Introducción
La teoría del aprendizaje social refiere que el reforzamiento o la recompensa son fundamentales para la adquisición de conocimientos (Rotter, 1966). Sin embargo, un acontecimiento considerado por algunas personas como una recompensa o refuerzo, puede ser percibido por otros de manera diferente y provocar reacciones disímiles. Uno de los factores determinantes de estos eventos se relaciona al grado en que las personas creen que un reforzamiento o resultado, es contingente a su comportamiento (locus de control interno), o cuando creen que está en función de la probabilidad, la suerte, el destino, y el control de otros poderosos (locus de control externo), por lo que puede ocurrir independientemente de sus propias acciones (Rotter, 1990). De tal modo que el locus de control representa la atribución que las personas hacen de los eventos de su vida, considerados como independientes o no de la acción volitiva personal (Virmozelova, 2016).
Las personas con altos niveles de control externo, presentan mayores problemas de ajuste, a diferencia de las que tienen altos niveles de locus de control interno (Kennedy, Lynch, & Schwab, 1998), lo que se refuerza con los reportes de que la externalidad está asociada a comportamientos pasivos, de retirada, de conformidad y con la depresión (Benassi, Sweeney, & Dufour, 1988; Rothbaum, Weisz, & Snayder, 1982), además de que se observan bajos niveles de bienestar físico y psicológico (Gore, Griffin, & 2016). Esencialmente el locus de control ocurre en un continuo, esto significa que algunas personas están en medio y pueden experimentar el locus de control interno y el externo, lo que dependerá de la situación o de otros factores, como el estado de ánimo (Warnecke, Baum, Peer, & Goreczny, 2014).
Cuando las personas están motivadas intrínsecamente a buscar estimulación positiva, y a evitar la estimulación desagradable, actúan directamente para fortalecer la anticipación de que un comportamiento particular, o evento, será seguido por un reforzamiento similar en el futuro, esto se conoce como expectativa (April, Dharani, & Peters, 2012). Las expectativas pueden ser de resultado o eficacia, las primeras se definen como la estimación que la persona tiene de que un determinado comportamiento lo conducirá a ciertos resultados; las segundas hacen referencia a la convicción de que se puede realizar con éxito el comportamiento requerido para producir los resultados esperados (Bandura, 1977). Por sus características, las expectativas se asumen como un factor importante con el que se aprende a discriminar comportamientos y resultados, y a generalizar estas anticipaciones en el futuro, con lo que se define el propio locus de control (April et al., 2012).
Relacionado a las expectativas, está la responsabilidad, considerada como una variable fuertemente vinculada a la autoeficacia y el locus de control interno, es decir, un individuo responsable, actúa con una sensación de capacidad personal y control de sus propias acciones y las consecuencias de las mismas (Castro e Costa Rizzato, 2012). La autoeficacia se refiere a la creencia de que se puede lograr una tarea particular, evalúa la confianza de poder alcanzar una meta importante, mientras que el locus de control evalúa la medida en que los individuos creen que los resultados se deben a factores internos o externos (Au, 2015).
Familia y locus de control parental
La familia como sistema, es el grupo de pertenencia más importante para las personas, comprende múltiples procesos de continuidad y cambio relacionados con su crecimiento, muestra pautas de interacción que se modifican de acuerdo a necesidades internas (etapa de ciclo de vida) y demandas externas (sociales, políticas, educativas y económicas, entre otras). Es la fuente de las relaciones más duraderas y el primer sustento social del individuo que le provee vestido, alimento, casa y afecto (García-Méndez, Rivera-Aragón, Díaz-Loving, & Reyes-Lagunes, 2015). Como parte de sus funciones, los padres son responsables del bienestar, la atención y el control de sus hijos, a los que les proporcionan orientación educativa, social y moral mediante un conjunto de acciones correlacionadas con los valores, percepciones, prioridades y prácticas parentales que los hijos perciben y aprenden a través del modelamiento, retroalimentación, comunicación, monitoreo, compromiso, mensajes y límites (Stattin & Kerr, 2000; Taubman-Ben-Ari, & Katz-Ben-Ami, 2012; White, Augoustinos, & Taplin, 2007).
En lo referente a su conformación, dinámica y estructura, la familia ha cambiado, destaca la reducción en su tamaño, el descenso y retraso de la unión o matrimonio, el incremento de las uniones consensuales y de los hogares monoparentales. En México, dos tipos de familia son las predominantes, las biparentales, con una estructura nuclear heterosexual, seguidas por las monoparentales, en las que solo uno de los padres, está a cargo de la crianza de los hijos. En la mayoría de las familias monoparentales de México, es común que las mujeres estén al frente (84%) a diferencia de los hombres (16%) (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI], 2010).
La familia nuclear por décadas se consideró fundamental para el cuidado y la crianza de los hijos, sus pautas de interacción se relacionan con el género y la salud mental (Williams, 2003). Sin embargo, se pueden ocultar los efectos de la crianza sobre la salud mental, por eventos específicos, asociados a los retos que conlleva en etapas específicas del desarrollo de los hijos (Rimehaug, & Wallander, 2010), e.g. es diferente educar hijos pequeños que adolescentes. Se menciona que con hijos adolescentes, se enfrentan una serie de desafíos, como la transición a un nuevo papel y a nuevas responsabilidades como madre o padre (Angley, Divney, Magriples, & Kershaw, 2015).
En cuanto a la monoparentalidad, diversas investigaciones se centran en la relación con las diferentes formas de psicopatología, se interpreta la salud mental de los padres monoparentales a partir de las tensiones y las desventajas de combinar la paternidad con el manejo de las responsabilidades y los problemas, sin el apoyo de otros (Lundberg, & Andersson, 2000). Algunas investigaciones sostienen que más que la estructura monoparental, son otras las variables asociadas con la disfuncionalidad de la familia, las que influyen en la predisposición conflictiva de los hijos, e.g. el ambiente familiar, la calidad de las relaciones entre los integrantes, la comunicación familiar, la presencia de hostilidad familiar y el diálogo intrafamiliar, entre otros (Jociles, Rivas, Moncó, Villamil, & Díaz, 2008). Evidencia empírica reciente sugiere que las asociaciones entre la paternidad y la salud mental son complejas debido a que dependen de la interacción de múltiples factores familiares y contextuales en los que interviene la sociedad y la cultura (Rimehaug, & Wallander, 2010).
En relación a la familia y el locus de control, se reporta que el control percibido es un mediador entre diversos tipos de variables familiares y de ajuste, de tal modo que un ambiente familiar que desanima a los hijos a ejercer control sobre los acontecimientos, conduce a una disminución del sentido de control (Sokolowski, & Israel, 2008). Por otro lado, la eficacia de la familia contribuye en la calidad de su funcionamiento y en su satisfacción que provee de un fuerte apoyo al hecho de que las creencias en la eficacia son un producto del funcionamiento familiar (Bandura, Caprara, Barbaranelli, Regalia, & Scabini, 2011).
Así, el locus de control parental se asume como la percepción de poder y eficacia de los padres en situaciones de crianza de sus hijos, es un constructo que denota un determinante cognoscitivo en la crianza que influye en el desarrollo de los hijos (Campis, Lyman, & Prentice-Dunn, 1986; Hagekull, Bohlin, & Hammarberg, 2001). De esta manera, los padres con locus de control externo atribuyen el desarrollo de sus hijos a fuerzas fuera de su control (Freed, & Tompson, 2011), lo que resulta en sentimientos de impotencia para controlar a sus hijos, y en cogniciones negativas asociadas a diferentes problemas en los hijos: de autorregulación y regulación de las emociones, externalización e internalización, y dificultades en la relación padre-hijo (Spokas & Heimberg, 2009).
Otro de los resultados de los padres con locus de control externo, es que pueden percibir como inútiles sus esfuerzos para enseñarle al hijo a regularse a sí mismo y a su medio ambiente, lo que probablemente incremente las posibilidades de que abandone la tarea, de que sea coercitivo y autoritario, o inconsistente en las prácticas disciplinarias, ocasionando problemas de conducta en los hijos, debido a que no responden ante una baja autopercepción de control de los padres (Bugental, Caporael, & Shennnm, 1980; Freed, & Tompson, 2011; Pérez-Padilla, Hidalgo-García, & Menéndez-Álvarez-Dardet, 2012). El estilo de crianza se caracteriza por la sobreprotección que contribuye al desarrollo de un estilo cognoscitivo en el que la persona cree que los resultados están determinados en gran medida, por factores externos, lo que puede interferir con la adquisición de habilidades sociales en los hijos, necesarias para su desarrollo (Spokas & Heimberg, 2009).
En contraste, los padres con locus de control interno, atribuyen el desarrollo de sus hijos a sus propios esfuerzos de crianza, realizan atribuciones internas acerca de que las causas de la conducta de sus hijos están relacionadas con la sensación de control, la responsabilidad y su autoestima (Banks, Ninowski, Mash, & Semple, 2008). Estos padres, limitan el uso de las estrategias coercitivas e incrementan el uso de respuestas positivas de apoyo, disminuirán los problemas de conducta de sus hijos y la autoeficacia en la crianza mejorará significativamente, resultados que se observan en niños en edad escolar temprana y en los adolescentes (Gross et al., 2003).
Con relación a los instrumentos para evaluar el locus de control, en la Tabla 1 se presentan seis, uno evalúa el locus de control general, dos el locus de control parental, tres evalúan el locus de control en población mexicana a partir de diferentes dimensiones.
De las tres escalas referidas de México, ninguna aborda el locus de control parental y de las que si lo abordan (Campis et al., 1986; Furnham, 2010) corresponden a contextos diferentes al mexicano, por lo que es importante tener instrumentos de medición del constructo, acorde con la cultura mexicana. A partir de lo descrito, el objetivo de esta investigación fue presentar la validez de constructo y la consistencia interna de la escala de locus de control materno.
Método
Participantes
La muestra fue no probabilística por conveniencia, conformada por 765 mamás de la ciudad de México, 460 (60.1%) biparentales (casadas o en cohabitación) y 305 (39.9%) monoparentales (divorciadas, madres solteras, viudas o separadas) con un rango de edad de 26 a 64 años (M edad = 42; DT = 6.66), todas con al menos un hijo adolescente con edad de 12 a 17 años. A nivel nacional, la encuesta intercensal (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI], 2015) indica que el 29% del total de los hogares son dirigidos por una mujer, lo que significa que la jefatura femenina aumentó 4 puntos porcentuales entre 2010 (24.6%) y 2015 (29%). De manera específica, en la ciudad de México, el 36% de los hogares es dirigido por mujeres.
En la Tabla 2, se muestran las características sociodemográficas que reportaron las participantes. El nivel de escolaridad solo se presenta como una característica de la muestra.
Instrumento
- Redes semánticas
Con base en los postulados de Rotter (1966), se realizó en una primera fase un estudio con redes semánticas naturales (Reyes-Lagunes, & García, 2008) sobre locus de control en madres biparentales y monoparentales (García-Méndez, Méndez-Sánchez, Alvarez-Ramírez, Rivera, & Melo, 2016). Las redes incluyeron cuatro frases estímulo que se aplicaron a una muestra de 116 madres de la ciudad de México, 60 (51.72%) de familias biparentales (11 en unión libre y 49 casadas) y 56 (48.27%) de familias monoparentales (22 madres solteras y 34 divorciadas), todas con hijos adolescentes de 12 a 17 años.
- Escala de Locus de Control Materna (LOCOMA).
En una segunda fase, con los resultados de las redes semánticas, se elaboró una escala Likert sobre locus de control materno que contiene tres apartados. El primero incluye una explicación sobre los objetivos de la investigación y el anonimato de las participantes quienes firman su consentimiento para responder la escala. El segundo, con la finalidad de obtener los datos sociodemográficos y conocer las características de las participantes, contiene enunciados que indagan sobre seis rubros: edad, escolaridad, estado civil, estructura familiar, ocupación, número de hijos y su edad. El tercer apartado se integra por la escala conformada por 73 ítems con cinco intervalos de respuestas que van de 1 = nunca a 5 = siempre.
Procedimiento
Se visitaron escuelas y hogares de la ciudad de México. El criterio de elección fueron escuelas secundarias públicas debido a que son las que concentran la mayoría de los adolescentes. Se presentó ante las autoridades de las escuelas el propósito de la investigación y fueron ellos quienes citaron a las madres. En relación con los hogares, se visitó los identificados previamente por el grupo de trabajo, que cumplían con las características de inclusión. En ambos casos, escuelas y hogares, se explicó a las mamás el objetivo de la investigación y los criterios de inclusión, quienes cumplían con los requisitos para participar en el estudio, se pidió su colaboración y que firmaran un consentimiento informado para contestar la escala. Se garantizó la confidencialidad y el anonimato de sus respuestas, en todo momento hubo un colaborador con conocimiento sobre el tema para responder las preguntas que surgieran durante la aplicación del instrumento. Es importante mencionar que la investigación se realizó con la aprobación de la Comisión de Bioética y Bioseguridad, de la Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Zaragoza (UNAM, FES Zaragoza).
Resultados
Con los datos recabados, se obtuvo la asimetría, solo se aceptaron los ítems con valores ≤ 1.500, se realizó una prueba t de Student para conocer la discriminación de los ítems (p ≤ 0.05), un alpha de Cronbach para obtener la correlación entre los ítems, se mantuvieron los ítems con valores ≥ 0.200. Se obtuvieron los valores de la medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) = 0.889 y de la prueba de esfericidad de Bartlett (X 2 = 5448.58, gl = 435 p< .0001), con lo que se asume que los datos provienen de una distribución normal multivariante (Montoya, 2007).
Resultado de estos criterios, quedaron 61 reactivos a los que se les realizó un análisis factorial exploratorio de componentes principales con rotación ortogonal. Se utilizó este análisis con la finalidad de identificar el número y composición de los factores necesarios para explicar la varianza común del conjunto de ítems de la escala (Lloret-Segura, Ferreres-Traver, Hernández-Baeza, & Tomás-Marco, 2014). El criterio que se siguió para considerar un ítem como parte de un factor fue que tuviera un peso factorial > 0.40 y que no compartiera peso factorial en otro factor. Los pesos factoriales indican el grado de correspondencia entre el ítem y el factor, cargas altas indican que el ítem es representativo para el factor, por lo que es deseable que cada ítem tenga peso solo en un factor, y se considera que valores de 0,40 son razonable (Montoya, 2007). Resultado del análisis, la escala quedó integrada por 30 reactivos distribuidos en seis factores (Tabla 3) Tabla 3 Continuación, que explican el 51.60% de la varianza con un alpha de Cronbach global de 0.736.
El factor 1, eficacia parental se refiere al reconocimiento de las mamás de sus capacidades para favorecer el desarrollo y bienestar de sus hijos, mediante el logro de las metas propuestas, reconocen que tienen las habilidades necesarias para apoyar el crecimiento personal de sus hijos. Llevan a cabo una serie de acciones encaminadas a proporcionar seguridad a sus hijos, así como a solucionar los problemas que puedan entorpecer su desarrollo. Los ítems que lo integran hacen referencia al apoyo, reconocimiento, afrontamiento de situaciones específicas, alternativas, resultados observados, perseverancia y acciones realizadas.
En el factor 2, falta de control, las madres perciben que sin importar que tanto se esfuercen, el comportamiento de sus hijos ocurre de manera independiente a sus deseos, siendo incluso los hijos quienes toman el control de algunas situaciones. Los ítems que integran este factor aluden a las dificultades que tienen las mamás para regular el comportamiento de sus hijos.
El factor 3, apoyo de otros, se relaciona con la necesidad de las madres de apoyo externo, de otras personas o familiares, para enseñarles a sus hijos a regularse a sí mismos. Es importante el apoyo de la familia y la opinión de otros sobre qué hacer con los hijos. En el factor 4, creencias, las mamás asumen que la forma de comportarse de sus hijos está influenciada por fuerzas superiores, relacionadas con otros poderosos. Los ítems aluden a dar gracias, ser afortunadas y pedir por el buen comportamiento de los hijos.
El factor 5, responsabilidad se refiere a la capacidad personal de las mamás para actuar de acuerdo a lo que consideran como lo mejor para la educación y el logro de las metas de sus hijos. Los ítems hacen referencia a las habilidades de las mamás y a su forma de ser. El factor 6, suerte/destino, describe la percepción de las madres de que la forma de ser de sus hijos se debe a la casualidad o al azar, sin asociarlo a sus acciones.
En cuanto a las diferencias del LOCOMA en madres monoparentales y biparentales, al realizar análisis de diferencias de medias entre los factores de la escala, solo se encontró significancia en dos de los 6 factores evaluados. En el factor 3, apoyo de otros, las madres monoparentales puntuaron más alto (M = 2.58, DT = 1.01) que las madres biparentales (M = 2.31, DT = .79), t = 4.09, gl = 739, p < .001; y en el factor suerte/destino, sucedió algo similar, las madres monoparentales puntuaron más alto (M = 2.05, DT = .89) que las biparentales (M = 1.85, DT = .70), t = 3.42, gl = 746, p < .01.
Para confirmar la estructura de la escala LOCOMA se realizó un análisis factorial mediante un modelo estructural. Los índices de ajuste para la escala fueron apropiados (Hu, & Bentler, 1999): chi cuadrada = 611.528, gl = 356 > .05; NFI = .900; IFI = .956; CFI = .955; RMSEA = .031 (LO 90 = .026, HI 90 = .035). En la Figura 1 se muestra el modelo que se obtuvo con los índices estimados estandarizados. Como se puede observar, el modelo confirma los datos del análisis factorial exploratorio, corroborando la estructura de seis factores del instrumento LOCOMA.
Se observan correlaciones moderadas estadísticamente significativas entre los factores, con lo que se confirma su pertenencia al constructo. Las correlaciones de mayor peso fueron las de eficacia parental con responsabilidad (0.79) y creencias (0.63), y la de creencias con responsabilidad (0.60). Las dos primeras de locus de control interno y la tercera de locus de control externo.
Estos resultados concuerdan con los señalado por Warnecke et al (2014) quienes refieren que el locus de control interno y externo, ocurren en un continuo, razón por la que se pueden observar ambos en una misma persona, lo que dependerá de la situación. Además, los datos obtenidos sugieren que para las mamás mexicanas la fe que se tiene en otros poderosos es un importante factor de apoyo en la realización de sus tareas.
Discusión
La escala de locus de control parental, resultado de este estudio y sustentada en los supuestos de locus de control interno y externo de Rotter (1960), contiene seis factores, dos evalúan el locus de control interno (eficacia parental y responsabilidad, 13 ítems) y cuatro el locus de control externo (falta de control, apoyo de otros, creencias y suerte/destino, 17 ítems). La estructura factorial obtenida, denota que es una medida de criterios específicos de locus de control interno y externo (Campis et al., 1986; Rotter, 1966). Los factores vinculados al locus de control interno, engloban la percepción que tienen las mamás de que sus acciones se relacionan con el comportamiento de sus hijos, atribuyen su desarrollo, al compromiso, esfuerzo, dedicación y apoyo de parte de ellas. Estos hallazgos son consistentes con las aseveraciones de que los padres ven el comportamiento de sus hijos como una consecuencia directa de sus esfuerzos de crianza (Campis et al., 1986; White et al., 2007), relacionados con el trabajo constante, la perseverancia que involucra el proporcionar bienestar y atención a los hijos. Con el locus de control interno, se integran los esfuerzos para enfrentar las adversidades, ayudar a los hijos a resolver problemas y alcanzar sus metas, lo que tiene relación con la eficacia que favorece el trabajo conjunto para la promoción, el desarrollo y el bienestar de todos, con el propósito de mantener vínculos que les permite a los miembros de la familia obtener beneficios de sistemas extrafamiliares, y a ser resilientes ante la adversidad (Bandura, 1977; Bandura et al., 2011).
En el opuesto, los factores falta de control, apoyo externo, creencias y suerte/destino, relacionados al locus de control externo, hacen referencia a las mamás que se perciben con pocas habilidades para controlar y guiar a sus hijos, ellas consideran necesario el apoyo de agentes externos para la crianza. Perciben el comportamiento de sus hijos fuera de su control y como resultado, surgen sentimientos de impotencia (Banks et al., 2008), en ocasiones relacionados a fuerzas externas y otros poderosos (Freed, & Tompson, 2011; Rotter, 1990).
El que personas ajenas y miembros externos de la familia, tengan un papel importante en la disciplina y comportamiento de los hijos, puede influir en que la responsabilidad de la madre, se vea disminuida. Estos eventos pueden ocasionar problemas en la dinámica familiar (Sokolowski, & Israel, 2008). Es importante mencionar que en los factores apoyo externo y suerte/destino, se encontraron diferencias significativas entre los puntajes de madres monoparentales y biparentales, siendo las primeras quienes puntúan más alto, lo que es congruente, debido a que al tener que trabajar, las mamás acuden a otros para que las apoyen con la crianza de sus hijos. Este apoyo que incluye a la familia y amigos puede favorecer la crianza al incrementar la competencia parental proporcionando recursos durante el periodo de transición de roles (Angley et al., 2015). Sin embargo, entre más se delegue el cuidado de los hijos a otros, la probabilidad de que disminuya el control de las mamás se incrementa. Por otro lado, si se mantiene un equilibrio entre el apoyo otorgado por otros en el cuidado de los hijos, referente a los roles que cada uno desempeña, puede ser favorable para la dinámica familiar y el desarrollo de los hijos.
El hecho de que las mamás atribuyan a fuerzas sobrenaturales y otros poderosos, el comportamiento de sus hijos, es consistente con estudios previos (Campis et al., 1986; Furnham, 2000; Rotter, 1990). Aun cuando se observan estas diferencias, un punto a señalar es que el locus de control sucede en un continuo, de tal modo que de acuerdo al contexto, las mamás en situaciones específicas, pueden tener comportamientos relacionados con el locus de control externo o interno. El que predomine uno u otro, dependerá de diferentes variables, entre las que se encuentran, su personalidad (Rotter, 1966) y estado de ánimo (Warnecke et al., 2014).
En general, la escala evalúa dimensiones del locus de control interno y externo. Con el locus de control parental interno se contribuye a la autorregulación de los hijos, mientras que con el locus de control parental externo, se propicia la sobreprotección (Spokas, & Heimberg, 2009), el uso de la coerción (Freed, & Tompson, 2011) los comportamientos pasivos (Rothbaum, Weisz, & Snayder, 1982) y la depresión (Benassi, Sweeney, & Dufour, 1988). La orientación hacia el locus de control externo correlaciona con sentimientos generalizados de incompetencia y falta de control, por lo que probablemente cuando se tienen problemas con la crianza de los hijos, se deba a que predomina un locus de control parental más externo, a diferencia de los padres y madres que no viven estos problemas (Campis et al., 1986).
Los sentimientos de falta de habilidades y un apoyo limitado, son variables que provocan estrés parental que a su vez, tiene una relación con la internalización y externalización de síntomas en los adolescentes (Cavendish et al., 2014). Hechos que tienen un efecto nocivo en la capacidad de la familia para hacer frente a los problemas que surjan.
Se concluye que los análisis psicométricos de la escala de locus de control materna, demuestran que es un instrumento válido y confiable para medir las dimensiones que integran el locus de control, con sustento teórico y empírico, derivado de los supuestos de Rotter (1966) y de los resultados de las redes semánticas aplicadas a las madres. Es importante realizar futuras investigaciones con muestras ampliadas en las que se incluya a los padres ya que en éste estudio solo participaron madres, además de otras variables relacionadas con el locus de control.
Investigación realizada gracias al Programa UNAM-DGAPA-PAPIIT Clave IN306616
Cómo citar este artículo:
García-Méndez, M., Peñaloza-Gómez, R., Del Pilar Méndez-Sánchez, M., & Rivera, A. S. (2018). Construcción y validación de la escala de locus de control materna.Ciencias Psicológicas,12(1), 35-44. doi: 10.22235/cp.v12i1.1593