Introducción
El fenómeno del cyberbullying está siendo estudiado a lo largo del mundo por sus repercusiones en la salud mental y física de los adolescentes. Existe numerosa bibliografía sobre el fenómeno en diversos lugares del mundo pero hasta ahora no se han encontrado investigaciones en el contexto ecuatoriano sobre el mismo. El objetivo de la presente investigación es analizar el fenómeno en su relación con el estrés percibido, concretamente en una provincia de Tungurahua.
El cyberbullying es una manera de acoso entre iguales que se da a través de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, con el fin de hostigar, acosar y humillar (Garaigordobil, 2011). Las cifras de prevalencia entre países son muy diferentes, a continuación se detallan alguno de los estudios encontrados en países de habla hispana:
En la condición de victimario, es decir, el que ejerce conductas que se pueden considerar como cyberbullying arrojan cifras cercanas a la mitad de los encuestados en el País Vasco(Calvete, Orue, Estévez, Villardón, & Padilla, 2010), Valencia (Buelga, Iranzo, Cava, & Torralba, 2015), Andalucía (Durán & Martínez, 2015). En el contexto latinoamericano, se encuentran cifras similares en México (Gámez, Villa, & Calvete, 2014) y algo más bajas en Chile (Varela, Pérez, Schwaderer, Astudillo, & Lecannelier, 2014) y Lima (García et al., 2014).
En cuanto a la condición de víctima, es decir, el que recibe conductas que se pueden considerar como cyberbullying, las cifras rondan el 30% de los encuestados (Durán & Martínez, 2015; Estevez, Villardón, Calvete, Padilla, & Orue, 2010; Garaigordobil & Aliri, 2013). Es decir, la revisión bibliográfica muestra que es un fenómeno que se da con una alta prevalencia.
Sobre las consecuencias de dicho fenómeno existe una amplia bibliografía que trata el tema. Se pueden encontrar estudios que analizan la sobre la influencia del fenómeno en el rendimiento académico (Ortega & Gonzalez, 2015), pero no solo a ese nivel, sino que las consecuencias se dan también a nivel de salud mental. Una revisión insiste en que las víctimas sufren de depresión, estrés, baja autoestima, frustración, nerviosismo, irritabilidad, trastornos del sueño entre otros (Garaigordobil, 2011). Un metaanálisis llevado a cabo en Estados Unidos de América, la victimización ha sido relacionada con la depresión, ansiedad y también con la agresión y el abuso de substancias (Fisher, Gardella, & Teurbe, 2016). Las victimas también poseen un nivel menor de autoestima y mayor nivel de depresión, cogniciones de maltrato según un estudio llevado a cabo en el país vasco (Calvete et al., 2010) además de reportar mayores niveles de soledad y ansiedad (Heiman & Olenik, 2016) según un estudio con estudiantes en Jerusalén. Un estudio llevado a cabo en Korea muestra también que ser víctima ha demostrado tener influencia negativa en la autoestima, depresión, esperanza y satisfacción con la vida (You, Lee, & Kim, 2016). Como se puede ver la influencia que tiene en el fenómeno ha sido muy estudiada y los resultados son similares en diversas partes del mundo.
En Ecuador no se han encontrado estudios sobre el fenómeno del ciberacoso, la presente investigación pretende arrojar luz sobre ese fenómeno en el país. Entre los objetivos de la presente investigación están la exploración y descripción del fenómeno en la ciudad de una provincia de Tungurahua. Por otra parte, se pretende analizar la relación que pueda existir entre ese fenómeno y el estrés percibido.
Las diferentes teorías sobre el estrés se pueden agrupar en tres grupos. Por una parte, estarían las teorías basadas en la respuesta, de carácter marcadamente fisiológico, que se centra en los cambio a nivel fisiológico generados como respuesta a situaciones de estrés, entre este tipo de teorías tendríamos por ejemplo aportes como el del Síndrome de Adaptación General (Selye, 1963). Otras en cambio se centran en los estímulos que generan estrés, destaca en este tipo de teorías las taxonomías elaboradas por Weitz, donde se enumeran diferentes situaciones que generan estrés (Weitz, 1970). Un tercer grupo de teorías son las transaccionales o interaccionales, que afirman que las experiencias estresantes se entienden mejor como una interacción entre el entorno y los sujetos (González, García & Landero, 2011).
El constructo de estrés percibido está relacionado con la teoría transaccional del estrés. Este tipo de estrés se da cuando un individuo evalúa una situación como amenazante (Lazarus & Folkman, 1984) y ha sido clásicamente medido por la Escala de Estrés Percibido de Cohen (Cohen, Kamarck, & Mermelstein, 1983) que según estudios realizados en diferentes países goza de buenas propiedades psicométricas (Andreou et al., 2011; Campo, Bustos, & Romero, 2009; Campo, Oviedo, & Herazo, 2015; Lee, Chung, Suh, & Jung, 2015; Leung, Lam, & Chan, 2010; Pedrero et al., 2015; Pedrero Pérez et al., 2015; Vanegas, González, & Cantú, 2016; Veliz, 2012).
Se puede esperar que una situación en la que un sujeto es víctima de Cyberbullying pueda ser percibida como una situación estresante, por lo que cabría esperar encontrar relación entre la victimización y el estrés percibido.
Se parte de la hipótesis que el fenómeno está presente en la provincia y que las cifras de prevalencia serán similares a las de otros estudios en otros países. Por otra parte, se establece una segunda hipótesis relacionada al estrés percibido, esperándose encontrar mayores niveles de estrés cuanto mayor es el nivel de victimización y perpetración.
Materiales y Método
Se parte de un diseño no experimental basado en encuestas de corte transversal, de alcance exploratorio-descriptivo-correlacional. Las variables principales del estudio son la Victimización, la Perpetración y el estrés percibido. También se toman en cuenta variables sociodemográficas como el género, el tipo de unidad educativa y la edad.
Participantes
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en Tungurahua vivían 49.194 jóvenes de entre 15 y 19 años y había un 80% de asistencia neta en al sistema educativo en el 2015 (INEC, 2015) por lo que la población de interés asciende a 39.808. Se establece un nivel de confianza del 95% y un margen de error del 5% por lo que la muestra debía estar compuesta por un mínimo de 381 casos. La muestra del estudio se compone de 1002 adolescentes de edades comprendidas entre los 15 y 20 años con una media de 15,92 y una DS=1,22 estando el 52,8% de la muestra conformada por mujeres. Se realizó un muestreo aleatorio estratificado teniendo en cuenta el tipo de centro educativo (público y privado), el criterio de inclusión fue estar cursando y asistiendo a cualquiera de los tres niveles de bachillerato.
Medición
Para la presente investigación se aplicaron dos herramientas para medir el fenómeno Cyberbullying en su arista de victimario y de víctima y una herramienta para medir el estrés percibido. Las dos herramientas cuentan con validez de constructo y han resultado ser fiables en estudiantes tungurahuenses (Larzabal, Ramos, & Moreta, n.d.).
Por una parte se usó el “Cyberbullying Questionnaire” (CBQ) desarrollado (Calvete et al., 2010) de 16 ítems de escala Likert de tres niveles que miden la perpetración del acoso cibernético, para la presente investigación se obtuvo un alfa de Cronbach de α= ,885.
En cuanto a la medición de la victimización se aplicó el “Cuestionario de Cyberbullying-victimización” (CBQ-V) desarrollado como complemento al CBQ (Estevez et al., 2010) formado por 11 items de escala Likert de tres niveles. En el presente estudio se obtuvo un alfa de Cronbach de α= ,896, es decir, la herramienta se considera fiable (Cronbach, 1951).
Finalmente para medir el estrés percibido se aplicó la “Escala de estrés percibido” (PSS) propuesta por Cohen y sus colaboradores en 1983 (Cohen et al., 1983). Para la presente investigación se usa la versión española adaptada (Remor, 2006). Se obtiene un Alfa de Cronbach de α=,811. El PSS tiene cuenta con buenas propiedades psicométricas en una muestra de estudiantes (Larzabal & Ramos, 2019) es decir cuenta con fiabilidad y validez.
Procedimiento
La aplicación de las herramientas se realizó entre septiembre del 2015 y marzo del 2016 previa autorización de los distritos de educación y rectores de las instituciones educativas. Se realizó una prueba piloto con 30 estudiantes de primero de bachiller para verificar la comprensión de los ítems, dado que se asumía que si los de primer nivel de bachillerato entendían los ítems los de segundo y tercero también los entenderían.
Una vez recopilados los datos se tabularon automáticamente en hojas de cálculo obteniendo 1125 observaciones, al eliminar respuestas consideradas falsas o incongruentes se redujeron a 1002.
Análisis de datos
El análisis de los datos se realizó mediante el paquete estadístico SPSS en su versión 20. Se realizaron análisis exploratorios de las variables para revisar el comportamiento de las mismas. Se inicia con un análisis del fenómeno del cyberbullying, con sus niveles de prevalencia y gravedad, para seguir con las diferencias en el género, tipo de institución educativa y nivel de bachillerato, para luego realizar el mismo análisis con el estrés percibido. Finalmente se realiza un ANOVA unifactorial para analizar si existen diferencias en el estrés percibido en los diversos niveles de victimización y perpetración.
Resultados
Para el análisis se considera víctimas leves (VL) las que han soportado de 1 a 3 conductas, víctima media (VM) de 4 a 8 y víctima grave (VG) 9 o más conductas, y considerándose de igual manera agresor leve (AL) 1 a 3 conductas realizadas, agresor medio (AM) 4 a 8 y agresor grave (AG) 9 o más conductas realizadas. De ello se desprende la -Tabla 1.
Por otra parte, en la Tabla 2 se puede observar que si bien una parte de los encuestados no participan en el fenómeno (es decir no son ni agresores ni víctimas) en general el que es víctima también es agresor en cierto nivel, ya que no hay victimas medias o graves que no sean agresores.
Una vez comprobados los cumplimientos de los supuestos (Normalidad, Homocedasticidad e independencia de observaciones) se procede a realizar un t de student para comparar las puntuaciones obtenidas en la perpetración y la victimización teniendo en cuenta el género obteniendo los siguientes resultados: t=3.063 p<.001 para la victimización y t=7.194 p<.001 para perpetración, es decir, existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a las dos variables, siendo los hombres los que puntúan más alto tanto en perpetración como en victimización.
En cuanto a la relación entre tipo de institución y perpetración y victimización se encuentran diferencias estadísticamente significativas t=3.162 p<.001 para victimización y t=4.791 p<.001 para perpetración, por lo que el fenómeno es más común en instituciones privadas.
Se realiza un análisis de varianza (ANOVA) de una vía (previo cumplimiento de supuestos) para analizar si el nivel de bachillerato (primero, segundo o tercero) guarda relación tanto con la victimización como con la perpetración. El análisis indica que no hay diferencias estadísticamente significativas en la puntuación de victimización de acuerdo con el nivel de bachillerato (F=.035 p>.05), en cambio si hay diferencias significativas en cuanto a la puntuación en la perpetración de acuerdo con el nivel de bachillerato (F=3.337 p>.05). Las pruebas post hoc de Tukey nos indican que la perpetración va a más de acuerdo con el nivel de bachillerato, es decir que a un nivel superior de bachillerato se perpetran más conductas consideradas de cyberbullying.
En cuanto al estrés percibido tenemos lo siguiente (Tabla 3):
Una vez analizado el cumplimiento de supuestos se realiza una t de student para revisar si existen diferencias estadísticamente significativas con el siguiente resultado: t=-1.845 p>.05 por lo que se mantiene la hipótesis nula, es decir, no existen diferencias estadísticamente significativas entre el estrés percibido y el género.
Al analizar el estrés percibido en base al tipo de institución educativa se encuentra que las diferencias no son estadísticamente significativas (t=.682 p>.05.). Finalmente se realiza un ANOVA de una vía para relacionar los niveles de bachillerato y estrés percibido y nos muestran que no existen diferencias (F=1.938 p>.05).
Una vez realizados los respectivos análisis entre las variables centrales de la investigación (Estrés percibido, Victimización y Perpetración) con cada una de las variables sociodemográficas, se procede a realizar los análisis de varianzas para rechazar o ratificar la hipótesis nula de la investigación, la relación entre el estrés percibido y la victimización y perpetración.
Para ello se realiza un ANOVA unifactorial que indica que existen diferencias estadísticamente significativas entre las puntuaciones en la escala de estrés percibido y el nivel de victimización sufrido (F=10.212 p<.01). Las pruebas post hoc realizadas muestran subconjuntos diferenciados, creciendo el nivel de estrés percibido con base al nivel de victimización (No Victima, Víctima Leve, Victima Media, Victima Grave) Figura 1:
El análisis de varianza de una vía realizada para revisar si el nivel de perpetración y el nivel de estrés percibido guardan relación arroja una F=12.06 p<.01) por lo que también existen diferencias. Tukey nos muestra la existencia de dos subconjuntos homogéneos, aumentándose los niveles de estrés percibido a la medida en que se perpetran más conductas consideradas de cyberbullying, es decir, que como se puede observar en la Figura 2, el nivel de estrés percibido es diferente en los no agresores, agresores leves, medios y altos, siendo que a mayor perpetración mayores niveles de estrés percibido.
Conclusiones y Discusión
Una vez analizados los datos se puede observar que el fenómeno del cyberbullying está arraigado en Tungurahua, dándose una prevalencia similar a la encontrada en investigaciones llevadas a cabo en el contexto europeo, por lo que se cumple la primera hipótesis planteada.
El análisis también nos muestra que el fenómeno se da más en hombres que en mujeres, tanto en la perpetración como en la victimización y que en las instituciones privadas es más común que en las públicas. Si bien la respuesta al porqué de esos resultados escapa de las posibilidades de este estudio se podría plantear la hipótesis de que esto ocurre por el acceso a la tecnología que los estudiantes de instituciones privadas puedan poseer, ya que el cyberbullying necesita de tecnología que puede que estudiantes de instituciones públicas (generalmente con menos ingresos) puedan no acceder de manera tan fácil. Sería interesante que, en investigaciones futuras, u otros investigadores analicen si esa es la causa de dicho efecto para arrojar luz sobre el asunto.
Por otra parte, se da un solapamiento, es decir, el mismo sujeto puede ser agresor y víctima de cyberbullying a la vez. Esto genera dos hipótesis para futuras investigaciones, por una parte, se puede pensar que los agresores reciben también agresiones por parte de sus víctimas (toma y daca), o que las victimas agreden a otra víctima en efecto cascada (Figura 3):
La respuesta a cuál de las hipótesis es la correcta exceden a este diseño y datos obtenidos por lo que queda la puerta abierta a otros investigadores a resolver el enigma.
Finalmente, el análisis muestra que ni las variables de género, tipo de institución (pública o privada) y el nivel de bachillerato guardan relación con el estrés percibido. En cambio, y teniendo en cuenta la segunda hipótesis planteada, sí que existe relación entre el estrés percibido tanto con el nivel de perpetración como victimización, siendo mayor el nivel de estrés percibido cuanto mayor nivel de las dos conductas reportan. Se puede concluir entonces que el fenómeno del cyberbullying está extendido entre los estudiantes de bachillerato y que este fenómeno está relacionado con el estrés percibido, ya que a mayor nivel de conductas de victimización y perpetración los estudiantes muestran un nivel superior de estrés.