1. Introducción
El duraznero (Prunus persica L. Batsch) es un frutal de clima templado, pero con capacidad de adaptación en una amplia franja de condiciones ambientales, siendo cultivado en regiones de clima templado, subtropical y tropical. En la provincia de Jujuy, extremo noroccidental de Argentina, la producción frutícola es una alternativa viable económica y agroclimáticamente, con antecedentes de más de 50 años1. Las condiciones ecológicas de los Valles Templados, por la marcha anual de la temperatura, son adecuadas para una producción muy temprana y de elevada calidad. El crecimiento y el desarrollo del fruto ocurren en una época en que la región goza de una alta heliofanía (julio a octubre); la fruta alcanza excelente color y sabor, si se realiza el manejo adecuado2.
A lo largo de los últimos años, el sector frutícola de Jujuy, específicamente la producción de duraznos, creció y se posicionó en un lugar diferenciado. La oferta de fruta de primicia y extraprimicia, no equiparable a ninguna otra zona del país, ofrece grandes ventajas competitivas en los mercados nacionales. Los constantes avances tecnológicos incorporados al sector (manejo del cultivo, cosecha y poscosecha, nuevos cultivares, entre otros) permiten que cada vez más se distinga a los duraznos y nectarinas jujeñas2)(3.
Anualmente ingresan 1.300 toneladas de duraznos provenientes de Jujuy a la Corporación del Mercado Central de Buenos Aires (cmcba). El flujo de ingreso a lo largo de la temporada indica que las variedades extratempranas y tempranas (septiembre, octubre y parte de noviembre) aportan cerca del 22 % del volumen total, y pone de relieve su importancia en el mercado de duraznos frescos de Argentina4)(5)(6. Al respecto, el ingreso de la fruta de Jujuy marca la tendencia de la temporada. Por ello, la importancia de la provincia no se debe al volumen ofertado, sino a la época de ingreso, que la convierte en la principal zona de primicia de duraznos de Argentina7.
2. Caracterización sector frutícola Valles Templados de Jujuy
2.1 Provincia de Jujuy y región Valles Templados
La provincia de Jujuy se encuentra en el extremo noroccidental de la República Argentina, su superficie es de 53.219 km2, lo que representa el 1,4 % de la extensión del país. Limita al sur y al este con la provincia de Salta, al norte con Bolivia y por el oeste con Chile. Se divide políticamente en 16 departamentos, distribuidos en cuatro regiones ambientales: Valles Templados, Valles Cálidos o Selva, Quebrada y Puna. Cada región se caracteriza por ser biodiversa en cuanto al relieve, el clima, los pisos ecológicos, la fauna y la flora que la habitan, lo que explica la diversidad de sus producciones8.
La región de los Valles Templados comprende los departamentos Dr. Manuel Belgrano, Palpalá, El Carmen y San Antonio, su superficie representa apenas el 7 % del área total provincial. Se ubica en una zona de transición entre los climas áridos y subtropicales, siendo un valle húmedo, de clima templado en invierno y cálido en verano, con registros de temperaturas medias relativamente bajas (20 °C para el mes más cálido y 11 °C para el mes más frío), debido a su altura promedio de 1100 msnm. Las precipitaciones son fundamentalmente del tipo orográfico y por avances de frentes fríos, se concentran en la época de verano (clima monzónico). Los registros anuales estiman entre 500 y 1200 mm de lluvia, según la zona9.
El área cultivada de esta zona es de 50.251,3 ha, de las cuales un 63 % (31.505 ha) se encuentra bajo riego. La principal actividad productiva es la tabacalera, que, junto a la producción de caña de azúcar, abarcan un 32 % de la superficie cultivable. La horticultura se realiza a pequeña escala, destacándose los cultivos de tomate, pimiento, papa, zapallito, chaucha, poroto, haba, choclo, berenjena y arveja3.
2.2 Antecedentes de la actividad
La promoción de cultivos frutícolas en los Valles Templados se inicia hace más de 50 años, a partir de la implementación del Plan Cambio Tabacalero, incentivado por la Cámara del Tabaco de Jujuy. El objetivo del plan fue complementar la producción tabacalera -principal actividad del área- con otras primarias, diversificando los ingresos y disminuyendo riesgos. En esa oportunidad se fomentó la introducción de cultivares de almendros, higueras, chirimoyos y durazneros, entre otras especies10.
En el año 2006, el Consejo Federal de Inversiones (cfi) junto con el Gobierno provincial lanzaron un Programa de Asistencia al Complejo Productivo del Durazno de Jujuy: «Entorno competitivo y visión estratégica de la producción jujeña de durazno». En este programa participaron representantes de toda la cadena productiva del durazno: productores, técnicos, referentes de instituciones como la unju e inta, transportistas, comercializadores, empacadores10. Uno de los objetivos fue relevar información de base del sector, a partir de la cual se plantearon limitaciones y fortalezas. Los puntos débiles observados fueron el puntapié inicial para generar acciones en pos de mejorar esos aspectos productivos2)(10. Ambas situaciones se plantean en la Tabla 1.
La información relevada en 2007 permitió caracterizar el sector, conocer la superficie destinada a la implantación de frutales, productores involucrados en la actividad, cultivares implantados, rendimientos obtenidos y prácticas de manejo. También se observó que era necesario fortalecer algunos aspectos para mejorar la producción y la calidad de la fruta ofertada, como ser densidad de plantación, introducción de nuevos cultivares, manejo del cultivo y manejo de cosecha, entre otros1)(2.
Con relación al marco de plantación, se observó que las plantaciones tradicionales se realizaban a una distancia de 5×3 m, con una densidad de 666 plantas por ha y con rendimientos de 30 kg por planta. Las nuevas plantaciones incrementaron el número de plantas (1000-1100 plantas por ha) con un marco de plantación de 5×2 m, o bien 4,5×2 m, según características edáficas. En estos sistemas y con manejo adecuado, los rendimientos alcanzan los 25 kg por planta1)(2.
Otro de los problemas observados y en el que se trabajó exhaustivamente fue el «durazno verde», causado por una cosecha anticipada, lo que tiene un impacto negativo en el precio del producto en los mercados, como también en la aceptación por parte del consumidor11. Entre diferentes instituciones del medio (inta, unsa y unju) se realizaron investigaciones a partir de las que se determinaron los índices de cosecha de variedades implantadas en la zona. A partir de este trabajo se desarrolló una carta de colores, como una herramienta tendiente a subsanar el problema de la cosecha de fruta verde brindando información de fácil manejo/reconocimiento para los trabajadores de campo. Asimismo, mediante el trabajo de campo sistemático se socializaron las recomendaciones para el inicio de la cosecha12)(13.
Por otro lado, el relevamiento de 2007 destacó que no se contaba con información acerca del comportamiento de otros cultivares, más allá de los ya conocidos en la zona (Flordaking, June Gold y EarliGrande)10. Por ello, se comenzó a trabajar en la introducción, la evaluación y la selección de cultivares desarrollados en otras zonas productivas, con el objetivo de ampliar el abanico de cultivares con posibilidades en la zona, no solo para durazno, sino también nectarinas, ciruelas, damascos, entre otros2.
El manejo del cultivo, las plagas y/o las enfermedades es un tema ampliamente demandado para su tratamiento. Por ello, se realizaron capacitaciones periódicas y socialización de información acerca de alarmas y aparición de nuevas plagas o enfermedades. También se actualizó el plan sanitario de las plantaciones, por ejemplo, nuevas aplicaciones fitosanitarias se incorporaron al plan sanitario para control de Pseudomonas syringae, alternativas en el control de pulgones y trips en los nuevos cultivares de durazneros y nectarinas, estrategias para el manejo del ArY fitoplasma, entre otras1)(10)(14)(15)(16.
Por último, es importante mencionar que las diferentes formas de manejo del cultivo implicaron la incorporación de nuevas tecnologías al sector, como riego presurizado, plataformas para poda, raleo y cosecha, y en poscosecha el uso de hydrocooler, cámaras de frío, packings y paletizado de fruta1)(2)(11.
2.3 Actualidad de la actividad: mejoramiento genético
La diversidad de sitios agroecológicos de Jujuy permite una producción frutícola con características únicas, convirtiéndola en una alternativa viable tanto económica como agroclimáticamente. En este sentido y en la región de Valles Templados, se estima, a la fecha, una superficie de 1.350 ha implantadas con los siguientes frutales: durazneros/nectarinas 840 ha, cítricos 275 ha, higueras 80 ha, paltas 50 ha, uva de mesa 30 ha, uva para vinificar 30 ha, ciruelas 30 ha y manzanas 15 ha1)(2.
La producción de duraznos y nectarinas es la de mayor incidencia y muestra un continuo crecimiento. Como ya se mencionó, ante la falta de alternativas varietales para la zona, se inició un trabajo de mejoramiento genético que comenzó con la introducción y la evaluación de cultivares desarrollados en otras zonas productoras2. Las actividades se desarrollan en un campo experimental, resultado del trabajo interinstitucional y de la vinculación público-privada (inta, fca-unju, Latser S. A. y Latitud Sur S. A.), y en campos de productores. Los resultados permitieron ampliar el abanico de cultivares con posibilidades de ser cultivados en la zona, por ejemplo: Flordastar, Flordagem, Rojo Dos, Rojo Tres, Opedepe, Hermosillo, Don Agustín, y varias selecciones de la línea de los fla (desarrollados en programas de mejoramiento de ee. uu.). Asimismo, se concretó la inscripción en el inase del primer cultivar de nectarina registrado para esta zona productiva: Don Basilio. Estos cultivares tienen características de primicia y extraprimicia, con bajo requerimiento en horas frío (200-300 horas de frío)1)(2)(17) (18.
Desde hace dos años, se iniciaron trabajos de mejoramiento genético a partir de cruzamientos dirigidos en durazneros y nectarinas, con el objetivo de obtener cultivares de floración y cosecha temprana con características superiores en adaptabilidad a la zona15.
3. Conclusiones
La región de los Valles Templados de Jujuy se consolidó como una zona de producción de fruta de carozo de primicia y extraprimicia. A lo largo de los años, el trabajo mancomunado del sector público y privado permitió, a través de la incorporación de tecnología y prácticas de manejo, mejorar la producción, tanto en rendimiento como en calidad de la fruta (color y sabor). Existe una excelente oportunidad comercial, posicionando a la fruta en un nicho de mercado único, sin competencia de otras zonas productoras. La baja posibilidad de saturación del mercado entre los meses de septiembre-octubre hace posible ofertar mayores volúmenes no solo de durazno, sino también de otras especies, como nectarinas, ciruelas, cerezas y damascos. La actividad frutícola se afianzó como una alternativa concreta y de importancia en el sector tabacalero, por lo que se espera un mayor desarrollo productivo y tecnológico de este.