La reciente publicación de El loco de la lengua. Los textos de Arturo Costa Álvarez sobre filología y lingüística comporta una excelente noticia para los investigadores interesados en la historia de la lingüística en la Argentina o en el desarrollo de los debates ideológico-lingüísticos que se gestaron en torno a la cuestión de la lengua nacional en este país. Y es que la figura de Arturo Costa Álvarez (1870-1929), filólogo autodidacta, traductor, docente y, sobre todo, incansable polemista, resulta crucial para entender el proceso de emergencia y consolidación del campo científico en torno a la filología y la lingüística en la Argentina. Y esto no porque Costa Álvarez contribuyera necesariamente con su labor investigadora y publicista a cimentar los nuevos estándares de la ciencia que el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, fundado en 1922 e inaugurado en 1923, procuraría desarrollar, sino, antes bien, precisamente porque su forma de trabajo y su confrontación abierta con las autoridades del Instituto lo ubicarán como una figura central en aquello que, siguiendo a Schlieben-Lange (1983), podemos denominar la historia de la exclusión de los universos de discurso. En efecto, si durante los años veinte Costa Álvarez podía ser considerado como una voz autorizada en los debates lingüísticos, en virtud de su formación autodidacta en la materia y del prestigio cuidadosamente forjado como publicista en periódicos de renombre, la flamante institución universitaria vendría a cuestionar dichas credenciales, pues su propia existencia escamoteaba la legitimidad de un discurso que no tuviera como respaldo una autoridad científica institucional.
Las tensiones entre aquella filología elaborada en los márgenes de la academia y el proyecto de institucionalización de la disciplina que el Instituto emprende son, precisamente, el punto de partida del extenso estudio preliminar con que inicia el libro. Allí, Ennis y Toscano y García aportan un contexto lo suficientemente amplio como para enmarcar los diferentes textos periodísticos que incluye la antología.
El apartado, que lleva por título “Gramática, filología y polémica: la firma de Costa Álvarez, un siglo en prensa” constituye un valioso aporte de los editores que no solo se focaliza en el material compilado, sino que exhibe un nutrido análisis crítico que permite reconstruir la actividad profesional de Costa Álvarez, la red de intercambios epistolares que mantiene con otros especialistas de la región, sus posiciones acerca de los debates sobre la lengua nacional de los argentinos y en torno a la fundación del Instituto de Filología. El estudio preliminar es particularmente valioso a la hora de reconstruir la trayectoria biográfica y profesional de Costa Álvarez, desde sus inicios como cadete en el diario La Prensa; su primera incursión en el diario La Nación, donde desarrollará una extensa labor como traductor de folletines; la celebrada publicación de su primer libro en 1922, Nuestra Lengua, que reconstruye la historia de los debates sobre la lengua en la Argentina; y su colaboración con distintas revistas culturales y académicas prestigiosas, como Nosotros, Prometeo, Humanidades, Revista de Derecho, Historia y Letras, Revista de la Universidad de Buenos Aires, Revista de Filología Portuguesa, El Monitor de la Educación Común, La Obra, Biblos, Revista de Educación, España y América, Inter-América y Valoraciones.
En la nota aclaratoria acerca de la edición, los compiladores establecen con claridad el propósito de esta antología: “El volumen aspira a recoger todos los trabajos publicados por Arturo Costa Álvarez en los diarios y revistas de su época” (46). No se incluyen, por lo tanto, los libros publicados por Costa Álvarez, Nuestra Lengua (1922) y El castellano en la Argentina (1928), ni tampoco (salvo alguna justificada excepción) los artículos publicados originalmente en la prensa, pero luego incorporados en alguno de estos volúmenes. Se incluyen, en cambio, un trabajo inédito, “La evolución del inglés y del castellano en América”, y uno póstumo publicado originalmente en la revista Plus Ultra en 1930, “La adaptación ortográfica”. Resulta pertinente, asimismo, señalar que el trabajo de investigación realizado por los editores sobre el archivo personal del autor, que actualmente se conserva en la Sala Arturo Costa Álvarez de la Biblioteca Pública de La Plata, les ha permitido hallar un conjunto de artículos firmados con distintos pseudónimos. Es el caso de algunas publicaciones en la revista El hogar y en el diario El Argentino bajo el pseudónimo “Mórdicus”, que fueron excluidos de esta compilación pues han sido previamente recuperados en Grimozzi y Romiti (2019); y de otro conjunto de artículos publicados con diferentes pseudónimos, como “Uno de los clavados”, “Otro hurgador de libros” o “El editor de ‘Notabilidades contemporáneas’”, que sí fueron incluidos.
El total de las publicaciones recogidas abarca, entonces, el periodo que va de 1921 a 1930, una década que resulta de crucial relevancia para el estudio de los debates lingüísticos en la prensa escrita argentina. La década de 1920 no solo comprende la creación del Instituto de Filología y las polémicas ya referidas en torno a este hecho, sino también la publicación de la célebre encuesta del diario Crítica, en la que diversas personalidades del universo cultural local, entre las que se encontraba también Costa Álvarez, debían responder si los argentinos llegaríamos a tener un idioma propio (cf. Ennis et al., 2020; Olivetto, 2010; Sztrum, 1998, entre otros).
También por esos años, Borges lee su conferencia “El idioma de los argentinos” en el Instituto Popular de Conferencias de La Prensa (cf. Alfón, 2013; Ennis, 2008) y el Diario español publica su encuesta sobre la necesidad de incluir la gramática de la Real Academia como texto de referencia en las escuelas (cf. Lidgett, 2015). Esta aleatoria enumeración no pretende ser exhaustiva sino solo señalar que, evidentemente, se trata de una década en la que la prensa, y los circuitos asociados a la publicidad letrada, incorporan decisivamente la cuestión de la lengua. En ese contexto, la figura de Costa Álvarez emerge como la de un especialista que consolida su autoridad en la materia a partir de sus propias intervenciones en el debate público. La prensa es, entonces, para Costa Álvarez, el espacio en el que a la vez se genera y se explota la autoridad sobre el saber lingüístico. En ese sentido, el orden cronológico en el que se presenta la selección de artículos permite observar los distintos recursos implicados en ese proceso de construcción de la autoridad.
El primero de los textos es una carta abierta publicada en la Revista de Derecho, Historia y Letras con el título “Una curiosidad gramatical”. En este caso se trata de una misiva dirigida a Ricardo Monner Sans (1853-1927), un renombrado gramático español, radicado en la Argentina, con quien Costa Álvarez comenzará una extensa correspondencia privada (Lidgett, 2020) luego de esta primera carta pública. El texto, que no se priva del recurso humorístico y, por momentos, irónico, propio de muchas de las intervenciones públicas del autor, conserva no obstante un tono cordial a la hora de ubicar a Monner Sans en el lugar del “hombre de ciencia” (61) al que se le dirigen consultas sobre “locuciones y frases hechas” en las que “el sentido natural está ausente” (62): “¿Qué cosas desconocidas son las que uno da y toma cuando dice: donde las dan, las toman?” (64). En casos como este, el autor no busca zanjar una cuestión sino reducir al absurdo la pretensión de encontrar reglas gramaticales para todos los usos corrientes y, en el fondo, cuestionar el exceso de celo de ciertos gramáticos en la corrección. El texto es, además, origen de una respuesta pública de Monner Sans en la misma revista, lo que confirma el generoso espacio que la prensa otorgaba entonces al diletantismo gramatical. Es, también, una muestra temprana de uno de los recursos predilectos que Costa Álvarez desarrollará con denuedo a lo largo de sus intervenciones y que contribuirán a cimentar su fama de polemista: la confrontación con personalidades reconocidas.
La selección de textos recogida en el libro permite reconstruir distintos tipos de intervenciones polémicas, en las que el autor dirige su mirada crítica tanto a algunas figuras destacadas de la publicidad letrada (Leopoldo Lugones, Paul Gruossac, Eleuterio Tisconia) como a gramáticos de renombre, aficionados al estudio etimológico o a los pasatiempos lexicográficos (Matías Calandrelli, Juan B. Selva). Entre los artículos compilados en el libro, quizás los ejemplos más notorios de este recurso de la polémica, evidentemente capitalizado por el propio Costa Álvarez para impulsar su consagración en el ámbito público, sean las diatribas que dirige contra la investigación lingüística y filológica que se desarrollaba en diferentes sectores del ámbito universitario local. En este sentido, cabe mencionar, en primer lugar, la ya referida disputa con las autoridades del Instituto de Filología. El primero de los artículos de esta serie polémica aparece en 1924, en la revista Valoraciones, con el sugestivo título “El estudioso argentino y el catedrático importado ante la autoridad universitaria”. Allí, Costa Álvarez establece una comparación entre Juan Bautista Selva (1874-1962), un renombrado gramático de consolidada trayectoria editorial, a quien califica como “la encarnación del filólogo argentino, la natural resultante de los anhelos y de las necesidades de nuestro ambiente en ese orden científico” (85), y Américo Castro (1885-1972), el primer director español a cargo del Instituto de Filología, a quien elípticamente alude como el catedrático importado que “trata de inculcar su ciencia sin atender a nuestra idiosincrasia” (89). Para fundamentar esta oposición, Costa Álvarez recupera en la primera parte del artículo la trayectoria de Selva en el libro y en la prensa con el objetivo de exhibir un tipo de investigación lingüística y gramatical en el que el “análisis se hace siempre con criterio científico y fin didáctico a la vez” (84), una combinación que el autor cree oportuna para la realidad local. En la segunda parte, en contraste, se ocupa de señalar los defectos de la filología española y el error en que se incurre al pretender trasplantar el programa de investigación filológica del Centro de Estudios Históricos en la Argentina.
La polémica, abordada en detalle por la crítica (Degiovanni y Toscano y García, 2010; Ennis, 2008, entre otros) y sucintamente formulada en el estudio preliminar del libro, cuenta con otras intervenciones de Costa Álvarez, que también pueden hallarse en este libro: “La mala suerte del Instituto de Filología”, publicado en 1925 también en Valoraciones, “El Instituto argentino de Filología”, publicado en La Prensa en 1928, “La obra del Instituto de Filología”, publicado en Nosotros en 1929 y “Curiosa función del instituto de Filología”, publicado en La Prensa en el mismo año. En todos estos casos queda expuesto el encono de Costa Álvarez con la institución universitaria y, sobre todo, la formulación de uno de los recursos retóricos predilectos del autor, el argumento ad-personam, cuya utilización no escatima a la hora de caracterizar a las distintas autoridades del Instituto. Valgan como ejemplo de este recurso las palabras que dedica a Amado Alonso (1896-1952), director del Instituto desde 1927, en el cuarto artículo de la serie, “La obra del Instituto de Filología”:
En 1927 el Instituto estuvo acéfalo, y a Dios gracias no hizo ninguna publicación. Solo a fines de ese año apareció, procedente de la misma escuela filológica madrileña y contratado por tres años, el cuarto director, cuya característica en tal cargo, bien definida ya por más de un año de inacción indurada, es la falta total de iniciativa, una especie de catalepsia psíquica que al principio sorprende y después pasma... (265)
Otra serie polémica en relación con la labor universitaria puede reconstruirse a partir de los tres artículos recogidos en el libro que llevan por título “La lingüística al uso del arqueólogo”, publicados en el diario La Prensa y en la revista Nosotros entre 1928 y 1929. El debate, abordado con más detalle en Domínguez (2019), también es iniciado en este caso a partir de una primera intervención polémica que publica Costa Álvarez en el diario La Prensa en 1928.
El objeto de la crítica es ahora el método de trabajo de los americanistas, según queda exhibido en La Esfinge Indiana (1926), una de las primeras obras publicadas por el antropólogo italiano José Imbelloni (1885-1967), entonces docente de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional del Litoral y encargado de investigaciones antropológicas del Museo Etnográfico. Costa Álvarez atribuye a Imbelloni incorrecciones en materia lingüística producto de la “confusión de ideas” y la “falta de hábito en el manejo de la terminología lingüística” (224), lo que lo habría llevado, por ejemplo, a establecer correlaciones lingüísticas basadas en coincidencias léxicas, sin advertir que “la clasificación genealógica se funda en la continuidad de la morfología” (223). Este cuestionamiento metodológico impulsa la intervención tanto de Imbelloni como de su discípulo, Enrique Palavecino (1900-1966), quienes trasladan el debate a la revista Nosotros. Los dos artículos siguientes de Costa Álvarez, también publicados en Nosotros, confirman el cuestionamiento inicial y zanjan la polémica con un tono más cordial que en el caso de la disputa con el Instituto de Filología:
En este punto, pues, me retiro por el foro, para dejar a ambos americanistas todo el beneficio de su ejemplar actitud en la escena, esto es, todo el aplauso que merecen sus francas aclaraciones, inspiradas en el anhelo de verdad, sentimiento que a cada paso nos obliga a los escritores a corregir nuestras expresiones, en cuanto advertimos que pueden tener un significado que no hemos querido darles. (252)
La reconstrucción de series polémicas es solo uno de los posibles recorridos que ofrece la variedad de formatos genéricos que asumen las intervenciones de Costa Álvarez en la prensa. En efecto, como señalan Ennis y Toscano y García aquello a lo que simplificadamente se le da el nombre de artículo
muestra a lo largo de esa casi década durante la que escribe Costa Álvarez formas sumamente disímiles, una diversidad que se vincula (…) con la extensión, pero también con los temas que aborda, con los modos en que su autor se posiciona ante sus lectores, con los recursos expresivos y (entre muchos otros factores) con los medios en los que aparece. (48)
En ese sentido, la antología registra una notable variabilidad de formatos genéricos que incluye el artículo, la reseña de libros y revistas culturales, la respuesta a encuestas, entrevistas e incluso ese tipo de intervención peculiar que la crítica ha denominado columna lingüística, es decir, “series de artículos acerca de temas relativos al lenguaje, publicados durante un período extenso con cierta regularidad en la prensa (…) por autores a quienes se reconoce una cierta autoridad en materia de lenguaje” (Meier y Schwarze, 2021: 321-322). Por caso, la serie de artículos publicados durante 1924 en la revista El Hogar parece ajustarse a este género, particularmente en boga durante esos años en la prensa local (Ortiz Gambetta, en prensa).
La serie, que abarca notas breves publicadas entre marzo y septiembre de 1924, permite confirmar la presencia de ciertos rasgos verificados también en otras columnas contemporáneas de la prensa local, como el comentario sobre usos lingüísticos locales, el formato de glosario, la modalidad de la consulta del lector, el recurso humorístico, etc.
Finalmente, además de la copiosa antología y el minucioso estudio preliminar, el libro incluye al final una bibliografía completa que recupera, en orden cronológico, la totalidad de las publicaciones de Costa Álvarez. El listado aporta la más completa bibliografía del autor reconstruida hasta el momento y contiene referencias controladas de toda su producción periodística y editorial.
En suma, por todo lo expuesto, consideramos que la antología presentada por Ennis y Toscano y García constituye un valioso aporte para los investigadores interesados en el desarrollo de los debates ideológico-lingüísticos en la Argentina, así como en la historia institucional de la disciplina. Los textos seleccionados permiten repasar una parte fundamental del trabajo periodístico de Costa Álvarez que no ha sido incluida en compilaciones previas. El estudio preliminar, por su parte, logra dar un marco conceptual para muchos de los temas y discusiones presentes en los textos, al tiempo que aporta un completo estado de la cuestión y posibles líneas de investigación futuras. El listado bibliográfico, por último, aporta un insumo valioso para cualquier investigador del área interesado en este período clave para el desarrollo de la lingüística y la filología en la Argentina.