegas. Días después publicó una serie de dibujos que recupera la figura de Pinocho para aludir a las falsedades construidas en relación a esos hechos. En una de las imágenes se ve que Pinocho se asoma por la escotilla de un tanque que acaba de disparar y dice “Ahora podemos reconciliarnos”, mientras en el suelo yacen un niño, una mujer de pollera con su bebé y un perro.
Un año más tarde, su compañero Rubén Atahuichi explicaría en La Razón que ese día un editor intentó bajar la caricatura de Internet, señalando que en las redes sociales estaban cuestionando al periódico. El intento de censura no tuvo éxito, pero el editor convenció a otros compañeros de publicar un “Pronunciamiento público” que fue “comidilla de las redes sociales, los detractores del diario y la competencia desleal” (Atahuichi, 11 de noviembre de 2020). El relato de Atahuichi evidencia el rol de las redes sociales durante el golpe para producir sentido e influir en actores sociales claves como son los periodistas:
Al-Azar quedó proscrito por casi un año por pensar diferente que sus compañeros, con su familia amenazada en redes sociales de linchamiento, con el acoso de políticos detractores y servido a la mesa para la acusación como muchos en los últimos meses. No había sufrido antes una experiencia así. Estaba dolido e indignado. Protestó en silencio, publicó su espacio en blanco en La Razón, con solo su firma. No eran los de afuera quienes lograron su muerte civil (Atahuichi, 11 de noviembre de 2020).
Tras el boicot de sus propios colegas de redacción, Al-Azar optó por la autocensura. Mientras que en la sección Subeditorial (Figura 4), el medio explicó que la decisión se debía al asedio, los insultos y las amenazas que había recibido el dibujante y humorista a raíz de sus caricaturas (Redacción La Razón, 3 de diciembre de 2019). A partir de esa fecha, sus dibujos fueron ocupados por una viñeta vacía que simbolizaba la ausencia de Al-Azar.
Por su parte, en su página de Facebook, el caricaturista apuntó a “la intolerancia, la descalificación, el insulto y las amenazas” y llamaba a reflexionar sobre “la importancia de contar con visiones distintas a la nuestra” (Mundo Al AZAR, 3 de diciembre de 2019). El posteo finalizaba con dos hashtags que reflejaban sus sensaciones: #NoALaCensura #VivaLaLibertadDeExpresión.
El silencio de Al-Azar duraría 341 días, hasta el 8 de noviembre de 2020: tres semanas después de la victoria electoral del candidato del MAS, Luis Arce Catacora. Su primer dibujo estaría dividido en dos viñetas: de un lado, los Premios Oscar; del otro, los Premios Fake News, representado por un Pinocho. Tras el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) -el cual calificó al operativo conjunto del Ejército y la Policía realizado el 19 de noviembre de 2019 como la “Masacre de Senkata” (GIEI-Bolivia, 23 de julio de 2021, p. 228), Al-Azar volvería a cargar contra sus colegas por legitimar la represión en Senkata, Sacaba5 y otras ciudades de Bolivia (Figura 5).
La explícita referencia a la represión y la complicidad periodística que señalan las caricaturas de Al-Azar, tanto como su autocensura en el marco de condiciones de producción fuertemente atravesadas por la situación política descrita, dan cuenta de los modos en que se piensa la polarización afectiva en la construcción de la realidad social. En este caso, tras la roza y la tumba, el momento de la quema precisa tanto de periodistas que legitimen la ruptura del orden democrático, como del silenciamiento de las voces críticas capaces de cuestionar el accionar del nuevo gobierno y el rol de la prensa.
4.3 La censura a María Galindo
El martes 28 de enero de 2020, la periodista María Galindo envió su columna semanal a Página Siete. Bajo el título “Sedición en la Universidad Católica”, la periodista informó por primera vez que mientras Morales era derrocado, la oposición se había reunido junto a representantes de la Unión Europea, la Iglesia Católica y el embajador de Brasil para acordar que Añez, hasta entonces vicepresidenta segunda del Senado, se hiciera cargo de la presidencia de Bolivia. A pesar del valor de la primicia, el diario de la familia Garafulic rechazaría su publicación. Frente a este nuevo alineamiento de Página Siete con el gobierno de Añez, la periodista grabaría un video en You Tube y publicaría el texto en la web de su medio Radio Deseo (Galindo, 29 de enero de 2020). La radio presentó la columna del siguiente modo:
Esta columna ha sido censurada por el periódico Página Siete. Maria Galindo escribe los miércoles por invitación del periódico desde su fundación y ha sido reconocida varias veces como una de las columnistas más leídas. Nunca hubo de parte del periódico un acto de censura en más de 10 años. Hoy la columna no fue publicada por orden de la dirección sin aviso alguno en el periódico. (Redacción Radio Deseo 103.3 FM, 29 de enero de 2020).
Tras el revuelo generado por la censura a una de las periodistas más leídas de Bolivia, al día siguiente Página Siete publicó la columna, pero con una aclaración de su directora, Isabel Mercado, en la que se destacaba la pluralidad del medio y la participación de Galindo durante 10 años. En tal sentido, el diario planteaba que las afirmaciones de la periodista “no tenían correlato con la realidad” y que sus aseveraciones no contaban con “ningún respaldo verificable” (Mercado, 30 de enero de 2020). Al final del editorial, Página Siete le informaba a Galindo y a sus lectores que había decidido prescindir de sus colaboraciones “en vista de que nuestros principios éticos no son compartidos por ella, pero son de obligatorio cumplimiento para nosotros” (Ibíd.). En los días siguientes, otros medios confirmaron el encuentro en la Universidad Católica. Un hecho que ejemplifica, al igual que en el caso de Al-Azar, que los criterios de noticiabilidad están marcados por las condiciones de producción, algo que en Bolivia se tradujo en el silenciamiento de ciertos cuestionamientos al flamante gobierno de facto: en el momento de la quema, es decir, de la legitimación del gobierno de Añez, se necesitó acallar discursos periodísticos que, desde el humor o la columna de opinión, pusieran en entredicho el relato oficial.
4.4 Las notas de opinión de Sánchez Berzain
Si bien Carlos Sánchez Berzain es un personaje poco conocido en América Latina, en Bolivia es muy recordado por su rol en la represión durante la llamada “Masacre de Octubre” a la que a la que hicimos referencia en la presentación del corpus: la misma tuvo lugar en 2003, cuando Sánchez Berzain se desempeñaba como ministro de Defensa de la segunda presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada.
Dado su recorrido, en los últimos años sorprendió que comenzara a publicar columnas en Infobae: si bien este portal no es muy consumido en Bolivia, su penetración en América Latina lo convierte en uno de los medios en español más leídos de Argentina y otros países de la región (Hadad, 6 de febrero de 2017). Durante 2019, Sánchez Berzain publicó 27 notas de opinión sobre las elecciones en Bolivia. Un análisis de los titulares arroja cuatro líneas políticas: la denuncia de fraude electoral, un día antes de las elecciones primarias celebradas el 27 de enero de 2019 (Sánchez Berzain, 26 de enero de 2019); en 11 notas apunta a la OEA y a su Secretario General, Luis Almagro, por aprobar la nueva candidatura de Evo Morales -a modo de ejemplo: Sánchez Berzain, 26 de enero de 2019-; en 2 notas se refiere a lo que considera un “ecocidio” que evidencia el uso político de los incendios ocurridos en las vísperas de la elección general del 20 de octubre de 2019; y una nota posterior a la elección general en la que aboga por el alzamiento de las Fuerzas Armadas y de la policía (Sánchez Berzain, 27 de octubre de 2019).
La insistencia en apuntar a la OEA cobró relevancia cuando, finalmente, el organismo terminó cumpliendo un rol protagónico al plantear la existencia de manipulaciones “que no permiten tener certezas sobre el margen de victoria del candidato Morales sobre el candidato Mesa” (OEA, 2019, p. 8). Tras el informe del organismo, las críticas de Sánchez Berzain cesaron. Tiempo más tarde, el 5 de mayo de 2021, el Interamerican Institute for Democracy (IDD) -del que Berzain es director ejecutivo- organizó en Miami el foro por la “Defensa de la democracia en las Américas” en el que también participaron Luis Almagro y Daniel Hadad, empresario y periodista fundador de Infobae.
En un mundo globalizado, las disputas geopolíticas también se libran en el terreno de la comunicación y el periodismo. En este sentido, los medios masivos pueden actuar como dispositivos de poder que promuevan el respaldo o la indiferencia de la comunidad internacional. Independientemente de su efecto, Sánchez Berzaín e Infobae formaron parte de un grupo de medios que participaron activamente de la producción de sentido hacia fuera de Bolivia.
4.5 La “Masacre de Senkata”: el falso “atentado” con dinamita
El día de la mencionada “Masacre de Senkata” -un hecho de represión que tuvo lugar cuatro días después de que Añez firmara un decreto que le brindó poder de policía a las Fuerzas Armadas, instándolas a participar “en la conservación del orden público” (Decreto Supremo Nº 4078, 15 de noviembre de 2019)- se registró un saldo de 10 personas asesinadas. Sin periodistas en el lugar, los principales diarios de Bolivia se hicieron eco del discurso oficial, que buscó justificar el accionar represivo en contra de los manifestantes que bloqueaban la salida de camiones cisternas de una planta de gas de YPFB diciendo que de esa manera se evitó “un atentado” con dinamita -una muestra de esto era que los manifestantes habían volado con dinamita el muro perimetral de dicha planta.
La serie de tapas de diarios (Figura 6) muestra la cobertura realizada por los principales medios gráficos de Bolivia. Los títulos, las bajadas noticiosas y las imágenes fotográficas seleccionadas por Página Siete, El Deber, Los Tiempos y El Diario son elocuentes del punto de vista adoptado, calificando al hecho como un “acto terrorista” -tal el señalamiento del gobierno de Añez- alentado por “extremistas partidarios del MAS y su líder desde México” (Redacción El Diario, 20 de noviembre de 2019).
En ese marco, resulta singular e ilustrativo la cobertura del diario Correo del Sur, no solamente por el registro de los hechos violentos ocurridos en Senkata, sino también por la rapidez con que parecen hacerse eco de una “tesis” de Rodrigo Estrada, quien realizó un posteo en Facebook en el que señaló que si la planta explotara “desaparecerá El Alto, 5 Kms al rededor de estas esferas (…) y otros 5 km adicionales estará tremendamente afectado” -sic- (Figura 7)6.
En esa línea, Estrada presagiaba una tragedia con, “al menos”, 10.000 muertos y reclamaba la urgente intervención de “los militares”, lo cual generó pedidos similares en las redes sociales, como se muestra en los siguientes ejemplos (Figura 8).
Y el Correo del Sur afirmó en la bajada de tapa que “una explosión en la planta de gas afectaría hasta 10 kilómetros a la redonda” (Figura 9).
En otra mirada editorial, más cercana al MAS, La Razón hace hincapié en el “operativo militar-policial” y muestra una fotografía de los cadáveres de las víctimas en la parroquia San Francisco de Senkata (Figura 10).
Mientras tanto, el periodista argentino Fernando Ortega Zavala, testigo de los hechos, detalló al instante, en su cuenta de Twitter @F_ortegazabala, lo sucedido a través de posteos y un video7. Por su parte, el periodista boliviano Fernando Molina advertía que la narrativa oficial justificaba las muertes, mientras que los medios actuaban como legitimadores del nuevo gobierno y de la represión que tuvo lugar en Senkata: “Los medios bolivianos afirmaron que fue volado con dinamita. Ninguno se preguntó por qué la supuesta explosión de dinamita no causó un hueco en la pared y, en cambio, esta se desplomó íntegramente, justo como si hubiera cedido al empuje de las personas que estaban junto a ella”8 (Molina, 29 de noviembre de 2019).
Tiempo después, a partir de las pericias del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y los testimonios recogidos, el informe del GIEI-Bolivia antes comentado desarmó la narrativa montada por el Gobierno de Añez, las Fuerzas Armadas, la Policía Boliviana y el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF): “El GIEI no pudo comprobar que dinamitas u otros explosivos hubieran sido lanzados hacia el interior del perímetro de la planta ni que se haya producido algún foco de incendio cerca de alguna de las áreas sensibles de la misma” (GIEI-Bolivia, 23 de julio de 2021, pp. 246 y 247).
Lo registrado de la cobertura periodística de la “Masacre de Senkata” pone en evidencia cómo la narrativa oficial y los posteos, muchos de ellos convertidos en fake news por el uso mediático, son validadas por la prensa profesional y tienen un peso político muchas veces decisivo en la construcción de acontecimientos que, en el caso señalado, ayudaron a instalar una visión sesgada de lo ocurrido en aquellos días. Su eficacia se traduce en el convencimiento que aún hoy expresan no poco ciudadanos cuando dicen que los seguidores del MAS “se mataron entre ellos”, que de esa manera se “buscó inculpar al Gobierno de Añez” y que la brutal represión “evitó la explosión de la planta de YPFB”.
4.6 Una noticia falsa sobre el almuerzo de Grabois
Ante las primeras noticias sobre la intervención militar en ciudades como Senkata y Sacaba, intelectuales, miembros de organizaciones de Derechos Humanos y políticos de distintos países se solidarizaron con las víctimas de la represión en Bolivia. Ese fue el caso del dirigente social argentino Juan Grabois, quien encabezó una delegación que llegó a Bolivia el 28 de noviembre de 2019. Al día siguiente de su arribo se viralizaron -por Facebook- dos versiones de un almuerzo de Grabois y sus acompañantes que sirve, en este apartado, para ver cómo un hecho aparentemente trivial produce sentido político y expande, en un caso, una información falsa, y, en el otro, manifiesta el modo en que un mensaje se carga de apelaciones que buscan captar la atención afectiva y pretende deslegitimar la presencia de la delegación argentina.
La primera versión indicaba que Grabois había almorzado en Gustu, un lujoso restaurante de La Paz que fusiona la comida europea con los alimentos del Altiplano. A modo de ejemplo vale reproducir algunos posteos recogidos de Facebook:
- Boliviadijonocarajo.com (29 de noviembre 18:05)9Recuerden amiguitos: todo buen socialista, compañero, camarada, amigo del pueblo, debe llegar a Bolivia e ir a GUSTU, uno de los mejores restaurantes del mundo. ¿Qué son 530 bolivianos por un almuerzo, cuando uno viene a luchar por la justicia? P.S.: Ojo que en Gustu no pueden pedir caviar, muchachos, todo lo que hay allí es boliviano. (346 reacciones | 121 comentarios | 218 veces compartido)
- Hoy Santa Cruz (29 de noviembre 18:48)10#RealmenteImpresentables El socialista Grabois, defensor de los pobres, se da un gustito....... en uno de los restaurantes más caros de La Paz. "Gustu" que, además, tiene categoría internacional, cobra 80 dólares el plato. En el mercado local, un almuerzo cuesta dólar y medio, sólo para comparar. Ésa es la escala de la sinverguenzura. (13 reacciones | 10 comentarios | 15 veces compartido)
- Carlos Cutuli (30 de noviembre 08:23)11Kumpa, mientras vos cargas la Sube con $38, Juan Grabois está comiendo en Gustu, el restaurante más exclusivo y caro de Bolivia, cuyo almuerzo no baja de 5 mil Pesos Argentinos. Después te habla de emergencia alimentaria. Aplaudan mientras se les llena la heladera. (1.190 reacciones | 825 comentarios | 25.994 veces compartido)
Dicho tipo de posteos aparecían acompañados de una fotografía que pretendía ser el testimonio fidedigno de la presencia de la delegación argentina en Gustu (Figura 11).
El mismo día de la viralización de esa noticia, el propio restaurante desmintió lo que estaba en circulación12 (Figura 12), aunque no pudo contener el efecto de las reproducciones en un momento de tensión política en el que las fake news operaron, como en este caso, con el propósito de deslegitimar la presencia del dirigente social argentino.
Por su parte, la segunda versión que circuló en las redes sociales indicaba, con certeza, que el almuerzo tuvo lugar en el restaurante Ludo, planteando también que se trataría de uno de “los más caros de Bolivia” y poniendo marcas de identidad política que buscan descalificar la presencia de la delegación argentina apelando a la movilización de efectos emocionales y afectivos. En este caso, la coordinación del mensaje propagado es mayor dado que se comparte la misma imagen y el mismo texto irónico: “Hola soy el revolucionario socialista Juan Grabois y llegué a La Paz para luchar por los pobres bolivianos. Pero antes iré comer a LUDO, el mejor restaurante francés y uno de los más caros de Bolivia”, tal como se muestra en el siguiente ejemplo (Figura 13).
El caso descrito es apenas una anécdota que se ofrece como síntoma del modo en que se producen y replican las fake news -muchas veces gestadas por trolls que tienen una función específica en el marco de estrategias de comunicación más amplias que ponen en escena, por distintas vías, la lucha por el sentido-. En este caso, el cuestionamiento de la credibilidad de la delegación argentina implicada en la crisis política boliviana ofrece un ejemplo de los mecanismos de viralización de una noticia falsa y el despliegue de argumentos que buscan dañar la imagen de Grabois, particularmente, y deslegitimar así su presencia en el país luego de la “Masacre de Senkata”.
5. CONSIDERACIONES FINALES
La selección y descripción de distintos tipos de materiales periodístico pretendió mostrar el escenario en que ayudaron a configurar los principales medios de comunicación bolivianos durante el golpe de estado de 2019. La cobertura mediática, así como la puesta en circulación de noticias falsas o información sesgada que luego era replicada por la prensa, exponen en ese sentido un proceso al que hemos calificado como chaqueo: dicha metáfora de una técnica agrícola tradicional supone un proceso que incluye la producción de noticias que buscan erosionar la legitimidad de un gobierno (roza), el alejamiento de la tarea periodística que procura defender institucionalidad (tumba) y la legitimación, en el caso de Bolivia, de un gobierno de facto -y de las acciones represivas con la que buscó hacer frente a las tensiones políticas desatadas-.
En ese sentido, se identificó un paquete noticioso heterogéneo -producido por diversas fuentes informativas y teniendo en cuenta recursos y procedimientos narrativos variados- que permitieron dar cuenta de los distintos modos en que se cubrieron los acontecimientos que envuelven la elección general de 2019, la posterior renuncia de Morales y los primeros días de gobierno de Añez, identificando y focalizando la atención en eventos que ilustran distintas formas de puesta en escena de lo sucedido: narrativas humorísticas que configuran la legitimación del fraude, la criminalización de la protesta y deslegitimación de dirigentes sociales, además de la ejemplificación de prácticas que en aquellas condiciones de producción motivaron el silenciamiento de voces disidentes y la promoción de la autocensura (Gráfico 3).
En ese marco, el objetivo del artículo no fue establecer observaciones concluyentes, sino promover el debate sobre las formas de informar y las prácticas profesionales de algunos sectores del periodismo boliviano durante el golpe de Estado de 2019. Las particularidades del fenómeno analizado configuran un terreno fértil para pensar la tarea del periodismo y su lugar en el marco de procesos políticos complejos atravesados por la mediatización contemporánea.