1. Introducción2
Desde el ámbito de la Tipología lingüística, la noción de estabilidad se asocia a la frecuencia de ocurrencia de alguna propiedad o rasgo lingüístico (Greenberg 1978: 76). Más recientemente, se entiende por estabilidad la resistencia de un elemento a cambiar o verse modificado como resultado de la presión que ejercen distintas fuerzas que influyen y determinan el cambio lingüístico (Baumann, 2014, 2018; Braunmüller et al., 2014; Wichmann, 2015). Así, desde una perspectiva diacrónica, esta noción considera qué propiedades o tipos de construcciones son los más o menos estables, es decir, muestran menor o mayor tendencia a cambiar, lo que se determina de acuerdo con la frecuencia de los casos observados. En este panorama, resulta ampliamente conocida la aplicación de la noción de estabilidad al análisis del orden de los elementos significativos en Greenberg (1978) y Siewierska (1998), así como a la caracterización de las lenguas como marcadoras de núcleo, o dependiente, en Nichols (1992).
En estos estudios, si un comportamiento lingüístico es tipológicamente más frecuente será más estable, mientras que el menos estable corresponde al más raro o no canónico.
Lo interesante de la noción de estabilidad es cómo poder presentar evidencias que permitan establecer el nivel o grado de estabilidad de una determinada forma o propiedad lingüística. Además, es usual que, para el análisis de estas nociones en relación con ciertas propiedades lingüísticas, los investigadores utilicen corpus amplios susceptibles de someterse a herramientas estadístico-matemáticas y computacionales para determinar cuáles son las predicciones que emanan de esos resultados.
A su vez, cabe resaltar que a lo anterior se suma, que en los estudios de corte intra-tipológico o intra-genético, en ocasiones denominados filogenéticos (Holman y Wichmann, 2017), resulta interesante tomar en cuenta la noción de estabilidad lingüística para poder determinar la dinámica o ritmo de cambio que muestran las lenguas dentro de una misma familia lingüística. Esto requiere contrastar los resultados que se han observado sobre distintos rasgos o comportamientos lingüísticos en lenguas cercanamente emparentadas. El obtener una visión de esta índole permitirá ofrecer un abanico de explicaciones, entre ellas, principios de economía de esfuerzo, procesos de gramaticalización, determinación del cambio por influencia del contacto, sea reciente o distante, como serían los contextos donde las lenguas se encuentran asentadas en un área desde tiempos remotos y que, además, se trata de lenguas que pertenecen a familias distintas. Mediante esta gama de explicaciones se puede ofrecer una mirada de las diferencias que caracterizan a las lenguas en particular, y en el escenario global, a su pertenencia a una misma familia.
Este trabajo tiene como propósito discutir el tema de la estabilidad del cambio en lenguas yuto-aztecas del noroeste de México. La noción resulta interesante al contrastar los comportamientos de un reducido número de lenguas que se hablan en una región geográfica relativamente aislada debido a los contrastes climatológicos que los afectan y que en el pasado representaron un factor de supervivencia de los pueblos que hablan dichas lenguas (Merrill, 2000). El análisis considera los resultados obtenidos a partir de la comparación de distintas propiedades y tipos de construcciones, sin pretender incursionar en el uso de herramientas matemático-computacionales por lo limitado del corpus que actualmente se tiene sobre las lenguas analizadas. Los comportamientos lingüísticos que se consideran son: (i) locus de marcación en frases posesivas, es decir, distinción entre la marcación en el núcleo o poseído frente a la del dependiente o poseeedor, (ii) orden de los elementos, (iii) marcación de caso acusativo en nominales, (iv) la marcación de caso en determinantes, (v) la pluralización de nombres, (vi) la presencia de sufijos de pasivas, y finalmente (vii) el orden o posición de las adposiciones, es decir, si anteceden o se encuentran pospuestas al nombre3.
Al final del trabajo, en el Cuadro 4, se resumen los resultados del análisis, evaluando la estabilidad o no estabilidad de los rasgos lingüísticos recién enumerados y cuya discusión se presenta en este trabajo. La valoración de la estabilidad del grupo de lenguas consideradas ha sido posible gracias a la perspectiva comparativa adoptada, base fundamental de nuestro análisis y que parte del criterio de perdurabilidad de una determinada marcación a partir de lo descrito como tendencia manifiesta en la proto-lengua. Cabe insistir que la orientación de esta contribución tiene la intención de resaltar las propiedades más recurrentes en las lenguas analizadas frente a aquellas que se observan poco. Las primeras serían susceptibles de ser consideradas como comportamientos más antiguos o heredados, en contraste con las innovaciones, algunas de las cuales podrían distanciarse de lo característico del proto-yuto-azteca.
Propiedad morfosintáctica | Mayor estabilidad | Menor estabilidad21 | ||
---|---|---|---|---|
Locus de marcación posesiva | Marcación en el núcleo | tarahumara, pima bajo, guarijío y tepehuano del norte | Marcación en el dependiente motivada por principios sintácticos | yaqui |
Orden de los elementos | SOV | yaqui, guanjío, tarahumara y pima bajo | VSO | tepehuano del norte |
Marcación de caso acusativo en nominales | Sufijo *-ta | yaqui | Ausencia de marcación | tarahumarar pima bajo, guanjío y tepehuano del norte |
Marcación de caso en determinantes | Sufijo *-ka, o -me | yaqui, guarijío, y pima bajo | Ausencia de marcación | tarahumara, tepehuano del norte |
Marcación de nombres plurales | Reduplicación | guarijío, pima bajo y tepehuano del norte | Sufijo *im | yaqui |
Sufijo de pasiva | Presencia del sufijo -wa | yaqui y guanjío, y posiblernente tarahumara | Ausencia de marcación | pima bajo, y tepehuano del norte |
Orden de adposiciones | Postnominales | yaqui | Postnominales y libres | guarijío, y pima bajo |
(2121)
La presente contribución se respalda en una serie de resultados dados a conocer en los últimos años gracias a un proyecto sobre tipología intra-genética, cuyo interés fue la caracterización comparativa de un número restringido de tipos de construcciones en cuatro lenguas yuto-aztecas habladas en la Sierra Tarahumara, específicamente, el tarahumara, pima bajo, tepehuano del norte y guarijío4. En el análisis aquí realizado, el proceso de comparación se extendió al yaqui5, lengua también yuto-azteca que se habla en el noroeste de México, aunque sus asentamientos no se ubican en zona serrana sino en valle.
2. Estabilidad versus no estabilidad tipológica
Los estudios de corte tipológico se caracterizan, principalmente, por el compromiso que asumen de visualizar un determinado comportamiento o rasgo lingüístico de manera comparativa (Haspelmath, 2019). A esto se suma que, una vez que se cuenta con ese panorama, deben ofrecerse propuestas explicativas que indiquen el por qué las lenguas cambian y hasta dónde pueden llegar a modificarse. De esta manera, durante la discusión de las explicaciones que se proponen ante los resultados de exploración tipológica-comparativa, deriva la reflexión que se conoce como estabilidad lingüística. Algunos autores mencionan que un comportamiento lingüístico se caracteriza como estable, sin profundizar en la connotación estricta al término, entre ellos Greenberg (1978). Sin embargo, en general se observa que el uso de la noción estabilidad se retoma no solo para tipologizar, de manera global, el comportamiento diferencial que muestran lenguas distintas (Nichols, 1998), sino también para incursionar en la aplicación de herramientas matemáticas y computacionales (véase entre algunos estudios el de Wichmann y Holman, 2009a y 2009b, y Dediu y Cysouw, 2013). En particular, Haspelmath et al. (2005) mencionan que las lenguas cambian más o menos dentro del mismo margen de tiempo (rate), en cambio, Wichmann y Holman (2009a) señalan que ciertos rasgos o propiedades lingüísticas tienden a cambiar más rápido que otras, aunque Dediu y Cysouw (2013) señalan que el debate sobre el ritmo de cambio debe considerar dos tendencias mutuamente exclusivas, pero a su vez complementarias, dígase:
(i) el que trans-lingüísticamente existen tendencias universales que indican que algunos rasgos estructurales son más estables que otros, y
(ii) el que la estabilidad de ciertos rasgos refleja el comportamiento idiosincrático de una familia lingüística.
Cabe señalar que la aplicabilidad de la noción de estabilidad no se ha limitado solamente a la caracterización de comportamientos morfosintácticos, sino que también se extiende a ámbitos como son los préstamos léxicos. Esto último se encuentra en Tadmor et al. (2010) quienes a partir de un estudio en distintas lenguas del mundo sobre el préstamo léxico, observan que el vocabulario para expresar relaciones espaciales suele ser más estable, lo que indica que es más resistente su reemplazamiento por formas provenientes de otras lenguas. Esta observación abre la posibilidad de que los autores defiendan la hipótesis de que las lenguas más estables a la aceptación de elementos prestados, prefieren la estrategia de suplir la adopción de nociones nuevas a su cultura y ecosistema, mediante la formación de nuevos términos en los que incluso pueden utilizan diferentes materiales ya disponibles en su lengua.
Asimismo, en el ámbito de lenguas poco documentadas, la aplicación de las nociones de estabilidad o no-estabilidad del cambio se hace especialmente sensible y útil para constatar tendencias de cambio que ya han sido observadas en lenguas para las que se cuenta con mayor riqueza de datos. Por otro lado, existen análisis como el de Greenhill et al. (2017) que fundamentan sus apreciaciones sobre la estabilidad del cambio lingüístico haciendo uso de herramientas matemáticas y computacionales. Además, los autores sustentan sus propuestas en bases de datos como la denominada Pionneers of Island Melanesia (PIMdb) (p. E8827) que organiza 157 propiedades lingüísticas en un conjunto de 81 lenguas de Austronesia6. Por otro lado, Dediu y Cysouw (2013), dan a conocer resultados de investigación en la que la aplicación de herramientas que permiten visualizar la noción de estabilidad del cambio lingüístico fue factible gracias a la base de datos que conformaron a partir de 142 rasgos abordados en Haspelmath et al. (2005). Ambos estudios demuestran que, para la aplicación de herramientas computacionales y matemáticas en el análisis de la estabilidad de cambio de las propiedades lingüísticas, la organización sistemática de ellas en bases de datos resulta fundamental. Dicha tarea, a su vez, solamente puede ser resultado de un trabajo de organización sistemática y meticulosa de largo alcance, que en el caso de las lenguas yuto-aztecas aún está pendiente de hacerse.
Desde esta panorámica, las bases de datos que se desarrollen, y lo que derive del comportamiento lingüístico de distintas propiedades morfosintácticas, que se consignen, permitirían plantear hipótesis interesantes sobre la estabilidad lingüística de las lenguas en las que se centre la base de datos construida. En el caso particular de las lenguas yuto-aztecas habladas en el noroeste de México, un análisis inicial sobre algunas de las diferencias intra-genéticas de ellas se dieron a conocer en Estrada Fernández (2006). En ese trabajo se ofrecieron evidencias dirigidas a visualizar el comportamiento diferencial de ciertas propiedades gramaticales en las lenguas del noroeste de México, algunas de las cuales se retoman en este trabajo para valorarlas considerando la noción de estabilidad o no estabilidad de los rasgos y poder profundizar en las dinámicas del cambio lingüístico.
3. Estabilidad o no estabilidad en lenguas yuto-aztecas del noroeste de México
En varios estudios anteriores, Estrada Fernández (2006, 2017, 2020a, 2020b y 2020c) alude al comportamiento diverso que se observa en cuatro o cinco lenguas yuto-aztecas habladas en el noroeste de México, ya mencionadas anteriormente: pima bajo, tepehuano del norte, tarahumara, guarijío, y yaqui. El considerar los rasgos que se mencionan en esos estudios permite explorar, de manera aún incipiente, la noción de estabilidad o no-estabilidad del comportamiento de ellas de manera global. En esta sección se comenta lo observado atendiendo a los rasgos en (1):
1 Rasgos o propiedades que se discuten en esta sección
(i) la marcación que se observa en las frases posesivas, que también se conoce como locus de la marcación en el poseedor (POS), o en el poseído (POSD),
(ii) orden básico de los elementos,
(iii) marcación de caso en nominales,
(iv) marcación de caso en determinantes,
(v) pluralización en nombres mediante recurso morfológico, o alterno, como sería la reduplicación,
(vi) presencia de sufijos de pasiva,
(vii) posposiciones libres o ligadas
3.1. Locus de marcación en frases posesivas
Nichols y Bickel (2013) impulsan la noción de locus de marcación para referirse a la que anteriormente se desarrolló, en Nichols (1986) como el rasgo que permitía sostener una tipología de lenguas que contrastaba la marcación morfológica del núcleo frente a del dependiente en frases posesivas7. Para las lenguas yuto-aztecas del noroeste de México, Estrada Fernández (2006) alude a esta marcación como la que identifica al nombre que denota al poseedor (POS), es decir, marca de genitivo, y que difiere de la que ocurre en el nombre poseído (POSD). De acuerdo a sus observaciones, las lenguas yuto-aztecas del noroeste de México muestran un comportamiento claramente contrastante: mientras la lengua yaqui se distingue por mostrar un sufijo de dependencia -ta en el poseedor o genitivo de carácter nominal, como en casa de Juan, dígase no-pronominal como se observa en expresiones posesivas como en mi casa. El resto de lenguas yuto-aztecas aún habladas en esta región, pima bajo, guarijío, tarahumara y tepehuano del norte, difieren del yaqui, ya que en ellas la marcación se asocia al nombre núcleo, es decir, el que remite al objeto poseído.
En estas lenguas, el proceso de marcación del poseído se da mediante dos tipos de sufijos: el descendiente del proto-yuto-azteca *wa, que autores como Bahr (1986) en su análisis sobre el reflejo -ga de pima-pápago, lo han considerado marcador de posesión alienable, y/o por medio de formas derivadas del posesivo *ya (Estrada Fernández, 2020c). El contraste de esta marcación se observa al comparar los ejemplos de yaqui en (2a-b), contra los de tarahumara, en (3), guarijío en (4), pima bajo en (5) y tepehuano del norte en (6)8:
2 Yaqui
POS
a. Joan-ta9 kari
Juan-dep casa
'La casa de Juan'
POS
b. jamut-ta tajo'ori
mujer-dep ropa10
'ropa de mujer'
3 Tarahumara
POSD
a. basachi galí-la
coyote casa-pos
'La casa del coyote'
POSD
b. bilísta inomi-la
Felícitas dinero-POS
'El dinero de Felícitas'
4 Guarijío (Miller, 1993: 63)11
POSD
a. Teurusio kari-wa-la=ga
Tibursio casa-al-abs=enf
'La casa de Tibursio'
(Félix Armendáriz, 2005: 52, ej. 39c)
POSD
b. karína
koharí-wa-ra
Karina rana-al-abs
'La rana de Karina'
5 Pima Bajo
POSD
a. Hoan ki-ga-r
Juan casa-al-clas.pos
'La casa de Juan'
POSD
b. uusi haha-ga-r
árbol pl.hoja-al-clas.pos
'Las hojas del árbol'
6 Tepehuano del norte
POSD
a. Buana túpurra-ga-di
Juan hacha-al-clas.pos
'La casa de Juan'
POSD
b. tupurra-ga
hacha-al
'hacha de alguien'
En yaqui también se observa la marcación de la entidad o nombre poseído mediante el reflejo del sufijo proto-yuto-azteca *wa. En (7a) citamos el ejemplo que Langacker (1977: 89, ej. 34) proporciona y en (7b) elementos léxicos que también lo muestran.
7 Yaqui: marcación de nombre poseído con sufijo -wa
a. Langacker (1977: 89, ej. 34)
a tami-wa-m
su diente-posd-pl
'Su diente.'
b. marcación de entidades poseidas
majka-wa 'máscara. POSD'
chu'u-wa 'perro.POSD'
echi-wa 'sembradío.POSD'
kari-wa 'casa. POSD'
tenkuí-wa 'su sueño'
Cabe aclarar que el uso de los dos sufijos en yaqui –-ta y -wa- en una misma construcción no se ha documentado hasta ahora y, en general, la lengua se inclina a utilizar, con mayor frecuencia, el sufijo de dependencia -ta. Es factible que esta preferencia se deba a la prominencia del argumento poseedor que resulta del mecanismo sintáctico de promoción del poseedor o poseedor externo. En términos de estabilidad, el yaqui sería menos estable al mostrar mayor preferencia por marcar al poseedor o dependiente antes que al núcleo o poseído.
3.2. Orden de los elementos significativos de la oración
Yasugi (1995) es quizás, el primer estudio que da cuenta del comportamiento de distintas lenguas yuto-aztecas en relación al orden básico de los elementos significativos, dígase S(ujeto), O(bjeto) y V(erbo). El análisis de este autor, ofrece un panorama que en atención a las lenguas del noroeste de México puede sintetizarse en tres tendencias: SOV, VSO y orden de elementos libre.
Cabe recordar, que Langacker (1977: 24) sugiere como orden neutral del proto-yuto-azteca, el de SOV (verbo final). En este contexto, si atendemos el registro que se ha sintetizado en el Cuadro 1, la lengua yaqui, de la rama tara-cahíta, sería la que muestra mayor estabilidad en su comportamiento, es decir, refleja una fuerte tendencia a respetar el orden propuesto para la protolengua. Además, cabe resaltar que el orden VOS solamente se consigna para el náhuatl clásico, el del norte de Puebla y pipil, que según Campbell et al. (1986) es de verbo no-final, orden característico de lenguas de Mesoamérica, lo que implicaría una innovación para esa lengua yuto-azteca. Es importante aclarar que las lenguas de orden SVO seguramente responden a la influencia del español, y que las lenguas habladas en el noroeste de México que muestran el orden VSO han sido descritas a partir de materiales discursivos y por especialistas formados en bajo una misma tradición lingüística.12 La tercera posibilidad, la del orden libre, podría estar motivada por la tendencia particular de estas lenguas a concentrar la marcación de varios operadores de cláusula en una segunda posición –TAM, clíticos de sujeto, entre otros– que pudiera influir a no dar prominencia a un determinado elemento. El escenario sobre el comportamiento del orden de los elementos significativos de las lenguas del Noroeste de México según lo observa Yasugi (1995) se resume en el Cuadro 1; en color verde se han sombreado las lenguas analizadas. En este trabajo no se han considerado datos de mayo, pero se incluye en el Cuadro 1, para respetar lo propuesto por Yasugi (1995) 13.
Lengua | SOV | VSO | SVO | VOS | Orden libre |
---|---|---|---|---|---|
Tohono O'otharn14 | X | X | |||
Pirna bajo | X | X | |||
Tepehuano del norte | X | ||||
Tepehuano del sureste | X | ||||
Guarijio | X | X15 | |||
Tarahurnara | X | X | |||
Yaqui | X | ||||
Mayo | X | ||||
Cora | X | ||||
Náhuatl de la Huasteca | X | ||||
Huichol/wixarika | X | ||||
Náhuatl clásico | X | X | |||
Náhuatl de Texcoco | X | ||||
Náhuatl de Tetelcingo | X | ||||
Náhuatl del norte de Puebla | X | X | |||
Náhuatl de Michoacán | X | ||||
Náhuatl del Istrno | X | ||||
Pipil | X |
3.3. Marcación de caso acusativo en nominales
Langacker (1997: 82-83) identifica varias marcas de caso acusativo entre las lenguas yutoaztecas y a partir de ellas fundamenta su propuesta para la proto-lengua.
A este respecto, señala que el marcador de acusativo más antiguo en proto-yuto-azteca es el sufijo *-a, aunque también cita otros de mediana antigüedad, entre ellos: *ci, característico en pronombres, *-k(V) que suele encontrarse en elementos modificadores del nombre como serían los adjetivos y determinantes, o bien, los sufijos -i/-yi/-y/-yi que se observan en las lenguas yuto-aztecas norteñas. Langacker (1977: 83) señala además que, en mono, también lengua norteña, la marcación que se manifiesta proviene de *na. El análisis emprendido en este trabajo concluye que el yaqui es la única lengua sureña que conserva como sufijo de acusativo el que procede del proto-sufijo *t-a, en el que, según el autor, la consonante -t corresponde al marcador de absolutivo. El análisis da cuenta de un escenario contrastante en el que la lengua yaqui sobresale por ser la única que conserva la marca de acusativo en los nominales y es precisamente el sufijo -ta, al que también se le ha llamado de dependiente. La Figura 1 presenta el escenario que aboga a favor de la lengua yaqui como más estable al conservar la marca de acusativo y oponerse a la pérdida de esta marcación en las otras lenguas.
3.4. Marcación de caso en determinantes
Una propiedad en alguna forma relacionada con la anterior es la marcación de acusativo –recuérdese lo mencionado para el sufijo del proto-yuto-azteca *-k(V)– aunque esta sección se limita solamente a la marcación de caso en determinantes. El panorama de comportamiento de las lenguas estudiadas es distinto al que se ofreció para el nombre en la Figura 1, ya que se observa que dos de las lenguas, tarahumara y tepehuano del norte, no marcan caso acusativo en los determinantes. En tarahumara el elemento demostrativo echi, resulta invariable, y en tepehuano del norte el único determinante que hasta ahora se ha documentado en la lengua tampoco varía en forma cuando ocurre en función de sujeto u objeto. En el Cuadro 2, se ilustran las lenguas cuyos determinantes varían su forma al marcar nominativo/sujeto vs. acusativo/objeto:
De acuerdo a este comportamiento, la propiedad más estable sería el que las lenguas conserven la marcación de caso en los determinantes; en contraste con esto, tanto tarahumara como tepehuano del norte tienen un comportamiento no estable, lo cual seguramente se trata de un caso de pérdida de una propiedad característica de la familia yuto-azteca (véase Figura 2).
3.5. Pluralización en nominales
Langacker (1977: 80-81) describe que en proto-yuto-azteca se observan dos patrones de pluralización en nombres: el uso del sufijo *-mi y la reduplicación, que no solo duplica un segmento o dos de un elemento léxico, sino también impacta en la supresión de algún otro segmento de la forma básica incluyendo cambios fonéticos. En las lenguas númicas, Givón (2011) identifica en yute dos estrategias, los sufijos, -mu y -u; a su vez, Press (1979) señala que en chemehuevi, además de la reduplicación como mecanismo frecuente de pluralización, se observa el uso del sufijo -mi, que se limita a los nombres animados, y el uso de otro sufijo -wi, de mayor cobertura. En las tákicas, Hill (2005: 177) confirma la presencia del sufijo de plural -im en cupeño. En las lenguas yuto-aztecas del noroeste de México, este rasgo aún es estable en la lengua yaqui, en la cual, la mayor parte de nombres plurales ocurren marcados mediante el sufijo -im, lo que contrasta sobremanera al considerar datos de guarijío, pima bajo y tepehuano del norte e incluso tarahumara, que optan por la pluralización vía la reduplicación de los nombres, verbos e incluso de adjetivos, aunque en los últimos dos casos es menos frecuente. Sin embargo, en el caso del tarahumara se han apuntalado otra serie de mecanismos -Guadalaxara (1683) describe ocho procesos, Steffel (1799) solamente tres, y Brambila (1953: 14), advierte que en las formas plurales se modifica la del singular “pero no de forma fija y regular”. La persistencia del uso del sufijo -im de plural, o su forma reducida -m, ocurre en pima bajo en los pronombres personales plurales, aatim '1PL', aapim '2PL', higam 3PL' y en menos de cinco nombres colectivos entre ellos timitim tortilla'. Cabe señalar que en las lenguas que optan por la reduplicación como recurso de pluralización, pueden manifestarse hasta seis procedimientos fonológicos, uno de ellos con impacto en la modificación de la primera consonante de la raíz, o en la adición de algún segmento consonántico. En tarahumara, la documentación de este proceso se encuentra en Alvarado García (2007), y los diversos efectos fonológicos que se observan en la marcación plural invitan a sostener que esta lengua no posee un patrón sistemático de pluralización.16
La combinación de estos procedimientos conlleva que la relación entre elementos léxicos singular vs. plural, no sea siempre transparente. Un ejemplo de esto es visible en los términos que codifican la forma singular de niño towí, que se opone a la del plural kúruwi, en donde además de la adición de la sílaba ku se da el cambio de la consonante /t/ a /r/, lo que ha determinado que Moreno Pineda (2019: 108) lo considere como un caso de supleción. En el Cuadro 3, se ilustra la pluralización de nombres en las lenguas yuto-aztecas estudiadas, vía sufijo -im, en yaqui, reduplicación en guarijío, pima bajo y tepehuano del norte, y cambio fonético en tarahumara17:
Yaqui | Guarijío | Pima bajo | Tepehuano del norte | Tarahumara |
---|---|---|---|---|
Usi > usi-m 'niños-pl' jamut > jamuch-im 'mujeres-pl' |
WOCÍ > WOWOCÍ 'abuelo' si?á > si?siá 'suegro' kuná > kuhkuná 'marido' te?marí > te?temari 'muthatho' |
kili 'hombre' > kikili hombres' supon 'gallina' > suspon 'gallinas' vosog 'ratón' > voposoq 'ratones' |
ukui > uukui 'pinos' baaki > baabaki 'casas' aayi > aahayi 'ollas' vasařai > vapasařai 'camisas' |
mara 'hijo' > amára 'hiijos' bitori 'cajeté' > pirori 'cajetés' |
3.6. Presencia de sufijos de pasiva
Otro ámbito funcional desde el cual se puede analizar el comportamiento estable de las lenguas yuto-aztecas del noroeste de México, es la presencia de algún recurso morfológico en el verbo para la marcación de construcciones pasivas. Para el análisis de esta propiedad se consideró como relevante lo señalado por Haspelmath (1990: 25), quien argumenta que la morfología de pasiva en el verbo es un rasgo esencial en las construcciones pasivas. En lo referente a las lenguas yuto-aztecas habladas en el noroeste de México, el comportamiento fue contrastante, ya los datos observados identifican dos grupos de lenguas: (a) las que tienen un recurso morfológico verbal de pasiva, y que incluyen al yaqui, guarijío y tarahumara, es decir, lenguas de la rama tara-cahíta, y (b) las que no cuentan con algún recurso morfológico de pasiva en el verbo, como sucede en pima bajo y tepehuano del norte.
En el caso de estas últimas lenguas, la defocalización del agente, función central de mecanismo morfosintáctico de pasiva, se codifica mediante construcciones funcionalmente equivalentes y que destacan por el uso de algún pronombre no-sujeto cuya ocurrencia da lugar a una construcción de tipo impersonal, o pasiva-reflexiva, también reconocida como de voz media18.
Lo interesante de este comportamiento es que los resultados apuntalan la separación de las dos de las ramas de las lenguas yuto-aztecas del noroeste de México: la tara-cahíta y la tepimana19. El porqué de la separación de estas dos ramas a partir de estrategias de codificación de lo que se puede considerar como el ámbito funcional de la pasiva se encuentra aún en espera de una explicación genética o areal. Ejemplos que ilustran el uso de morfología pasiva en el verbo en contraste con los de las lenguas que carecen de este tipo de sufijo y en su lugar hacen uso de algún pronombre no-sujeto como estrategia de defocalización del agente, se proporcionan, en (8) y (9).
En (8) se ilustran distintos morfemas de pasiva en el verbo: -wa en yaqui, -wa o -retu en guarijío y -rú y -rihua en tarahumara. En (9) se muestran datos que en lugar de contener sufijos verbales de pasiva usan pronombres no-sujeto que pueden ser o no correferentes con el argumento sujeto de la cláusula. En (9a-b) ocurre el pronombre a= en pima bajo, clítico no-sujeto de tercera persona singular o plural, cuyo uso da como resultado la interpretación semántica de voz media o pasiva-reflexiva; en (9c-d), se incluyen datos del tepehuano del sureste que resultan de utilidad para ilustrar la coincidencia de dos lenguas tepimanas en la forma de codificar la estrategia de pasivización. En dichos ejemplos los pronombres no-sujeto de voz media o pasiva-reflexiva son jum de tercera persona del singular y jiñ pronombre no-sujeto de voz media o pasiva-reflexiva de primera persona.
8 Morfología pasiva en el verbo:
Yaqui
a. kaba'i peo-tau nenki-wa-k.
caballo.nom Pedro-dat vender-pas-pfv
'Un caballo fue vendido a Pedro.'
Guarijío
b. sao ne-nete-wa wari.
palma rdp-hacer-pas canasta
'Las canastas se hacen de palma.'
c. pua-a no'a ichio wewe-retu
dem.suj-enf 1sg.nsuj posp golpear-pas.psd
'Ella fue golpeada por mí.'
Tarahumara
d. bilé-ana comunida-chi ko ani-rú ko jáw-ami
una-loc comunidad-loc top decir-pas top poner-nmlz
'(Así), se dice que en esa comunidad son puestos (las autoridades…)'
e. Tarahumara (Cohen 1998) ari mo'ora echi kulubasi nihua-rihua
entonces cabeza det arbusto hacer-pas
'Entonces la cabeza (del violín) es hecha de (madera de) un arbusto.'
9 Estrategia pasiva-reflexiva o voz media
Pima bajo (Estrada Fernández, 2005)
a. aan a=himi-va.
1sg.suj med.3sg/pl.nsuj = ir-compl
'Me voy.'
b. in=vonim-gar a=sonti
1sg.nsuj=sombrero-pos med.3sg/pl.nsuj=machucar.pfv
';i sombrero se machucó'
Tepehuano del sur (García Salido y Estrada Fernández, 2009: 259)
c. gu'ñi jum=gaxbo.
3sg med:3sg=peinar
'Ella se peina.'
d. jiñ=gaxbo=iñ.
med: 1sg.nsuj=peinar=1sg.suj
'Me peino.'
Cabe señalar que en cuanto al mecanismo descrito como pasiva-reflexiva o de voz media, las lenguas tepimanas no son sistemáticas, ya que el tepehuano del norte responde de manera diferente al pima bajo y al tepehuano del sureste. Lo anterior se observa porque al codificar verbos que se reconocen como propios del dominio de la media (Kemmer, 1993), el tepehuano del norte tiende a agrupar las construcciones de acuerdo a la transitividad semántica del verbo, sea transitivo o intransitivo, y por ello, codifican las construcciones como si fuesen (i) reflexivas, o (ii) intransitivas, como las de (10). Sin embargo, también es posible codificar expresiones donde se defocaliza al agente simplemente omitiéndolo o mediante el uso del sufijo causativo -tu en el verbo. Este sufijo interviene para indicar que alguien actuó para que se afectara al argumento que se interpreta como sujeto-paciente, como en los ejemplos en (11) en los que el pronombre no-sujeto gi de segunda persona es determinante para la interpretación pasiva que tiene la construcción:
10 Tepehuano del norte
a. go aali ooki gi gaxu.
det pequeña mujer 2sg.refl peinar.pfv
(transitivo-reflexivo)
'La niña se peinó.'
b. go kiili-odami gii.
det hombre-gente caer.pfv
(intransitivo)
'El anciano se cayó.'
11 a. Pidyuru gi mua-tu.
Pedro 2sg.nsuj matar-caus
(pasiva-reflexiva)
'Pedro fue asesinado.'
b. Go gogooxi gi mua-tu
det perro 2sg.nsuj matar.caus
(pasiva-reflexiva)
'El perro fue atropellado.'
A este respecto, conviene mencionar que en el estudio más relevante publicado hasta ahora para aspectos de la morfosintaxis del proto-yuto-azteca de Langacker (1977), el autor no alude explícitamente a la morfología verbal de pasiva, aunque sí discute lo que denomina argumentos no-distintos (non-distinct arguments) cuando estos sostienen una relación de correferencia (Langacker, 1977: 47-48). En esa sección, el autor afirma que la proto-lengua tenía un prefijo verbal recíproco y varios reflexivos. El autor también afirma que discutir la innovación, pérdida o cambio relativa a este ámbito gramatical es complicado, ya que las lenguas derivadas del proto-yuto-azteca manifiestan muchos cambios e innovaciones.
En su análisis ilustra ejemplos de pasivas/impersonales en tübatulabal que tienen un marcador impersonal -iiwa, a partir del cual propone el proto-sufijo *ti-wa como característico de la flexión pasiva/impersonal en la proto-lengua, aclarando que el primer segmento posiblemente era opcional y correspondía a una cópula. Al cierre de su discusión reitera el uso de un prefijo reflexivo en una construcción impersonal en shoshoni, una construcción de hopi donde un prefijo reflexivo favorece una lectura pasiva- y otra de pápago (hoy Tohono 'O'odham) con el mismo tipo de recurso.
De esta manera, a partir del escenario que Langacker (1977) ofrece, el análisis de la propiedad que se aborda en esta sección permite argumentar a favor de dos direcciones de cambio, (a) la consolidación de sufijos de pasiva como los que se ilustraron para el yaqui, guarijío y tarahumara, aunque solamente dos de las lenguas tendrían un reflejo del proto-sufijo *wa de pasiva, y (b) la consolidación del uso de pronombres reflexivos para expresar pasivas-impersonales que se consolidan en función de lo que actualmente se denomina pasivas-reflexivas y que también se conocen como de voz media. En términos de estabilidad, la supervivencia del sufijo de pasiva -wa, permitiría inclinarse a favor de que el yaqui y guarijío muestran una mayor estabilidad dada la persistencia de uso de ese sufijo de pasiva.
Sin embargo, es posible que los usos de pronombres no-sujeto que inciden en la interpretación de construcciones pasivo-reflexivas se encuentre relacionada con lo que Langacker (1977) denominó argumentos no-distintos. No obstante, la realidad es que el análisis de los mecanismos de pasivización requieren de mayor investigación comparativa para poder contar con un panorama más pleno de lo que podría ser un rasgo o propiedad de mayor o menor estabilidad.
3.7. Orden de las adposiciones en relación al nombre (libres o ligadas)
Langacker (1977: 92-94) no menciona estrictamente una caracterización del proto-yutoazteca en relación con el comportamiento de estos elementos, aunque sí advierte lo que posteriormente Miller (1996: 282-283) observa como propio del guarijío (variedad de la sierra hablada en el estado de Chihuahua). Este último autor, indica que las posposiciones, en (12), pueden ocurrir: (a) como elementos libres, (b) ligados, o bien, (c) de las dos formas, como se observa en los ejemplos en (13).
12. Inventario de posposiciones en guarijío (Miller, 1996: 282)
-ci 'en' locativo genérico -pó/-bo 'en' locativo -é 'con' instrumental -mina 'por' dirección -tére/-rére, té/-re 'abajo', 'entre' locativo -cógi-ci, cohki-ci 'junto a' locativo -súeba, -suéba 'alrededor de', 'orilla' locativo -hámpa, ampá 'sobre' locativo pehá 'con' comitativo aháma 'con' comitativo puga-mina 'adentro', 'dentro' locativo ihcégo 'junto a' locativo pewaná 'frente a' locativo 13. Orden de las posposiciones en guarijío (Miller, 1996: 282)
a. Yapíri i?tó-ri=ra wasca-ci.
apurado traer-psd=rpt barbecho-loc
'Los trajo muy apurados en el barbecho'
b. Neé=gamela ihí-na=ni teh-témari pehá.
yo=nada:más tomar-prog=yo rdp-muchacho com
'Nada más que yo estaba tomando con los muchachos.'
c. Te?paníbo ená-i=ra kawí-cógoci wo?í.
arriba:loc:falda venir-psd=rpt cerro-junto coyote
'Por arriba, en la falda del cerro, vino Coyote junto al cerro.'
Los dos primeros comportamientos ocurren también en yaqui, según se indica en Estrada Fernández et al. (2015: 1361-1362) 20, aunque las posposiciones siempre ocurren al final del nombre e incluso del verbo cuando su alcance es oracional; en (14) se proporciona el inventario de posposiciones y en (15) algunos ejemplos.
14. Inventario de posposiciones en yaqui (Estrada Fernández, 2009: 162)
a, -ae-, -e 'con' instrumental -bepa 'de', 'desde', 'sobre' locativo -po 'en' locativo -t, -chi 'en', 'encima' locativo -make, -mak 'con' comitativo, asociativo bichaa 'hacia', 'en dirección de' direccional betana 'para' direccional, alativo betchi’ibo 'para', 'por' direccional, benefactivo, causa 15. Posposiciones en yaqui en contextos clausales
a. into a nanke-se-ka weye tea bo’o-chi
conj 3sg.acu encontrar-and-est ir.sg cit camino-loc
'y se dice que lo iba a encontrar en el camino' (Estrada Fernández et al., 2021: 312)
b. junu-me-’e kia-beja itou bepa koune
dem-pl-enf nomás-entonces 1pl.dat encima colgar
'esos estaban encima de nosotros volando' (Estrada Fernández et al., 2021: 231)
c. beja kaa wa-ka ko’okoa-ta ae-t cha’atu-ne betchi’ibo
entonces neg dem-acu enfermedad-acu 3sg-loc colgar-fut fin
'entonces, para que no se contagien de la enfermedad' (Estrada Fernández et al., 2021: 231)
d. ketun taewai-m be’e-n junum peesio yee ji’ojte betchi’ibo
todavía día-pl faltar-pas.impf ahí Hermosillo obj.indf escribir fin
'todavía faltaban días para inscribirme en Hermosillo' (Estrada Fernández et al., 2021: 231)
Estrada Fernández (2014: 56-61) documenta que, en pima bajo, las posposiciones también pueden ocurrir como sufijos o elementos libres pospuestos al nombre; el inventario de posposiciones se da en (16) y ejemplos en (17).
Asimismo, Estrada Fernández (2014) indica que cuando las adposiciones se encuentran como elementos libres suelen ser más extensas ya que contienen más de una sílaba.
16. Inventario de posposiciones en pima bajo (Estrada Fernández, 2014: 56-61)
-tam 'en' locativo -kad/-kat/-kar 'con' instrumental -viin 'con' comitativo (-)vuikam 'para' beneficiario 17. Posposiciones en pima bajo en contextos clausales
a. in-oga-r tienda-tam dah.
1sg.nsuj-padre-pos tienda-loc estar.sg
'Mi papá está en la tienda.' (Estrada Fernández, 2014: 59)
b. ha'itu-kad bavidir huu?
inter-ins frijoles comer.pfv
'¿Con qué comiste los frijoles?' (Estrada Fernández, 2014: 60)
c. Marii timit-im la'al o'ob vuikam.
María tortilla-cont dim.pl pl.persona ben
'María está haciendo tortillas para los niños.' (Estrada Fernández, 2014: 62)
El orden en el que las adposiciones ocurren en al menos las tres lenguas yuto-aztecas, yaqui, guarijío y pima bajo, demuestra que no podría, postularse de manera general, una posición posnominal o de carácter libre como prototípica para las adposiciones. Esto hace pensar en un comportamiento marcadamente estable para todas lenguas de la familia que hemos abordado en este trabajo. La documentación sobre este ámbito gramatical con la que se cuenta para tarahumara y tepehuano del norte, impide una caracterización más contundente en este momento, aunque la riqueza de elementos posposicionales es manifiesta en yaqui y guarijío frente al pima bajo. Esto podría tomarse como indicador para afirmar que esta última lengua es, de las tres, la menos estable a este respecto.
4. Reflexiones finales
La noción de estabilidad o no estabilidad lingüística, por lo general se aborda acudiendo a la medición del comportamiento de distintas propiedades de lingüísticas en lenguas de una misma familia o provenientes de alguna área geográfica o cultural donde el contacto entre ellas se ha sostenido desde tiempos remotos. La medición busca evaluar la preservación de un determinado comportamiento o la ausencia del mismo en relación con los rasgos prototípicos que se toman como base para la comparación. Por ello, la parte fundamental para este tipo de investigación resulta ser la base de comparación lingüística, dígase el corpus organizado sistemáticamente atendiendo a varias de las propiedades de las lenguas. Sin estas bases de datos, ninguna herramienta matemática o computacional puede mostrar su utilidad.
En el ámbito de las lenguas yuto-aztecas, lo anterior merecería tomarse en cuenta para la construcción de una base de datos sistemática de propiedades lingüísticas. Desafortunadamente pocas veces se ha considerado. Un estudio que intentó proporcionar descripciones útiles para futuras comparaciones fue trabajo de Sherzer (1976), sin embargo, su trascendencia se vio coartada a partir de las críticas planteadas por Hamp (1979) y que Campbell et al. (1986: 534) retoman, en donde se señala que el estudio era de índole casuístico. Desde mi perspectiva, la construcción de bases de datos como la que planteó Sherzer (1976), en el que se consideran lenguas de la misma o diferente familia lingüística, además insertas en grandes áreas lingüísticas, podría enriquecerse y mejorar mediante análisis más completos e interpretativos con fundamento en enfoques como el de la tipología intra-genética que aquí se ha desarrollado.
El presente trabajo mostró que la comparación intra-genética en un puñado relativamente pequeño de lenguas consigue apuntalar las diferencias de comportamiento entre ellas, aunque el análisis debería extenderse a una dimensión más amplia. El análisis de los comportamientos lingüísticos en las lenguas aún habladas en el noroeste de México que se emprendió en este trabajo, no incluyó resultados de lo que en otros trabajos ya se han abordado, por ejemplo, las predicaciones secundarias (Estrada Fernández, 2020b), los pronombres personales (Estrada Fernández y Martínez Fabián, 2019), las propiedades de las cláusulas o construcciones relativas (Estrada Fernández, 2020a), los verbos auxiliares (Estrada Fernández, 2015), y construcciones comparativas (Estrada Fernández y García Salido, 2015). Todos estos rasgos tendrían que ser parte de un proyecto de mayor envergadura y duración. Pese a ello, a manera de cierre, en el Cuadro 4 se proporciona un resumen de los comportamientos lingüísticos analizados para visualizar mejor la panorámica de la variación intra-genética que se observa en estas lenguas.
El panorama expuesto en el Cuadro 4 hace necesario una serie de explicaciones y aclaraciones como las siguientes:
a. Por estabilidad lingüística se entiende la fortaleza de un determinado grupo de lenguas en torno a alguna de las propiedades tipológicas descritas en la reconstrucción filogenética (marcación azul en el Cuadro 4).
b. La no-estabilidad aparentemente está determinada por factores que modificarían la base de la comparación, por ejemplo, en el caso de que la lengua yaqui sea considerada no-estable en relación con la marcación de núcleo se debe a que la propiedad que ha privilegiado la lengua se apega a una decisión sintáctica –inclinación a favorecer la marca de un elemento como argumento clausal– y no de acuerdo al criterio morfológico del locus de la marcación de la FNpos. Otros factores serían de corte pragmático, la mayor parte de las veces resultado de las habilidades retóricas del hablante como su dominio expresivo, o grado de conocimiento de la lengua22, o bien, motivadas por las intenciones comunicativas del hablante o la orientación temática del discurso. Sin embargo, es seguro que la diferencia de marcación está relacionada con factores ajenos al comportamiento lingüístico de las lenguas como sería la conformación de la base de datos utilizada.
c. Algunas de las diferencias de comportamiento entre las lenguas de la familia –como la marcación de pasiva– fortalece la separación filogenética en dos ramas: tara-cahítas vs. tepimanas (marcación gris en el Cuadro 4). Sin embargo, es necesario ampliar la base comparativa considerando otras lenguas de la familia para identificar comportamientos similares que coadyuven en las reconstrucciones que se hacen sobre la proto-proto-lengua.
d. Se identifican diferencias que permanecen, hasta ahora, sin que puedan resolverse o hipotetizar el porqué de ellas, específicamente la presencia de morfología pasiva en el verbo vs. la ausencia de ella.
e. Destaca al yaqui como lengua que tiende a separarse del resto del grupo, lo que podría caracterizarla como conservadora (marcación amarillo-naranja en el Cuadro 4) y en lo cual pudo haber influido el contexto histórico-cultural del grupo que lo caracteriza como geográficamente compacto y de una fuerte tradición identitaria donde el fortalecimiento de la lengua es esencial.
Los resultados discutidos en esta presentación permiten proponer a la lengua yaqui como la más estable en cuanto a la conservación de propiedades que se rastrean en la proto-yuto-azteca, y que muestra mayor rango de separación del comportamiento frente a las otras lenguas del noroeste de México. Sin embargo, tal vez sea mejor opción el explicar los resultados mediante la propuesta de un continuo que iría a partir de la lengua más estable e iría hacia la menos estable sea por pérdida o innovación en su comportamiento.
En esta dirección, de acuerdo a lo resumido en el Cuadro 4, la organización que se proporciona en el Cuadro 5 muestra que el yaqui estaría en el margen de la mayor estabilidad, y tepehuano del norte, y tal vez el tarahumara, en el margen de menor estabilidad. El pima bajo, junto con el guarijío podrían ser incluidas como lenguas en la zona media del continuo. Sin embargo, esta propuesta necesitaría ser fortalecida con una base comparativa de mayor riqueza de datos y de análisis sistemáticos de un conjunto mayor de propiedades morfosintácticas de las lenguas. Invitamos a otros yuto-aztequistas a contribuir a la construcción de esta base de datos.
Propiedades morfosintácticas | Proto-yutoazteca | Yaqui | Guarijío | Pima bajo | Tarahumara | Tepehuano del norte |
---|---|---|---|---|---|---|
Locus de posesión | Martación en el núcleo | ✓ | ✓ | ✓ | ✓ | |
Orden de elementos | SOV | ✓ | ✓ | ✓ | ✓ | |
Acusativo | *-ta | ✓ | ||||
Caso en determinantes | *-ka, o -me | ✓ | ✓ | ✓ | ||
Pluralizatión | Reduplicación | ✓ | ✓ | ✓ | ||
*-mi | ✓ | ✓ | ||||
Pasivización | *-wa | ✓ | ✓ | ✓ | ||
Adposiciones | Postnominales | ✓ |