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Ciencias Psicológicas

versión impresa ISSN 1688-4094versión On-line ISSN 1688-4221

Cienc. Psicol. vol.9 no.2 Montevideo nov. 2015

 

EPISTEMOLOGÍA DEL SENTIDO COMÚN Y LIDERAZGO POLÍTICO: REFERENCIAS COMPARTIDAS Y POSICIONAMIENTOS DIFERENCIALES EN UNIVERSITARIOS TUCUMANOS, ARGENTINA


EPISTEMOLOGY OF COMMON SENSE AND POLITICAL LEADERSHIP: SHARED REFERENCES AND DIFFERENTIAL POSITIONING IN TUCUMAN UNIVERSITY STUDENTS, ARGENTINA


Cynthia María Torres Stöckl*

Elena Mercedes Zubieta**

*Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Tucumán; CIUNT. Argentina

** Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires; CONICET. Argentina


Resumen: El objetivo de la pesquisa que aquí se presenta fue el de examinar y describir los aspectos convergentes y divergentes de las representaciones sociales en torno a la clase dirigente política, en una muestra de 461 estudiantes de la Facultad de Psicología y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina. Para la recolección de datos se empleó un test de cuestionamiento (MEC) y para su examen se realizaron análisis de porcentajes, análisis de componentes principales, conglomerados jerárquicos, prueba t de student, análisis de varianza ANOVA. Los resultados dan cuenta de una matriz nuclear representacional constituida por categorías tales como: Representación, Ideología, Liderazgo, Guía, Política, Ideales, Compromiso, Lucha y Sociedad, revelando al mismo tiempo la existencia de dos dimensiones contrarias: Características/Aspectos Políticos Positivos versus Características/Aspectos Políticos Negativos, así como dos conglomerados principales coincidentes con estas últimas. Se observan también diferencias en función de variables como edad, cargos de representación estudiantil universitaria y personajes políticos de variada índole, dando cuenta de la convivencia de referencias compartidas y posicionamientos diferenciales en las representaciones de los universitarios estudiados.


Palabras Clave: representaciones sociales; dirigencia política; representaciones políticas


Abstract: The aim of the research was to examine and describe convergent and divergent aspects from the representational field of political leadership, based on a sample of 461 university students of Psychology and Arts Faculties from National Tucuman University, Argentine. A questioning test (MEC) was used, while percentage, principal component, hierarchical clusters, t student´s test and variance analysis ANOVA were performed for its examination. Results show a representational nuclear matrix, integrated by categories such as: Representation, Ideology, Leadership, Guide, Political Ideals, Commitment, Control and Society, while revealing the existence of two opposite dimensions: Positive Political Features/ Aspects versus Negative Political Features/Aspects, and two main clusters coincident with the latter dimensions. Differences are also observed when introducing variables such as age, charges in college’s student associations and political characters of varied nature, revealing the coexistence of share references and differential positioning among university students´ representations.


Key Words: social representations; political leadership; political representation


Correspondencia: Cynthia María Torres Stöckl, Universidad Nacional de Tucumán.

Correo Electrónico: cynthiatorresstockl@hotmail.com


Recibido: 07/2015

Revisado: 09/2015

Aceptado: 10/2015

 

Introducción


En las postrimerías del siglo XX y principios del XXI se han visibilizado y agudizado una serie de conflictos socioeconómicos y político-institucionales a nivel mundial, dando lugar a fenómenos preocupantes como: la fragilidad del sistema democrático y sus actores, la creciente personalización del poder, los altos niveles de corrupción, la deslegitimación del sistema político, la pérdida de credibilidad en las instituciones, el agotamiento de las formas organizativas y de participación tradicionales, la polarización social y política, entre otros. Frente a este panorama, la tarea de examinar los referentes simbólicos –representaciones sociales e imaginarios-, que junto a los factores estructurales contribuyen a agudizar este tipo de problemáticas (Lozada Santeliz, 2011), emerge como un desafío a emprender desde las contribuciones de la psicología social, en tanto disciplina abocada al estudio del interjuego existente entre ambos planos.

Tal como lo explica Arendt (1993) el campo de la política no puede ser comprendido por fuera de los sujetos que lo experimentan en su acontecer consuetudinario; de igual manera, que no es factible entender a estos mismos sujetos por fuera de dicho campo, el cual constituye una de las dimensiones más importantes alrededor de las cuales éstos desarrollan su propio devenir. Así, el juego de indisociabilidad entre el objeto y el sujeto invita a rescatar ineludiblemente aquella faceta subjetiva comprometida en la configuración de lo objetivo ya que sin este entramado dialéctico la política no podría convocar el interés de diversos grupos y de la sociedad en general.

Constituyendo el “producto y proceso de una actividad de apropiación de la realidad exterior al pensamiento y de una elaboración psicológica y social de esa realidad” (Jodelet, 1989), la teoría de las representaciones sociales, -inaugurada en la década del 60´ por Moscovici-, se prefigura como un cuerpo teórico apto para captar aquellos procesos emergentes que median entre los niveles de análisis macro y micro, abarcando virtualmente el espacio intermedio que subsiste entre lo individual y lo socio-cultural (Martin & Royer- Rastoll, 1990). Siguiendo a Wagner y Hayes (2011) los universos representacionales forman los contornos del mundo personal al igual que los factores contextuales con los que estos mantienen un diálogo fluido, por lo que si bien es necesario considerar las estructuras sociales existentes, también no puede perderse de vista que las mismas son edificadas psicosocialmente, en la medida que las personas atribuyen significaciones a los objetos que pueblan el ámbito en el que habitan, contribuyendo a la esencial tarea de construcción de los mismos. De este modo, las representaciones sociales germinan como reservorios de unidades dotadas de sentidos, traduciendo ciertas formas de encarnación de aquellos aspectos fundamentales de la experiencia humana, resultando en producciones simbólicas, destinadas a ofrecer vías de inteligibilidad alrededor de una multiplicidad de formas de estructuración de lo social, siendo estas mismas condiciones las que expresan la existencia de una subjetividad, inseparable del curso de los eventos y los procesos comunes (González Rey, 2012a).

Considerando que los dispositivos representacionales se encargan de investir con rostro humano a la objetividad histórica de la esfera pública, revelando cómo la misma adquiere vida y sentido a través de la actividad simbólica de los seres sociales (Jovchelovitch, 2000) una aproximación a la política como problemática de estudio, invita a la asunción de una concepción más amplia, apoyada en una actividad capaz de ser desplegada por la gente en su existencia ordinaria, proponiendo entonces una labor de acercamiento a un espacio de invención de elementos y significaciones, donde lo relevante no se ubica ni dentro ni fuera, sino entre los individuos, reforzando “el tránsito por una aventura de comprensión (y narración) de los procesos (y contenidos) de creación (y destrucción) de símbolos (y significados) con los que una colectividad (o sociedad) concuerda su realidad”, al decir de Fernández Cristlieb (1994, pp. 95-96).

En esta dirección, Álvarez, Dagnino y Escobar (1998) sostienen que la cultura política requiere ser entendida en términos de una construcción social de aquello que en la experiencia de los sujetos cuenta como político -en el dominio de las prácticas y las instituciones-, así como de quién define las reglas del juego de idéntica naturaleza. Es esta cultura en sí misma la que sienta en lo que Lechner (1994) denomina “evidencias sobre las cuales descansa la construcción simbólica del orden político” (p. 58). Por lo que de acuerdo a autores como Carvalho, Lima y Camino (2005) el escenario político involucra una tarea de aprehensión por parte de los ciudadanos- individuos y grupos-, es decir una peculiar interiorización y asunción de posiciones en relación al sistema de ideologías corrientes y a los conflictos existentes.

Definida como “el conjunto de actitudes, normas y creencias, compartidas más o menos ampliamente por los miembros de una determinada unidad social que tienen como objeto a los fenómenos políticos” (Bobbio, Matteucci, & Pasquino, 1991) la cultura política, si bien incluye algunos elementos compartidos, expone simultáneamente elementos heterogéneos, vinculados a rasgos de matrices societales contemporáneas. Se habla por lo tanto, de sociedades heterodoxas que implican y aceptan la posibilidad de experiencias antagónicas como base de la conversación y de la formación de la opinión pública (Wagner & Elejabarrieta, 1994), siendo las representaciones “configuraciones donde conceptos e imágenes pueden coexistir sin ninguna pretensión de uniformidad, donde la incertidumbre como los malos entendidos son tolerados para que la discusión pueda seguir y los pensamientos circular” (Moscovici, 1988). Tal como lo expresa Rodríguez Salazar (2002) en sociedades modernas en las que la cultura remite a un tejido de significados que expresa contradicciones, ambigüedades y cambios, es relevante comprender la dimensión del pensamiento social que no está domesticada, ni sistematizada, en la medida que los procesos inherentes a este pensamiento no sólo generan acuerdos sino también medios de diferenciación social, desacuerdos, disentimientos o enfrentamientos simbólicos. En consecuencia, el hecho de que las configuraciones representacionales sean interpretadas en términos consensuales, no descarta la presencia simultánea de conceptos divergentes, ideas inconsistentes y significados paradójicos, exhibiendo un terreno plagado de oposiciones, fragmentaciones, debates y negociaciones.

En relación a lo hasta aquí mencionado, Jovchelovitch (2001) subraya que los asuntos públicos -en los que se cuenta a la arena política- se presentan como una precondición para la emergencia de representaciones propias de mundos no tradicionales caracterizados por la vigencia de discursos múltiples, por lo que las mismas resultan en muchos matices, vinculados con reflexiones efectuadas por los grupos acerca de sus circunstancias peculiares. Reafirmando lo expuesto, Jodelet (1986) señala que estas representaciones “constituyen una manera de interpretar y pensar nuestra realidad cotidiana, una forma de conocimiento social, y correlativamente, la actividad desplegada por individuos y grupos a fin de fijar su posición en relación con situaciones, acontecimientos, objetos y comunicaciones que les conciernen” (p. 473), de modo que aparte de establecer un orden en el mundo de las cosas, las personas suelen adoptar posiciones respecto a éste, evidenciándose una relación recíproca entre universo representacional y tal posicionamiento. En esta línea de razonamiento, es que Doise (1985) conceptualiza a las representaciones como “principios generadores de tomas de postura que organizan los procesos simbólicos que intervienen en las relaciones y que dependen de las inserciones especificas dentro de un conjunto de relaciones sociales” (p.246), dejando entrever que estas no deben ser concebidas como necesariamente homogéneas ni igualmente compartidas, en tanto revelan, la existencia de un sistema de referencias comunes en relación al cual individuos y grupos asumen actitudes y pronunciamientos variados de acuerdo al lugar que ocupan en el seno de la estructura social.

En consecuencia, las condiciones del contexto general se encuentran inseparablemente articuladas a elaboraciones simbólicas e imaginarias, resultantes de vivencias y posiciones diferenciales, que por un lado pueden favorecen la creación de encuentros y consensos y por otro lado, disensos y desencuentros, por lo que el bagaje representacional permite a los seres sociales dialogar sobre diversos temas y asuntos, al igual que expresar opiniones divergentes acerca de estos (Wagner & Hayes, 2011). En efecto, González Rey (2012b) comenta que el terreno de la política adopta una naturaleza extremamente dinámica, siendo por esto, necesario el rescate de perspectivas de sentido subjetivo diferenciadas -correspondientes a numerosos agrupamientos-, en tanto condición de ejercicio democrático. De la misma manera, Cárdenas et al. (2007) concluyen que es viable encontrar respecto a la conceptualización de la política, diferencias notables, asumiendo que la diversa implantación social de los sujetos determina representaciones diversificadas, de las que se derivarán comportamientos específicos que serán prescritos por estas y que constituirán distintas formas de acceso al objeto, ya que como lo afirma, Arendt (1997) “la política se trata del estar juntos los unos con los otros diversos” (p.45) en tanto ésta, involucra una expresión de la pluralidad humana como condición indispensable de su existencia.

Desde finales de la década del 70´ la vertiente estructural de la escuela de Aix en Provence (Francia), liderada por Jean Claude Abric, ha constituido un enfoque teórico metodológico destacado en la investigación psicológica, orientado esencialmente a pesquisar a las representaciones sociales como producto, señalando como imprescindible, la identificación y caracterización de sus componentes, así como de la organización interna o estructuración básica de los mismos en torno a un sistema nuclear central y periférico.

El sistema o núcleo central está compuesto por uno o unos pocos elementos cognitivos que son responsables de la estabilidad, rigidez y el carácter consensual de la representación. Son innegociables. Estos elementos -que pueden ser creencias, opiniones, actitudes- se encuentran ligados a la memoria colectiva y a la historia del grupo y son por ende resistentes a los cambios y poco sensibles a la modificación del contexto social inmediato. Entre las funciones propias de este sistema se destacan específicamente la generación del sentido global de la representación y la organización de toda su estructura (Abric, 1993).

El sistema periférico está compuesto por todos los otros elementos de la representación, los cuales son responsables de la movilidad, flexibilidad y diferencias entre individuos. Permite la integración de las experiencias individuales y se apoya en la evolución, las contradicciones y la heterogeneidad del grupo. A diferencia del central, este sistema es más sensible al contexto inmediato. Entre las funciones propias de este sistema se destacan específicamente la adaptación del contenido representacional a situaciones concretas, la regulación del mismo en base a las evoluciones del contexto, así como la defensa de la matriz nuclear -a modo de un “paragolpes” -, integrando información nueva y contradictoria proveniente del entorno social (Abric, 1993).

En este marco, las representaciones sociales se delinean como estables y móviles, rígidas y flexibles, consensuales pero también marcadas por fuertes diferencias interindividuales (Abric, 1998), sustentándose en la hipótesis de un saber colectivo de carácter polifásico (Moscovici, 1961/1976) que habilita la coexistencia de diversos estratos en la estructura representacional. Es decir como lo establece Marková (1996) algunos componentes del ambiente social que pueden devenir relativamente estables a través de las generaciones y cultura, y otros componentes volátiles y específicos de épocas o espacios socioculturales particulares .

En un escenario de democracias de baja intensidad (Gills & Rocamora, 1992), signado por una crisis de legitimidad, gobernabilidad y representatividad que aqueja al sistema político, donde rige una marcada separación entre un “nosotros (la gente, el pueblo) y un ellos (los gobernantes, el Estado y sus aliados)” (Lozada Santeliz, 1999), considerar las categorías mentales a través de las cuales las personas- entre ellos, los jóvenes universitarios- representan temas de importancia colectiva, posibilita una comprensión de las actitudes y conductas que estos desenvuelven en este ámbito, en tanto las representaciones constituyen sistemas cognoscitivos complejos que no sólo posibilitan interpretar y posicionarse ante eventos y cosas, sino también orientar un sinnúmero de acciones sociales (Villarroel, 2010).

Teniendo en cuenta el valor de la teoría de las representaciones sociales en el abordaje psicosocial de la política, es que se considera a la Universidad no solo como instancia abocada al moldeamiento de futuros profesionales, centrada en el academicismo y teorización, espacio de fuerzas instituidas y hegemónicas, sino también como un lugar fundamental en la formación de ciudadanos, receptivos a la realidad y capaces de asumir un gesto crítico y comprometido con su transformación, es decir condición de posibilidad de formación de deseos sociales, de elaboración de sentidos alternativos, espacio de fuerzas instituyentes (Acosta Sánchez et al. 2012; Martínez & Cubides, 2012)

Es así como en este marco se procuró detectar y detallar el contenido, la estructura, las dimensiones latentes y los conglomerados representacionales en torno a la dirigencia política, a partir de las respuestas de una muestra de estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT)- Argentina. Se indagó también en posibles diferencias en función de variables socio-demográficas tales como la edad, el sexo, la facultad, la disciplina de formación y el año de cursado- y en función de variables psicosociales tales como la militancia estudiantil universitaria, la ocupación de cargos de representación estudiantil universitaria, el ejercicio del derecho a voto en elecciones de representantes estudiantiles universitarios, la posesión de antecedentes de participación y el conocimiento de aspectos inherentes a la vida política institucional. Se analizaron, a su vez, otras probables diferencias en función de cargos y figuras políticas de diversa clase.



Método



Tipo de estudio y diseño: se trata de un estudio exploratorio-descriptivo, transversal, no experimental.

Muestra: Intencional No probabilística. Compuesta por 461 estudiantes que asistían a la Facultad de Psicología (59.9%, n=276) y a la Facultad de Filosofía y Letras (40.1%, n=185) de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT)-Argentina. La edad de dichos participantes estaba comprendida entre los 19 y 54 años, siendo 24.57 años, el promedio (DE=4.49). Esta variable se re-categorizó en dos grupos, el primero de 19 a 25 años, representando el 70.9% (n=327) de la muestra y el segundo de 26 a 54 años representando el 29.1% (n=134) de la misma, denominándoselos adultos jóvenes y adultos medios respectivamente. Un 80.3% (n=370) eran mujeres y un 19.7% (n=91) eran hombres. El 59.9% (n=276) cursaban disciplinas destinadas a dar cuenta sobre aspectos del Pensamiento y Comportamiento Humano (Psicología y Filosofía), el 3.5% (n=16) disciplinas orientadas a cuestiones exclusivamente Pedagógicas (Ciencias de la Educación, Letras, Inglés, Francés) y el 36.7% (n=169) disciplinas abocadas a la Organización social (Trabajo social, Historia, Geografía, Ciencias de la Comunicación). Un 35.4% (n=163) eran alumnos que cursaban el tercer año de su carrera, un 33.8% (n=156) el cuarto y un 30.8% (n=142) el quinto. El 4.6 % (n=21) pertenecía a agrupaciones políticas estudiantiles universitarias y el 95.4% (n=440) no formaba parte de las mismas. Un 58.8% (n=271) expresó poseer amigos, parientes y/o ambos, comprometidos en actividades políticas dentro de la Universidad, mientras el 41.2% (n=190) todo lo contrario. El 0.4% (n=2) desempeñaba tareas de representación estudiantil universitaria y el 99.6% (n=459) no lo hacía. Un 92.4% (n=426) ejercía su derecho a voto en elecciones de estudiantes en la Universidad y un 7.6% (n=35) no ejercía tal derecho. Casi la mitad de la muestra se encontraba informada correctamente sobre aspectos básicos de la vida política institucional (46.9%, n=216), mientras que un poco menos estaba medianamente Informada (45.3%, n=209) y en una medida menor desinformada (7.8%, n=36). Respecto a la variable conocimiento político universitario se solicitó a los alumnos que brindaran información a partir de una escala compuesta por 8 reactivos: (a) Nombre de agrupaciones políticas estudiantiles existentes en la UNT, (b) Nombre completo del actual Rector de la UNT, (c) Tiempo de duración de mandato del actual Rector de la UNT, (d) Nombre completo del actual Decano de la Facultad de pertenencia, (e) Tiempo de duración del mandato del actual Decano de la Facultad de pertenencia, (f) Nombre de la agrupación política que ganó las últimas elecciones de Centro de estudiantes de la Facultad de pertenencia, (g) Frecuencia de realización de las elecciones del Centro de estudiantes de la Facultad de pertenencia, (h) Frecuencia de realización de las elecciones de Consejeros estudiantiles universitarios de la Facultad de pertenencia.

Los datos proporcionados fueron puntuados en dos posiciones Incorrecta y Correcta, confeccionándose un índice de conocimiento político integrado por tres categorías: 1- Desinformados (0 a 2 respuestas correctas), 2-Medianamente Informados (3 a 5 respuestas correctas) e 3-Informados (6 a 8 respuestas correctas).

Instrumento: El cuestionario utilizado fue de formato auto-administrado y estuvo integrado por la técnica descripta a continuación, por preguntas referidas a datos socio-demográficos, psicosociales y a cargos y/o figuras asociadas al “Dirigente político”. La aplicación de este instrumento se realizó de de manera colectiva, previo consentimiento informado. La colaboración de los sujetos fue voluntaria y anónima.

- Test de cuestionamiento del núcleo central (MEC1). Siguiendo los pasos correspondientes a un acercamiento pluri-metodológico, destinado a identificar no solo el contenido sino también la estructura y núcleo representacional mediante sucesivas aproximaciones, -como parte del avance de las investigaciones realizadas-, en esta ocasión se utilizó el Test de cuestionamiento del núcleo central (MEC), en calidad de método de verificación o control de centralidad (Abric, 1994/2001).

Introducido por Moliner (1988), éste método busca corroborar no solo la existencia de elementos salientes, sino también organizadores, es decir absolutamente necesarios para la definición del objeto representado. En este sentido, el MEC permite verificar si un elemento saliente–identificado- es parte de la matriz representacional (Vergés, 2001), validando o no la hipótesis de centralidad, construida en base a resultados obtenidos en fases precedentes y mediante otros instrumentos.

Por definición, los elementos centrales-como organizadores y reguladores de sentido-, no son negociables es decir, que estos son indispensables en tanto no pueden disociarse sin que el objeto pierda su significación, por lo que el cuestionamiento de los mismos conduce necesariamente a un cambio de la representación en cuestión. De esta manera, el objeto de interés no podrá ser reconocido como tal, en el caso que se presente una característica que contradiga a aquellos. Es precisamente el cuestionamiento de estos componentes básicos y absolutos el que da lugar a un proceso de refutación que puede servir como indicador de centralidad de una cognición determinada.

Mientras tanto, los componentes periféricos al ser más flexibles y no absolutos, aceptan en mayor medida la contradicción, es decir que su cuestionamiento no constituye un riesgo para la representación, en tanto el mismo no da lugar a un proceso de refutación en los individuos (Abric, 2003, Moliner, Rateau, & Cohen-Scali, 2002).

Al ofrecer información que discrepa con los contenidos representacionales-sin justificación alguna- es posible detectar si la representación social varía o no, es decir si es posible sostener o no la rejilla de lectura en cuestión. Si el cuestionamiento de un determinado ítem ocasiona un cambio radical de representación, se confirma por lo tanto la pertenencia del mismo al núcleo central, mientras que si el cuestionamiento no provoca cambios algunos, se comprueba el carácter periférico de éste (Abric, 1994/2001).

Pereira de Sá (1996) esboza que la ausencia de los elementos centrales ocasiona una desestructuración de la propia representación, implicando una pérdida del conocimiento constituido sobre un objeto dado y una fuerte tendencia a refutar los hechos o informaciones contrapuestos a éste. Cuando los individuos se enfrentan a circunstancias y datos opuestos a las cogniciones esenciales de sus representaciones, éstos proceden a negarlos, refutarlos o bien a minimizarlos en su alcance. Por lo que, es metodológicamente razonable usar el cuestionamiento (de estimulo) y el proceso de refutación (como respuesta) para probar la centralidad de un determinado conocimiento.

De este modo el mecanismo (MEC) está basado en un principio de doble negación para la identificación de un elemento central de la representación:

a) Cuestionamiento de un elemento: primera negación

b) Rechazo al reconocimiento del objeto: segunda negación

La técnica consta de dos partes:

Primera parte: donde a partir de una pre-encuesta se identifican los principales términos vinculados con el objeto de interés, es decir que se recogen los componentes hipotéticamente constituyentes del núcleo central y periferia, elaborándose un listado con los mismos. En esta ocasión se evaluaron 22 categorías relacionadas con el “Dirigente político” en un estudio previo (Torres Stöckl & Zubieta, 2015). En esa oportunidad, se aplicó un Test de evocación jerarquizada (Vergés, 1992) a una muestra de 426 estudiantes con rasgos similares a los del grupo analizado en esta ocasión.

A partir de dicho término, se obtuvieron 1646 palabras ubicadas en una jerarquía u orden de importancia (1 más importante a 4 menos importantes). Siguiendo el criterio de proximidad semántica se crearon 55 categorías, utilizándose de manera exclusiva 29 con frecuencia igual o superior a 15, equivalentes al 89.4% del corpus total. En base al cruce entre la frecuencia media de evocación (51) y una media de rangos medios de importancia (2,5), dichas categorías fueron ordenadas en un Cuadrante de cuatro casas (Tabla 1).


Casa 1 o cuadrante superior izquierdo- constituido por las categorías: Corrupción, Representación, Liderazgo, Poder y Ambición-, corresponde al “núcleo central o figurativo” de las representaciones sociales, siendo los elementos más frecuentes y más importantes. En esta área se encuentran los términos superiores a la frecuencia media de evocación e inferiores a la media de los rangos medios de importancia calculada .Estos componentes nucleares son los más significativos y “eventualmente están acompañados de elementos sin gran valor significativo los que constituyen sinónimos o prototipos asociados al objeto de la representación” (Abric, 2003, p. 64).

Casa 2 o cuadrante superior derecho- integrado por las categorías: Guía, Mentira y Puntero-, corresponde a la “primera periferia o periferia próxima al núcleo”, siendo los elementos más frecuentes y menos importantes. En esta zona se ubican los términos superiores a la frecuencia media de evocación y superiores a la media de los rangos medios de importancia estimada. Estos elementos periféricos son los de mayor relevancia y al igual que la zona de contraste, resultan adyacentes, y complementarios del núcleo figurativo, representando una zona fluctuante, ambigua, potencialmente desequilibrante por cuanto se compone de elementos en tránsito que con el tiempo pueden pasar a constituir la matriz nuclear o a reforzar el sistema periférico (Flament, 1994; Vergés, 1992).

Casa 3 o cuadrante inferior izquierdo- formado por las categorías: Compromiso, Política, Capacitación, Manipulación, Ideales, Protesta, Falta de compromiso, Dinero, Presidente, Ideología, Cambio y Movilización- corresponde a la “zona de contraste”, siendo los elementos menos frecuentes y al mismo tiempo muy importantes. En esta área se encuentran términos inferiores a la frecuencia media de evocación e inferiores a la media de los rangos medios de importancia calculada. Según Abric (2003, p. 64), esta configuración puede significar “la existencia de subgrupos portadores de una representación diferente, cuyo núcleo estaría compuesto por uno o más elementos aquí presentes”, es decir que podría considerarse como la estructura nuclear de la representación social de una minoría siendo al mismo tiempo un complemento de la “primera periferia” (Graca, Moreira, & Caballero, 2004; Oliveira, Marques, Gomes, & Teireira, 2005).

Casa 4 o cuadrante inferior derecho corresponde a la “segunda periferia”,- configurada por las categorías: Sociedad, Gobierno, Campañas, Lucha, Oportunismo, Honestidad, Descreimiento, Desprestigio e Incompetencia - siendo los elementos menos frecuentes y menos importantes. En ésta zona se ubican los términos inferiores a la frecuencia media de evocación y superiores a la media de los rangos medios de importancia estimada (Abric, 2003; Roussiau & Bonardi, 2001)

Segunda parte: donde se realiza un control de centralidad basado en el principio de doble negación, presentando información contradictoria que pone en cuestionamiento el listado de ítems anteriormente seleccionados. En esta investigación el cuestionamiento de las categorías señaladas se hizo efectivo bajo una serie preguntas formuladas de manera negativa, a partir de las cuales se debía establecer en qué medida era posible seguir considerando que la persona en cuestión era un “Dirigente político”, ofreciéndose cuatro opciones de respuesta: 1-No, 2-Probablemente No, 3-Si, 4-Probablemente Si.

Las etapas reseñadas permiten corroborar la centralidad de los elementos inherentes a la representación bajo observación considerando las respuestas obtenidas en virtud de cada una de las categorías instrumentadas, especialmente aquellas centradas en la modalidad “No”, en tanto la doble negación (negación de la pregunta, sumada a la negación de la respuesta) es la que posibilita la confirmación buscada.



Procedimiento: La participación de los individuos fue voluntaria y anónima, previo consentimiento informado. La aplicación del cuestionario fue colectiva. Para el cumplimiento de todos los objetivos, se efectuaron diversos análisis estadísticos mediante el auxilio del paquete estadístico SPSS-17 (Statistical Program for the Social Sciences).



Resultados



1 Representaciones sociales del “Dirigente político”

1. 1 Componentes de las representaciones sociales

Los términos descriptores vinculados a la figura del “Dirigente político” que no admitieron cuestionamiento para los sujetos de la muestra fueron: Representación, Ideología, Liderazgo, Guía, Política, Ideales, Compromiso, Lucha y finalmente Sociedad. Asimismo Gobierno no resistió dicho tipo de tratamiento en un porcentaje próximo a la mitad de los casos a diferencia de otros términos como: Ambición, Dinero, Mentira, Manipulación, Poder, Capacitación, Descreimiento, Oportunismo, Corrupción, Puntero2, Incompetencia y Presidente, los cuales presentaron porcentajes de poca envergadura (Tabla 2).


1.2 Estructura factorial de las representaciones sociales

Se realizó un Análisis de Componentes Principales con rotación Promax3 para determinar si los 22 términos correspondientes a las representaciones sociales evidenciaban cierta agrupación. Se computó el índice de adecuación muestral propuesto por Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) que proporcionó un coeficiente de .850, señalando que las matrices de datos eran aceptables para la realización del análisis y el Test de Esfericidad de Bartlett=2584.016, gl 153, p<.000, expresando un buen ajuste entre la cantidad de personas que habían respondido al instrumento y al número de ítems.

Sobre la base de hallazgos obtenidos en trabajos anteriores (Torres Stöckl & Zubieta, 2015), se solicitó una estructura integrada por dos factores. Para delinear los conjuntos de los reactivos se decidió retener a aquellos elementos con saturaciones superiores a .350 en un factor. En base a la matriz aislada se anularon los términos descriptores Descreimiento, Política y Presidente debido a que éstos saturaban en más de un factor y la diferencia de saturación no era superior al 10%, saturaban en un único factor y esta saturación era negativa, no saturaban en ninguno de los factores o bien no se integraban de forma teóricamente coherente con el resto de los términos pesquisados. Asimismo se excluyó el término descriptor Gobierno en la medida que éste manifestaba un carácter ambiguo susceptible de dificultar un examen adecuado de los factores.

Como se muestra en la Tabla 3, los factores preservados según el criterio de raíz latente explicaron respectivamente el 26.10% y el 16.13% de la varianza, siendo 42.24% la varianza total. Los reactivos integraron dos variables latentes dotadas de coherencia y con capacidad de ser analizadas a nivel teórico. El primer factor concentró 9 términos descriptores: Corrupción, Oportunismo, Manipulación, Dinero, Ambición, Mentira, Poder, Puntero e Incompetencia, los cuales reflejaban Características y Aspectos políticos con un tinte eminentemente Negativo recibiendo esta denominación a los fines de facilitar la lectura de los resultados y su interpretación. El segundo factor congregó a 9 términos descriptores: Ideales, Ideología, Sociedad, Compromiso, Guía, Capacitación, Lucha, Representación y Liderazgo los cuales daban cuenta de Características y Aspectos del campo político con una clara connotación Positiva por lo que se decidió denominarlo de este modo.




Para verificar la consistencia interna de los factores se requirió el coeficiente Alpha de Cronbach, lográndose índices de .834 para el Factor 1, .801 para el Factor 2, comprobándose de esta forma que el modelo factorial propuesto reportaba niveles óptimos de consistencia.



1.3 Conglomerados jerárquicos de las representaciones sociales

Para reforzar los resultados alcanzados a partir del Análisis de Componentes Principales previo y verificar la estructura común existente entre los 18 términos descriptores de la figura del “Dirigente político” comprendidos en las dimensiones resultantes, se ejecutó un estudio de conglomerados jerárquicos.

Tal como se deriva del análisis multidimensional, fue posible comprobar gráficamente a través de un dendograma -donde quedaron representadas las etapas del proceso de fusión y las distancias existentes entre los elementos fundidos en cada etapa, reescaladas en una medida estandarizada de 25 puntos-, la existencia de dos conglomerados distintos y alejados entre sí, similares a los factores subyacentes identificados por medio del procedimiento factorial (Figura 1).


El primer conglomerado se presenta compuesto por los términos: Corrupción, Oportunismo, Manipulación, Ambición, Dinero, Mentira, Puntero, Poder e Incompetencia, aludiendo a facetas negativas del universo político y el segundo conglomerado por los términos: Representación, Compromiso, Lucha, Liderazgo, Ideología, Ideales, Guía, Sociedad y Capacitación aludiendo a facetas positivas de dicho universo. Al interior del primer conglomerado se evidencian de manera general dos grupos de palabras más asociadas semánticamente, el primer grupo estructurado por: Corrupción, Oportunismo, Manipulación, Ambición, Dinero, Mentira y Puntero y el segundo por: Poder e Incompetencia, mientras que al interior del segundo conglomerado se detectan también dos grupos el primero que abarca a Representación, Compromiso, Lucha, Liderazgo, Ideología, Ideales, Guía y Sociedad y el segundo tan solo a Capacitación.



1.4 Diferencias en factores de las representaciones sociales según características socio-demográficas y psico-sociales

Se llevaron a cabo las pruebas t de Student y ANOVA de una vía con contraste posteriori Tuckey-b según corresponda, para establecer si los factores de las representaciones sociales expresaban diferencias a partir de aspectos socio-demográficos y psico-sociales.

Como se exhibe en la Tabla 4, no se registran diferencias en dichos factores en función del sexo, la facultad, la disciplina de formación y el año de cursado.


Se destaca una diferencia en el factor Características/Aspectos políticos Positivos, entre los estudiantes de mayor edad y los estudiantes de menor edad, a favor de los primeros.

Como se muestra en la Tabla 5, no se verifican diferencias en los factores en función de la militancia estudiantil universitaria, de la posesión de antecedentes de participación política en el mismo ámbito institucional, de la participación en elecciones de representantes estudiantiles universitarios y del conocimiento sobre detalles de la vida política que se desarrolla dentro de la Universidad.


Se identifica una diferencia en el factor Características/Aspectos políticos Positivos, entre los estudiantes que ocupan un cargo de representación estudiantil universitaria y los que no lo hacen, a favor de los primeros.



2 Cargos y Figuras políticas

2.1 Indicadores de Cargos y Figuras políticas

Se re-codificó la variable Cargos/Figuras relacionados al “Dirigente político”, en 17 categorías independientes mediante las cuales fue posible encontrar que los personajes más mencionados por los estudiantes eran: Presidente de la Nación y Gobernador de la provincia. En proporciones inferiores fueron nombrados: el Diputado, el Concejal, el Intendente, el Legislador, Presidente/Representante máximo de un partido político, el Puntero, el Dirigente sindical/gremial, el Delegado comunal, el Senador, el Militante de un partido político, el Ministro, el Representante máximo de un movimiento social, el Rector universitario, el Consejero universitario y el Presidente de Centro de estudiantes universitarios (Tabla 6).


2.2 Tipos de Cargos y Figuras políticas

Sintetizando la información detallada en el apartado anterior, se procedió a un agrupamiento de aquellos Cargos/Figuras políticas evocadas siguiendo 4 criterios:

-Criterio 1 (jurisdicción): ámbito o territorio sobre el cual los “Dirigentes políticos” ejercen las atribuciones y facultades que le corresponden. A partir de este criterio fue posible establecer una diferenciación entre: (a) Cargos/Figuras políticas exclusivamente nacionales, (b) Cargos/Figuras políticas exclusivamente locales (c) Cargos/Figuras políticas nacionales y/o locales.

-Criterio 2 (funciones): tipo de tareas que los “Dirigentes políticos” deben cumplir durante su desempeño. En base a este criterio fue posible una discriminación entre: (a) Cargos/Figuras políticas inherentes al Poder Ejecutivo (nacional, provincial, municipal), (b) Cargos/Figuras políticas inherentes al Poder legislativo (nacional, provincial, municipal), (c) Cargos/Figuras políticas inherentes a las organizaciones sociales, (d) Cargos/Figuras políticas inherentes a los partidos políticos y (e) Cargos/Figuras políticas inherentes al ámbito Universitario.

-Criterio 3 (niveles de formalidad): característica propia del lugar que los “Dirigentes políticos” ocupan respecto a la estructura del sistema político tradicional/ convencional. A partir de este criterio fue posible establecer una diferenciación entre: (a) Cargos/Figuras políticas formales y (b) Cargos/Figuras políticas no formales.

-Criterio 4 (formas de elección): canales o procedimientos por medio de los cuales los “Dirigente políticos” se erigen como tales. En base este criterio fue posible una discriminación entre: (a) Cargos/Figuras políticas elegidas de manera democrática e institucional y (b) Cargos/Figuras políticas no elegidas de manera democrática e institucional.

Como se exhibe en la Tabla 7, el agrupamiento efectuado permitió establecer –siguiendo el criterio 1- que menos de la mitad de la muestra señala a personajes involucrados de manera exclusiva en la esfera local, mientras un poco menos a aquellos de carácter puramente nacional y otro pequeño porcentaje a los de índole nacional y/o local.

De acuerdo al criterio 2 casi la mitad de los alumnos estudiados indica a actores vinculados con el Poder Ejecutivo, siendo mucho menor los del Poder Legislativo, los de organizaciones sociales, los de partidos políticos y los universitarios.

En base al criterio 3 más de la mitad de los casos analizados destacan a personajes pertenecientes al ámbito formal de la política en comparación con los pertenecientes al ámbito no formal.

De igual manera respetando el criterio 4, sobresalen los actores elegidos mediante la voluntad popular por vías institucionales válidas contra los no elegidos de mediante esta forma.


2.3 Diferencias en factores de representaciones sociales en función de Cargos/Figuras políticas

Pretendiendo identificar las diferencias en los factores de las representaciones sociales según los Cargos/Figuras políticas establecidos en base a los criterios recién señalados, se computó una prueba t de Students.

En cuanto al factor Características/Aspectos políticos Negativos se determina una diferencia, a favor de los estudiantes que piensan en Cargos/Figuras inherentes a partidos políticos tradicionales.

En cuanto al factor Características/Aspectos políticos Positivos se establece una diferencia, a favor de aquellos alumnos que pronuncian Cargos/Figuras pertenecientes al Poder Legislativo, correspondientes al ámbito formal de la política y elegidos por canales democráticos e institucionales (Tablas 8, 9, 1011).

Tabla 8


     








Conclusiones

Los datos reportados en este estudio dan cuenta de una representación de los estudiantes universitarios en torno a los “Dirigentes políticos” integrada por categorías nucleares tales como: Representación, Ideología, Liderazgo, Guía, Política, Ideales, Compromiso, Lucha y Sociedad, las que -como organizadoras y reguladoras de sentido- son indispensables en la definición y reconocimiento del objeto estudiado. Esta información al igual que pesquisas previas (Torres Stöckl & Arué, 2013a, 2013b; Torres Stöckl & Carreras, 2010; Torres Stöckl & Zubieta, 2015) sugiere la presencia de una fuerte mirada idealizada respecto de la actividad política, la que encuentra arraigo en el modelo de democracia representativa vigente en Argentina, donde el pueblo/ los ciudadanos, como soberanos, titulares del poder político, eligen/designan a sus representantes mediante el mecanismo del voto, siendo estos actores sociales los que integrando los órganos/instituciones políticas, y mediante el ejercicio de diversos atributos/funciones de mando, se encargan de bregar por el interés común y encaminar los destinos de la Nación por un período de tiempo determinado (Villarroel, 2010). Esta información, -en coincidencia con otras indagaciones (Rodríguez et al., 1999)-, refleja cómo el grupo estudiantil analizado prioriza una perspectiva simbólica que resulta clave en el modelo de caracterización empleado, pudiendo esta forma de pensamiento funcionar como un factor de contraste a la hora de valorar el desempeño efectivo del personaje político puesto en cuestión.

Teniendo en cuenta la estructura representacional se detectaron, dos dimensiones latentes contrarias, representadas por los factores Características/Aspectos Políticos Positivos versus Características/Aspectos Políticos Negativos, alrededor de las cuales se organizaron los términos descriptores analizados. Asimismo acerca de los conglomerados, se vislumbraron dos agrupamientos categoriales distintos y alejados entre sí -el primero aludiendo a facetas negativas y el segundo facetas positivas del universo político-, similares a los factores subyacentes identificados por medio del procedimiento factorial. A diferencia, de la información brindada por las categorías, -en base a las cuales podría suponerse una visión de las “figuras políticas” remitida a rasgos teóricos o conceptuales-, este análisis aportó evidencia sobre la presencia de rasgos concretos o pragmáticos, revelando la presencia simultánea de categorías antagónicas en interacción, las cuales según Marková (2000) son propias de la esfera del pensamiento social examinado, en la medida en que en el estudio del sentido común, es posible encontrarse como lo asevera Spink (1993) no solo con la lógica y la coherencia, sino también con la contradicción. Lo aquí expuesto guarda estrecha relación con una condición tensional o bifronte, identificada en varias investigaciones sobre la política en Latinoamérica (Fernández, 2000; González Pérez, 2006; Mendoza & Camino, 2000; Wachelke & Hames, 2009) de las cuales emergen evidencias vinculadas a la coexistencia de dos polos contradictorios, uno integrado por sentidos reflexivos o simbólicos, -en torno a los cuales la política es contemplada como una labor necesaria para crear el orden, mantener la institucionalidad y organizar la convivencia, así como para atender y resolver los principales problemas que afectan a la sociedad siempre en respuesta a intereses generales y estructurales-, al igual que sentidos funcionales e incongruentes, -alrededor de los cuales se alude a prácticas concretas, fundamentalmente corruptas relacionadas con intereses particulares y atribuidas a gran parte de los personajes que se desenvuelven en este terreno, las que por lo tanto, ponen en cuestionamiento el carácter representativo del régimen/sistema liberal democrático-. Desde este lugar, se revela una faceta política ideal a defender y otra faceta política real a reconstruir, en tanto la juventud demanda como deseable y urgente la rehabilitación del plano del “ser de la dirigencia” -teñido de valoraciones y juicios asociados a la ilegalidad, la inmoralidad, el asistencialismo, el egoísmo, la ineficiencia y el incumplimiento de funciones y obligaciones-, en base al plano del “deber ser”, elaborado sobre valores e ideales vinculados a la justicia, la legalidad, la eficiencia, la honestidad, el compromiso y el sentimiento moral.

En lo que hace a las dimensiones de las representaciones sociales de la “clase dirigente”, no se identificaron diferencias en función del sexo, la facultad, la disciplina de formación, el año de cursado, la militancia estudiantil universitaria, la posesión de antecedentes de participación política en la misma esfera, la participación en elecciones de representantes estudiantiles universitarios y el conocimiento sobre detalles de la vida política que se desarrolla dentro de la Universidad. Respecto al factor Características/Aspectos políticos Positivos, se encontraron diferencias a favor de los estudiantes poseedores de mayor edad y de los que ocupan un cargo de representación estudiantil universitaria. En torno al factor Características/Aspectos políticos Negativos, no se observaron diferencias en función de ningunas de las variables de agrupación-socio-demográficas y psicosociales- tomadas en cuenta en esta ocasión. Este hallazgo revela una concepción más prestigiosa de los políticos entre aquellos participantes de la muestra que integran el conjunto de adultos medios, tanto como en aquellos que expresan su inclinación a involucrarse en la política universitaria mediante el ejercicio de la función de representación de sus pares, coincidiendo con aspectos encontrados en trabajos realizados también con sujetos comprometidos con la esfera política (Catellani & Quadrio, 1991; Cárdenas et al., 2007; Geka, 2003; Quadrio et al., 1988; Rodríguez Cerda, 1996), los que permiten confirmar el carácter reflexivo, deliberativo y crítico del pensamiento de sentido común en palabras de Billig (1991), en la medida que este integra significados compartidos y a la vez opuestos, siendo la cooperación y la confrontación dos formas de objetivar el contenido representacional. La presencia de estas dimensiones encuentra un profundo arraigo en los postulados iniciales de Moscovici (1961/1976), quién en su investigación inicial sobre el Psicoanálisis, observó la convivencia de diferentes modos de pensar, a veces contradictorios, rechazando la noción de sistemas cognitivos orientados hacia estados de equilibrio o consistencia. Es aquí que el autor promulga la idea de un conocimiento polifásico a partir del cual las personas son capaces de usar diversos modos de pensar o representaciones de acuerdo con el grupo especifico del que forman parte, o al contexto en el que están inmersos en un momento determinado, siendo estas diferencias -en sí mismas conflictivas-, las que coexisten en permanente tirantez dentro y entre las mentes humanas.

Partiendo de la idea de que el conocimiento social no solo implica sentidos conjuntos sino también disentimientos y oposiciones (Rodríguez Salazar, 2001), y a partir de esta concepción, de una mirada de la política en términos de una vivencia cotidiana, donde se presenta y negocia, la diversidad, la complejidad, la variabilidad, las contradicciones y las ambivalencias (Lozada Santeliz, 2011), se ha corroborado cómo la población analizada, interpreta y discurre acerca de asuntos públicos desde posiciones variadas, -en función de los grupos sociales de pertenencia-, distanciándose del discurso hegemónico que señala a la juventud como un universo social homogéneo, desde el cual no pueden producirse una multiplicidad de sentidos y prácticas tal como lo sugieren contrariamente otros autores (Braslavsky, 1986; Margulis & Urresti, 1998; Reguillo, 2000).

A pesar de los tintes de anclajes explicitados -en calidad de redes de significación grupales en palabras de Banchs (1994) -, solo pocas de las características socio-demográficas y psicosociales tomadas en consideración propiciaron diferencias, ratificándose entre los estudiantes analizados una imagen o pensamiento con un rasgo fuertemente común (De Rosa, 1988; Lahlou, 1995), lo cual podría revelar experiencias e impresiones compartidas de la muestra respecto a la política, en las que la institución universitaria juega un rol preponderante en tanto un espacio dedicado no solo a la formación de profesionales sino también a la construcción ciudadanos portadores de una sensibilidad con el entorno, es decir, de un especial modo de ser y estar en el contexto social tal como lo señalan Acosta Sánchez et al. (2012).

Finalmente pudo advertirse que los cargos/figuras más asociados a la “clase dirigente” por los participantes del estudio fueron: el Presidente de la Nación y el Gobernador de la provincia. Considerando los criterios de agrupación utilizados se destacaron aquellos personajes implicados exclusivamente en la esfera local, el Poder Ejecutivo, el ámbito formal de la política y los elegidos mediante la voluntad popular y vías institucionales válidas. En torno al factor Características/Aspectos políticos Positivos, se determinaron diferencias a favor de los Cargos/Figuras políticas pertenecientes al Poder Legislativo, correspondientes al ámbito formal de la política y elegidos por canales democráticos e institucionales. Respecto del factor Características/Aspectos políticos Negativos, se apreciaron diferencias a favor de Cargos/Figuras inherentes a partidos políticos tradicionales. Estos resultados revelan una personificación de los componentes de las representaciones y sus dimensiones más favorables en actores políticos relativos a la esfera de la política convencional e institucionalizada, -vinculada con la democracia liberal representativa-, con los que los universitarios trazan una relación caracterizada por la lejanía, la valoración y el respeto. Asimismo los componentes y dimensiones representacionales más desfavorables conducen a actores políticos más cercanos, portadores de una función de representatividad y mediación con el plano político inmediato, evidenciándose una pérdida de importancia, prestigio y licitud reseñada en otras oportunidades. En efecto, estos datos permiten establecer que a pesar de la actitud crítica que los jóvenes manifiestan acerca de los espacios políticos dominantes, del carácter representativo del gobierno y el poder político, -quienes en la práctica cotidiana no responden a sus obligaciones y se alejan de sus responsabilidades formales-, éstos parecieran seguir respaldando, como sostienen Vélez, Santamaría y Silva (1983) el concepto democracia, gobierno civil e instituciones representativas en tanto nociones interiorizadas que forman parte de su acervo y disposición hacia este objeto social.

En un contexto, donde los sistemas políticos de sociedades altamente diferenciadas son un espacio de convivencia que permite la competencia entre variados intereses particulares y que por lo mismo aseguran, el libre juego de las diferencias y la alternabilidad en el poder, sin debilitar la unidad global social ni reducir los antagonismos entre distintas posiciones (Luhmann, 1990) el conjunto de ideas, valores, actitudes y orientaciones, referidas a estos sistemas, tanto como a las actividades y experiencias de la misma índole, existen no sin el conflicto (Dumont, 1977). Desde este lugar, se valoriza el aporte de la teoría de las representaciones sociales, en tanto la misma es permeable a la influencia de perspectivas abiertas a la heterogeneidad del pensamiento, la cultura y la acción social, resultando una herramienta imprescindible en el abordaje de la matrices societales actuales, al sostener una visión que reconoce las contradicciones, ambigüedades y cambios en los significados, tanto como una visión de los actores sociales en términos de su capacidad de negociar y cuestionar los conocimientos que circulan en un espacio cultural más amplio (Rodríguez Salazar, 2007).

Partiendo de la concepción de la cultura política como “la interiorización del sistema político en la cognición, los sentimientos y las evaluaciones por parte de su población” (Almond, & Verba 1989, pp. 12-13), esta esfera requiere ser analizada en sus múltiples dimensiones- entre ellas, las del sentido común-, en tanto referente privilegiado de las actuaciones sociales. Considerando a las representaciones como una producción simbólica, que delimita las posibilidades de las prácticas y producciones en un contexto determinado (González Rey, 2012a) al mismo tiempo que la fortaleza de las democracias depende en esencia del interés de las personas sencillas en las cuestiones de orden público, tanto como de su disposición a participar en ellas (Villarroel, 2010), este estudio pretendió acceder a aquellas líneas de sentido que los jóvenes comparten y confrontan en la apropiación del campo político, para desde este lugar contribuir a la explicación de las conductas por éstos desarrolladas, -tanto dentro como fuera de la Universidad-, asumiendo a la política en términos de un ejercicio del poder que se sustancia en todas los ámbitos de la vida cotidiana, en palabras de Díaz Gómez (2012).

Reparando en el carácter intencional de la muestra examinada, así como su pertenencia a una población estudiantil de una ciudad de Argentina, se considera necesario reforzar los resultados obtenidos mediante la replicación del estudio en distintas ciudades, incorporando de este modo otros contextos y momentos que permitan enriquecer la comparación intra-país y comprender desde este lugar, algunas peculiaridades inherentes al orden socio-político actual.



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Para citar este artículo:

Torres Stöckl, C. M. & Zubieta, E. M. (2015). Epistemología del sentido común y liderazgo político: referencias compartidas y posicionamientos diferenciales en universitarios tucumanos-Argentina. Ciencias Psicológicas, 9(2), 227 - 244.


1 El puntero es un personaje informal asociado al “clientelismo” y a prácticas poco democráticas, el cual suele desenvolverse en barrios estableciendo un vínculo basado exclusivamente en la distribución de bienes materiales a cambio de favores (ejemplo votos) que redundan en un beneficio personal, de sus protegidos y/o de un sector ideológicamente afín.


2 Si bien las rotaciones ortogonales, como la Varimax, son las más empleadas al realizar un análisis factorial en tanto que producen una solución de factores no relacionados, en las Ciencias Sociales en general se espera un grado de asociación entre los factores que requiere el empleo de una rotación oblicua (Brussino et. al, 2011). Es posible establecer que las soluciones provistas por los métodos de rotación oblicua son más congruentes con la estructura de las variables psicológicas que, en general, se encuentran inter-correlacionadas (Pérez y Medrano, 2010).


3 Si bien las rotaciones ortogonales, como la Varimax, son las más empleadas al realizar un análisis factorial en tanto que producen una solución de factores no relacionados, en las Ciencias Sociales en general se espera un grado de asociación entre los factores que requiere el empleo de una rotación oblicua (Brussino et. al, 2011). Es posible establecer que las soluciones provistas por los métodos de rotación oblicua son más congruentes con la estructura de las variables psicológicas que, en general, se encuentran inter-correlacionadas (Pérez y Medrano, 2010).


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