Introducción
La evidencia muestra, que complejos procesos subjetivos y perceptivos determinan las relaciones de las personas con los espacios que habitan (Valera, 2021). A su vez existe una relación recíproca entre el individuo y el entorno, mientras que las cualidades espaciales cobran un rol significativo en esa comunicación (Valera, 2014). Más aun, se asume que esos lazos son resultado de la satisfacción -o no- de demandas y expectativas, individuales o colectivas, e inciden directamente en el bienestar. De aquí que se identifica que el proceso proyectual de los espacios públicos, liderado generalmente por arquitectos y urbanistas, cobra un rol predominante en la posterior interacción que se desarrolla con tales lugares.
Con el propósito de explorar el nexo entre el diseño de los espacios públicos y estos vínculos personales desde la disciplina arquitectónica, se recurrió al campo de la Psicología Ambiental (PA)1, esencialmente para explicar los procesos cognitivos en relación al espacio público-recreativo. Además, se articularon estas ideas con el enfoque de bienestar que propone un rol participativo de la población para alcanzar la satisfacción de las expectativas antes mencionadas. Por todo lo dicho, vale aclarar brevemente algunas nociones que explican los principales fundamentos en que se basa esta investigación.
En primer lugar, se reconoce que a partir de la década del 80 se generalizó un romance por el espacio público (Gorelik, 2008). Así es que su reproducción y renovación se utilizaron como instrumento para dar respuesta a las más diversas y complejas problemáticas de la vida urbana posmoderna (Koolhaas, (1997) 2006; Madanipour, 1999). Desde este punto de vista, se consideró al espacio público como un escenario idóneo de compensación frente a las crecientes dificultades que enfrentan las ciudades, reconocidas como segregación, fragmentación, empobrecimiento socio-espacial, falta de lazos individuales y colectivos, por mencionar solo algunos.
Desde esta perspectiva se vinculó fuertemente el sentido de y el acceso a los espacios públicos con la noción de derecho a la ciudad (Borja, 2012; Fainstein, 2013). Sin embargo, por la complejidad que enviste el concepto y la rivalidad de intereses opuestos sobre estos lugares, también se puso en discusión la noción de lo público de tales espacios (Borja y Muxí, 2003; Segovia, 2007; Sennet, 2018). Tal es así que la discusión contrajo múltiples formas de análisis y puntos de vista.
Por otro lado, a partir del enfoque de bienestar entendido como desarrollo para la libertad (Sen, 2000), se investigaron en las últimas décadas los vínculos entre el planeamiento y el diseño urbano (Sood, 2010; en Frediani y Hansen, 2015). Una de esas áreas de análisis se centra en la articulación entre los productos y los procesos socio-espaciales (Frediani y Boano, 2012; ibídem), enfocado en las experiencias cotidianas de los ciudadanos (Kallus, 2001; ibídem).
Esto condujo a una discusión en torno al significado espacial (Low &Niel, 2005; Landman, 2005; Madanipour, 2010; ibídem). Implica lo que sucede en el espacio cuando las personas le asignan un sentido, lo que les sucede a las personas cuando se transforma el uso de un lugar y, el impacto de los procesos de diseño participativo en la construcción de tales significaciones (Ríos, 2008; Hansen, 2013; ibídem). Entretanto, desde la PA se destacan dos categorías que explican estos sentidos.
En primer lugar, la apropiación, reconocida por Enric Pol (1996, 2002) como un modelo dual. En él, por un lado, tiene lugar la acción-transformación, que es el rol activo de las personas sobre el entorno que deja marcas simbólicas. Seguidamente, el simbolismo, que se refiere al reconocimiento de uno mismo con el lugar, es decir, la identificación personal con el espacio mediada por procesos emocionales (en Vidal y Pol 2005). Luego, el apego entendido por Hidalgo y Hernández (2001) como una conexión afectiva con el espacio donde las personas “tienden a permanecer, sentirse cómodas y seguras” (en Valera, 2014, pp.108-109).
A partir de esta perspectiva teórica se observó a la ciudad de Rosario en Argentina, donde la renovación, el mejoramiento y la reproducción de sus espacios públicos fue el principal eje de su transformación urbana a partir del nuevo mileno (Sec. De Ambiente y Espacio Público, 2016). Se pretendió crear una marca urbana reconocida a nivel global, esencialmente a partir de la renovación del Frente Costero, que se estableció como uno de los ejes estructurales del Plan Urbano Rosario 2007-2017 (PUR). Se buscó revitalizar además de lo recreativo, el turismo, la cultura, el comercio y la demanda inmobiliaria (Galimberti, 2014). Según la administración pública se procuró también lograr una mayor apropiación y apego con los espacios públicos de la ciudad (Municipalidad de Rosario, 2008)
A través del instrumento conocido como Plan Maestro de la Costa, se detalló un plan sectorizado en el que se propuso diseñar un corredor cultural-gastronómico en la Costa Central, compuesto por cuatro parques que se articularían entre sí. Estos espacios eran: el Parque Sunchales, el Parque de las Colectividades, el Parque España Norte y el Parque España Sur (BID, 2015); todos proyectados por la administración pública y de gran reconocimiento urbanístico (Figura 1).
En recorridos frecuentes por este corredor se observaban diferencias en la afluencia de visitantes, particularmente en dos sectores: el Parque España Sur (PES) y el Parque de las Colectividades (PC). Esta brecha supuso para esta investigación la existencia de diferentes vínculos con cada sector y, por lo tanto, condujo a su interrogación. Para abordar los objetivos propuestos se reconoció tanto el proceso de diseño, como el posterior vínculo de los habitantes con el lugar, a través de las categorías de apego y apropiación. Además, se indagó si había brechas entre las demandas-expectativas de la población y el espacio público diseñado-materializado. Se examinó la calidad física y de uso de los dos espacios recreativos a través de distintas variables, mientras que para cada una se diseñó una actividad específica que respondía a objetivos particulares.
Metodología
Para el desarrollo de este estudio se eligió y adaptó la metodología propuesta en el documento La dimensión humana del espacio público: recomendaciones para el análisis y el diseño, publicada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Estudio Gehl en el año 2017. Esta publicación ha sido desarrollada por “El Programa de Espacios Públicos de la División de Desarrollo Urbano (DDU) del (…) MINVU del Gobierno de Chile, un programa que financia proyectos de recuperación de espacios públicos en áreas urbanas consolidadas en deterioro a lo largo de todo el territorio del país” (MINVU, PNUD y Gehl, 2017, p. xi).
Se destaca el programa mencionado por enfocarse en conocer la visión de los habitantes como parte esencial del diagnóstico, previo a las propuestas de re-diseño. Para ello se solicitó la colaboración del Estudio Gehl y se aplicó su método de análisis que se fundamenta en la “dimensión humana” de los espacios públicos (Gehl, 2014). Por lo tanto, desde un punto de vista propio, se concibió que dicha herramienta fue diseñada para “comprender vínculos entre las personas y los entornos” tal como indica Sergi Valera (2014, p.109), en sintonía con el objetivo principal de esta investigación.
Adicionalmente, se eligió este método porque sus autores sugieren un cambio de paradigma en los procesos de diseño actuales. Explican que últimamente es necesario basar los proyectos en las demandas y expectativas colectivas. Así se da lugar a iniciativas de tipo bottom-up, a diferencia del diseño tradicional de tipo top-down ( MINVU, PNUD y Gehl, 2017). Por lo tanto, el diseño de la herramienta contempló la evaluación de las cualidades de diseño y el proceso proyectual.
En consecuencia, se desarrolló un trabajo de campo3 para evaluar las conjeturas propuestas e interpretar luego los vínculos de las personas con cada parque. Aquí solo se mencionarán las tareas desarrolladas ya que el detalle de esta etapa investigativa se recopiló en Zamler, Azurro y Siryi, 2019. Allí se describieron pormenorizadamente las actividades realizadas, los datos relevados y los resultados obtenidos; así como el marco histórico contextual de cada caso.
Ahora bien, en este artículo se procura profundizar sobre los resultados alcanzados y articularlos con las iniciativas que propuso la Municipalidad de Rosario (MR) en las últimas dos décadas, para fomentar la apropiación de estos espacios. Por último, se incorporan como novedad las transformaciones sobre estas áreas durante la emergencia sanitaria Covid-19, vigentes en el tiempo de escritura de este artículo, que impactaron directamente en el uso y apropiación de estos lugares.
Para el estudio se diseñaron cinco actividades principales: (1) observación y caracterización de los movimientos peatonales para detallar el nivel de uso de cada lugar; (2) identificación de las actividades realizadas y las formas de permanencia para conocer las preferencias de uso de cada sector; (3) evaluación de las condiciones de accesibilidad en cuanto a las características físicas de los espacios y la disponibilidad de transporte, para conocer las cualidades inclusivas que se ofrecen; (4) relevamiento y análisis de la relación del espacio con su entorno inmediato para cuestionar la permeabilidad y accesibilidad en cuanto a los bordes de cada área; y (5) encuestas a los habitantes para validar las cualidades de confort y la calidad espacial4.
Tales encuestas pretendieron evaluar tres aspectos desde una mirada personal: (i) la escala humana del diseño: dimensiones, comodidad/distancia a servicios y calidad de diseño del mobiliario; (ii) las oportunidades para disfrutar del clima y la naturaleza: orientación y vegetación; (iii) la calidad estética y experiencias sensoriales positivas: diseño, vistas, contacto con la naturaleza.
Finalmente, como estrategia de evaluación de los datos recolectados se compararon analítica y cuali-cuantitativamente los planos, tablas y gráficos. Luego, se pasó a la interpretación de lo recabado en observaciones directas, con el fin de significar las cualidades espaciales que favorecían o no el apego y la apropiación en cada parque. También se analizaron planos, entrevistas anteriores, artículos y memorias descriptivas oficiales sobre los proyectos, para interpretar el tipo de proceso de diseño abordado -top-down vs. bottom-up. Seguidamente, se analizaron y relacionaron los resultados de las encuestas con los productos del trabajo de campo, para dilucidar si existen brechas entre el discurso y la práctica en los vínculos persona-espacio.
Más adelante, se registraron las actividades propuestas por el gobierno local para los parques ubicados en la Costa Central. El reconocimiento se hizo a través de fuentes oficiales, notas periodísticas y relevamientos in situ. Asimismo, se encuentran en proceso de recopilación las directrices de uso para estos espacios públicos durante la pandemia Covid-19, para verificar la existencia de actualizadas divergencias entre el discurso y la práctica, así como renovadas formas de apego y apropiación entre 2020 y 2021.
Resultados
Para empezar, con el análisis de los resultados obtenidos de las encuestas, se evidencia que existe apego al lugar en ambos parques. En este sentido, si bien la visión sobre cada sector era distinta, las respuestas fueron mayormente positivas. Por lo tanto, se infirió que las personas tienen una relación afectiva con estos espacios y se sienten al menos cómodas o seguras, según la definición de Hidalgo y Hernández (2001).
Sin embargo, cuando se analizaron pormenorizadamente los productos del trabajo de campo, se detectaron aspectos que en la práctica inciden negativamente en las formas de permanencia y apropiación. Pero, en el discurso y en la valoración personal, parecen diluirse. En efecto, cuando se evaluó el nivel de uso se registró una notable diferencia en los flujos circulatorios entre los dos casos, que se atribuyó a la relación de los mismos con su entorno inmediato. En el PES se registraron barreras arquitectónicas y geográficas que producen micro-fragmentaciones del parque en relación a la trama urbana que lo circunda, mientras que el PC fue privilegiado con una ubicación libre de obstáculos y fluida con sus inmediaciones. Es así que en el PC en un día y horario pico se contabilizó más del doble de transeúntes que los que caminaban por el PES (Figura 2).
Por otra parte, como puede verse en la figura 2, se evidenció en ambos espacios una baja participación relativa de la primera infancia (0 a 6 años) y la tercera edad (+60 años). Esto se interpretó como resultado de una oferta espacial que deja insatisfechas las demandas y necesidades de estos grupos. También se detectó una carencia en el diseño para la protección del clima -lluvia, viento, frío, sol y calor- que perjudica la permanencia en el lugar. El PC se vio favorecido al contar con mayor cantidad de árboles y vegetación que el PES (Figura 3).
Asimismo, en ambos casos la oferta de mobiliario y juegos limitada, especialmente en cuanto a la diversidad de tipo y diseño. Esto resulta importante al considerar el factor de permanencia, ya que como alega Gehl (2011, 2014), el diseño de este tipo de equipamiento tiene relación directa con los patrones de comportamiento y la sensación de placer. También se identificó un déficit de baños públicos. Esto último, deja una vez más, en desventaja al PES donde los baños resultan inexistentes, mientras que en el PC al menos son insuficientes. Los encuestados manifestaron que este es un motivo que impacta directamente en su permanencia allí.
Carr et al. (1992) identifica tres formas de accesibilidad: visual access (acceso visual); symbolic access (acceso simbólico); y physical access (acceso físico). El último refiere a un espacio físicamente disponible al público, por tanto, la exclusión física es la imposibilidad de entrar o usar determinado espacio (p. 138). Desde este punto de vista, cuando se estudió la accesibilidad, llamó la atención una omisión proyectual en la unión que articula, a la vez que separa, el Parque España Sur de su hermano Parque España Norte. Estos dos espacios están divididos por una barranca que alcanza al menos doce metros de altura. Allí se encuentra una famosa escalinata y adyacente a esta pero casi invisible, hay una rampa que queda interrumpida en su recorrido alcanzando solo la mitad del camino (Figura 4). Esto supone que quien se ve imposibilitado de subir a pie la escalinata, queda expulsado y privado de atravesar este sector norte-sur y viceversa, perdiéndose la noción de lo público.
Pero no sólo eso, explorar la accesibilidad, implica considerar que las personas pueden tener limitaciones físicas o psíquicas que superan las necesidades específicas de quien necesita una rampa (Imrie y Hall, 2001; en Carmona et al, 2003). Este aspecto implica que otras dimensiones sobre la disponibilidad física y simbólica del espacio deben ser estudiadas en próximas etapas investigativas. Ahora bien, a pocos metros del pie de la escalinata hay una gran superficie destinada a estacionamiento que impide la apropiación y disfrute de este espacio, rodeada a su vez de calles para la circulación vehicular. Esto último sumado a la propia fragmentación geográfica establecida por la barranca, no hace más que acentuar una división de este parque respecto de los otros tres que integran el Corredor cultural-gastronómico de la Costa Central.
Se relevó también que las residencias más cercanas al PES se encuentran a una distancia al menos cinco veces mayor que la mínima registrada para el PC. Por lo tanto, el PC ofrece mayores oportunidades de recreación para sus vecinos. A su vez, el PC tiene mayor y mejor accesibilidad por transporte público por la disposición de las paradas de colectivos en relación a este sector. Por último, ninguno de los dos espacios cuenta en su interior con ciclovías, ni tampoco se encuentran en la calle adyacente, lo que supone una debilidad proyectual para el frente costero rosarino.
Otro aspecto destacable en cuanto a la apropiación y el diseño, se encontró en la conquista de un área que queda explícitamente fuera del PC. Se trata de un espacio verde del otro lado de la baranda sobre la barranca que divide el parque del río. Este pareciera ser el lugar preferido para sentarse ya que no hay allí interferencias visuales entre las personas y el paisaje. Este descubrimiento valida la hipótesis principal de este estudio que supone una relación directa entre la apropiación y los procesos proyectuales que se llevaron a cabo para su materialización (Figura 5).
Este ejemplo muestra que las preferencias de los usuarios, de haber sido consideradas durante el proyecto, habrían cambiado al menos el diseño de las barandas del PC. En definitiva, un espacio residual se transformó en uno de los mayores potenciales paisajísticos del espacio recreativo, a través de la apropiación de ese lugar. Esto valida el concepto aportado por Pol (1996; 2002) sobre la acción-transformación y simbolismo espacial.
En cuanto a las iniciativas propuestas por la MR, se reconocieron al menos cinco para señalar. La primera, asociada a la escalinata antes señalada, que funcionó como anfiteatro desde sus inicios. Allí se intensificaron las ofertas culturales, promocionadas por medios oficiales. Cuando el público se ubica en los escalones se diluye la brecha física norte-sur, sin embargo, la rampa interrumpida sigue presente allí.
La segunda, en torno al PES hacia el sur se encuentran cuatro galpones de uso cultural en un sector denominado Franja del Río. Esos espacios ofrecen a niños, jóvenes y adultos distintas propuestas como ensayos de imagen y sonido, venta de productos y diseños locales, exposiciones artísticas, experimentación a través del diseño y aprendizajes diversos o expresión corporal (Municipalidad de Rosario, 2020). Se considera que esta oferta responde a políticas inclusivas y participativas dando lugar a un público diverso.
La tercera, tiene que ver con la formalización de los Grupos de entrenamiento físico recreativo en espacios públicos por medio de la Ordenanza municipal Nº 9290/14 (Municipalidad de Rosario, 2020). Cuando se escribió este artículo se encontraban registrados 39 grupos, de los cuales 20 registraban sus actividades entorno a la Costa Central, uno de ellos ubicado en el PES y cinco en el PC. Esto demuestra una vez más la diferencia de apego entre los dos espacios.
La cuarta, son los Picnics Nocturnos que tuvieron su primera edición en el PC en enero de 2017 ( Municipalidad de Rosario, 2019). La iniciativa se convirtió en un sello rosarino al repetirse en las noches de verano en parques y plazas de toda la ciudad. El éxito de esta propuesta se evidencia en la auto-convocatoria de vecinos en distintos espacios urbanos, después de las primeras invitaciones por parte de la MR. Sin embargo, en las noches de verano el PC se encuentra saturado y el PES casi siempre vacío, acentuándose la brecha entre ambos.
Por último, se destaca la Calle Recreativa (CR) que se implementó a partir del año 2010. Hasta la pandemia funcionó ininterrumpidamente cada domingo por la mañana en un recorrido de 28km. Se destaca esta iniciativa por la preponderancia que adquiere asociada a la apropiación como acción-transformación del lugar. En tanto, un tramo de la CR pasa por la avenida adyacente a los parques en cuestión, con la particularidad que atraviesa el túnel de uso vehicular, que se encuentra por debajo de la escalinata previamente señalada. La transformación de este carril de circulación rápida a uno de circulación peatonal y ciclista, muestra la magnitud que puede tener un cambio de uso a nivel espacial y en la percepción de un lugar.
Por consiguiente, la conversión temporaria del túnel, diluye la fragmentación espacial antes explicada, ya que ofrece un vínculo peatonal entre la parte baja y alta del corredor cultural, evitando el uso de la escalinata. Además, provoca una apropiación y apego por parte de los vecinos del propio barrio y de otros, por la calidad de la actividad propuesta. Por último, el cambio de uso de las calles se resignificó en tiempos de distanciamiento social por la pandemia Covid-19.
A partir de mediados de Julio de 2020, la municipalidad tuvo que ampliar los principales espacios verdes de la ciudad, por haberse desbordado de visitantes. Así es que, durante los fines de semana se habilitaron las calles adyacentes a los parques de la Costa Central para uso recreativo, evitando allí el tránsito vehicular. Sin embargo, se observa que esta nueva iniciativa se denominó corte y se distanció en significación, uso y nombre de la conocida Calle Recreativa. Incluso la CR original dejó de funcionar en los tiempos de confinamiento obligatorio y en los de distanciamiento social, a pesar de la alta demanda que tenía.
Más aun, mientras que la original CR funcionaba solo por la mañana de los domingos, el corte organizado durante la pandemia se prolongó también por las tardes. Esto llama la atención ya que durante los diez años que funcionó la CR se veía como conflictiva su extensión por la tarde, a pesar que era el momento del día en el que las familias tenían mayor disponibilidad para salir y permanecer allí. Esto último representa una importante brecha entre el discurso, la práctica, la gestión y las necesidades reales de los habitantes.
Conclusiones
El estudio apuntó a conocer y reconocer en profundidad dos sectores dentro de un espacio público concreto. El objetivo se centró en la interpretación de las lógicas proyectuales que incidieron en la posterior apropiación y apego. El cuestionamiento sobre estos espacios resultó significativo porque permitió establecer un criterio de evaluación válido en dos sentidos.
En primer lugar, facilitó un análisis pormenorizado de dos parques emblemáticos y de alto valor patrimonial-arquitectónico para la ciudad de Rosario. Este proceso permitió identificar situaciones no evidentes, relativas al diseño, que benefician o desalientan tanto el acceso como la permanencia allí. Esto último es importante porque permite extender los criterios de análisis a otros espacios recreativos, dentro o fuera de la ciudad, estableciéndose como guía referencial.
En segundo lugar, en un mundo mayormente urbanizado, el espacio público recreativo cobra un rol central para el bienestar desde múltiples dimensiones, que se potenciaron en tiempos de Covid-19. Estudiar la lógica subyacente bajo la que se proyectan estos lugares, especialmente los de altos estándares de diseño e inversión, permite conocer cuáles son las brechas y causas, entre las expectativas de la población y el objeto construido. Este conocimiento resulta central para reflexionar sobre un cambio en los procesos proyectuales.
A pesar de responder a lógicas de diseño de tipo top-down, se considera que la transformación urbana rosarina a través de sus espacios públicos fue exitosa por los vínculos subjetivos que promueve. Ahora bien, aunque los diseñadores acertaron en ciertas expectativas de la población, se mostró que varias necesidades no fueron consideradas. Se privó el proyectista del saber común de los futuros beneficiarios y al diseño en sí del cambio de paradigma emergente en cuanto a procesos proyectuales participativos.
El estudio reflejó también que la apropiación y el apego se pueden asociar a las cualidades arquitectónicas en formas diversas. En el PC se vio una importante apropiación de un lugar específico -la barranca sin baranda- para satisfacer una demanda no satisfecha por el proyecto. En cambio, en el PES se comprobó que la permeabilidad y la accesibilidad resultan determinantes para el apego al lugar. En este aspecto, se consideran necesarias estrategias de diseño que incluyan los bordes y penetren en la trama urbana circundante a los parques cuando la geografía o infraestructura, como el caso del PES, impiden un vínculo tan estrecho como el que existe en el PC.
En cuanto a la carencia de un circuito de ciclovías dentro de los parques, resulta cuestionable el desaprovechamiento del potencial inherente al paisaje y la infraestructura existente, ya que esta actividad queda relegada a la convivencia con el tránsito vehicular o a la interferencia con los viandantes en los senderos peatonales. Esto pone en peligro tanto a ciclistas como a peatones privándolos de un mayor disfrute del entorno.
Por otro lado, resulta imperante reflexionar acerca del lugar que ocupan los niños y adultos mayores en la arquitectura urbana. El confinamiento y el distanciamiento social, evidenciaron la estrechez de ese estatus. Estos grupos fueron categóricamente privados del uso de los espacios abiertos y recreativos. Las áreas de juego quedaron bloqueadas y los adultos mayores no tenían prioridad para circular de forma segura en ningún espacio público de la ciudad. Al respecto, tanto Jan Gehl (en Unsinkable, 2019) como Guillermo Peñalosa (2020) destacan la importancia de fomentar acciones en el diseño urbano que sean especialmente sensibles a los grupos etarios más extremos.
Desde este punto de vista, una ciudad en la que estas minorías se sienten seguras, resulta inclusiva y con altos estándares de bienestar. Según los especialistas Gehl y Peñalosa, que exploran las relaciones entre el espacio, el comportamiento y las necesidades de las personas, empoderar a los niños y a los adultos mayores significa construir comunidades más sólidas y con sentido común. Con este fin, el cambio de perspectiva es necesario para incluir a otras minorías y asegurar espacios accesibles que garanticen una verdadera dimensión pública.
A modo de cierre, en la transformación urbana de Rosario se reconocen las lógicas románticas por el espacio público que precisó Gorelik. Por otra parte, si bien se destacan las inversiones sobre estos espacios en las últimas décadas, se advierte que la ciudad presenta un mosaico de desigualdades heterogéneo y complejo (Barenboim, 2012), poniendo en juego la idea de derecho a la ciudad. No obstante, desde otro punto de vista, las iniciativas propuestas por la MR sobre los parques favorecen la percepción del espacio público como contenedor de fuerza social, por la diversidad de ofertas que incluye. A su vez, el caso de la CR resulta emblemático para reconocer lo que sucede en el espacio y a las personas cuando cambia el uso del lugar (Hansen, 2013; en Frediani y Hansen, 2015).
Finalmente, los resultados de esta investigación revelan que conviven conexiones intrínsecas entre el proceso proyectual, las cualidades del objeto construido y el vínculo que las personas desarrollan posteriormente con él. Se comprobó que incluso, en parques altamente cualificados existen brechas respecto a las expectativas de la población con el lugar. El estudio aporta al conocimiento que al menos parte de esas brechas podrían evitarse con otro proceso proyectual que incluya la visión de los habitantes. Esto refiere a métodos participativos, ya sea de conocimiento de necesidades y expectativas como el propuesto por MINVU, PNUD y Gehl (2017), o bien reflexionar sobre otros que sugieren un rol más activo de los habitantes como el urbanismo táctico o el placemaking (Webb, 2018). Con todo, Rosario logró consolidar un sistema de parques distinguido en el frente costero central, que es reconocido como modelo de transformación urbana, tanto nacional como internacionalmente. En este sentido, se destaca la necesidad de consolidar redes de buenos parques a nivel urbano y evitar buenos proyectos aislados (Brash, 2019; Peñalosa, 2020). De esta forma se extiende, a la vez que se fortalece, el desarrollo de vínculos positivos con lugar, y por tanto el bienestar (Valera y Vidal, 2017).