Señores editores:
Hemos leído en la revista el artículo de Chá M1 referente a la Historia clínica electrónica: factores de resistencia para su uso por parte de los médicos, y consideramos que estamos transitando por un período donde se están optimizando los procedimientos en salud. La informática participa en procesos administrativos y ahora, en el ámbito clínico, con la tecnología de comunicación e información, y la historia clínica es un instrumento de información, pues es evidente que necesitamos una “alfabetización digital”2.
En el Perú, el Ministerio de Salud (MINSA) ha generado diversas normas en torno a la implementación de las historias clínicas electrónicas (HCE), así mismo, ha creado el Registro Nacional de Historias Clínicas Electrónicas (RENHICE) como órgano que se encargue de integrar a futuro las HCE de todos los establecimientos de salud. Sin lugar a dudas, la digitalización de la información del paciente permite reunir toda su información en un formato fácil de consultar, actualizada y segura, ahorrando tiempo, dinero y dificultad para acceder a dicha información. Permite evitar la multiplicidad de historias clínicas en físico, y, por tanto, la duplicidad de empleo de tiempo y energía. Es notorio que actualmente existe una multiplicidad de formatos de historia clínica en los diferentes establecimientos, así mismo, una gran fragmentación en los sistemas, lo que contribuye a una pérdida de información y duplicidad de esfuerzo, siendo esta una de las causas de resistencia al uso de la HCE3.
En el Perú actualmente existe un alto grado de fragmentación en la gestión de la información, existen diferentes sistemas de información con diferentes tipos de tecnología, y en algunos casos muy antiguos, lo que implica la necesidad de un gran esfuerzo para lograr una estandarización y centralización de la información como política de Estado4,5. Son evidentes las deficiencias de las competencias en informática en los profesionales de la salud. En un estudio realizado en 27 miembros de salud de primer nivel en Lima, donde se implementó la HCE, se observa un predominio del no uso de esta herramienta en mayores de 40 años6(figura 1).
La brecha digital, por un tema generacional y la resistencia al uso de las tecnologías, suele tener origen en el desconocimiento, temor y desconfianza. Estos aspectos podrían ser superados, primero con la capacitación amigable al personal que ya está trabajando, con un mínimo de 150 horas de capacitación y la incorporación de estas materias desde el pregrado, y, en segundo lugar, con la simplificación de la tecnología, con el empleo de equipos modernos y más intuitivos que requieran de fácil manejo, como laptops, tablets o smartphones en el idioma de los trabajadores. Las decisiones para adoptar la HCE tienen que ser de manera integral, donde todos los flujos institucionales se adecuen a estas nuevas tecnologías, evitando los formatos o sistemas paralelos que duplican actividades innecesariamente, en este caso, se convierte en una carga adicional de trabajo más que una ayuda, reforzando la resistencia al uso de la HCE. La desconfianza y el temor como un aspecto emocional negativo deriva justamente de la sobrecarga en el trabajo, por tanto, contrarrestar ello es una consecuencia de la capacitación, la selección adecuada de la tecnología y la eliminación de la duplicidad del trabajo, contribuyendo a una gestión de calidad de la información.