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Antropología Social y Cultural del Uruguay
versión On-line ISSN 1510-3846
Antropol. soc. cult. Urug. vol.13 Montevideo 2015
The cultural spread within the regional integration between Concordia (Argentina) and Salto (Uruguay)
Marcela A. País Andrade
Doctora de la Facultad de Filosofía y Letras (Área Antropología), Universidad de Buenos Aires. Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
mapaisandrade@sociales.uba.ar
Recibido: 25/02/15 – Aceptado: 30/06/15
Resumen
En la actualidad, la ciudad de Concordia cuenta con una activa presencia de uruguayos/as (asentados/as o de turismo) y con “renovados” discursos políticos culturales de integración entre ambas orillas. Estos fundamentos, dan cuenta de la necesidad de (re) pensar y (re) integrar las fronteras simbólicas y las (re)configuraciones identitarias que interpelan las formas sociales y culturales de ejercer la vida política en la ciudad. En este contexto la difusión, promoción y participación de ciertas prácticas culturales “binacionales” se revelan significativas para la investigación. Desde una perspectiva socioantropológica, el trabajo sinuoso entre teoría y campo nos permitirá (re)construir dialécticamente la(s) frontera(s) desde la complejidad que presenta el espacio cultural en la vida cotidiana. Referiremos a tres estudios de caso que se han realizado en el marco de la investigación más amplia (la Revista Boca a Boca, la Feria de las Golondrinas y el Primer Encuentro Internacional de Candombe de las dos orillas) para poder dar cuenta de los diversos actores sociales que impulsan (conflictivamente) el desarrollo del área cultural; de este modo, observaremos cómo se generan diversas y desiguales configuraciones identitarias y formas de habitar el espacio territorial dejando al descubierto los vacíos presentes desde la Política Cultural local.
Palabras Claves: Identidad, Integración, Cultura, Vida Cotidiana, Frontera(s).
Abstract
Currently, the city of Concordia has an active presence of Uruguayans (residents or tourist) and as well as “renewed” political cultural speeches about integration. These facts reveal the need of re-thinking and re-integrating the symbolic boundaries and the identity reconfigurations that interpellate social and cultural ways of -politically- living in the city. In this context, the spreading, promotion and participation of certain “binational” cultural practices are significant to be studied. From a socio-anthropological perspective, the dialectic between theory and fieldwork would allow us to dialectically rebuild the boundaries, from the complexity that the cultural space has in daily life. We would refer to three study-cases (The Revista Boca a Boca, the Feria de las Golondrinas and the Primer Encuentro Internacional de Candombe de las dos orillas) to identify and understand the different social actors that impulse the development of the cultural area. In this way, we will analyze how different and unequal identities configuration and ways of using the city are generated, which reflect existing gaps of the local current cultural policy.
Key words: Identity, Integration, Culture, Daily life, Borders.
Introducción
Este escrito refleja algunos resultados de las investigaciones llevadas a cabo entre los años 2009 y 2013 en la ciudad de San Antonio de Padua de la Concordia (Provincia de Entre Ríos, Argentina). Dicha localidad se ubica a 430 kilómetros al norte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA); tiene una población aproximada, según el último Censo Nacional, de 169.459 personas (INDEC, 2010) siendo la segunda ciudad más importante en la provincia y la principal localidad sobre el Río Uruguay. Por su lado, la ciudad de Salto que se encuentra ubicada en el departamento homólogo de la República Oriental del Uruguay (en una de las localidades que conforman la región del litoral uruguayo), presenta 14.359 kilómetros cuadrados de superficie y una población de 123.880 individuos según datos del Censo Nacional uruguayo de 20111 convirtiéndose en la segunda ciudad más importante de dicho país en cantidad de pobladores. Está ubicada a 498 km al norte de Montevideo (la capital de la República Oriental del Uruguay), frente a la ciudad de Concordia. Ambas ciudades se encuentran en países que históricamente han sido centralizados en sus ciudades capitales generando entre ellas relaciones de acercamiento/distanciamiento según los diversos momentos históricos en las que se han ido desarrollando (Catullo, 2006; País Andrade, 2010, 2011). En este sentido, Concordia y Salto, se construyen política, económica y culturalmente en/desde las problemáticas específicas que muestran las actuales ciudades fronterizas de la región.
En las investigaciones llevadas a cabo entendimos que el contexto en el que se ubica esta localidad entrerriana forjaba necesario visibilizar la diversidad sociocultural y sus interrelaciones estructurales con la localidad uruguaya. Dichas vinculaciones (comercio, política, cultura, etc.) se observan reactualizadas permanentemente, por medio de sus prácticas, en las formas de hacer frontera2. De esta forma, identificar cómo se (re)produce este hacer frontera en la ciudad de Concordia nos permitió (re)construir procesos dinámicos de especificación-diferenciación /inclusión-exclusión identitaria en la propia ciudad. Lo dicho expuso diversas y rígidas inter-intra fronteras (Jaquet, 1998) al interior de la localidad tanto como en el vínculo con la ciudad vecina de Salto. Ante esto, la otredad que se (re)construye en este espacio provincial nos permitió ver a ese “nosotros”/“ellos” (re)produciéndose desde ciertas fronteras simbólicas locales tanto como nacionales, siendo el nosotros una construcción de tensión-negociación dinámica y continua (Kavanagh: 1994).
En este complejo contexto, concebimos como la identidad –construcción relacional, producto cultural, dinámico y transformable-, se convierte en un eje fundamental en la (re)construcción cultural tanto para (re)producir subjetividades como actores sociales en el marco integracionista presente.3
Consecuentemente, se hizo imprescindible reconocer las estrategias locales en que dichos sucesos se (re)construyen. Desde ahí, la investigación de la que damos cuenta en este trabajo decidió etnográficamente imbricar a aquellas poblaciones que se inscriben en un cotidiano cruce entre producciones y significaciones (conflictivas) compartidas en el intercambio permanente con los vecinos fronterizos de la ciudad de Salto en/desde ciertas prácticas culturales4. Dichas prácticas conllevan una historia particular, formas y percepciones de crisis específicas y significaciones singulares de los procesos políticos, económicos y culturales en y desde la ciudad de Concordia.
En este trabajo, nos interesa recuperar algunas estrategias de difusión, promoción y participación de ciertas prácticas culturales locales que se inscriben en el intercambio simbólico identitario con los vecinos fronterizos de la ciudad de Salto (a las que denominaremos “binacionales”). Este diálogo entre teoría y campo nos permitirá dar cuenta de las inter-intra fronteras que dichas prácticas generan en la propia localidad entrerriana.
(Re) configurando fronteras en tres casos concretos: la Revista Boca a Boca, la Feria de las Golondrinas y el Primer Encuentro Internacional de Candombe de las dos orillas
Actualmente, la ciudad de Concordia cuenta con una activa presencia de uruguayos/as (asentados/as o de turismo) y con “renovados” discursos políticos culturales de integración entre ambas orillas. Este contexto, provoca (re) pensar y (re) integrar las “fronteras simbólicas” y las (re)configuraciones identitarias5 que intervienen en las formas sociales y culturales de ejercer la vida política en la ciudad.
Simplificadamente podemos indicar que la región transfronteriza del Río Uruguay (litoral uruguayo-argentino-brasilero) es un espacio geográfico que comparte historia, matriz cultural, medioambiente y perfil económico-productivo. Asimismo, las políticas neoliberales de los años ´90 visibilizaron las cuestiones culturales orientando lo cultural hacia la conformación del ciudadano/a de consumo y de ciudades individualizadas que integraran sus diversidades culturales con el objetivo de formarse regionalmente y/o mundialmente en una visión política-económica de multiculturalidad regional6.
Sin embargo, el aumento poblacional de las últimas décadas y la fragmentación socio-económica de los concordienses han puesto las acciones culturales “binacionales” como destrezas de acceso para ciertas minorías presentes en la ciudad que perciben la intra-inter fronterización de la propia ciudad más allá de la dada por el río. De esta forma, se han ido (re)configurando diversas estrategias identitarias individuales/colectivas como la noción de “Autogestión Cultural” y de “entrerrianía”. A partir de aquí la difusión, promoción y participación de ciertas prácticas culturales “binacionales” se revelan significativas para la investigación. Referiremos a tres estudios de caso que se han realizado en el marco de la investigación más amplia para poder ejemplificar lo dicho: la Revista Boca a Boca, la Feria de las Golondrinas y el Primer Encuentro Internacional de Candombe de las dos orillas.
1-La Revista Boca a Boca
La Revista Boca a Boca, se la puede conseguir gratuitamente en las ventanillas del Cine-Teatro de Concordia, en distintos negocios comerciales, en la Terminal de ómnibus y/o se puede solicitar una suscripción de poco valor por revista a su propio Director, el cual la lleva a donde corresponda en su bicicleta. La versión impresa tiene el tamaño exacto para cualquier bolsillo, y en el año 2009 cumplía su sexto año de existencia. En dicho año, salieron 20 revistas y en el año 2010 también salieron 20 tiras.
Uno de los objetivos que nos guió, a la hora de relevar como fuente de investigación a esta revista, fue el de identificar localmente las prácticas, los espacios, los diferentes grupos culturales y sus formas de difusión en la ciudad de Concordia. De la misma forma, nos interesó por el alcance que tiene la revista en el ambiente cultural.
En 2009, se enunciaron un total de 280 actividades culturales mientras que en 2010 llegaron a ser 327. El criterio de actividades culturales se corresponde según el propio director a las diversas prácticas que se realizarán en la región vinculadas a las Artes escénicas, Música, Teatro, Cine y Video, Danza, Literatura, Plástica y Foto, Educativas, Medios, Universitarias7. De las 280 actividades difundidas en el año 2009, 11 se iban a realizar en la Ciudad de Salto; 261 en la localidad de Concordia y/o ciudades cercanas8; y, 8 actividades fueron declaradas de integración entre Argentina y Uruguay9.
De la misma forma en 2010 de un total de 327 actividades difundidas por la Revista, 21 de ellas se realizarían en la Ciudad de Salto; 292 en la localidad de Concordia y/o ciudades cercanas; y, 14 actividades fueron declaradas de integración entre Argentina y Uruguay.
Estos registros nos estimularon a cuestionar(nos) de qué formas y quiénes constituían identidades culturales fronterizas -como política cultural para la integración de ambas orillas- si las prácticas culturales conjuntas y/o la difusión de ellas, aunque en aumento de un año a otro, eran escasas.
Con estos interrogantes entrevistamos en profundidad a DG10 -Director de la Revista- quien nos cuenta lo cotidianamente dificultoso que es sostener lo que se entiende por “Integración” cuando un producto de promoción de cultura, como es la revista, no cuenta con apoyo económico pero tampoco simbólico desde las instituciones y personas relevantes en el espacio local y/o provincial de preeminencia en la gestión cultural. Sin embargo, su revista intenta romper con la indiferencia de una ciudad que DG denomina “fenicia” por estar centrada en lo comercial y poco desarrollada en sus producciones culturales locales y, con el país vecino.
En el año 2003, DG volvía a Concordia, luego de estudiar en la ciudad argentina de Córdoba, Comunicación Social con orientación en Periodismo Gráfico, realizó como tesis final una página turística de Concordia y Salto la cual le permitió recibirse a fines del 2002). En el año de su vuelta a la ciudad, se acercó a la gente de Casa A que era una cooperativa de trabajadores del Arte, la Comunicación y la Cultura, en donde “(…) había producciones, había una movida importante en la ciudad, estaba el Encuentro sin límites que era una movida importante acá en la ciudad que venía gente de todos lados y venía gente incluso de Salto. (DG, abril de 2011)
A pesar de que DG se acerca a una cooperativa en sus últimos suspiros de vida: “(…) duró algo de cinco años, yo estuve los últimos 2 años” (Ídem), le permitió organizar un proyecto conjunto con MC quién en ese momento era la presidenta de dicha asociación. La idea original fue un boletín que:
“(…) era algo así como Amigos de Casa A, es decir gente que en ese momento estaba apoyando con dinero y entonces como contrapartida de esos amigos generar un medio por el cual se difundiese las actividades de Casa A. Ahí yo tomé eso me puse como al frente de la movida y se sumó un montón de gente que en ese momento estaba en la movida cultural y que continúan haciéndolo desde sus oficios: C, GR, otros. (DG, abril de 2011)
Los orígenes de ese boletín que ahora es la Revista fue entonces un proyecto de promoción institucional el cual sumó un montón de gente, la misma era de salida semanal (no quincenal como era en el período observado durante nuestro de trabajo de campo). Asimismo, comenzaron con el auspicio de la Facultad de Administración de la Universidad de Entre Ríos (UNER) la cual imprimía las fotocopias. Se imprimía:
“(…) la programación de las actividades de Casa A y alguna nota, algún poema, siendo esa producción colectiva (…) en principio fue una movida colectiva pero bueno no duró mucho ¿Por qué? Porque la gente que estaba participando en ese proyecto tenía otros intereses… quería actuar, hacer música, cantar, estaba medio por compromiso que se yo y entonces estaban medios comprometidas con la revista pero no mucho… entonces se fueron yendo de a uno y quedamos 3 o 4: y así transcurrieron dos años más o menos donde yo empecé a tomar un rol más protagónico digamos, tomaba las decisiones, empecé a decidir y a abrirla porque a medida avanzaba la publicación Casa A tenía menos actividades. (DG, abril de 2009)
Las citas textuales nos permiten reconstruir, desde la propia narración del entrevistado, el proyecto inicial de la revista cuyo fin primogénito estaba basado en la difusión de las actividades que hacía una Institución Cultural (Casa A) específica y sus artistas. Sin embargo, a medida que esta cooperativa iba incrementando sus dificultades económicas la Revista iba tomando mayor relevancia en la difusión y promoción de las actividades locales:
“(…) la fui armando y abriendo un poquito ponía la cartelera del cine, por ejemplo, como para darle un activo mayor…para que la gente que le gusta la cultura pudiera enterarse… bueno eso empezó a abrirse hasta que terminó siendo de toda la ciudad inclusive de salto. ¿Por qué incorporé Salto? Porque yo había investigado un poco para la tesis y tenía en la cabeza el tema del producto turístico, el tema producto binacional turístico, aparte de todo el tema de la cultura.” (DG, abril de 2011)
En este punto, podemos observar como DG (re)configura la noción de lo cultural en el marco de las políticas de cultura para el desarrollo que globalmente fueron transformando las estrategias identitarias locales. Recordemos que en 1993, el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo que denominaron “Nuestra Diversidad Creativa”, planteaba la necesidad de entender que el desarrollo era una tarea compleja. A diferencia de la interpretación del desarrollo moderno como un recorrido único, uniforme y lineal era fundamental dar visibilidad a la ineludible diversidad y las diversas experiencias y estrategias culturales presentes en el mundo. Si esto no estaba presente se restringiría peligrosamente la capacidad creativa de la humanidad. Resultado de la emancipación política que se funda a partir de la constitución de las naciones y donde las poblaciones tomaron conciencia de que sus diferentes formas de vida constituían un valor, un derecho, una responsabilidad y una oportunidad. Esta luz en los derechos de las poblaciones dio paso al cuestionamiento de las ideas eurocéntricas como único sistema que procreaba modelos de valores entendidos como universales y puso en el escenario mundial las diversas formas en que llevan a cabo las diversas poblaciones la modernización.
En otras palabras, las poblaciones comenzaron a (re) valorizar su riqueza cultural y sus patrimonios múltiples (materiales e inmateriales) y a reclamar que sus bienes culturales (en el sentido material e inmaterial) no podían solamente pensarse en términos económicos en la afirmación de valores universales de una ética global que debía incluir el mayor bienestar humano. Estas nuevas voces comenzaron a cristalizar las tensiones culturales presentes en cada pueblo como resultante de los fracasos (regímenes autoritarios, etc.) y expectaciones falladas desde las políticas de desarrollo tradicionales lo que ponía obstáculos al propio proceso de desarrollo y trazaba una línea cada vez más firme entre los países que lograban el éxito y los que no, es decir, países pobres cada vez más pobres y países ricos cada vez más ricos. Pero también manifestaba como ciertos países, fieles a sus valores culturales, lograban mejorar su calidad de vida vinculando sus valores culturales con los procesos económicos, la tecnología y la ciencia.
Asimismo, las prácticas, bienes simbólicos y servicios culturales comienzan a (re)configurarse desde diversas miradas estratégicas y creativas donde lo fronterizo se pone en valor junto a la visibilización de una identidad enlazada. En analogía a esto DG nos decía:
“A mí me pasó algo re loco cuando yo vivía en Concordia que iba al secundario no iba mucho a Salto, iba algunas veces y cuando me fui a estudiar a Córdoba descubrí un montón de músicos uruguayos, que sé yo Mateo, Jaime Ross, y toda esa movida. Como que al estar en otro lado me tiró una parte que yo no manejaba, incluso formé una banda con unos amigos con esa onda y empecé a escuchar Canario Luna, y bueno cuando volví de Córdoba estaba más uruguayo que antes. Además, llegué y al otro año surgió el primer encuentro de murgas (2003) y paralelamente aprendí a tocar el tambor”. (DG, abril 2011)
Si bien, el Encuentro de Murgas –al que refiere DG- comenzó como una actividad Internacional muy pequeña DG comenzó a seguir su desarrollo año por año difundiéndolo en la Revista como también en otros espacios de comunicación en los cuales se desempeñaba11. Desde estas tareas comienza a (re)producir agendas culturales donde se comienza a visibilizar, relevar y poner en valor lo cultural del vínculo identitario Concordia-Salto. DG, en relación a esto contaba:
“(…) yo había tomado toda esa perspectiva de ver las ciudades en conjunto y toda esta movida cultural que me había llevado a consumir todo eso. Fue medio una cuestión de perspectiva ‘Cuando estás en el medio del baile no te das cuenta’ desde el principio tuve esa orientación de ver qué había en Salto, yo empecé a tocar el tambor, a ir con la comparsa, hice amigos después me empezaron a mandar la agenda completa de la ciudad de Salto. Bueno ahora justamente desde que cambió el gobierno se pinchó eso. Me mandaban una agenda bien completa aunque nunca los conocí cara a cara era oficial por email pero nunca nos conocimos, me los debo haber cruzado pero no sé…” (DG, abril 2011).
El relato de DG, nos permite identificar cómo están presenten en el ámbito cultural local ciertos actores, grupos o personas individuales que perciben el espacio fronterizo de Concordia-Salto como un camino posible para comenzar a flexibilizar “las fronteras de la integración”. La difusión y promoción de las prácticas y acciones culturales que se realizan tanto en la Ciudad de Concordia, en la Ciudad de Salto y/o aquellas que se denominan de “Integración” entre ambas orillas, son difundidas en primer lugar de boca en boca y/o por medio de proyectos autogestivos. No obstante, si bien la Revista intenta formalizar, sistematizar y construir una agenda cultural para la región, la información que manejan surge dentro de una “movida compartida”, porque alguien “se copa y comparte la información” sin importar quién es, porque “justo alguien sabe”, etc. Es decir, la promoción y difusión es limitada en la localidad. En otras palabras, las acciones y/o gestiones culturales en Concordia no han logrado –aún- construir una gestión cultural, municipal ni gubernamental, que garantice la promoción y el acceso a lo cultural como derecho inalienable de los sujetos. Es más, no existe apoyo económico ni simbólico para quién o quienes, desde la organización Civil, intentan consolidar ciertos espacios previamente integrados entre las orillas por diversos lazos de parentesco, gustos musicales, bailes, arte, otros.
2-La feria de las golondrinas
La Feria Artesanal permanente de la Ciudad de Concordia surge, en primer término, como una necesidad de los artesanos/as locales de tener un lugar para poder mostrar y comercializar sus productos - en respuesta a un conflicto histórico entre la municipalidad concordiense que no permitía, ni permite, según los entrevistados “tirar el paño” en el espacio público. De esta forma, luego de idas y vueltas con la Dirección General de Cultura y otras instituciones, logran en el año 1990 comenzar a poner sitios en la plaza central de Concordia. En sus comienzos no tenían puestos, usaban: “(…) caballetes, tablones y lo que había” (D, 2011). Poco a poco les fueran mejorando las estructuras de los puestos pero se les cobraba a los/as artesanos/as el armado y desarmado de los mismos generando un pérdida económica sensible para estos/as trabajadores/as. De este modo, para establecerse y evitar los conflictos internos entre quienes conformaban la feria se armó una comisión fiscalizadora donde se decidía quienes podían trabajar (o no) y quienes debían “mejorar” sus producciones artísticas. El criterio de “calidad de trabajo” fue explicado por uno de nuestros entrevistados (miembro fundador de dicha comisión) como el resultado de un trabajo manual y no de un criterio estético. En otras palabras, la única reserva que tenía y tiene esta feria es que el trabajo sea manual (se puede utilizar herramientas mientras que el trabajo “lo haga el artesano”).
En sus principios participaban de la feria artistas locales y de otras regiones, sobre todo de la Ciudad de Salto que eran amigos/as y conocidos/as de los/as artesanos/as concordienses. Así también, los/as propios/as artesanos/as locales se movilizaban con sus mochilas por diversos lugares de la ciudad vecina. De esta forma los objetos expuestos representaban a productores culturales intrarregionales y transfronterizos. Muchos de los/as artesanos/as y artistas uruguayos/as eran invitados por los hacedores de cultura local y generaban beneficiosos réditos económicos en la venta de sus producciones del lado argentino del Río Uruguay (recordemos que en los años 90 la convertibilidad permitía que al ganar en pesos argentinos la moneda valiera más en los países limítrofes). Esta movilidad de artistas generó que la feria fuera creciendo y en el año 1992 se hizo por primera vez “La Feria de las Golondrinas” (encuentro de artesanos/as de “todos lados” considerado desde la política cultural de la ciudad como patrimonio de la localidad). Sin embargo, la crisis socio-económica que experimentó la Argentina en el año 200112 no solo imposibilitó la movilidad de los artesanos/as sino que también decreció la puesta en valor a la feria y la desvalorización del trabajo causando que muchos/as de ellos/as tuvieran que insertarse o inventar nuevas modalidades de actividad. Asimismo, influyó en el aumento de la brecha simbólica entre quienes eran artistas (pintores/as, escultores/as, “verdaderos/as” representantes de las producciones regionales, etc.) y quienes eran artesanos/as de la feria.
En la actualidad, la feria se ha (re)valorizado en pos de las miradas “multiculturales urbanas” ante la preocupación gubernamental de la efectiva intervención en la sociedad de la acción cultural y la estética urbana13. No obstante, las complejidades antes planteadas siguen existiendo y se le han sumado otras. A la contribución de aquellos/as “viejos artesanos” que fundaron la feria se les suma la participación de los “jóvenes artesanos”, que no solo contemplan ideas de estética/belleza sino que también se (re)significan como artistas generales. A diferencia de quienes originaron la Feria Artesanal de Concordia, los/as artesanos/as jóvenes, expresan una significación de la estética en vínculo estrecho a los cambios de la última década. Asimismo, enuncian su cualidad de artistas generales en el sentido de no ser solo artesanos/as sino también cantantes, artistas plásticos, músicos, bailarines/as, y autogestores/as de sus propias producciones culturales.
Coherentes con este discurso y recorriendo los diversos espacios culturales de la localidad uno puede ver que son “siempre los mismos”. Esta representación de ser “siempre los mismos” (re)construye un sentido de pertenencia y de identidad muy fuerte dentro del grupo que es utilizado como estrategia de negociación/resistencia ante las diversas tensiones que se erigen en torno al gobierno municipal y las acciones culturales y a la propia mirada del resto de los habitantes de la ciudad. Asimismo, la idea de “autogestión cultural” permite visualizar ciertas prácticas y diversas construcciones de estrategias dentro de estos grupos (como distinguimos en el caso de la revista) que retoman los discursos actuales de “integración cultural” como habilidades de generación de espacios nuevos desde donde, en muchos casos, disputan con las políticas gubernamentales su inserción y (re)configuración de identidades regionales.
Estos escenarios intervienen en ciertas (re)configuraciones identitarias para construir cultura en las márgenes del río Uruguay. Márgenes que construyen fronteras simbólicas movibles de integración local-regional para el desarrollo, a la par de la gestión de políticas sociales nacionales y provinciales que provocan la “interfronterización” de la ciudad y la segregación cada vez mayor de quienes la habitan.
Reflexionar los procesos regionales y locales desde la condición empleo-cultura nos permitió observar, por un lado, la manifiesta significación que ciertos grupos le dan a su experiencia cotidiana de trabajar y ser artista en la ciudad (segregación, invisibilización, etc.) que en el caso de Concordia se ciñe a objetivos y políticas de integración economicistas más que sociales y culturales, conformando una trama compleja desde las políticas culturales entre las relaciones de los/as artistas argentinos/as y uruguayos/as.
La productividad-competencia-creatividad de estos grupos, se pone en juego en la integración socio-cultural en/desde la ciudad y en la representación y autogestión de las políticas públicas culturales que ellos mismos (re)elaboran y que culminan, en muchos casos, reproduciendo las desigualdades existentes en la región. A la postre, desde las políticas sociales y culturales gubernamentales que promueven el desarrollo local-regional, la ciudad de Concordia y la ciudad de Salto, conforman un espacio fronterizo común que termina invisibilizando a los sujetos que conforman un espacio intrafronterizo local desigual.
No obstante, este recorrido por la feria nos permitió entender que las manifestaciones y actitudes que los grupos de artistas y artesanos/as jóvenes muestran hacia la participación activa en la Feria (o no) representan y significan para ellos/as una oportunidad para demostrar sus trayectorias en relación a lo cultural, para consolidar un grupo de pertenencia y para apropiarse (de forma flexible) de este espacio en disputa. Espacio que se ha apropiado del discurso multicultural y de las políticas culturales regionales para negociar sus derechos laborales en términos de construcción de identidades locales como “entrerrianos” y transfronterizas desde la noción de la “autogestión cultural”.
En este sentido, “lo cultural” en este grupo se percibe y se (re)configura como una estrategia de identidad doble: como artista local y como trabajador/a transfronterizo. Dando cuenta de cómo el trabajo artístico se visibilizaba como una estrategia local, económica e identitaria, en permanente negociación-tensión entre lo local y lo fronterizo. Esta complejidad es construida desde y con el estado local y/o provincial, a partir de los/as jóvenes artistas –devenidos/as en autogestores/as de su propia tarea-, desde los usos “permitidos” de la ciudad y en ciertos casos con el acercamiento y/o alejamiento con la vecina ciudad de Salto.
3-El I Encuentro Internacional de Candombe de las dos orillas
En el marco del contexto nacional, se observa cómo se presentan diversos grupos afro descendientes que tensionan, mediante su práctica cultural-política de reivindicación de derechos y ocupación del espacio urbano, la configuraciones identitarias de la nación-ciudadanía. Dichas agrupaciones intentan dar luz a cierta parte de la historia argentina que ha sido invisibilizada por una historia oficial y hegemónica; y, que no da cuenta de la presencia de la esclavitud negra en nuestras tierras. El influjo africano fue parte de nuestra historia y el candombe una de sus características propias. Si bien, estos movimientos de población se asentaron en la ciudad porteña de Buenos Aires, en la actualidad diversas localidades han retomado ciertas prácticas culturales como emblemas de nacionalidad e integración con los pueblos hermanos14. Recordemos que tanto en Argentina como en Uruguay los procesos de reivindicación identitaria de los afro descendientes tiene su eje en las ciudades capitales (con sus matices por supuesto) desde donde se imbrican procesos de desigualdad social, vulnerabilidad y vacíos en derechos ciudadanos de la población negra y/o mestiza (en un importante número los grupos candomberos de Buenos Aires están compuestos por uruguayos que viven en esa ciudad). La visibilización a través de manifestaciones culturales ancestrales se enmarca en un contexto mundial y regional desde donde se proclama la diversidad cultural como recurso, donde los tambores comienzan a repiquetear en diversas ciudades que tensionan a la vez, la identidad nacional de cada pueblo.
Si retomamos el diálogo de análisis a nivel macro desarrollados en los apartados anteriores debemos complementar las reflexiones que venimos dando cuenta con la idea de que la diversidad cultural es un concepto heterogéneo y político. Como venimos explicando, la complejización de estos procesos vinculados al binomio desarrollo-cultura generan una tensión-negociación permanente entre las manifestaciones culturales locales las cuales (re)configuran estrategias identitarias dentro de los procesos de integración y formas de resistencias socioculturales específicas que deben ser analizadas en cada caso particular15. Asimismo, las modalidades que van adquiriendo dichas prácticas culturales dan cuenta de diversos procesos de subjetivación de las desigualdades y vulnerabilidades sociales. Las cuales son (re)significadas por los sujetos, configurando identidad(es) diversas en los procesos de desarrollo regional-local y complejizando de formas específicas el concepto de “desarrollo” e inclusión cultural.
Venimos observando cómo la ciudad de Concordia no es ajena a estos procesos y a la historia en común de acercamientos y distanciamientos culturales, políticos y económicos con la ciudad vecina. Esto ha provocado que, en la última década, se hayan comenzado a visibilizar ciertas prácticas comunes entre ambas laderas del río Uruguay16. Sin embargo, a diferencia de la ciudad capital, los movimientos de candombe en la localidad entrerriana, parecieran no tener como objetivo político-identitario la reivindicación de la descendencia africana invisibilizada por la historia de nuestra nación, ni cuenta entre sus tambores y/o bailarinas con mayoría de uruguayos/as que intenten construir visibilidad a la inmigración en la localidad. La pregunta de investigación que nos condujo entonces fue si en el I Encuentro de Candombe de las dos orillas se expresaba un fin político-identitario entre sus integrantes; y, si la respuesta era afirmativa, ¿Qué identidades se reivindicaban y con qué fin?
Para esto, dimos seguimiento al Encuentro que se realizó en noviembre del año 2010 en la Ciudad de Concordia. En dicho evento participaron agrupaciones y/o cuerdas de tambores de diferentes lugares de la Argentina y del Uruguay. Las agrupaciones que participaron del lado argentino fueron: Mwanamque-mbe (cuerda de mujeres), La Minga y Lonjas 932 que provenían de la ciudad de La Plata; Tambores Tintos (de la Ciudad de Ensenada); La Mulata (Buenos Aires); Candombe de la Selva (Misiones); y de la ciudad anfitriona de Concordia: La Estrella Amarilla y La Tía Chola. Asimismo, del lado uruguayo participaron Tunaguele y Clave Sur (ambas de la ciudad de Salto).
Uno de sus organizadores nos contaba en situación de entrevista que la idea del Encuentro era “(…) dar reconocimiento y visibilidad a la práctica del candombe como forma artística e identitaria de los pueblos del Río de La Plata” (D, 2011). El evento se difundió en las redes sociales y en la localidad por medios radiales, gráficos, televisivos y por supuesto de boca en boca”17.
El Encuentro se llevó a cabo, los días sábado 13 y domingo 14 de Noviembre, calentando tambores, caminando y “haciendo ruido” por el centro de la ciudad de Concordia. Sin embargo, el público en general presente fueron “los de siempre”. Quienes acompañaron moviendo las caderas al son de la música por las calles; algunos curiosos que se acercaron y gente que pasaba por casualidad por la Plaza Urquiza donde se llevó a cabo “La llamada”. Hubo una gran ausencia durante toda la organización previa y durante el evento que refirió a aquellos actores culturales dependientes de las políticas culturales tanto de Concordia como de Salto. Además, observamos cómo los sujetos que participaron de los grupos de candombe locales, no intentaron transformar su práctica cultural en una acción política-identitaria reivindicativa (o por lo menos no lo expresaban directamente en sus discursos). Sí, fue posible observar cómo dicha práctica cultural les permitió (re)configurar una identidad común con la otra orilla que les habilitó mostrarse socialmente y desde ahí expresar demandas sociales, políticas y espaciales que les eran propias y específicas de la ciudad que los vio nacer:
“Por el año 2005 eran varios los amigos que tiraban sus primeros sonidos con el candombe. Aún sin contar con tamboriles se realizaron los primeros desfiles populares con zurdos, timbales, y congas por las calles de Concordia. Así el frío los reunía y los relacionaba. Y de ese vínculo surge la idea de trabajar en conjunto para adquirir los primeros tamboriles comunitarios, un hecho que selló una manera de hacer las cosas. Con la llegada de la primavera el grupo incorpora el nombre de Estrella Amarilla, haciendo mención a uno de los 20 sellos Maya. La estrella amarilla simboliza el arte de embellecer la expresión artística y el arte en la vida. La búsqueda del lugar. A través de las típicas negativas con respecto al fuego, los fueron alejando del centro hacia la costanera llegando a un lugar abandonado que los vecinos adoptaron como un basural. Esto les planteaba un desafío... “Lo que no te mata te fortalece.” Así nace el espacio de intención ecológica, un lugar recuperado de la basura, una batalla a la indiferencia. Este lugar fue testigo de las primeras tocadas como comparsa participando del carnaval “De los pequeños duendes” y “La primera llamada al puerto” en la ciudad vecina de Salto (R.O.U) entre otras actividades. Al tiempo unas máquinas abrieron literalmente una calle en el medio del espacio en pos del progreso edilicio de la costanera causando un traslado paulatino hacia un lugar que nos alberga actualmente, este lugar se llama Tambora, y se ubica frente al Parque Mitre, a escasos 100 metros del río, el cual se asoma tras la arboleda de tipas que rodean la playa Los Sauces. Tambora nuclea diferentes actividades artísticas (teatro, sala de ensayo, recitales, fiestas) y culinarias sobre todo los Miércoles y Domingos cuando el candombe nos reúne y pide salir a las calles. El candombe nos convoca, nos unió y nos une, nos envuelve, nos atraviesa. El candombe es fuerza viva, es sangre, es comunión, es familia. Es la energía que nos enraíza con la tierra antes de ser aire, de ser sonido expandido, de ser latido. Cuando el candombe suena, suena (...)”18
Si por un lado, el Encuentro de las dos orillas (re)significó la práctica cultural entre dos naciones haciendo uso del valor de la “diversidad” actual en la región. Por el otro, visibilizó la desigualdad local en relación a la utilización del espacio y al reconocimiento simbólico y material real de ciertos grupos artísticos en las políticas culturales de la ciudad. Las cuales, en el marco de la “tolerancia” y “aceptación” de la diversidad cultural deberían contenerlas, sostenerlas, desarrollarlas y reivindicarlas.
Reflexión final: (Re) configurando fronteras desde las prácticas culturales
Centrarnos en la difusión, promoción y participación cultural de ciertas prácticas “binacionales” (que ejemplificamos con los tres casos de estudios) nos ha permitido dar cuenta de cómo “la identidad” es una construcción relacional, producto cultural, dinámico y transformable. Indudablemente, (re)configurar las estrategias identitarias de/desde una ciudad de frontera se convierte en un eje fundamental en la (re)construcción cultural tanto para (re)producir subjetividades como actores sociales en el marco integracionista presente. Pues, dar cuenta de dichas (re)configuraciones en una ciudad fronteriza imbrica la construcción identitaria de los pobladores locales: “Las fronteras no son el resabio de un pasado remoto, sino que se reactualizan de modo constante a través de la diversidad de prácticas, creencias, rituales y relaciones.” (Grimson, 2003: 70) Consecuentemente, los análisis sobre “fronteras” deben reflejar la diversidad social y cultural de las sociedades en estudio y sus interrelaciones estructurales (comercio, religión, política, cultura, parentesco, etc.). Al presente, los estudios que abordan los complejos procesos de construcción identitaria en ciudades de frontera (Álvarez, 1995, 2002; Cuevas Perus, 2005; Correa Alsina, 2006) han vislumbrado cómo se ejerce en las prácticas sociales los discursos políticos de acceso de las minorías y la integración de la diversidad cultural presente en nuestra región. Estos han dejando al descubierto un proceso paradojal que responde a la necesidad de integrarse regionalmente a un mercado económico común y a un proceso de integración cultural regional, en paralelo a la necesidad de respetar y asegurar los derechos ciudadanos en un espacio social que presenta una inmensa diversidad cultural materializada en el propio proceso globalizador actual. De esta forma, las industrias y los consumos culturales junto a la necesidad de acompañamiento de políticas de gestión y acción, se construyen como uno de los argumentos centrales, en el “renovado” debate sobre las, actualmente denominadas, políticas culturales urbanas. Es en esta relación, economía-cultura, donde las industrias y el consumo cultural adquieren un espacio significante y rentable en las relaciones urbanas cotidianas, que se concretan en los bienes y servicios producidos y resignificados como recurso de cultura (Yúdice, 2002). Del mismo modo, se cristalizan en los bienes simbólicos y los servicios producidos los cuales son resignificados como “(...) recursos con los que se construyen relaciones sociales y estilos de vida” (Arantes 1993: 5). Al mismo tiempo, los cambios ocurridos a nivel del Estado, en relación al contexto global, han dejado a nuestras Ciudades y a los espacios rurales más cercanos, en vínculo directo con, las demandas ciudadanas (mayor participación democrática, acceso a la cultura, “mejor” calidad educativa, espacios de formación, etc.); y a nivel regional, a merced de las exigencias de una sociedad cada vez más permeable a los procesos de globalización, regionalización e integración cultural donde la movilidad, tanto física como de información genera impactos cada vez más relevantes (Bayardo y Lacarrieu, 1995).
Como hemos dicho, las fronteras no son consideradas como divisiones de los espacios nacionales sino que son parte integrante y se influyen fuertemente en su construcción. Por tanto, el concepto de frontera debe ser reescrito en función del contexto histórico y de las especificidades de las formaciones sociales en que se desenvuelven. De igual forma, el rol de la frontera en el desarrollo de la sociedad y la cultura latinoamericana, ha sido trabajado fundamentalmente desde enfoques geopolíticos, por problemas territoriales, litigios, etcétera. Hoy por hoy, y debido a diversos proyectos de integración, existe la inquietud de establecer nuevos enfoques y estudios sobre la frontera, dando cuenta del fuerte centralismo que obstaculiza el desarrollo y la integración real, en nuestro caso, en los vínculos entre Concordia (Argentina) y Salto (Uruguay). Siguiendo a Alejandro Grimson (2003), coincidimos en que debemos realizar “etnografía del vínculo” entre ambas ciudades más que etnografías locales, cuyo objeto es la interrelación que se produce en el límite, límite natural: el río, la presencia del Estado en el puente o la aduana; y por otro lado el límite simbólico de las percepciones, los hábitos y los modos de identificación de los sujetos.
En este marco hemos dado cuenta cómo desde las interfronteras que se van construyendo en la ciudad de Concordia como consecuencia y efecto de los procesos urbanos mundializadores -y también de las políticas de integración regional, se configura una cierta idea de gestión cultural fronteriza. En este espacio, toman fuerza las estrategias de “autogestión cultural” vinculadas a la “unión” de ambas orillas que se vienen cristalizando en los espacios fronterizos entre Argentina y Uruguay (cuyos objetivos son la integración regional y los intentos de recuperar la dimensión política de la ciudad). Dichas prácticas, se tensionan y encuentran sus límites ante las políticas provinciales y nacionales que no construyen Gestión Cultural como acción política. En este escenario, lo local adquiere particularidades específicas como gestor estratégico de lo global/nacional en este sistema económico donde la productividad y la competencia se ponen en juego en la integración socio-cultural de las ciudades y en la representación y gestión de las políticas públicas. Asimismo, lo local traducido en diversas significaciones de “entrerrianía”, invisibiliza a ciertos grupos y espacios sociales, y da luz a otros generando nuevas interfronteras (por cierto, negociables y flexibles) entre aquellos sujetos o grupos que “aprenden” a autogestionarse y que culminan siendo beneficiarios de estos procesos y quiénes no.
Así, la integración cultural en las ciudades contemporáneas presenta para las instituciones locales desafíos distintos. Por un lado, la ciudad actual debe combinar las identidades diversas que conviven en un mismo espacio-territorio y por el otro, sostener, elaborar o inventar una identidad local aglutinadora (Delgado Ruiz, 1998).
La regionalización de los procesos económicos y la multiculturalidad urbana son factores de peso en el desarrollo de “lo cultural” en nuestras ciudades contemporáneas. Ante esto, son de interés fundamental las cuestiones que atañen a la representación y la gestión cultural local-regional que se han ido fortaleciendo en desmedro de las instituciones y representaciones legítimas del Estado Nación.
La Revista Boca en Boca, la Feria de las Golondrinas y el I Primer Encuentro de Candombe de las dos orillas, se construyeron en este recorrido como expresiones culturales relevantes en la región fronteriza. Sin que fuera una acción política prioritaria y al ritmo de la danza que promueven los tambores y las producciones artesanales, las personas de carne y hueso que habitan la localidad, parecieran estar (re)configurando en la difusión, promoción y participación de sus prácticas culturales “binacionales” creativas formas de denunciar las desigualdades “locales”.
Bibliografía
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1. http://www.ine.gub.uy/censos2011/totalesdepartamentos/salto.html (Consultado el 23 de mayo, 2012).
2. En este trabajo se entiende por hacer frontera a las prácticas, relaciones sociales, económicas, políticas y culturales y, a las negociaciones-tensiones cotidianas entre grupos y sujetos que van conformando y transformando permanentemente los límites fronterizos desde los espacios simbólicos.
3. Para profundizar la complejidad del concepto de integración recomendamos leer Rosato, A. (Coord.) (2009).
4. En la investigación se propusieron tres ejes para desnaturalizar y explicar ciertas tramas “invisibles” que adquiere la construcción de las estrategias identitarias en sus vínculos con el campo cultural y las nociones de nación(alidad) en una ciudad de frontera: 1) Identificar en los individuos las continuidades y rupturas históricas con los acuerdos, lealtades y características sociales compartidas en el espacio fronterizo no identificando nacionalidad para desnaturalizar las nociones de clase y nacionalidad entre quienes habitan el espacio-territorio. 2) Reconocer y describir las formas en que los sujetos identifican sus posibilidades y limitaciones desde lo que produce, posee, adquiere o modela en y desde el espacio fronterizo (para esto además de las entrevistas en profundidad hemos realizado incontables horas de observaciones participantes y sin participación). Esto permitió observar sus propias cualidades y las extensiones posibles o no del intercambio simbólico. 3) Registrar el discurso y observar las prácticas culturales cotidianas de los sujetos y de los actores sociales (instituciones culturales, municipalidades, ONGs, etc.), en relación con la imagen del ser nacional (nosotros) y la del otro (ellos) en los diferentes momentos de la historia de los sujeto para poder deslocalizarlas en sus posibles orígenes.
5. Entendemos la idea de “configuración identitaria” como la articulación entre lo que se entiende por cultura, ideología y política en un momento y lugar determinado que al ser observado da cuenta de un proceso de constitución de hegemonía (Grimson, 2011). Y agregamos, que en el propio acto de observarlo se (re)configura y permite significar estrategias identitarias situadas.
6. Varias líneas en la región dan cuenta de esto, por ejemplo: “La carrera binacional de Licenciatura en Turismo es un ejemplo de planificación y desarrollo de acciones conjuntas, sumando esfuerzos de diversos organismos, academias, estatales y privados, sin mirar los límites y mirando el desarrollo, el crecimiento y la tecnología.” (Gabrielli. Intendente en funciones de Salto en Loggio, 2008:30).
7. Esta división se puede observar en la versión on-line de la Revista http://www.bocaaboca.com.ar/secciones.php?codigo=17#
8. Hasta el momento no se ha hecho diferencias en este sentido pero sería interesante profundizarlo a futuro.
9. Hasta el momento no se ha focalizado en donde se realizan con mayor frecuencia (en Concordia o Salto) estas actividades denominadas binacionales.
10. DG (refiere al nombre del director de esta revista). Nos reservamos el derecho de dar su nombre.
11. El Encuentro Internacional de Murgas estilo uruguayo se realizó desde el año 2003 al 2011. En él se llevaban a cabo espectáculos y talleres en forma paralela con los escenarios de la ciudad vecina. Asimismo, desde el año 2008 fue auspiciado por la Intendencia de Montevideo y fue el segundo evento murguero en reunir más gente después del Carnaval de la ciudad capital.
12. La ciudad San Antonio de Padua de la Concordia, reconocida como la “Capital del Citrus” del país, a inicios del siglo XXI ocupó las tapas de los diarios nacionales, al ser reconocida como la “capital de la pobreza” y “la capital de la desocupación”, el porcentaje de la población que se encontraba debajo de la línea de pobreza en el año 2001 era de 57.7 % y la indigencia de 25.2 %, las cuales ascendieron el año posterior -2002- a 71.7 % y 45.8% respectivamente, cifras que duplicaban los valores nacionales (Reta, Rossi, & Toler, 2008: 43). Diferentes estudios sociales referidos a la ciudad dan cuenta de las distintas problemáticas que posee Concordia, entre las que sobresalen: la pobreza, el desempleo estructural y la inequidad (Mingo, et. al. 2006; Reta & Toller, 2006; Reta, Toler, & Bardelli, 2007; Reta, Rossi, & Toler, 2008).
13. Recomendamos leer: Lacarrieu, Mónica (2008) “Tensiones entre los procesos de recualificación cultural urbana y la gestión de la diversidad cultural”.
14. Recomendamos leer Rosato, A. (Coord.) (2009).
15. Recomendamos leer: Rotman, M. (coord.) (2004) Antropología de la cultura y el patrimonio. Diversidad y desigualdad en los procesos culturales contemporáneos. Y, País Andrade y Molina Roldán (2013) Cultura y desarrollo en América latina. Actores, estrategias, formación y prácticas.
16. Existen otras prácticas y organizaciones de eventos que dan cuenta de la reivindicación de prácticas comunes y/o de la visibilización de sentir lo regional: a la que referimos en el apartado anterior (la revista Boca a Boca y la feria de artesanos); además: el encuentro de Murgas, organización de muestras artísticas, literarias, etc.
17. Si bien el evento se difundió de esa forma queremos remarcar la participación de la revista de la que hemos dado cuenta.
18. Blog de la Agrupación Estrella Amarilla 2012: http://agrupacionestrellaamarilla.blogspot.com.ar/ [22.03.2014].