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Revista de Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 0797-5538versión On-line ISSN 1688-4981

Rev. Cien. Soc. vol.37 no.54 Montevideo  2024  Epub 01-Jun-2024

https://doi.org/10.26489/rvs.v37i54.10 

Artículo

Luchas interseccionales en América Latina y el Caribe La trayectoria política de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (1992-2019)

Intersectional struggles in Latin America and the Caribbean. The political trajectory of the Network of Afro-Latin American, Afro-Caribbean and Diaspora Women (1992-2019)

Lutas interseccionais na América Latina e no Caribe. A trajetória política da Rede de Mulheres Afro-Latino-Americanas, Afro-Caribenhas e da Diáspora (1992-2019)

Lucía María Busquier1 
http://orcid.org/0000-0003-1174-2221

1Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Facultad de Ciencias Sociales. Email: luciabusquier@unc.edu.ar


Resumen

Este artículo se propone sistematizar los resultados obtenidos de una investigación en la que se buscó reconstruir el recorrido político de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD), nacida en 1992 en República Dominicana, incluyendo la celebración de los Encuentros de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, así como los eventos políticos más importantes que atravesaron a dicha organización, sus definiciones e iniciativas políticas. Para ello, en primer lugar, se abordan los postulados teóricos impulsados por intelectuales y activistas afrodescendientes y feministas de la región. En segundo lugar, se precisan las características más importantes del feminismo afrolatinoamericano, afrocaribeño y de la diáspora. En tercer lugar, se sintetiza la trayectoria política de la RMAAD, organizada en tres momentos.

Palabras clave: feminismo afrodescendiente; interseccionalidad; prácticas políticas; activismos

Abstract

This paper intends to systematize the main results obtained from an investigation that sought to reconstruct the political path of the Network of Afro-Latin American, Afro-Caribbean and Diaspora Women (NAAADW) born in 1992 in the Dominican Republic contemplating the celebration of its Meetings of Black Women of Latin America and the Caribbean, along with the most important political events that have affected this organization, its definitions and political initiatives. To do this, first, the theoretical postulates promoted by Afro-descendant and feminist intellectuals and activists in our region will be addressed. Second, the most important characteristics of Afro-Latin American, Afro-Caribbean and diaspora feminism will be specified. Thirdly, the political trajectory of the NAAADW will be synthesized, organized in three moments.

Keywords: afro-descendant feminism; intersectionality; political practices; activism

Resumo

Este artigo tem como objetivo sistematizar os resultados obtidos em uma investigação onde buscamos reconstruir o percurso político da Rede de Mulheres Afro-Latino-Americanas, Afro-Caribenhas e da Diáspora (RMAAD) nascida em 1992 na República Dominicana contemplando a celebração dos Encontros das Mulheres Negras da América Latina e Caribe, juntamente com os acontecimentos políticos mais importantes que afetaram esta organização, suas definições e iniciativas políticas. Para isso, em primeiro lugar, serão abordados os postulados teóricos promovidos por intelectuais e ativistas afrodescendentes e feministas em nossa região. Em segundo lugar, serão especificadas as características mais importantes do feminismo afro-latino-americano, afro-caribenho e da diáspora. Em terceiro lugar, será sintetizada a trajetória política da RMAAD organizada em três momentos.

Palavras-chave: feminismo afrodescendente; interseccionalidade; práticas políticas; ativismos

Introducción1

Entre el 19 y el 25 de julio de 1992, en Santo Domingo, República Dominicana, se celebró el I Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, evento que reunió a diversas organizaciones y activistas de la región con el propósito de reflexionar y debatir sobre las problemáticas que atravesaban sus realidades, experiencias e identidades marcadas por los efectos del racismo, la pobreza, el sexismo, la colonialidad y la heteronormatividad y sus imbricaciones. En dicho encuentro, además, se produjo la creación de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) y la instauración del 25 de julio como el Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas. Tanto la celebración del I Encuentro como la conformación de la RMAAD pueden ser pensadas como un acontecimiento fundamental en la historia del feminismo afrodescendiente en América Latina y el Caribe, y el inicio de un proceso de encuentro, emergencia y construcción de un movimiento de mujeres negras en varios países de la región.

Asimismo, junto con la conformación de esta organización integrada por mujeres negras es importante destacar la emergencia de diversos escritos desarrollados desde la década del ochenta por intelectuales y activistas afrodescendientes, feministas y lesbianas, quienes a partir de sus propias experiencias llevaron adelante la construcción de una propuesta teórica desde un enfoque crítico y multidimensional, que se centró en la diversidad de las opresiones producidas por el género, la raza, la clase, la colonialidad y la sexualidad y sus entrecruzamientos, lo que en algunos casos se llamó perspectiva o enfoque interseccional, multiplicidad de opresiones, imbricaciones, entrecruzamientos, trenza de dominación, entre otras denominaciones.

En este artículo se propone una sistematización de los principales resultados obtenidos a partir de una investigación realizada entre 2018 y 2022, en la que se buscó reconstruir el recorrido político de la RMAAD, incluyendo la celebración de sus Encuentros de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, así como los eventos políticos más importantes que atravesaron a dicha organización, sus definiciones e iniciativas políticas.

Para ello, en primer lugar, se abordan los postulados teóricos impulsados por intelectuales y activistas afrodescendientes y feministas de la región, quienes brindan nuevas miradas desde una perspectiva multidimensional y compleja para desarrollar estudios sobre las diversas formas de desigualdad que enfrentan los sujetos, en particular las mujeres negras. En segundo lugar, se precisan las características más importantes de lo que se denomina feminismo afrolatinoamericano, afrocaribeño y de la diáspora, entendido como un movimiento plural, heterogéneo y con sus singularidades locales e históricas. En tercer lugar, se sintetiza la trayectoria política de la RMAAD, organizada en tres momentos delimitados por la celebración de sus tres Encuentros de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe.

En las últimas décadas, los estudios sobre y desde los feminismos negros locales comenzaron a ocupar un lugar importante en las universidades de la región. Sin embargo, es importante remarcar que los antecedentes de este feminismo se remontan al período colonial, donde las plantaciones fueron el epicentro de gran cantidad de revueltas y fugas colectivas e individuales por parte de las poblaciones esclavas, junto con cimarronería y quilombos, que variaban sus formas y estrategias en todo el territorio. Si bien los registros escritos son escasos, las tradiciones orales de mujeres africanas, afrodescendientes e indígenas pueden localizarse en los orígenes de la conquista y se sostuvieron durante todo el período colonial y el siglo XIX. De igual manera, resulta relevante señalar que la bibliografía específica que estudia al feminismo afrodescendiente de la región en su mayoría fue y es producida por intelectuales negras provenientes de países con mayor concentración de población afrodescendiente, como Brasil y Colombia (Canavate, 2009).

Un primer grupo de estudios aborda los orígenes de las luchas impulsadas por mujeres negras, ubicados en el período de la conquista y la esclavitud, y sus aportes político-epistémicos hacia la construcción de saberes descolonizadores. Entre ellos se destacan los realizados por Lélia Gonzalez (1983, 1988), Luiza Bairros (2000), Sueli Carneiro (2005), Gabriela González Ortuño (2018b), Yurema Werneck (2005), Yuderky Espinosa Miñoso (2009, 2016a, 2016b, 2017, 2019), Betty Ruth Lozano Lerma (2010), Djamila Ribeiro (2017), Karina Bidaseca (2010, 2012, 2016) y Mara Viveros Vigoya (2009, 2016), entre otros.

El segundo grupo de escritos se sitúa en las últimas décadas, momento en que el feminismo negro de la región logró consolidarse y llevar adelante diversas formas de articulación política local, regional e internacional, como la RMAAD. Aquí se destacan las publicaciones de Ochy Curiel (2002, 2007), Yuderkys Espinosa Miñoso (2007) y Marisol Fournier-Pereira (2014), entre otras.

Los trabajos de estas autoras, que se ocupan de reconstruir las diversas luchas y resistencias impulsadas por mujeres negras desde el período de la esclavitud, se constituyen como un gran aporte a la hora de recuperar los orígenes de la perspectiva interseccional. Sumado a ello, la importancia de anudar el enfoque interseccional a sus luchas y resistencias fundacionales contribuye a no perder de vista el potencial político de esta herramienta teórica, potencial que puede verse afectado debido a la masificación del término y a la reapropiación por parte de sectores liberales e institucionales más recientes (Parra y Busquier, 2022). Ubicar la propia experiencia como punto de partida para la construcción de saberes es una de las principales particularidades que atraviesa la propuesta teórica elaborada por el feminismo negro y el feminismo decolonial.

Sobre el segundo grupo de estudios, es decir, aquellos que abordan las características del feminismo afrodescendiente de las últimas décadas, momento en el que se produjo el nacimiento de la RMAAD, Espinosa Miñoso (2007), a partir de su propia experiencia atravesada por sus años de participación en el feminismo negro de América Latina y el Caribe, iniciada a finales de la década del ochenta, propone una crítica política hacia algunos sectores de los feminismos locales, que adoptaron una postura institucionalista y de acercamiento al Estado y a las organizaciones no gubernamentales (ONG) y perdieron así su autonomía política. La autora destaca la importancia de construir una identidad colectiva, sobre todo en lo que respecta al feminismo negro de la región. Sin embargo, advierte sobre los riesgos de caer en identidades estereotipadas y estancas, que contribuyen a las posturas esencialistas y biologicistas sobre la idea de raza. Por el contrario, propone atender a las multiplicidades y pluralidades que atraviesan a las identidades -el género, la raza, la clase y la sexualidad, por ejemplo- como punto clave para las reivindicaciones impulsadas por el feminismo negro (Espinosa Miñoso, 2007).

Sobre estudios realizados específicamente sobre la trayectoria política de la RMAAD, en primer lugar, se destaca el escrito de Ochy Curiel (2007) en el que se analizan detalladamente las características centrales del movimiento de mujeres afrodescendientes y el surgimiento de la RMAAD en ese marco. Curiel, quien se posiciona como una de sus fundadoras, la caracteriza como “una de las primeras experiencias de transnacionalización de la lucha política de las mujeres afrodescendientes en el continente latinoamericano y caribeño” (2007, p. 253). La reconstrucción histórica que desarrolla tiene sus inicios en la década del setenta, momento en que se produce la consolidación del feminismo negro en América Latina y el Caribe, contexto que propició el surgimiento de la RMAAD en 1992. Luego, realiza una caracterización, desde su punto de vista, de los momentos que atravesó la RMAAD, a los que organiza en dos etapas: la primera desde 1992 a 1997, a la que llama “la indefinición de un proyecto político”, y la segunda, que inicia en 1997 y va hasta 2007, a la cual titula “institucionalización vaciada de contenido” (Curiel, 2007, pp. 263, 266).

En segundo lugar, Jurema Werneck (2005) reconstruye diversas experiencias de activismo protagonizadas por mujeres afrodescendientes en la región y concluye con un apartado destinado a la RMAAD. Allí describe las principales características de la organización, el contexto de surgimiento y cuáles fueron sus principales reivindicaciones adoptadas en los primeros años. Al igual que Curiel, Werneck sostiene una postura crítica en cuanto a las políticas impulsadas por la RMAAD, a las que define como “insuficientes para la implementación de una agenda política común a las mujeres negras de la región, para constituirse en agentes políticos relevantes en el escenario local, regional e internacional” (Werneck, 2005, p. 38). En este sentido, desde su perspectiva, sus estrategias fueron poco contundentes a la hora de combatir las opresiones producidas por los diversos sistemas de poder. Esto se debió a que sus debates y tensiones internos no le permitieron construir un posicionamiento común ante el contexto político y económico de fines del siglo XX y principios del XXI (Werneck, 2005).

Finalmente, tanto los aportes de Curiel como los de Werneck resultan de suma importancia para este estudio, ya que, a partir de sus críticas y posicionamientos disidentes sobre las políticas adoptadas por la RMAAD, es posible indagar sobre las diversas heterogeneidades y singularidades presentes en el interior del feminismo afrodescendiente local e incluso en el marco de la RMAAD, colectivo que no debe ser pensado al margen de los diversos privilegios, opresiones, experiencias y realidades que afectan a los sujetos. Mostrar aquellas heterogeneidades y singularidades que atraviesan a los movimientos sociales de la región, en particular a los feminismos, es uno de los principales propósitos que orienta este artículo.

Recorrido metodológico

En este apartado se reconstruye cómo se llevó a cabo el trabajo de campo para esta investigación, es decir, cuáles fueron las decisiones metodológicas adoptadas, que tuvieron como principal objetivo poner en evidencia experiencias, recorridos, trayectorias y puntos de vista de las activistas que participaron o participan de la RMAAD. En este recorrido, fueron analizados los eventos histórico-políticos más importantes que llevaron al surgimiento de dicha organización, así como también los que la atravesaron durante su trayectoria política. También se indagó sobre las definiciones políticas, los objetivos y las líneas estrategias adoptadas por la RMAAD en cada uno de sus Encuentros de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe (Busquier, 2018, 2022, 2024).

A partir de lo anterior, en este artículo se sistematizan los principales resultados de la investigación, con el propósito de trazar el recorrido genealógico de la RMAAD, recuperando aquellos eventos claves que marcaron sus debates y sus definiciones políticas principales. Este trabajo, focalizado en la trayectoria política de la RMAAD, nacida en 1992, se inscribe en el campo del pasado reciente y aún abierto. Este pasado reciente se encuentra entrelazado con las interpretaciones subjetivas, las vivencias, los recuerdos y las significaciones individuales y colectivas de las activistas pertenecientes a la RMAAD. Podría hablarse, entonces, de un “pasado actual” o de un “pasado en permanente proceso de actualización” (Franco y Levín, 2007, p. 31). En este sentido, el testimonio oral adquiere gran relevancia en esta investigación, ya que no sólo aporta a la reconstrucción del hecho histórico en sí, sino también a la apreciación de las subjetividades y experiencias individuales y colectivas de las activistas. Es decir, existen procesos, detalles y dimensiones propios de las actoras involucradas que sólo fue posible apreciar en un encuentro cercano con ellas (Portelli, 1991).

Es por ello que algunas de las técnicas de las que se vale la historia oral, puntualmente la entrevista en profundidad, fueron claves para llevar adelante este estudio. Para la realización del trabajo de campo y la recolección de la información, se efectuaron entrevistas a las activistas de la RMAAD entendiéndolas como una “narrativa conversacional”, debido a que no sólo se estableció una conversación entre la entrevistadora y las activistas, sino también una forma de exposición donde se relató o se narró una historia, entrecruzando las perspectivas históricas de ambas participantes (Grele, 1998). Las entrevistas se focalizaron principalmente en activistas de la RMAAD pertenecientes a distintos países que participaron de manera activa en algún período desde su conformación en 1992 hasta 2019.

Para esto, se buscó recuperar sus trayectorias políticas, haciendo hincapié en sus posicionamientos políticos, ideológicos y teóricos desde su lugar de activistas e intelectuales, es decir, establecer un entrecruzamiento entre las experiencias personales y los procesos sociales, entre el hecho subjetivo y el hecho histórico y social (Portelli, 2014). En este sentido, la entrevista adquiere carácter de encuentro y conversación. Se trata de un diálogo donde las dos partes toman una posición activa en el proceso de producción de saberes (Piovani, 2018). Así, los relatos de las entrevistadas se convirtieron en un insumo central, en tanto son las propias protagonistas las que enuncian y reconstruyen los acontecimientos históricos y los procesos sociales y políticos que las atravesaron (Medina Martín, 2019).

Junto con la realización de las entrevistas se analizaron documentos escritos basados en las declaraciones y resoluciones de los encuentros de la RMAAD, la mayoría de ellos suministrados por las propias activistas entrevistadas. Asimismo, fueron utilizados repositorios virtuales como páginas web y de Facebook de la RMAAD y de otras organizaciones que formaron parte de esta. En tal sentido, la historia oral y los documentos escritos producidos por la propia organización funcionaron de manera complementaria entre sí, permitiendo un entrecruzamiento entre la investigadora y las entrevistadas, y la posibilidad de recabar información que, una vez sistematizada, fue transformada en documento escrito con base en las narraciones y enunciaciones de las protagonistas.

Por último, se destaca que esta investigación tuvo como principal motivación recuperar espacios, como la RMAAD, cuyo mayor desafío ha sido el de “dar voz” y visibilidad a aquellas mujeres que históricamente fueron silenciadas en el espacio político y académico, como es el caso de las mujeres afrodescendientes. Las activistas entrevistadas son mujeres referentes con gran trayectoria en los ámbitos en los que se desempeñan, espacios donde, gracias a las luchas y participaciones políticas que llevan impulsando desde hace varios años, lograron habitar, instalando debates políticos y teóricos sobre las problemáticas que enfrentan como mujeres afrodescendientes en la región. Visibilizar a los colectivos y sujetos políticos que, a partir de sus prácticas, intereses, reivindicaciones, demandas, luchas y resistencias, se construyen como las bases de las iniciativas políticas permite otorgar un sentido político a las investigaciones desarrolladas en el ámbito académico.

El entramado de opresiones en el contexto latinoamericano y caribeño: la propuesta del feminismo decolonial

El propósito de este apartado es sistematizar los enunciados teórico-políticos de autoras feministas latinoamericanas y caribeñas que conforman lo que se denomina feminismo decolonial, el cual se nutre de los aportes de las intelectuales negras de los Estados Unidos y del giro decolonial, y busca complejizar las miradas sobre las realidades de las mujeres afrodescendientes e indígenas en América Latina y el Caribe, considerando la historia colonial que caracteriza a esta región. Entre las intelectuales y activistas que se destacan están: Lélia Gonzalez, Sueli Carneiro, María Lugones, Ochy Curiel, Yuderkys Espinosa Miñoso, Mara Viveros Vigoya y Breny Mendoza, quienes en sus escritos problematizan el entramado de opresiones que experimentan las mujeres desde su lugar de mujeres, negras, migrantes, pobres, indígenas y lesbianas, dando lugar a sus propios postulados, teorías y posicionamientos políticos con base en las particularidades del territorio latinoamericano y caribeño.

La idea general que nuclea a estas formulaciones radica en pensar las singularidades de las mujeres afrodescendientes e indígenas, estableciendo un entrecruzamiento entre los diversos regímenes de poder, como la colonialidad, el capitalismo, la heteronormatividad y el sistema moderno/colonial de género (Lugones, 2008). A su vez, estos estudios buscan producir rupturas epistémicas que cuestionen el universal “mujer”, entendido como un sujeto blanco, de clase media y heterosexual y, desde allí, llevar a cabo un proceso de descolonización dentro del feminismo, a partir de la producción de teorías propias que se encuentren en constante diálogo con las prácticas y los activismos locales (Busquier y Parra, 2021). Diversas activistas e intelectuales son las precursoras del feminismo decolonial, como las brasileñas Thereza Santos, Luiza Bairros, Maria Beatriz do Nascimento, Lélia Gonzalez y Sueli Carneiro, y las jamaiquinas Una Marson y Amy Jacques-Garvey.

Junto con ellas, la filósofa argentina María Lugones (2003, 2005, 2008, 2018, 2021) es considerada una de las exponentes más importantes del feminismo decolonial. En sus investigaciones, propone una relectura de las relaciones de poder producidas entre la raza, la clase, el género y la sexualidad en la región latinoamericana y caribeña, lo que denomina “sistema moderno/colonial de género” (Lugones, 2008, p. 77). Según su mirada, la interseccionalidad brinda elementos para entender estas categorías de manera entrelazada, ya que, por un lado, el universal “mujer” incluye solamente a las mujeres blancas, de clase media y heterosexuales y, por el otro, el universal “negro” corresponde únicamente a los varones negros heterosexuales. En tal sentido, “en la intersección entre ‘mujer’ y ‘negro’ hay una ausencia donde debería estar la mujer negra precisamente porque ni ‘mujer’ ni ‘negro’ la incluyen. La intersección nos muestra un vacío” (Lugones, 2008, p. 82).

Lugones entiende las potencialidades de la interseccionalidad en, por ejemplo, el ámbito de la justicia. Sin embargo, advierte que categorías tales como el género, la raza, la clase y la sexualidad no deben ser pensadas como un solapamiento de opresiones que se cruzan o se entrelazan como categorías separadas y separables, sino que, por el contrario, género y raza permean las realidades de las mujeres negras sin ninguna posibilidad de separación (Lugones, 2005, 2018). Entonces, cuando se refiere a la colonialidad del género, se separa de Kimberlé Crenshaw, ya que no se trataría de una “lista” de categorías, de un “etcétera”, sino que se refiere puntualmente a la relación entre género, raza y sexualidad, donde cualquiera de esas marcas no puede existir sin las otras (Lugones, 2018).

Así, Lugones potencia y resignifica la perspectiva interseccional argumentando que, si bien esta ofrece elementos para realizar un análisis detallado de la situación de las mujeres de color, demostrando ese vacío que se produce entre las intersecciones, no otorga herramientas para la resistencia y la emancipación, lo que evitaría caer en la separación o fragmentación de las categorías como el género, la raza y la sexualidad (Lugones, 2013, citada en Bidaseca, 2014). La interseccionalidad pone en evidencia las jerarquías dentro de los universales mujer y varón, a lo que Lugones agrega la importancia de la agencia por parte de las mujeres de color que se encuentran en las intersecciones, para pasar de una lógica donde las categorías se analizan de manera separada a una que las piense de manera fusionada, entramada, emulsionada, promoviendo la resistencia (Bidaseca, 2014).

Finalmente, se destaca que la interseccionalidad como instrumento de análisis sirve para reconocer los múltiples sistemas de poder y cómo operan de manera entrelazada y articulados en un tejido que oprime no sólo los cuerpos, sino también las subjetividades de las mujeres negras (Fournier-Pereira, 2014). Lugones complementa esta perspectiva interseccional proponiendo una estrategia coalicional entre las mujeres no blancas, que busque llevar adelante luchas y resistencias emancipadoras. Los postulados de María Lugones resultan claves para reflexionar sobre las mujeres afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la diáspora, y para indagar cómo se pensó el entramado de opresiones en esta región, las cuales se coconstituyen y operan de manera fusionada como parte de la matriz de dominación a la que ella denomina sistema moderno/colonial de género.

El feminismo afrolatinoamericano, afrocaribeño y de la diáspora: orígenes, estrategias y definiciones principales

A la hora de llevar adelante una reconstrucción histórica de la trayectoria política de una organización de mujeres negras como la RMAAD resulta relevante destacar que los movimientos sociales de la región, y en particular los que se piensan dentro del movimiento feminista, deben ser entendidos como movimientos plurales, heterogéneos y con singularidades locales. El movimiento feminista tuvo diversas versiones y expresiones a lo largo y ancho de la región, motivo por el cual en los últimos tiempos comenzó a impulsarse el empleo del término en plural, “feminismos”, que busca evidenciar esa heterogeneidad y esas singularidades presentes en el gran campo de los feminismos de la región. En este punto, resultan fundamentales los aportes de Sonia Álvarez, quien propone entender a los feminismos como un “campo discursivo de acción” (Álvarez, 2019).

Puntualmente, se observa una constante a lo largo de la existencia del feminismo afrodescendiente: la presencia de discursos compartidos construidos colectivamente y, al mismo tiempo, disputas y reelaboraciones de dichos discursos. Es decir, persisten “parámetros continuamente redibujados y reconfigurados, y epistemes o ‘visiones de mundo’ compartidas, aunque también siempre en pugna” (Álvarez, 2019, p. 78). Ante esto, la autora sostiene que la clásica noción de “olas feministas” con la que se ha pensado la historia del feminismo conlleva una homogeneización del movimiento, junto con un cierto pensamiento evolucionista según el cual una ola superaría a la anterior. De esta manera, es fundamental destacar la presencia simultánea de diversas propuestas que conviven y dialogan dentro de dicho campo discursivo (Álvarez, 2019).

Sobre los orígenes de este movimiento, si bien es posible hablar de su surgimiento a partir de las décadas del sesenta y setenta, no deben ignorarse las diversas formas que adquirieron las participaciones políticas de las mujeres afrodescendientes durante todo el período colonial y la etapa posterior. Durante el régimen colonial se desarrolló gran cantidad de rebeliones y resistencias protagonizadas por mujeres indígenas, que enfrentaron las invasiones europeas, o por mujeres negras, que se opusieron a la dominación y a la violencia ejercidas por la invasión europea. A su vez, aun cuando existe un escaso reconocimiento de su participación, algunas mujeres negras formaron parte de los movimientos sufragistas que buscaban el derecho al voto para las mujeres, como fue el caso de Elvira Carrillo Puerto, en México. Otras también estuvieron presentes en grupos de caridad y asistencia social impulsados por la Iglesia católica y la cristiana (González Ortuño, 2018b).

Otro suceso clave para la trayectoria política e intelectual de estas mujeres se ubica a finales del siglo XIX y principios del XX, momento hasta el que es posible rastrear sus primeras producciones escritas. Anteriormente, los aportes teóricos y políticos que realizaron a los movimientos emancipatorios, junto con sus enunciados sobre su autopercepción como negras y mujeres, provenían de tradiciones orales, lo que muchas veces significó la pérdida total o parcial de su registro. Estos escritos, que forman parte de los orígenes del pensamiento negro, se ubicaron centralmente en las islas del Caribe, aunque debido a las migraciones y a los intercambios económicos estas ideas fueron distribuidas por todo el continente (González Ortuño, 2018b).

Más recientemente, hacia la segunda mitad del siglo XX, tanto el movimiento indígena como el afrodescendiente orientaron sus luchas y reclamos con reivindicaciones que tenían que ver con el reconocimiento y el derecho sobre sus tierras. En este marco, en la década del sesenta, Brasil se vio fuertemente influenciado por el black power de los Estados Unidos y por referentes como Malcom X y Martin Luther King, activistas afrodescendientes que lucharon por los derechos civiles para las personas negras en los Estados Unidos, lo que repercutió en la consolidación de un movimiento antirracista brasileño. Esto también propició el ascenso de un feminismo afrobrasileño que tuvo como principales exponentes a las ya mencionadas Patricia Hill Collins y Angela Davis, intelectuales y activistas feministas afrodescendientes provenientes de los Estados Unidos, quienes problematizaron el cruce entre el racismo, la clase y el sexismo, y cómo este impacta en la discriminación y la violencia hacia las mujeres negras. Así, para la segunda mitad del siglo XX, Brasil contaba con un feminismo afrodescendiente propio, uno de los primeros de la región latinoamericana y caribeña, con referentes como Lélia Gonzalez y Sueli Carneiro (Busquier y Parra, 2021).

Curiel (2007) explica que el feminismo afrolatinoamericano, afrocaribeño y de la diáspora llevó adelante tres estrategias principales a partir de su consolidación. En primer lugar, hacia fines de la década del setenta y principios de la del ochenta impulsó una estrategia que buscaba desarrollar una política de la identidad, es decir, la construcción de una identidad colectiva basada en la cuestión racial y colonial. Con esto, intentaba visibilizar su condición de género y, en muchos casos, también de clase, lo que les permitió identificarse como “mujeres” y “negras” no sólo en lo colectivo, sino también en lo subjetivo, recuperando esas violencias y exclusiones compartidas para resignificarlas y convertirlas en una identidad política colectiva (Curiel, 2007).

La segunda estrategia consistió en llevar adelante una política de visibilización y exteriorización de sus particularidades como mujeres y negras. Si bien la política de la identidad sigue siendo una estrategia con gran preponderancia en la actualidad, a partir de la década del ochenta se pasó de un trabajo “hacia adentro” a uno “hacia afuera”, buscando establecer vínculos con otras mujeres negras, generar reivindicaciones contra el racismo y el sexismo, impulsar exigencias hacia el Estado por una mayor visibilidad de sus singularidades y la creación de políticas públicas, entre otras. A su vez, muchas comenzaron diversos tipos de vínculos y articulaciones con organismos estatales y no gubernamentales, como las ONG, modificando sus estructuras organizativas internas (Curiel, 2007).

Sumado a esto, según Curiel (2007), la tercera estrategia adoptada se relaciona con que en esos mismos años los movimientos sociales, ante el contexto de globalización y transnacionalización, desarrollaron diversos tipos de herramientas de articulación a escala local, regional e internacional, proceso que también influyó en activistas afrodescendientes que hasta el momento se encontraban participando en organizaciones feministas o en colectivos afrodescendientes (Curiel, 2007). El nacimiento de la RMAAD se enmarca en este momento, junto con el surgimiento de otras organizaciones y propuestas políticas que también lograron posicionarse por esos mismos años. Este proceso de conformación de una organización que se planteaba construir una identidad colectiva y visibilizar su existencia como grupo también les permitió desarrollar estrategias concretas de intervención política para erradicar las diversas problemáticas específicas que experimentaban como mujeres y negras, las cuales no eran contempladas dentro del movimiento feminista blanco ni dentro de las organizaciones afrodescendientes.

Esto se vio reflejado en un fuerte cuestionamiento hacia las organizaciones provenientes del feminismo blanco y heterosexual que protagonizaban los espacios de encuentro y de debate, donde no eran contempladas las situaciones de las mujeres afrodescendientes, lesbianas, trans, travestis e indígenas, entre otras, lo que llevó a impulsar sus propios espacios de organización y encuentro. Tal es el caso de las mujeres indígenas y lesbianas, quienes generaron sus espacios de articulación por fuera de los límites racistas y heteronormados que proponían las organizaciones del feminismo blanco. Las feministas negras en Brasil conformaron otro colectivo que también cuestionaba las prácticas racistas del feminismo blanco y organizaron sus encuentros de manera autónoma.

El debate central entre el feminismo blanco y las feministas afrodescendientes se basó en discutir la idea de un sujeto “mujer” universal, anclado en un ideal de mujer blanca, de clase media y heterosexual que no representaba a esos “otros” feminismos no blancos. También el foco estuvo puesto en la cuestión de la identidad histórica, esto es, en recuperar los procesos que llevaron a la conformación de identidades particulares imbricadas por la esclavitud y el sometimiento, algo que las diferenciaba del feminismo blanco. A tal efecto, entender las diversas opresiones, identidades y experiencias como parte del mismo entramado social tejido por las categorías de género, raza, clase, heterosexualidad y colonialidad, entre otras, es clave para comprender las luchas llevadas adelante por las mujeres afrodescendientes (González Ortuño, 2018a). El fin del siglo XX estuvo marcado por la emergencia de nuevos discursos que cuestionaron el tinte liberal del feminismo y buscaban incorporar propuestas antineoliberales y decoloniales. Así, las categorías de raza y etnicidad, junto con la de heteronormatividad, se impusieron en las agendas feministas (Gargallo, 2010).

De este modo, el feminismo afrodescendiente se caracteriza por ser un movimiento político, social y cultural impulsado por mujeres africanas, afrodescendientes, afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la diáspora, que busca cuestionar, problematizar y reflexionar sobre las opresiones, tanto de género como raciales, presentes en un contexto enmarcado en el sistema moderno/colonial. Es por ello que muchas de sus activistas también se posicionan desde la perspectiva del feminismo decolonial. Asimismo, tiene como principal propuesta política explicar las realidades de las mujeres negras a partir de comprender que existe una articulación entre las categorías de raza, género, clase, sexualidad y colonialidad. Por tanto, la cuestión de la identidad y su recuperación, reapropiación y resignificación es fundamental para llevar a cabo sus luchas. Esta identidad no sólo es pensada en términos subjetivos, sino también de manera colectiva, recuperando elementos propios de la cultura africana (Curiel, 2002).

Otra particularidad para el análisis de este movimiento es la cuestión de la diáspora, entendida como los múltiples desplazamientos geográficos y la reestructuración de una nueva vida en el exilio, junto con la recuperación de las tradiciones y costumbres ancestrales africanas. Esto sería, en palabras de Agustín Lao-Montes (2007), un campo histórico multicentrado y un espacio de identificación, producción cultural y organización política. A su vez, se enmarca en un contexto de procesos históricos mundiales de dominación, explotación, resistencia y emancipación. En consecuencia, no se puede pensar a la diáspora como algo homogéneo, sino como un entramado de las diversas historias locales que se entrelazan en algunos puntos en común, tales como las opresiones y las violencias, junto con semejanzas identitarias, afinidades culturales e iniciativas colectivas de resistencia, acción política y producción intelectual. Por ello, este autor entiende a la diáspora también como un proyecto descolonizador de liberación que se afirma a partir de dichas prácticas llevadas a cabo por los sujetos, pueblos y movimientos diaspóricos buscando contrarrestar el racismo, la discriminación y la invisibilización (Lao-Montes, 2007).

Junto con esto, el género se convierte en algo central para entender las múltiples variables que constituyen a los sujetos afrodiaspóricos. Además, cuando se habla de feminismo afrodiaspórico, es importante pensar en su carácter heterogéneo, lo que incluye diversas perspectivas teóricas y analíticas que contienen a mujeres africanas y a mujeres descendientes de africanas. Esto hace posible pensar a este movimiento de manera transnacional, buscando formas de dialogar y articular entre las poblaciones africanas y afrodescendientes que habitan en los diferentes espacios geográficos. La diáspora africana resulta clave para entender el posicionamiento político que adquirió la RMAAD, en tanto es uno de los elementos centrales que constituye su identidad y forma parte del nombre de la organización desde 2006.

En suma, analizar las particularidades de este movimiento contemplando sus orígenes, sus líneas estratégicas principales y cómo estas fueron variando en los últimos años brinda herramientas para comprender el posicionamiento político adoptado por la RMAAD, que se sintetiza en el apartado siguiente. De esta manera, se presenta la historia de la organización incluyendo sus orígenes y su desarrollo en los años posteriores. Allí radica la relevancia de reconstruir el posicionamiento teórico del pensamiento feminista negro y cómo se produce el entrecruzamiento de opresiones tales como el género, la raza y la clase. Esto permite abordar las definiciones políticas de la RMAAD, en tanto esta organización entiende que las mujeres negras de América Latina y el Caribe se encuentran atravesadas por las opresiones producidas por el género, la raza y la clase, lo que la lleva a posicionarse desde una perspectiva interseccional.

Una herramienta para combatir el entramado de opresiones en la región latinoamericana y caribeña: la trayectoria política de la RMAAD

Con el fin de organizar la trayectoria política de la RMAAD, fueron tomados tres momentos principales. El primero comienza en 1992, con la celebración del I Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, en República Dominicana, y los primeros objetivos propuestos por la RMAAD en esa primera etapa de conformación. El segundo momento inicia en 1996, con la celebración del II Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, realizado en Costa Rica, y el proceso de expansión de la RMAAD con la creación de nuevas organizaciones y redes nacionales y una fuerte política de visibilización. Esto se ubicó en un contexto internacional marcado por las diversas conferencias mundiales y la transnacionalización de los movimientos sociales. Por último, la tercera etapa tiene su origen en 2006 y perdura hasta la actualidad, caracterizada por una reestructuración de los mecanismos de organización interna y toma de decisiones, buscando mejorar la dinámica de funcionamiento y fortalecer los vínculos locales y regionales de la RMAAD.

En lo que respecta al primer momento, la celebración del I Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, realizado en Santo Domingo, República Dominicana, en 1992, que propició el nacimiento de la RMAAD, marcó un punto de inflexión en el contexto político de aquellos años. Este evento puede ser pensado como el resultado de una serie de debates, discusiones y reclamos protagonizados por un conjunto de mujeres negras que cuestionaron las definiciones dominantes del feminismo blanco hegemónico respecto a un sujeto mujer con pretensiones de universalidad y de las organizaciones del colectivo afrodescendiente, donde los asuntos de género ocupaban lugares secundarios. Al mismo tiempo, la realización de este encuentro puede ser considerada como el punto de partida para un proceso de confluencia, articulación y construcción colectiva por parte de las mujeres negras de la región (Busquier, 2022).

En sus años iniciales, comprendidos entre 1992 y 1996, el foco de la RMAAD estuvo puesto en fortalecer los vínculos entre las organizaciones y las activistas que las conformaban, y llevar adelante políticas de visibilización sobre las realidades de las mujeres afrodescendientes, marcadas por la intersección de las múltiples opresiones. Esto permitió a las activistas de la RMAAD no sólo posicionarse como sujetos políticos válidos en relación con otros movimientos sociales, como el colectivo afrodescendiente y el feminismo blanco hegemónico, sino que, además, pudieron consolidarse como actoras con poder de interlocución frente al Estado, a partir de la denuncia y el reclamo por la falta de aplicación de políticas públicas que contrarrestaran los efectos de las violencias y opresiones que debían enfrentar ante la avanzada de las políticas neoliberales (Busquier, 2022). Esto se vio reflejado en las líneas estratégicas propuestas en este primer encuentro, que expresaban, entre otras cosas, la creación de una ley antidiscriminación en toda la región; difundir las conclusiones del encuentro con el propósito de incidir en las agendas de otros movimientos sociales; realizar encuentros nacionales, locales y regionales para debatir sobre las problemáticas de las mujeres negras; e incorporar nuevas organizaciones y activistas a la RMAAD.

Al mismo tiempo, en esta primera etapa la RMAAD estaba integrada por activistas y organizaciones pertenecientes a alrededor de treinta países de la región, aunque países como Brasil, Colombia, Venezuela, Uruguay, Costa Rica, República Dominicana, Nicaragua y Honduras fueron los que tuvieron un rol protagónico. Esto tuvo que ver con que las mujeres referentes que encabezaron la conformación de la RMAAD (Ochy Curiel, Bienvenida Mendoza, Yuderkys Espinosa Miñoso, Beatriz Ramírez y Sergia Galván, entre otras) provenían de esos países, que se caracterizaban por una significativa concentración de población afrodescendiente y un grado elevado de organización política de los colectivos afrodescendientes (Busquier, 2022).

El segundo período de la RMAAD, comprendido entre los años 1996 y 2006, se inició con la celebración del II Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, realizado en Costa Rica, país que tomó el rol de coordinación general. Este nuevo momento puede ser caracterizado como el comienzo del viraje hacia la institucionalización, proceso que, al igual que en el resto de las organizaciones feministas, generó tensiones y disputas internas, y provocó el alejamiento de algunas de sus activistas, sobre todo de las que habían participado en su creación, como Ochy Curiel, Bienvenida Mendoza y Yuderkys Espinosa Miñoso. Así, en ese II Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe se definieron como objetivos exigir el cumplimiento de los convenios internacionales que apuntan a abordar las problemáticas de las mujeres negras y participar en las instancias gubernamentales, con el propósito de generar políticas públicas y ampliar las instancias de articulación con el Estado (Busquier, 2024).

Algunas de estas políticas púbicas demandadas tenían que ver con mejoras en el acceso a la salud para las mujeres afrodescendientes, a partir de la creación de servicios integrales de calidad y la adopción de criterios raciales y de género en los planes de salud o con el pedido de un mayor compromiso de los Estados en la recolección y el análisis de datos estadísticos que contribuyan a producir un índice de igualdad racial, con el fin de elaborar un examen cuantificable sobre las diversas formas de discriminación y racismo, sobre todo las que afectaban de manera particular a las mujeres afrodescendientes (Busquier, 2024).

El viraje institucionalista de la RMAAD se enmarcó en un contexto internacional atravesado por la realización de diversas conferencias internacionales, tales como la de Beijing (1995) y la de Durban (2001), y por el auge de las ONG. En este sentido, algunas activistas de la RMAAD enunciaron que la participación de la Red en esos eventos les permitió visibilizar y expresar ante los movimientos sociales y ante los diversos Estados y organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos y la Organización Internacional del Trabajo, la situación particular que enfrentaban las mujeres negras. Al mismo tiempo, su participación fue considerada por las propias activistas como un proceso importante de formación política, ya que lograron posicionarse como interlocutoras válidas y reconocidas en los debates internacionales referidos a la cuestión racial y de género.

En este segundo momento, además, la RMAAD incorporó a nuevas organizaciones, como Azúcar, proveniente de Ecuador. Este aumento de organizaciones y activistas le permitió llevar adelante un proceso de regionalización y conformación de subregiones, con el fin de lograr una mayor comunicación y realizar diagnósticos más profundos sobre la situación particular de cada país, así como llevar adelante encuentros nacionales y subregionales, proceso que a partir del tercer momento (2006-2019) fue una de las prioridades de la RMAAD, junto con fomentar la participación de las generaciones más jóvenes de activistas.

Las incorporaciones de Mizangas (Uruguay) en 2006 y del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano (Bolivia) en 2007 permitieron cierta descentralización por parte de los países de América Central, que históricamente habían tenido un rol protagónico en el interior de la RMAAD. Sin embargo, la escasa rotación en los puestos de liderazgo limitó los alcances de la propuesta de subregionalizar y de otorgar mayor protagonismo a otros países y a las generaciones más jóvenes. Así, según cifras difundidas por la propia RMAAD en un documento de 2012, más de la mitad de las afiliadas pertenecía a Centroamérica y, con respecto a la franja etaria, el documento expresaba que la mayoría de sus activistas tenían más de 41 años. Debido a ello, a partir de la nueva coordinación general iniciada en 2018, a cargo de Bolivia, la RMAAD continuó orientando sus estrategias hacia la descentralización por medio del fortalecimiento de las subregiones y el fomento de la participación de las generaciones más jóvenes. No obstante, la pandemia por COVID-19, iniciada a comienzos de 2020, impactó profundamente en las políticas impulsadas por la RMAAD, problemática que, si bien no formó parte de esta investigación, podría ser abordada en futuras indagaciones.

En definitiva, es posible decir que, en su conjunto, la RMAAD llevó a cabo una importante contribución en lo referido a la visibilización de diversos debates en las agendas de los movimientos sociales y de las instituciones estatales relacionadas con la inclusión de una mirada crítica y heterogénea sobre las experiencias de opresión y privilegio que las mujeres afrodescendientes han experimentado a lo largo de la historia en América Latina y el Caribe. En este escenario, la adopción de la interseccionalidad como perspectiva teórica y política sirvió de insumo central para cuestionar las enunciaciones del feminismo blanco hegemónico que, tanto en el plano del activismo como en las producciones académicas, desconocía los aportes históricos de las mujeres negras en las diversas expresiones políticas y artísticas con las que cuestionaron las jerarquías de género, raza, clase, sexualidad y colonialidad.

Reflexiones finales

El trazado del recorrido político de la RMAAD desde la década del noventa hasta el presente permite reflexionar también sobre aquellos bordes, márgenes y espacios fronterizos por los que transitaron -y transitan- las activistas de la RMAAD. Mientras que algunas participan actualmente en espacios gubernamentales, otras se ubican en diversas instancias académicas y de formación. Al mismo tiempo, muchas de ellas forman parte de iniciativas artístico-políticas. Estas derivas hacia espacios que desbordan los contornos de la RMAAD se constituyen como el inicio de nuevos recorridos cartográficos en el marco de los retos que enfrentan los movimientos sociales contemporáneos, en particular aquellos de las mujeres afrodescendientes, producto de la reestructuración de los sistemas de dominación como el neoliberalismo, el neoextractivismo, el racismo y el sistema moderno/colonial de género.

En este escenario, podría decirse, entonces, que el activismo de la RMAAD contribuyó a explicitar y colocar en las agendas públicas, políticas y académicas los sentidos de las múltiples formas de opresión que estas mujeres enfrentaron a lo largo de la historia en la región. Desde allí parte una de las motivaciones principales de esta investigación, orientada a destacar el papel que tuvieron organizaciones como la RMAAD en promover y visibilizar las experiencias y las prácticas políticas de aquellos sectores de la población que son ubicados en los márgenes de nuestras sociedades, como es el caso de las mujeres que formaron parte de la RMAAD.

Asimismo, la construcción de la RMAAD como un lugar de encuentro colectivo y de pertenencia grupal posibilitó el anudamiento de las experiencias individuales y singulares de cada una de sus activistas en un entramado identitario común. Este entramado con nombre propio les permitió constituirse en actoras políticas válidas frente a sectores como el Estado y otros movimientos sociales y, al mismo tiempo, las dotó de herramientas de fortalecimiento y empoderamiento político individual.

Sumado a ello, el estudio del feminismo decolonial, junto con el feminismo negro de la región, posibilitó abordar dos cuestiones fundamentales para esta investigación. Por un lado, analizar cómo fue pensado y puesto en tensión el entramado de opresiones (género, raza, clase, sexualidad) y cómo el feminismo decolonial produce nuevas miradas sobre las mujeres afrodescendientes en América Latina y el Caribe, considerando la historia colonial de esta región y buscando diferenciarse de las teorías de carácter occidental, eurocéntrico y colonial. Por otro lado, el feminismo decolonial busca poner en cuestión el espacio fronterizo entre la teoría y la práctica política, ya que le resulta fundamental construir saberes descolonizadores a partir de la recuperación de las prácticas de los activismos locales.

Por último, interesa insistir en la idea de que las prácticas, los pronunciamientos y los posicionamientos impulsados por la RMAAD se constituyeron en formas de interpelación hacia los feminismos dominantes en la región, en especial en lo que refiere a la supuesta universalidad del sujeto mujer, algo que marcó tanto su accionar en el interior de la propia organización como los modos de vinculación con otros colectivos. Aun con sus redefiniciones, limitaciones y tensiones, que sucedieron en sus casi treinta años de recorrido político, aquellas demandas, reivindicaciones y reclamos que orientaron el devenir político en los inicios de la RMAAD permanecen aún vigentes ante los desafíos actuales y la necesaria -y urgente- materialización de un proyecto feminista, decolonial y emancipatorio.

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1 Esta investigación se realizó con el apoyo de una beca de finalización de doctorado ofrecida por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Nota:Lucía María Busquier: Doctora y licenciada en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales (UNC) y en la Facultad de Educación y Salud de la Universidad Provincial de Córdoba, Argentina

Contribución de autoría Este trabajo fue realizado en su totalidad por Lucía María Busquier

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Nota: Aprobado por Paola Mascheroni (editora responsable)

Recibido: 22 de Noviembre de 2023; Aprobado: 05 de Marzo de 2024

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