Introducción
La satisfacción personal en mujeres de edad mediana puede adquirir una expresión particular en el punto medio de la vida. En este momento se replantea el sentido de la vida, se revisan los valores propios y los de las personas significativas; frecuentemente los sujetos se cuestionan qué han logrado en las diferentes esferas de realización personal y valoran sus aciertos y errores en función de su nivel de aspiraciones. Este es un proceso de revalorización de la propia vida, que los textos de psicología describen como la segunda crisis de identidad1.
De tal manera que las mujeres de edad mediana, si bien pueden haber concluido con el ciclo reproductivo biológico, mantienen un importante rol social que se expresa a través de su activa participación en la vida comunitaria, sin abandonar las responsabilidades asumidas en el hogar y la familia, lo que contribuye a que los síntomas climatéricos se exacerben en intensidad y frecuencia, en correspondencia con determinantes sociales que recaen sobre la mujer en razón de su sexo2.
Sobre este particular se puede acotar que el climaterio es un período fisiológico que caracteriza la transición de la vida reproductiva a la no reproductiva de la mujer, comprende de dos a ocho años antes y después de la menopausia. Los cambios que se producen durante el climaterio son esencialmente neuroendócrinos, y potencian la sensibilidad biológica al impacto del entorno que rodea a la mujer en esta etapa3. Coincide con un período complejo en la vida de la mujer debido a los cambios biológicos, psicológicos y sociales que en él se presentan.
Por otra parte las condiciones de vida de las mujeres han experimentado cambios significativos en las últimas décadas, entre ellos: el aumento progresivo de las oportunidades de inserción laboral, control de la natalidad, reducción de la fecundidad, mejoramiento en la eficacia de medidas preventivas, aumento en la expectativa de vida, reducción de barreras de género, cambios de roles sociales, todos los cuales han de ser considerados en su atención de salud. El servicio de atención primaria, es esencial para proporcionar una fuente de atención que tenga continuidad, coordinación, y en forma global cubra las necesidades de salud de las personas.
Asimismo el contexto cultural de las mujeres influye en los significados que ellas atribuyen a la manera cómo viven cada etapa de sus vidas. De esa forma, muchos factores pueden influir en el modo como las mujeres perciben y se posicionan frente a diferentes situaciones definidas por su contexto familiar, sus creencias, sus valores y prácticas de cuidado individuales. Así, el climaterio es un evento presente y de gran importancia en la vida de las mujeres que logran la longevidad 5).
Este período invita a la mujer a redescubrir el propio cuerpo, el sentido de la vida, de lo que fue vivido y de lo que está por venir. Para que las mujeres puedan vivir el período del climaterio con calidad es necesaria una adecuada atención en esa etapa de la vida. Sin embargo, algunos enfermeros pueden presentar poco conocimiento sobre ese período, así como sobre las manifestaciones que ocurren y las conductas que deben ser adoptadas 6. El enfermero necesita estar atento al modo cómo la mujer vive esa fase, identificando sus necesidades de cuidado, creando un vínculo, escuchando y propiciando su protagonismo en los cuidados con su cuerpo y en los cambios que empiezan a ocurrir.
De tal manera que la Enfermería está comprometida con el proceso y la experiencia de los seres humanos durante sus transiciones. El concepto de transición podría pensarse como congruente o relacionado con conceptos como adaptación, autocuidado y desarrollo del ser humano. La misión de enfermería podría ser redefinida en términos de facilitar o relacionarse con las personas que están pasando por una transición; esta misión refleja su práctica. El término transición ha sido definido como “un pasaje de una fase de la vida, condición o estado, a otro”7. La transición se refiere tanto al proceso como al resultado de las interacciones complejas persona-ambiente. Una transición denota un eslabón en el estado de salud, en las relaciones, expectativas y habilidades. En ese sentido, requiere que la persona incorpore un nuevo conocimiento, altere el comportamiento y cambie la definición de sí misma en el contexto social.
Cualquiera que sea el tipo de transición implica la necesidad, por parte del personal de enfermería, de conocer las creencias y prácticas en cada una de las situaciones transicionales de las personas para ofrecer un cuidado culturalmente congruente. Ello implica conocer cómo los seres humanos se adaptan a la transición, y cómo el ambiente afecta esa adaptación. Esa importancia se deriva del hecho de que enfermería busca maximizar las fortalezas y los potenciales de las personas para contribuir a su restauración, optimizar los niveles de salud, su funcionalidad, confort y autorrealización8) .
Sobre este particular es bueno describir la teoría del cuidado cultural denominada “Teoría de la diversidad y universalidad del cuidado”, que se centra en un estudio comparativo y en el análisis de diferentes culturas en relación con conductas asistenciales, cuidado de enfermería, valores respecto a la salud y enfermedad, creencias y patrones de conducta9),(10. Como aspectos centrales de la teoría se enuncia que el cuidado es esencial para el crecimiento y desarrollo de los seres humanos.
En este mismo orden de ideas es bueno reseñar que los cambios que este proceso genera en las mujeres modifica sus roles sociales, responsabilidades y relaciones, y demandan un cuidado específico que contribuya al mantenimiento de su salud y bienestar en su existencia; considerado como un hecho natural, y acostumbradas a cuidar más que cuidarse, el cuadro sintomático que viven en esta etapa pasa desapercibido aún para ellas mismas y más por quienes las rodean, ya que el acto de cuidar les ha sido atribuido casi en exclusiva, y lo han aceptado como parte habitual de su vida; sin embargo no ha sido incorporado como un hecho reflexivo dirigido también para sí.
Desarrollo: Filosofía del Cuidado
El cuidado, habitualmente parte del rol femenino, es un aspecto central del trabajo doméstico: cotidianamente, la mujer es responsable de educar a sus hijos, alimentarlos, asearlos, vestirlos, protegerlos del frío y de las enfermedades, enseñarlos a establecer relaciones y a vivir en comunidad, todo lo cual requiere de una enorme cantidad de tiempo y energía. En contraste, es referido que de quien menos se ocupa la mujer en climaterio es de su propio cuidado11),(12. Es evidente que en este proceso, a veces tan complejo para las mujeres, es responsabilidad del profesional de enfermería el otorgarles cuidado teóricamente fundamentado, que despierte en ellas su conciencia y promueva el desarrollo de la práctica de su propio cuidado como parte de su cotidianidad.
Boff propone: “Cuidar es más que un acto, es una actitud, por tanto, abarca más que un momento de atención, de celo y desvelo, representa una actitud de ocupación, preocupación, responsabilidad y compromiso afectivo con el otro”. “Sin el cuidado dejamos de ser humanos, el cuidado ha de estar presente en todo, el cuidado entra en la naturaleza y la constitución del ser humano”13. Desde esta postura, el cuidar es la característica que hace humanas a las personas, pues es inherente a su naturaleza el hecho de cuidar dadas las cualidades que, como tales, se poseen, ya que para Boff el ser humano es único, libre, creativo y capaz.
Así, el cuidar es una actitud de preocuparse y ocuparse de manera responsable, y de vincularse afectivamente con los seres que nos rodean13 . El hecho de cuidar implica actos que denotan entusiasmo por las relaciones de amistad, interés por el bienestar, desvelo por tornar el ambiente agradable y diligencia de desarrollar habilidades de cuidar de sí mismo, de los otros, y de tener interés para decidir sobre el sentido de cuidar.
Siguiendo nuevamente a Boff, el cuidado incluye dos significaciones básicas, íntimamente ligadas entre sí: la primera, actitud de desvelo, de solicitud y de atención para con otro; la segunda, de preocupación y de inquietud, porque la persona que tiene cuidado se siente afectivamente ligada a quien cuida. Por otra parte, alude en su escrito que el caos en nuestra sociedad actual y la sombría situación del planeta son resultado de la falta de cuidado, de la falta de amor.
Así, se puede plantear que el cuidado se visualiza como algo más profundo que el solo hecho de realizar una acción dirigida a aliviar una incomodidad o una dolencia; en un sentido más estricto se podría decir que el cuidado es la manera plena de relacionarse de los seres humanos: es una forma de expresión, de relación, una forma de vivir plenamente. Boff señala que el “cuidado es más que acto individual o que una virtud al lado de otras”; el cuidado es un “modo de ser”, es la forma en que la persona se estructura y realiza en el mundo con los otros14.
Por otra parte, Heidegger, filósofo de la corriente existencialista, se refiere al cuidado humano como un acto, una dimensión ontológica, existencial, que se mueve en un proceso de relación, de reciprocidad, de confianza y envolvimiento afectivo por otro ser humano; desde su ontología concibe al ser humano como un ser existente en el mundo, el Dasein: “ser-ahí”. Según Heidegger, “ex-sistir” es estar en el mundo, es tener un mundo. “La ex-sistencia no está asegurada para el ser humano, este tiene que hacerse cargo de ella, ya que si no lo hace compromete su propio ser” 15. Es decir, desde esta perspectiva, la “ex-sistencia” de los individuos está supeditada al cuidado.
Heidegger señaló que realidades tan fundamentales como la voluntad y el deseo se encuentran enraizadas en el cuidado esencial 16. Solamente a partir de la dimensión del cuidado ellas emergen como realizaciones del humano. El cuidado es una constitución ontológica, siempre subyacente a todo lo que el ser humano emprende, proyecta y hace; el cuidado suministra preliminarmente el fundamento en que se mueve toda interpretación del ser humano. “El cuidado no puede ser derivado de ellos, puesto que ellos mismos están fundamentados en aquél”.
Según la concepción heideggeriana, “en la esencia del ser, en cuanto ente arrojado (yecto) al mundo, se halla la cura, una cura que determina el sentido del ser yecto: el Dasein, que se expresa en una temporalidad. El cuidado es existenciariamente a priori de toda posición y conducta fáctica del ser-ahí; se halla siempre ya en ella” 13. Esto quiere decir que el cuidado se encuentra en la raíz primera del ser humano, antes que haga nada; es decir, el hombre es un ser-en-el-mundo, y todo cuanto haga estará siempre acompañado e impregnado de cuidado.
Según Heidegger, el cuidado es el ser de la existencia del hombre. No se trata de un simple impulso -un impulso de vivir-, un querer o en general, una vivencia particular. El cuidado se refiere entonces al estado propio del hombre de estar vuelto hacia sus propias posibilidades. En esto radica el significado propio del cuidado: el proyectarse a sí mismo y el poder ser del hombre: “la condición existencial” de la posibilidad de las “preocupaciones de la vida” y de la “dedicación” -a algo- debe concebirse como cuidado en un sentido originario, es decir, ontológico 17.
Heidegger, al referirse al cuidado hace referencia a sorge, como “cura, cuidado”, besorgen, “tratar de cuidar de”, y fürsorge, “preocupación”, en la medida en que el Dasein es un ser-con-otro. La cura-cuidado es miembro dominante de esta tríada inseparable. Ocupación y preocupación son constitutivas de cura y, al referirse a esta, se quiere decir en un sentido enfático, que en esta ocupación-preocupación como cura, es el propio ser que cuida 18. Cuidado de sí que permite constituyendo el ser, que a través de la comprensión del lenguaje y por último del silencio, a través del arte devele la esencia de su ex-sistencia. Esencia que no es la de un sujeto enfrentado a un mundo ajeno, sino que es la de un ser-en-el-mundo 19. Al referirse al ser-con otro, Heidegger quiere decir que “en la comprensión del ser, también inherente al "ser-ahí", está implícita la comprensión de otros seres humanos” 20.
Por su parte, Foucault retoma el concepto cuidado de sí, a partir de la propuesta socrática epiméleia heatou: “El cuidado de sí son las formas de conocimiento y estrategias que permitan a las personas a efecto por sus propios medios o con la ayuda de otros, un cierto número de operaciones sobre sus propios cuerpos y almas; ocuparse de sí mismo significa ocuparse de la propia alma. El alma es el sujeto de la acción. Es necesario ocuparse del alma y no solamente del cuerpo. El conocimiento de sí mismo encuentra su perfección en el acceso a la verdad; es decir, el cuidado de sí conlleva un conocimiento de sí, de la propia existencia”. Según Foucault el cuidado se refiere al alma como unidad trascendente y singular, y el sí mismo como el alma entendida como sujeto de las acciones corporales, instrumentales o lingüísticas; el cuidado de sí se trata entonces de preparar al individuo de la mejor manera para una vida adulta, enfrentar los errores, malos hábitos y costumbres nocivas que se arrastran a lo largo de la existencia 21.
El cuidado de sí debe ser proporcionado por el mismo sujeto: “pertenecer a sí, ser yo”, a través de una relación con la verdad y con el saber, lo que permitirá saber que aceptar, rechazar y lo que se quiere cambiar. Pero también implica una relación con los otros porque, según Foucault, para ocuparse bien de sí, es necesario escuchar las lecciones de un maestro, un guía, un consejero 22. El cuidado de sí no se trata de una verdad o exhortación al egoísmo o egocentrismo, sino reflexionar en el sentido de que para ofrecer una presencia significativa al otro, es preciso tener interés, tener consciencia de las propias potencialidades y fragilidades, es decir, tomar la propia realidad en las manos. Para demostrar interés al otro es preciso que se tenga interés para consigo mismo. El despertar para el autoconocimiento del cuidar de sí es la consecuencia del proceso de aprender a cuidar 23.
La reflexión de las concepciones de cuidado por el profesional de enfermería, quien frecuentemente debe adoptar el rol de profesor-consejero-guía, le permitirá comprender que en el ejercicio del cuidar es imprescindible considerar la dimensión cuerpo-alma como una dualidad siempre presente en el ser humano y su desarrollo y práctica, en la perspectiva que señala Foucault: “Es decir, existe un fuerte vínculo entre el conocimiento y la acción, sea como principio regulador de la acción, como objetivo a ser logrado mediante la acción, o como proceso a través del cual comparece”21. Cuando las personas obtienen el conocimiento de su cuidado, y lo deliberan como algo genuino, lo incorporarán a su vida como una práctica cotidiana.
El autoconocimiento y el saber cuidar de sí influencian positivamente el cuidado, considerando que el relacionamiento interpersonal reconoce las fuerzas, franquezas y potencialidades del mundo interior. Al experimentar el autocuidado y el cuidar de sí, se nutre la autorreflexión y desbordamiento de las emociones, la absorción de vivencias que se traducen en conocimiento y por otra parte de la autopercepción como sujetos, cuya subjetividad y sensibilidad están puestas en acción 24. Cualquier filosofía del cuidado requiere que busquemos en el cuidado de sí y del otro una sabiduría, en la cual el conocimiento está vinculado a los valores que elegimos en nuestro vivir cotidiano, creando formas de buen vivir, con base en lo que somos y en lo que sabemos 25.
El concepto “cuidado de sí” se construye en las relaciones sociales, en las interacciones y en las prácticas, pues estas condicionan las representaciones sociales que un sujeto tiene sobre el cuidado de su salud, y tienen lugar gracias a los procesos comunicativos e intersubjetivos entre los miembros del grupo social del cual se forma parte 26. El cuidar de sí incluye, entre otros aspectos, el cuidado a la salud, los pensamientos, las actitudes, los comportamientos, las emociones, los valores, las necesidades biosicosociales, incluso los bienes y todo aquello que nos genere bienestar, sin lesionar el bienestar de los demás; puede ser considerado como el conjunto de actividades que habitualmente una persona realiza para satisfacer sus propias necesidades.
Es una actitud básica del ser humano, determinante para estar en el mundo. El cuidar de sí es una actividad para responder a las necesidades particulares, concretas, físicas, espirituales, intelectuales, psíquicas y emocionales de sí mismo y de otros. El cuidar de sí exige “el cultivo de nuestro ser integral: cuerpo, psique, mente y espíritu, pues somos una unidad indisoluble”. Tales dimensiones estructuran una interacción dinámica e influyente entre sí 27. Puede afirmarse, de acuerdo a lo que señala Foucault, que es imprescindible tener consciencia del aprender a cuidar de sí mismo para poder ejercer el cuidado en los otros.
Después de haber analizado la posición de los filósofos de acuerdo al cuidado se puede decir que el objetivo de enfermería es promover la salud, la producción de cambios para establecer el bienestar, utilizando como filosofía de enfermería un enfoque sistémico que incluye: seres humanos, medio ambiente, salud, enfermero y enfermería; esta visión filosófica es esencial para el cuidado de la mujer climatérica ya que se debe enfocar desde la dimensión integral sin dejar de lado su parte humana o subjetiva.
De tal manera que el cuidado humano no es una simple emoción, preocupación o un deseo bondadoso, cuidar es el ideal moral de Enfermería, cuyo fin es protección, engrandecimiento y preservación de la dignidad humana; implica valores, deseos y compromiso de cuidar, conocimiento y acciones de cuidado, es un acto individual que uno se da a sí mismo cuando adquiere autonomía y de igual manera es un acto de reciprocidad que se tiende a dar a cualquier persona que requiere de ayuda para asumir sus necesidades vitales;por eso este enfoque filosófico se toma como base para el cuidado de la mujer climatérica.
Es por eso que el personal de enfermería debe poseer una visión clara sobre las necesidades biológicas, psicológicas, sociales y espirituales de la mujer en la etapa del climaterio para que de esta forma pueda brindar un cuidado que le proporcione bienestar; no se debe dejar de lado su grupo familiar, amigos, cónyuge entre otras personas significativas que pudieran influir de alguna manera en su bienestar, el cuidado debe estar orientado hacia la parte de promoción de salud, información sobre cambios físicos, biológicos, psicológico e incluso sociales para que de esta manera se enfrenten los cambios de manera informada y con estrategias para afrontarlos.
Es por eso que enfermería debe brindar un cuidado de calidad a la mujer climatérica para de esta manera ella se mantenga sana en todas las esferas que forman parte de su ser; se debe conocer su cultura, costumbres y preocupaciones para orientarla de manera adecuada para que resuelva y o satisfaga sus necesidades.
Consideraciones finales
El concepto cuidado, utilizado por diversos profesionales de la salud, constituye actualmente la concepción medular en las proposiciones teóricas de la disciplina de Enfermería. Estudiosos de esta profesión se han dado a la tarea de formular diversas propuestas conceptuales, porque se considera que su abordaje disciplinar debe partir de un fundamento teórico-filosófico, para satisfacer las preocupaciones profesionales de la enfermera y las necesidades de los individuos, y compaginarlo como alternativa en la aplicación de los métodos tradicionales de atención fundamentados casi siempre en paradigmas positivistas, los cuales atienden de modo predominante el aspecto biológico de los individuos, y sólo parcialmente, los demás.
Los autores citados, Boff, Heidegger y Foucault, reconocidos por sus propuestas del concepto cuidado, permiten contemplar a las personas desde otra perspectiva. Sus propuestas conceptuales conducen al profesional de enfermería a la reflexión hacia su propia ex-sistencia, como la persona que es como individuo y como profesional del cuidado.
La visión positivista con que las mujeres en climaterio son ordinariamente atendidas hace necesario que la enfermera amplíe ese paradigma, y conciba desde otras perspectivas el acercamiento profesional hacia ellas, en función de sus necesidades de cuidado que, como resultado de los cambios propios de esta edad, les afectan en sus dimensiones física, emocional y espiritual. La reflexión y comprensión del cuidado desde la perspectiva heideggeriana-foucaltiana, permite así a la enfermera, una expresión de cuidado más auténtica y humanizada hacia las mujeres en esta etapa.
Se debe tener presente que el concepto “cuidado de sí” no solo se refiere al cuidado que el propio individuo se puede prodigar, sino también involucra la búsqueda de ayuda para el propio cuidado y contempla “operaciones sobre cuerpos y almas”; esto es, el cuidado visto desde la perspectiva de la epiméleia heatou, que permite al profesional de enfermería acercar a las mujeres al conocimiento de lo que está sucediendo en su cuerpo, en sus emociones, en su espiritualidad, y por ende a la reflexión y reconocimiento de sus propias necesidades de cuidado 23. Dicho de otro modo, es cuidar de esa tríada, y considerar la ayuda profesional de enfermería como un recurso de apoyo siempre presente.
Asimismo, el concepto “cuidado de sí” permite al profesional de enfermería visualizar de forma más amplia el concepto “cuidado”, y desde esa perspectiva comprender que existen otras posibilidades en los modos de cuidar, para implementar el cuidado de enfermería de una manera más sensible y humana a las mujeres en climaterio considerando lo que afirma Heidegger, “el estado propio del hombre de estar vuelto hacia sus mismas posibilidades; en esto radica el significado propio del cuidado, el proyectarse a sí mismo y el poder ser del hombre” 20. La comprensión de sus conceptos apoya al enfermero/a, a entender la naturaleza, contexto y etapa de vida de las mujeres que están en el proceso de climaterio.