El registro de casos clínicos, imágenes radiológicas, fotos y videos es una práctica habitual entre los cirujanos y forma parte de nuestra cultura quirúrgica. Este tipo de archivos es parte de nuestra experiencia de vida como cirujanos y se vincula con nuestro espíritu crítico, poder de observación y análisis de los procedimientos que realizamos. Este proceso primario de investigación clínica hoy resulta insuficiente para la resolución de problemas y obtener una práctica quirúrgica de calidad.
La gran mayoría de los programas de postgrado del mundo incluyen un periodo de dedicación a la investigación básica y clínica integrado a la currícula de formación de los cirujanos, utilizando métodos basados en la evidencia, para la resolución de problemas y estudios diseñados para soportar análisis estadísticos rigurosos. Por lo cual, además del dominio de la patología y la técnica quirúrgica, la cirugía exige tener formación en “disciplinas blandas”: gestión, análisis estadístico de datos, metodología y diseños aplicados a la investigación.
Sin embargo, los cirujanos cada vez más le dan la espalda a la investigación. La evidencia sugiere que, actualmente, los cirujanos solicitan y reciben menos subvenciones, publican menos y tal vez lo más pernicioso, sienten que la investigación no forma parte de su formación ni de su desarrollo profesional.
Un informe publicado en Annals of Surgery1 sugiere que esta tendencia está generalizada e incluso el interés de los cirujanos académicos en la investigación en USA está cayendo de forma lineal. Esto es consistente con estudios anteriores que muestran que menos cirujanos solicitan subvenciones para investigación y que aquellos que lo hacen tienden a tener menos éxito que sus colegas médicos de disciplinas no quirúrgicas.2
Hay que partir de la premisa que el máximo interés de un cirujano es operar, por tanto y más allá del valor indiscutible de la generación de conocimiento; los cirujanos deben ser estimulados para que acepten el desafío del laboratorio para resolver sus propios problemas.
Por ejemplo: un problema netamente quirúrgico es el cáncer de páncreas, cuya sobrevida global a 5 años continúa oscilando en el 20 % y el 75 % de los casos al momento del diagnóstico ya están fuera de posibilidad de cirugía. Sin embargo, las líneas de investigación buscando el diagnóstico precoz con biopsia líquida, tienen escasa participación de cirujanos.
La mayoría de los cirujanos dicen que no tienen tiempo ni motivación para investigar. Probablemente esto se deba a que las presiones asistenciales sobre ellos son mayores. Los cirujanos tienen las mismas obligaciones administrativas que otros médicos, pero además tienen que dedicar mucho tiempo al block quirúrgico, a la preparación y seguimiento de los enfermos, con deberes adicionales como contra visitas y reintervenciones. Además, es muy difícil conseguir apoyo técnico, de tutorización y económico para desarrollar un proyecto. Muchos piensan que la investigación es una actividad limitada a unos pocos cirujanos selectos con la ambición y el talento para tener éxito actividades de investigación.
La ausencia o escasez de la investigación básica y clínica, en programas de postgrado/ residencias y en servicios hospitalarios es un problema que debe reconocerse y revertirse. En la era de biología molecular y manipulación genética, la medicina traslacional es imprescindible para la aplicación clínica de los productos de la investigación básica.
Por consecuencia, la participación en tareas de investigación con metodología científica rigurosa, incrementa el espíritu crítico y les permite a los cirujanos evaluar y desarrollar su trabajo con mayor rigor científico, auditar sus propios resultados y adquirir competencias para mejorar la calidad de su trabajo y el realizado por sus pares.
El Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) y las instituciones responsables de la investigación y la formación de cirujanos, deben considerar modificaciones políticas para estimular la investigación clínica y traslacional en los propios hospitales, con el concepto que la atención al paciente está inevitablemente ligada a los avances científicos y a la formación de recursos humanos de excelencia.
Se deben generar incentivos para desarrollar la investigación básica en el ámbito clínico, que habilite la aplicación inmediata de nuevos conocimientos en los pacientes, en forma controlada y segura, con el objetivo de optimizar los resultados clínicos.
Finalmente, es necesario evaluar y posiblemente cambiar los modelos actuales de formación quirúrgica para desarrollar cirujanos preparados para sostener resultados clínicos competitivos con el entorno científico actual.