Introducción
Los estudios sobre el apego realizados por Bowlby entre los años 1960 y 1980 se han constituido en sólidos constructos teóricos sobre el desarrollo socioemocional. Según sus planteamientos, los infantes disponen de un sistema conductual de apego que los conduce a vincularse de manera preferente con una figura que tiene el rol de cuidador principal (Bowlby, 1969/1998; 1988; Bakermans-Kranenburg & van Ijzendoorn, 2016). Cuando este vínculo es seguro, se presenta en el niño un balance apropiado entre búsqueda de proximidad con el cuidador y exploración del ambiente (Ainsworth, 1969; Bowlby, 1969/1998; 1988), balance en el cual la figura cuidadora se constituye en una base segura que ofrece oportunidades de aprendizaje mediante interacciones exploratorias, con su supervisión y apoyo (e.g., Salinas-Quiroz et al., 2015; Simpson & Belsky, 2016).
Por lo tanto, la seguridad del apego se define como la confianza que experimenta el niño en que una persona cercana a él, su figura de apego, está disponible, le ofrece consuelo y protección y es responsiva a sus señales de estrés o a su solicitud de contacto (Bowlby, 1988; Bakermans-Kranenburg & van Ijzendoorn, 2016). Investigaciones recientes han encontrado que el apego favorece el desarrollo de las estructuras cerebrales relacionadas con la vida emocional y social (e.g., Coan, 2016; Schore, 2017), por lo que se considera que la calidad de este vínculo es un antecedente del estado de bienestar y del sentido implícito de seguridad a lo largo de la vida (Schore, 2017; Simpson & Belsky, 2016).
En referencia a los postulados de Bowlby y como resultado de sus observaciones, Ainsworth (1967; 1969) encontró que la sensibilidad de las figuras cuidadoras hacia las señales de los infantes antecede a la seguridad del apego y es su determinante primario (Ainsworth, Blehar, Waters, & Wall, 1978/2015; Pederson, Bailey, Tarabulsy, Bento, & Moran, 2014; Salinas-Quiroz & Posada, 2015). La sensibilidad se refiere a la habilidad del cuidador para percibir e identificar las señales y comunicaciones implícitas en la conducta del niño, interpretarlas de manera adecuada y responder a ellas apropiadamente y con prontitud (Ainsworth, 1969). En consecuencia, el nivel de sensibilidad de la figura cuidadora se manifiesta en la calidad de sus respuestas a las necesidades cambiantes y a veces ambiguas del niño (Cerezo, Pons-Salvador, & Trenado, 2011).
Los hallazgos de la amplia variedad de investigaciones sobre el tema realizadas especialmente en Europa y Norteamérica (e.g., De Wolf & van Ijzendoorn, 1997; Mesman & Emmen, 2013), llevaron al planteamiento de las cuatro hipótesis centrales de la teoría del apego: universalidad, normatividad, sensibilidad y competencia (Mesman, van IJzendoorn, & Sagi-Schwartz, 2016; van IJzendoorn & Sagi-Schwartz, 2008). En relación a este último aspecto, la competencia, varios estudios han fundamentado el efecto de los vínculos tempranos de apego en el desarrollo cognitivo y social que se evidencia a partir de la etapa preescolar (e.g., Marvin, Britner, & Rusell, 2016).
En Latinoamérica, la investigación sobre sensibilidad - seguridad en la infancia y en la niñez es más reciente y menos prolífera, a pesar de que Bowlby (1988) y varios autores contemporáneos (e.g., Carbonell, 2013; Keller, 2013; Quinn & Mageo, 2013; Salinas-Quiroz & Posada, 2015) han destacado la importancia de realizar estudios en ambientes ecológicos diversos, con la finalidad de identificar los determinantes culturales propios de cada contexto, fomentar la implementación de intervenciones basadas en evidencias (Carbonell, 2013), y validar en otros espacios las hipótesis centrales de la teoría del apego.
Básicamente, las publicaciones de estudios latinoamericanos sobre el tema se han realizado con población de Chile (e.g., Lecannelier, Kimelman, González, Núñez, & Hoffman, 2008), Colombia (e.g., Posada, Carbonell, Alzate, & Plata, 2004; Posada et al., 2002; Vaughn et al., 2007), Perú (e.g., Nóblega, 2012; Nóblega et al., 2016), México (e.g., Posada et al., 2013). Los resultados generales de varios de estos estudios han demostrado asociaciones significativas entre sensibilidad y seguridad, lo cual pone en evidencia el rol fundamental del cuidado sensible en la organización de la conducta de base segura. Adicionalmente, se ha encontrado que la edad, la educación y las condiciones de vida de la figura cuidadora están positivamente relacionadas con su nivel de sensibilidad (Posada et al., 2016; Santelices et al., 2015).
En el caso de Ecuador, las publicaciones sobre relaciones de apego en la niñez son escasas, aunque existen estudios que sustentan algunas asociaciones, por ejemplo, rasgos de personalidad de la madre y tipo de apego de los hijos (Guerrero, 2013), estilo de apego infantil, adaptación escolar y aprendizaje (Orbe, 2012; 2015). Sin embargo, una revisión teórica de varios trabajos universitarios sobre el tema, cuestiona los criterios normativos de la teoría del apego en sociedades que poseen diversidad de modelos culturales, como la ecuatoriana (Villamarín, 2017). Se plantea, de este modo, una problemática: la necesidad de caracterizar de manera contextualizada, tanto el comportamiento sensible de las figuras cuidadoras, como las manifestaciones de la seguridad del apego de sus hijos.
En articulación con lo expuesto, este estudio se fundamentó en la hipótesis de sensibilidad de la teoría del apego que relaciona crianza sensible con seguridad (van IJzendoorn & Sagi-Schwartz, 2008), mediante un enfoque mixto de investigación. El objetivo fue analizar la relación entre la sensibilidad de un grupo de figuras cuidadoras y la seguridad del apego de sus hijos preescolares de desarrollo típico, residentes en Quito, Ecuador, con la finalidad de generar conocimiento contextual y contar con datos referenciales que sirvan de base para trabajar con otros grupos culturales y con población que presenta capacidades diferentes.
Los lineamientos de este trabajo, así como el Protocolo de Consentimiento Informado para Participantes que se empleó, fueron aprobados por el Comité de Ética de la Investigación con Seres Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). En el diseño de la investigación, se replicó parcialmente el modelo de un estudio realizado por el Grupo de relaciones vinculares y desarrollo socioemocional de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Materiales y métodos
Participantes
Los participantes en este estudio fueron 16 díadas de figuras cuidadoras y sus hijos de desarrollo típico en edad preescolar, de nivel socio económico medio, residentes en Quito, Ecuador. Como criterios de inclusión para las figuras cuidadoras se estableció que fueran adultas y que tuvieran, como mínimo, educación secundaria completa.
Para reclutar a los participantes, la información sobre el estudio fue difundida a través de diversos medios: una charla en una unidad educativa de la localidad, avisos en las carteleras de un centro pediátrico y de un centro infantil, y publicaciones en redes sociales. Con las personas que manifestaron su interés en participar y que, al mismo tiempo, reunían los criterios de inclusión, se suscribió un Consentimiento Informado en el que las figuras adultas, como guardas legales, autorizaban la participación de sus niños. Adicionalmente, a través de una Entrevista inicial se recabó información sociodemográfica y datos sobre el desarrollo del niño. Por lo tanto, la selección de participantes se realizó por conveniencia. El proceso se inició con 22 díadas, de las cuales únicamente 16 lo culminaron.
En todos los casos, las madres se auto identificaron como las figuras cuidadoras principales de los niños. Su edad fluctuaba entre 22 y 44 años (M=33.81, DE=5.62). En relación a su nivel de instrucción, el promedio de años de estudio fue de 15.63 (Min=12, Max=18, DE=.96), así, tres de ellas (19%) tenían secundaria completa, 10 (62%) tenían educación superior de pregrado, y las otras tres (19%) contaban con estudios superiores a nivel de posgrado. En cuanto al número de hijos de la madre, ocho de ellas (50%) tenían uno solo, tres (18.75%) tenían dos hijos, y cinco de ellas (31,25%), tres hijos.
Los niños tenían entre 36 y 71 meses de edad (M=56.94, DE=7.91); ocho de ellos (50%) eran varones y ocho (50%), mujeres. En cuanto a su posición ordinal, ocho eran hijos únicos (50%), cuatro eran los hijos mayores (25%), dos eran los intermedios (12.5%), y dos eran los menores (12.5%) entre sus hermanos. A través de la Entrevista inicial con las figuras cuidadoras, se verificó que todos los niños habían tenido un desarrollo bio-psico-social dentro de la norma.
Al finalizar el proceso, como beneficio por su participación, se ofreció a las figuras cuidadoras recomendaciones para fortalecer los vínculos de apego con sus hijos.
Medición
Cuidado sensible. La sensibilidad del cuidado fue evaluada con la escala Maternal Behavior for Preschoolers Q-Set (MBPQS) en su versión actualizada (Posada, Kaloustian, Richmond, & Moreno, 2007), adaptada lingüísticamente a las expresiones idiomáticas de Perú (Nóblega, 2012), que son muy similares a las que se emplean en Ecuador. MBPQS consta de 90 enunciados que describen conductas vinculadas al constructo de sensibilidad, 55 de los cuales se refieren a cuatro dimensiones: Contribución a interacciones armoniosas (CIA), Apoyo a la base segura (ABS), Supervisión y monitoreo (SUP), y Establecimiento de límites (EL).
Según Posada y sus colaboradores (2007), para la administración de la escala dos evaluadores observan de manera independiente la conducta de la figura cuidadora en su interacción con el niño en el ambiente natural de ambos y aplican, a manera de entrevista, los ítems de la escala que no son fácilmente observables (e. g., Ítem 67: “Cuando establece reglas y prohibiciones al niño en una actividad, le explica las razones”). Luego de ello, los evaluadores utilizan la metodología Q-sort para evaluar la conducta observada, para lo cual clasifican los 90 enunciados en grupos que van en un rango de 9 a 1 con 10 enunciados en cada uno, de modo que en el grupo 9 se ubican las conductas más características de la figura evaluada, y en el 1, las menos características. Posteriormente, se calcula el promedio de los puntajes si la diferencia entre ambos observadores es de hasta tres puntos; si la diferencia es mayor, tienen que revisar la conducta y llegar a un acuerdo. El puntaje final de cada ítem es correlacionado con el criterio de la escala, para obtener el índice de sensibilidad de la figura evaluada (Posada et al., 2007).
En la literatura se reportan dos estudios en los que se ha encontrado soporte empírico de la confiabilidad y validez de MBPQS y de sus cuatro dimensiones (Posada et al., 2007; Richmond, Posada, & Jacobs, 2001). Respecto de la confiabilidad interobservador, estudios transculturales recientes la ubican en un rango entre .81 (Perú) y .86 (Estados Unidos) (Posada et al., 2016). En cuanto a la confiabilidad por consistencia interna, los mismos estudios transculturales reportan un alfa de Cronbach entre .93 (CIA) y .67 (EL) en la muestra total (Posada et al., 2016).
En el presente estudio, se grabaron las conductas de las 16 figuras cuidadoras en la interacción habitual con sus niños, en el ambiente natural de ambos (su hogar), por espacio de una hora. Luego de ello, dos observadores independientes previamente entrenados en el uso de la escala MBPQS, evaluaron las conductas. La confiabilidad interobservador promedio encontrada fue de .86 (DE=0.07, Min=.73, Max=.95), la cual fue calculada con el coeficiente de correlación intraclase. En la confiabilidad por consistencia interna de las cuatro dimensiones de la sensibilidad de MBPQS, se encontraron coeficientes altos, similares a los reportados por Posada y sus colaboradores (2016): α =.96 en CIA, α =.95 en ABS, α =.71 en SUP, y α =.81 en EL.
Seguridad del apego. La conducta de apego de los niños participantes fue evaluada con la escala Attachment Behavior Q-Set, Versión 3.0 (AQS) (Waters, 1995), adaptada al contexto latinoamericano (Posada, Waters, Crowell, & Lay, 1995) y a las expresiones lingüísticas de Perú (Nóblega, 2012). Al igual que la escala anterior, AQS consta de 90 enunciados que evalúan, en este caso, conductas relacionadas con la seguridad del apego; 50 de los enunciados se refieren a cuatro dimensiones: Calidez de las interacciones con la madre (CIM), Placer en el contacto físico con la madre (PCM), Interacción del niño con otros adultos (IOA), y Búsqueda de proximidad con la madre (BPM).
De la misma manera que la escala anterior, dos evaluadores observan de forma independiente la conducta de interacción del niño con su figura cuidadora en el ambiente natural de ambos y aplican a la figura adulta los ítems de la escala AQS que no son fácilmente observables (e. g., Ítem 3: “Cuando está molesto o enfermo, el niño acepta que otros adultos diferentes a su figura cuidadora, lo consuelen”). Luego de ello, los evaluadores utilizan la metodología Q-sort previamente descrita, para calificar la conducta observada. El índice de seguridad se obtiene mediante la correlación de los puntajes finales de cada ítem con el criterio de la escala (Waters, 1995).
En la literatura se reportan varios estudios en los que se ha documentado la confiabilidad y validez de AQS y de sus cuatro dimensiones en contextos diferentes a los clásicos (e.g., Posada et al., 1995; Posada et al., 2013; Solomon & George, 2016; van IJzendoorn, Vereijken, Bakermans-Kranenburg, & Riksen-Walraven, 2004). En referencia a la confiabilidad interobservador, los estudios transculturales conducidos por Posada et al. (2016) la ubican en un rango entre .78 (Estados Unidos) y .84 (Colombia). Respecto de la confiabilidad por consistencia interna, se ha señalado un α > .85 en la escala total (Vaughn et al., 2007), en tanto que en las dimensiones de la seguridad del apego, el trabajo conducido por Nóblega y sus colaboradores (2016) reporta un α entre .60 en PCM e IOA, y .89 en CIM.
En el presente estudio, la escala AQS y la escala MBPQS fueron aplicadas simultáneamente. En el caso de AQS, se grabó la conducta de los 16 niños en la interacción habitual con sus figuras cuidadoras, en el ambiente natural de ambos (su hogar), por espacio de una hora, luego de lo cual, dos observadores independientes previamente entrenados, evaluaron la conducta de los niños. La confiabilidad interobservador promedio encontrada fue de .87 (DE=0.06, Min=.76, Max=.98), obtenida con el coeficiente de correlación intraclase. La confiabilidad por consistencia interna de las cuatro dimensiones de la seguridad de AQS, calculada con el alfa de Cronbach, fue de α=.82 en CIM, α = .696 en PCM, α = .760 en BPM, y α = .847 en IOA.
Procedimiento
Se realizaron cuatro visitas al hogar de cada díada. En la primera visita se informó a las figuras cuidadoras sobre los objetivos, procedimientos, su rol en el estudio; se solventaron dudas y se suscribió el consentimiento informado, documento en el cual confirmaban su voluntad de participar, autorizaban la participación de sus hijos y aceptaban el uso de los datos con fines investigativos. En la segunda visita se aplicó la entrevista inicial para recabar información sociodemográfica y obtener datos sobre el desarrollo del niño. En la tercera visita se observó y grabó la interacción diádica habitual en su ambiente natural, con una duración aproximada de una hora, luego de lo cual se aplicaron a las figuras cuidadoras las preguntas de entrevista de algunos de los ítems de MBPQS y AQS que no son fácilmente observables. En una última visita, se brindaron recomendaciones para fortalecer el vínculo de apego con los niños, en un contexto conversacional.
Cada filmación de la relación diádica de los 16 participantes fue observada por cuatro observadores independientes previamente capacitados en los instrumentos; dos de ellos evaluaron la conducta materna con la escala MBPQS y los otros dos, la conducta del niño con la escala AQS; en todos los casos se utilizó la metodología Q-sort.
Para el análisis de los datos se utilizó estadística descriptiva (media, desviación estándar, puntajes mínimos y puntajes máximos), estadística paramétrica, básicamente, correlación de Pearson, y estadística inferencial, fundamentalmente regresión lineal. Estos procedimientos permitieron analizar las características de la sensibilidad de las madres y de la seguridad de los niños, así como la asociación entre sensibilidad y seguridad.
Resultados
Respecto de la sensibilidad de las 16 figuras cuidadoras, se encontró un índice promedio de .43 (DE=0.44, Min=-.63, Max=.77, IC 95% = [.20, .67]) entre los puntajes promedio de las participantes y el criterio de sensibilidad de la escala MBPQS, índice que se ubica dentro de los rangos encontrados en otros países latinoamericanos (e.g., Posada et al., 2016). En cuanto a la consistencia de la conducta de la figura cuidadora, se hallaron correlaciones altas y muy altas entre la sensibilidad y sus cuatro dimensiones, y entre las dimensiones entre sí, como se puede observar en la Tabla 1; estas correlaciones son, además, estadísticamente significativas a un nivel de p<.01; la asociación más baja se registra entre Establecimiento de límites y Supervisión y monitoreo (r=.53).
El análisis de la sensibilidad en relación con los datos sociodemográficos, evidenció una correlación positiva moderada y significativa estadísticamente entre cuidado sensible y edad de la figura cuidadora (r=.526, IC 95% = [.04, .81], p=.036), hallazgo que coincide con reportes previos (Posada et al., 2016; Santelices et al., 2015); respecto de la asociación entre cuidado sensible e instrucción de la figura cuidadora, se halló una correlación positiva y moderada, pero no significativa a nivel estadístico (r=.423, IC 95% = [-.09, .76], p=.102).
En referencia a las puntuaciones medias obtenidas con la aplicación de MBPQS, se encontraron discrepancias con el criterio de la escala mayores a + - 3 puntos en seis de los 90 ítems, como se aprecia en la Tabla 2.
Según se puede observar, dos de los seis ítems, pertenecientes a la dimensión de Apoyo a la base segura, recibieron un puntaje mayor que el de la escala, en tanto que los otros tres ítems (uno de Apoyo a la base segura y dos de Supervisión y monitoreo), recibieron un puntaje menor. El análisis del enunciado de estos ítems permite inferir que en el grupo de figuras cuidadoras participantes existe, en general, una disposición mayor a la normada en la escala para realizar actividades en base a lo que le llama la atención al niño, mientras que por otro lado, presentan, de manera general, una tendencia menor a la del criterio para calmar al niño y prevenir situaciones conflictivas.
Respecto de la seguridad del apego de los niños, se encontró un índice medio de .42 (DE=0.17, Min=.02, Max=.71, IC 95% = [.33, .51]), que es un poco más alto que el hallado en otros países latinoamericanos (Posada et al., 2016). En cuanto a la consistencia de la seguridad del apego (Tabla 3) se encontró que, en los niños participantes, la seguridad está asociada a nivel alto y significativo con la calidez en las interacciones con la madre (p<.01), a nivel moderado y significativo con el placer que obtiene en el contacto físico con ella (p<.05), y a nivel moderado con la búsqueda de su proximidad; se halló también que la seguridad del apego es independiente de la interacción que el niño establece con otros adultos, y que existe una asociación entre baja y nula de las dimensiones de la seguridad del apego entre sí.
Por otro lado, las correlaciones encontradas entre seguridad del apego y algunos datos sociodemográficos como edad de los niños (r =.167, IC 95% = [-.353, .582], p=.537), y entre seguridad del apego y género (r=.138, IC 95% = [-.395, .588], p=.609), fueron bajas y no significativas a nivel estadístico. En referencia a la Media de las puntuaciones en la escala AQS (Tabla 4), se encontraron discrepancias con el criterio mayores a + - 3 puntos en 11 de los 90 ítems.
Cinco de estos 11 ítems (dos de la dimensión de Búsqueda de la proximidad de la madre, uno de la dimensión de Interacción con otros adultos, y dos que no pertenecen a ninguna de las dimensiones) recibieron un puntaje menor que el criterio de la escala, en tanto que los otros seis ítems (dos de Placer en el contacto físico con la madre y cuatro de Búsqueda de la proximidad de la madre) recibieron un puntaje mayor. El análisis de estos ítems permite deducir que el grupo de niños participantes se muestra más tímido, más dependiente de la madre y con más búsqueda de su proximidad y contacto que lo normado en la escala, lo cual podría estar relacionado con factores culturales.
Respecto del objetivo central de este estudio, se analizó el rol predictor de la sensibilidad de las figuras cuidadoras sobre la seguridad de los niños, considerando también a las variables sociodemográficas de edad e instrucción de las figuras cuidadoras, y de edad y género de los niños. Al introducir simultáneamente todas las variables para el cálculo de regresión lineal múltiple, únicamente la sensibilidad permaneció como predictora en el modelo a un nivel significativo (F(1, 14)=12.73, p=.003), en tanto que las variables sociodemográficas fueron excluidas. La relación encontrada entre sensibilidad y seguridad (r=.690, r 2 =.439, p=.003), indica que están directa, positiva y significativamente correlacionadas a un nivel más alto que el reportado en otros estudios con población latinoamericana (e.g., Posada et al., 2016), y que el 44% de la variabilidad de la seguridad del apego de los niños puede ser explicada por la sensibilidad de sus figuras cuidadoras.
En cuanto a la correlación entre la sensibilidad y las cuatro dimensiones de la seguridad del apego, se halló que la conducta de la figura cuidadora está significativamente asociada con la calidez del niño en sus interacciones con ella (r=.59, p=.02), y con la búsqueda de su proximidad (r=49, p=.05); sin embargo, no se encontraron relaciones significativas ni marginalmente significativas con el placer que experimenta el niño en el contacto físico con su figura cuidadora (r=36, p=.17), ni con las interacciones que establece con otros adultos (r=-.29, p=.29). Por otro lado, se halló que la seguridad del apego de los niños está correlacionada significativamente con tres de las cuatro dimensiones de la sensibilidad de la figura cuidadora: contribución a interacciones armoniosas (r=.68, p=.004), apoyo a la base segura (r=.63, p=.01), y supervisión y monitoreo (r=.57, p=.02). Se encontró que la seguridad del apego de los niños está marginalmente asociada con el establecimiento de límites por parte de su figura cuidadora (r=.46, p=.08).
Discusión
El presente estudio se fundamentó en la hipótesis de sensibilidad de la teoría del apego, que relaciona la crianza sensible con la seguridad del apego (van IJzendoorn & Sagi-Schwartz, 2008). Con la finalidad de generar conocimiento contextual y disponer de datos referenciales que sirvan de base para futuros estudios, se trabajó con 16 figuras cuidadoras y sus hijos preescolares de desarrollo típico, residentes en Quito, Ecuador, contexto en el cual no se registran investigaciones sobre el tema. El objetivo fue analizar, en la población estudiada, la relación entre sensibilidad y seguridad.
Respecto de las características sociodemográficas de los participantes, se encontraron dos datos de interés. Por un lado, se halló que en el 100% de los casos, las principales figuras cuidadoras de los niños eran las madres, quienes ven al padre como ayuda en la crianza de los hijos y se perciben a sí mismas como las principales responsables; no obstante, la mayoría de ellas poseen una preparación académica que les permite desenvolverse en el ámbito laboral (en esta investigación el 81% tiene educación superior: 62% de pregrado y 19% de posgrado). Por otro lado, se constató que el 50% de los niños eran hijos únicos, lo cual refleja una tendencia en la constitución actual de la familia ecuatoriana que vive en las ciudades.
En cuanto a la sensibilidad de las figuras cuidadoras, se encontró entre las participantes un índice promedio de .43, que es semejante al reportado en otros estudios con población latina (e.g., Posada et al., 1999; Posada et al., 2016), específicamente, al hallado en México (.46) y en Colombia (.48) (Posada et al., 2016). Se encontró también que la sensibilidad de las figuras cuidadoras está relacionada con su edad, lo que permite concluir que la madurez se asocia positivamente con conducta sensible; este hallazgo ha sido previamente reportado por una variedad de investigaciones (e.g., Bornstein, Hendricks, Haynes, & Painter, 2007; Demmers, Bernier, Tarabulsy, & Provost, 2010; Posada et al., 2016; Santelices et al., 2015). Adicionalmente, se halló que las diferentes dimensiones de la conducta sensible de las participantes se encuentran relacionadas entre sí, lo que permite inferir que han desarrollado su sensibilidad con la misma intensidad en los diferentes dominios.
Además, de manera general se observa que las figuras cuidadoras que contribuyen al establecimiento de interacciones armoniosas, que apoyan a los niños en el establecimiento de una base segura, que los supervisan, monitorean y establecen límites de forma sensible, tienen hijos que han desarrollado un vínculo más seguro con ellas. A pesar de ello, llama la atención la alta dispersión de algunas puntuaciones que en algunos casos alcanzan valores negativos; aunque en sentido estricto, aquello indicaría poca sensibilidad, es importante considerar que las prácticas de crianza cambian de un contexto a otro (e.g., Keller, 2013; Quinn & Mageo, 2013), y que las variaciones intraculturales suelen ser incluso mayores que las interculturales (Mesman et al., 2016; van IJzendoorn & Kroonenberg, 1998), lo cual puede ser particularmente evidente en países pluriculturales como el Ecuador (Villamarín, 2017). De hecho, el puntaje de los ítems mostrados en la Tabla 2 indican por un lado, que las puntuaciones extremas al ser promediadas, se sitúan en la media, pero por otro lado también muestran una tendencia general de las figuras cuidadoras a ubicarse en un punto medio entre proteger al niño y dejar que él se enfrente a las situaciones con sus propios recursos, lo cual puede ser diferente de lo normado, pero no por ello menos sensible.
En referencia a la seguridad del apego, los niños participantes en este estudio, como grupo, alcanzaron puntajes superiores (.42) a los de otros grupos de niños latinoamericanos de condiciones sociodemográficas semejantes (Nóblega, 2012; Posada et al., 2013; Posada et al., 2016). Además, todos obtuvieron puntuaciones positivas, lo cual indica que, en términos generales, han desarrollado un nivel adecuado de seguridad en sus relaciones de apego. No obstante, a diferencia de la conducta materna, los niños estudiados no presentan una alta consistencia en sus conductas; si bien se encontró una elevada asociación con calidez en las interacciones con la madre, la relación entre seguridad del apego, placer en el contacto físico y búsqueda de proximidad con ella es apenas moderada.
Adicionalmente, los resultados también confirmaron un dato reportado con anterioridad en población peruana, en relación a la relativa independencia entre la naturaleza de la interacción que establece el niño con otros adultos y su nivel de seguridad global (Nóblega, 2012). Frente a este resultado, los aspectos culturales han sido considerados como una posible explicación, en el sentido de que en los contextos latinos se otorga una alta importancia al respeto y al cumplimiento de ciertas normas de comportamiento por parte de los niños hacia las otras personas (Nóblega, 2012). De hecho, los puntajes elevados de los niños participantes en varios ítems de búsqueda de la proximidad de la madre estarían confirmando este planteamiento en el sentido de que, ante la presencia de personas nuevas, buscan refugio en la figura cuidadora.
En relación con el objetivo central, se encontró a la sensibilidad como variable predictora a nivel significativo de la seguridad del apego, con una relación entre ellas de .69, que es mayor a la hallada en los meta análisis realizados internacionalmente (e.g., De Wolff & van IJzendoorn, 1997; Atkinson et al., 2000) y en los estudios en contextos latinos en los que se reporta un rango entre .30 en México y .43 en Perú (Posada et al., 2016).
Conclusiones
En síntesis, los resultados del presente estudio permiten concluir que las figuras cuidadoras participantes demuestran un nivel de sensibilidad hacia las necesidades de sus hijos preescolares, similar al encontrado en otros estudios latinoamericanos; se halló, además, asociación entre edad de la madre y conducta sensible y correlación alta entre las cuatro dimensiones de la sensibilidad. Un dato de interés que se observó en la interacción es que las figuras cuidadoras, en general, dejan que los niños enfrenten situaciones con sus propios recursos, lo cual parece responder a una práctica de crianza.
En cuanto a la seguridad del apego de los niños, se encontró un nivel ligeramente más elevado que los reportados en otros estudios latinoamericanos; adicionalmente, se halló correlación alta entre seguridad y calidez en las interacciones con la madre, correlación moderada con placer en el contacto físico con ella y con búsqueda de su proximidad, relativa independencia entre seguridad e interacción con otros adultos, posiblemente por el respeto y la distancia que caracteriza la relación de los niños con las personas mayores en los contextos latinos, como han planteado estudios previos.
Del mismo modo que en otras investigaciones, en este trabajo también se encontró a la sensibilidad como predictora de la seguridad del apego; se hallaron, además, asociaciones entre la sensibilidad de la figura cuidadora y la calidez y búsqueda por parte del niño de su proximidad, y entre la seguridad del niño y la contribución a interacciones armoniosas por parte de la madre. Al ser Ecuador un país diverso y pluricultural, estos resultados pueden servir de base para investigaciones más profundas en las que se incluya a la figura paterna, a niños de otros contextos culturales y de otras condiciones de desarrollo, de modo que se logre un conocimiento mayor del tema.
Es importante mencionar como limitaciones de este estudio, el reducido número de participantes y de visitas realizadas a cada díada. Además, es necesario recalcar que algunos aspectos metodológicos pueden haber favorecido los resultados, tales como la edad de los niños, la naturaleza de los métodos de recolección de información, así como la concurrencia temporal en la medición de la conducta materna e infantil, factores que han sido reportados en la literatura como influyentes en el aumento de los valores de las correlaciones (e.g., Atkinson et al., 2000; De Wolff & van IJzendoorn, 1997; Nóblega, 2012).
Trabajo financiado por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.
Cómo citar este artículo:
Díaz Mosquera, E., Andrade Zúñiga, I., Espinosa Marroquín, E., Nóblega, M., & Núñez del Prado, J. (2018). Cuidado sensible y seguridad del apego en preescolares. Ciencias Psicológicas,12(1), 97-107. doi: https://doi.org/10.22235/cp.v12i1.1600