Envejecimiento
La población mundial atraviesa un proceso de envejecimiento sin precedentes (Naciones Unidas, 2019, 2020; Organización Mundial de la Salud (OMS), 2022). En 2015 las personas mayores de 60 años representaban alrededor del 12 % de la población mundial (900 millones) y se estima que para 2050 esa cifra se elevará hasta superar el 20 % (2000 millones; OMS, 2022). Uno de los grandes desafíos que impone el envejecimiento poblacional es la preservación de la autonomía y la calidad de vida de las personas mayores. En tal sentido, desde hace años se enfatiza en la importancia de promover modelos de envejecimiento, en especial los de envejecimiento activo, de tradición europea y en línea con la OMS, y los de envejecimiento exitoso, de tradición estadounidense (Dogra et al., 2022; Marzo et al., 2023; Petretto et al., 2016). Conforme al modelo de la OMS, hay cuatro pilares que sostienen el envejecimiento activo: la participación e integración social, el aprendizaje continuo, la salud y la seguridad (Hijas-Gómez et al., 2020). Por su parte, los modelos clásicos del envejecimiento exitoso postulan tres condiciones: a) una baja probabilidad de enfermar y de presentar discapacidad, b) un elevado rendimiento cognitivo y físico, y c) un alto compromiso con la vida (Petretto et al., 2016). En efecto, el envejecimiento exitoso no se limita a la ausencia de patologías ni tampoco al mantenimiento de capacidades básicas, sino que exige un elevado funcionamiento físico, cognitivo y social.
Actividades de la vida diaria
Las actividades de la vida diaria (AVD) son acciones necesarias para conservar la autonomía y un indicador del estado funcional de una persona (Edemekong et al., 2023). Según su complejidad se clasifican en AVD básicas (AVD-B), instrumentales (AVD-I) y avanzadas (AVD-A). Las AVD-B son las más elementales, como higienizarse, alimentarse, vestirse y desplazarse por cuenta propia; mientras que las AVD-I son tareas más complejas como la gestión del dinero, la toma de medicación, compras domésticas, cocinar o limpiar (Edemekong et al., 2023; Guo et al., 2022). En tercer lugar, las AVD-A, concepto acuñado por Reuben y Solomon hace más de 30 años y motivo de interés de este estudio, son acciones aún más complejas que determinan el grado de vinculación de un adulto a su medio y la profundización de intereses y motivaciones en la vida (desarrollo personal), y es un indicador de desempeño de las funciones cognitivas (Cornelis et al., 2019; De Oliveira et al., 2015; Sánchez-Rodríguez et al., 2023). La preservación de las AVD-A resulta entonces nuclear para alcanzar formas de envejecimiento activo y exitoso, e incluye a las actividades sociales y comunitarias, actividades recreativas, como paseos y viajes, ejercitación física, y actividades cognitivas, como la lectura u otros pasatiempos intelectuales. Para referirse a las AVD-A, algunos autores adoptan el término AVD expansivas (Bressan et al., 2019) en alusión al contacto que establece el adulto con su entorno.
AVD-A: relación con la apertura a nuevas experiencias y la resiliencia
Es estimulante conjeturar que ciertos atributos de personalidad como la apertura a nuevas experiencias (AE) o la resiliencia podrían influir positivamente en la realización de AVD-A y por intermedio contribuir a una vejez activa y saludable. La AE es uno de los cinco rasgos de personalidad del modelo de los cinco grandes factores o big five (McCrae & John, 1992), una de las teorías más aceptadas en psicología de la personalidad. La AE se define como la disposición individual a explorar nuevas sensaciones, emociones, ideas o valores que difieren de las experiencias previas y preferencias (McCrae & John, 1992). La AE ha sido asociada a mayor creatividad, curiosidad y flexibilidad (DeYoung et al., 2010) y a la activación de redes cerebrales específicas (Abu Raya et al., 2023). Se ha propuesto que la AE aumenta en la adolescencia y tiende a disminuir con el envejecimiento (Costa et al., 2019). Sumado a lo anterior, hay evidencias de que una elevada AE favorece la realización de AVD-A en la vida adulta, ya que mayor AE motivaría e impulsaría a la realización de actividades sociales y recreativas. Sin embargo, el grueso de los estudios disponibles se ha centrado en investigar las AVD-A de forma parcial según el tipo de actividad -social, física o cognitiva- (Hogan et al., 2012; Kekäläinen et al., 2020; Olaru et al., 2023; Tolea et al., 2012) y es menos frecuente su estudio mediante índices o puntajes globales de actividad como en Stephan et al. (2014), quienes observaron que una mayor AE en adultos estadounidenses y franceses de mediana edad predecía un mejor índice global de AVD-A. El índice de AVD-A en Stephan et al. (2014) se componía de la suma de actividad física, social y cognitiva. Por consiguiente, resta destinar más esfuerzos al estudio de la asociación entre AE y AVD-A con medidas globales y metodológicamente más robustas.
Por otra parte, la resiliencia es un tópico científico recurrente en los últimos años y de alcance multidisciplinar. Pioneros de su estudio en el ámbito de la psicología y psiquiatría consideran que la resiliencia es un rasgo de la personalidad que modera los efectos negativos del estrés y mejora la adaptación individual (Connor & Davidson, 2003; Wagnild, 2009). En esa misma dirección, Babić et al. (2020) definen la resiliencia como la capacidad individual para resistir y afrontar positivamente situaciones difíciles, estresantes o traumáticas, y según Herrman et al. (2011), es la aptitud para mantener o recuperar la salud mental tras una experiencia adversa. No hay datos concluyentes acerca de si la resiliencia aumenta o disminuye con la vejez (Nieto et al., 2023). El metaanálisis de Färber y Rosendahl (2020) identificó que, en adultos mayores, la resiliencia elevada correlaciona con mejor salud mental, y dos estudios recientes observaron que una personalidad más resiliente se asocia a mayor realización de AVD-A (Rodrigues & Tavares, 2021; Toth et al., 2023). Esto último obedece a que la resiliencia ayudaría a sobreponerse a situaciones difíciles y conservar la salud mental al proporcionar los recursos motivacionales necesarios para iniciar y sostener las AVD-A durante la vejez. Por último, vale destacar también los esfuerzos científicos por caracterizar mejor la relación entre la resiliencia y rasgos de personalidad según el modelo big five. En general, se encontró que la resiliencia se relaciona positivamente con la AE, la extraversión, la amabilidad y la responsabilidad, y de forma negativa con el neuroticismo (Nieto et al., 2023; Oshio et al., 2018). Es conveniente advertir, que, hasta aquí, la mayoría de los estudios reclutaron muestras jóvenes (ver metaanálisis de Oshio et al. 2018).
En resumen, el volumen de trabajos dirigidos a investigar la influencia de atributos de personalidad como la AE y la resiliencia sobre las AVD-A continúa siendo limitado, y hasta donde se tiene conocimiento no hay datos extraídos del contexto cultural argentino. Asimismo, la investigación sobre la relación entre resiliencia y AE se centró en muestras jóvenes.
Este estudio examina la relación de las AVD-A con la AE y la resiliencia en argentinos mayores de 50 años de población no clínica. En forma complementaria, se analiza la relación entre la resiliencia y la AE. La hipótesis principal del estudio propone que una mayor frecuencia de AVD-A debería corresponderse con mayor AE y mayor resiliencia, y, en segundo lugar, que la AE debería estar asociada a la resiliencia. Es importante destacar que este estudio podría aportar información científica relevante para el diseño de políticas públicas dirigidas a mejorar la calidad de vida de los adultos argentinos de mediana y tercera edad.
Materiales y métodos
Enfoque metodológico y diseño
Se adoptó un enfoque cuantitativo. En lo que respecta al diseño, es un estudio observacional y de corte transversal. Asimismo, el alcance del estudio fue de carácter correlacional, ya que se persiguieron asociaciones entre todas las variables de interés.
Muestra
Para participar en el estudio se establecieron tres criterios de inclusión: a) poseer 50 años o más, b) poseer nacionalidad argentina y c) dar el consentimiento por escrito. Fueron excluidos los participantes con diagnóstico psiquiátrico (N= 15) para evitar un posible efector confusor sobre las variables psicológicas y conductuales bajo estudio. La muestra definitiva quedó conformada por 151 participantes (ver características sociodemográficas en Tabla 1).
Instrumentos
Escala de Actividades Expansivas de la Vida Diaria-EAEVD (Bressan et al., 2019). Evalúa las AVD-A y está compuesta por siete ítems: a) nivel de contacto socioafectivo (interacción con familiares, amistades), b) actividades recreativas (viajes, cine, juegos), c) actividad física (caminatas, gimnasia, deporte), d) nuevos aprendizajes (manualidades, lectura, etc.), e) expresión de necesidades y deseos, f) interés por el contexto (si se mantiene o no informado de política, deporte, cultura, etc.) y g) capacidad de autocontrol. Cada ítem ofrece cuatro opciones de respuesta, y por sumatoria directa de los ítems se obtiene un puntaje global de actividad. Un menor valor de puntuación es indicativo de actividad conservada, y un mayor valor, indicativo de dificultades para la realización de actividades. La escala fue construida y validada en Argentina por Bressan et al. (2019). Los autores examinaron la fiabilidad de la escala y su validez de constructo mediante un análisis factorial exploratorio. Se obtuvo buena consistencia interna (α .73) y una estructura unifactorial con buenos índices de ajuste (RMSEA = .04, GFI = .99, SRMR = .02).
Inventario de Personalidad IPIP-NEO (Goldberg, 1999; adaptación argentina de Cupani et al., 2014). Se trata de la versión IPIP del Inventario de Personalidad NEO-PI-R de Costa y McCrae (1992). Este inventario evalúa la personalidad según el modelo de los cinco grandes (big five; McCrae & John, 1992) y discrimina entre neuroticismo, amabilidad, extraversión, responsabilidad y apertura, y está compuesto por 300 ítems con cinco opciones de respuesta tipo Likert. El instrumento contempla seis facetas por cada factor de personalidad. A su vez, para cada faceta se cuenta con una escala de 10 ítems. Para el actual estudio se administraron ítems del factor apertura (escala aventurero). Se administró una única escala del factor apertura con el fin de evitar sobrecargar el tiempo de participación de los voluntarios y mejorar así la factibilidad del estudio. Además, es importante aclarar que fue seleccionada la faceta aventurero, y no otra faceta del factor apertura, porque tras la deliberación de los investigadores se consideró que esta faceta podría poseer una conexión más directa con la realización de AVD-A. Dicha escala de apertura demostró aceptables propiedades psicométricas (α .76) (Cupani et al., 2014).
Escala Breve de Afrontamiento Resiliente (Brief Resilient Coping Scale-BRCS;Sinclair & Wallston, 2004; versión traducida al español de Limonero et al., 2014). Es una medida breve y unidimensional de la capacidad para afrontar el estrés en forma adaptativa. Se compone de cuatro ítems con cinco opciones de respuesta en formato Likert. Se obtiene una puntuación global con rango entre 4 y 20 por la suma directa de sus ítems, y mayor puntuación indica mejor afrontamiento resiliente. En este estudio se utilizó la versión traducida al español de Limonero et al. (2014). La versión original de Sinclair y Wallston (2004) obtuvo aceptables propiedades psicométricas con coeficiente de correlación test-retest de .71, α = .69, y buenos índices de bondad de ajuste. En Perú, Caycho-Rodríguez et al. (2018) administraron la versión al español de Limonero et al. (2014) e informaron buenos índices de ajustes del análisis factorial confirmatorio, aceptable validez convergente, y buena fiabilidad (α .87). Gallardo-Peralta et al. (2020) también reportaron aceptables propiedades en adultos mayores chilenos. En función de asegurar el buen rendimiento psicométrico de esta escala en adultos argentinos, se extrajo la fiabilidad en base a la presente muestra (n = 151), obteniendo un α aceptable de .72.
Covariables
Fueron incluidas en los análisis la edad y los años de educación, ya que estas variables podrían confundir los resultados. La edad podría condicionar la realización de algunas AVD-A, como la práctica de ejercicio físico. Por su parte la educación podría incidir en la frecuencia de actividades intelectuales, como la lectura o, en tanto indicador del estatus socioeconómico, condicionar actividades recreativas que conllevan un costo económico, como viajar, concurrir al teatro u otros consumos culturales.
Procedimiento para la recolección de datos
Las evaluaciones fueron de carácter individual y presencial entre septiembre y octubre de 2023. Todos los voluntarios fueron invitados a participar del estudio en el marco de una campaña pública de promoción de la salud en la ciudad de Rosario (Argentina), dirigida a personas adultas de mediana y tercera edad, organizada por el Centro de Investigación en Neurociencias de Rosario (CINR-UNR).
Análisis de datos
Fue utilizado el paquete estadístico SPSS26.0. Se realizó estadística descriptiva calculando medias y DE para variables cuantitativas, y frecuencias relativas para variables categóricas. Conforme al principal objetivo del estudio (contrastar la asociación de las AVD-A con AE y resiliencia) y el objetivo secundario (contrastar la asociación entre la AE y resiliencia), se aplicaron correlaciones parciales entre todas las variables de interés, controlando por edad y años de educación. Se calcularon los tamaños del efecto en base a la magnitud del coeficiente de correlación según criterios de Cohen (Ríos & Iniesta-Sepúlveda, 2022) para los cuales una correlación entre .1 y .3 es débil, entre .3 y .5, moderada, y > .5, fuerte. Por otro lado, en función de probar la capacidad predictiva de las variables independientes AE, resiliencia, años de educación y edad sobre la variable dependiente AVD-A, se efectuó un análisis de regresión múltiple por método stepwise. Se calculó el tamaño del efecto a partir del coeficiente de determinación (R 2 ). Una R 2 < .02 indica la ausencia de tamaño del efecto, R 2 ≥ .02 expresa efecto pequeño, R 2 ≥ .13, efecto mediano, y R 2 ≥ .26, efecto grande (Ellis, 2010).
Aspectos éticos y legales
Se siguieron los procedimientos recomendados por la Asociación Americana de Psicología y la Declaración de Helsinki para resguardar la voluntad, el bienestar y la confidencialidad de los participantes. Se solicitó el consentimiento por escrito. El presente manuscrito deriva de un proyecto de investigación aprobado en agosto de 2021 por la Comisión de Ética de la Investigación de la Facultad de Psicología (Universidad Nacional de Rosario, Argentina) con n.o registro 15821/2021.
Resultados
Descriptivos
En la Tabla 1 se observan los descriptivos demográficos de la muestra. Se informan además los puntajes de los tres instrumentos empleados: EAEVD para explorar la realización de AVD-A, Inventario de Personalidad IPIP-NEO para evaluar la AE y BRCS para la medición de resiliencia.
Tabla 1: Descriptivos de la muestra

Notas: EAEVD: Escala de Actividades Expansivas de la Vida Diaria; AVD-A: actividades de la vida diaria avanzadas; AE: apertura a nuevas experiencias; IPIP-NEO: Inventario de Personalidad IPIP-NEO; BRCS: Escala Breve de Afrontamiento Resiliente; M: media; DE: desviación típica; Mín: valor mínimo; Máx: valor máximo
Correlaciones
En la Tabla 2 se muestran las correlaciones negativas entre los scores de la EAEVD y el IPIP-NEO, y entre los scores de la EAEVD y la BRCS. Asimismo, se distinguen correlaciones positivas entre los scores del IPIP-NEO y la BRCS. Todas las correlaciones fueron ajustadas por edad y educación. Se obtuvo en todos los casos correlaciones de fuerza moderada.
Tabla 2: Correlaciones entre AVD-A, apertura y resiliencia

Notas: EAEVD: Escala de Actividades Expansivas de la Vida Diaria; AVD-A: actividades de la vida diaria avanzadas; IPIP-NEO: Inventario de Personalidad IPIP-NEO; BRCS: Escala Breve de Afrontamiento Resiliente; p: valor de significación; Coef.: coeficiente de correlación.
Regresión
El modelo de regresión más robusto evidenció que el puntaje de resiliencia, el puntaje de AE y los años de educación explican el 21 % de la varianza del score de AVD-A (Tabla 3). El modelo es estadísticamente significativo y de efecto mediano. Se obtuvieron coeficientes β estandarizados de -.268 (puntaje de resiliencia), -.264 (años de educación) y -.234 (puntaje de AE).
Discusión
Las AVD-A constituyen un importante indicador del estado funcional durante la vejez, reflejan el grado de integración del adulto a su medio y la satisfacción de intereses y motivaciones personales. Este estudio analizó las AVD-A según su relación con dos atributos de personalidad, la AE y la resiliencia para lo cual se evaluó de forma transversal y presencial una muestra de 151 argentinos con M = 66 años, sin antecedentes psicopatológicos.
Los resultados del estudio indican que el índice global de una escala de AVD-A correlacionó con una medida de AE y con una medida de resiliencia tras controlar los efectos de la edad y de la educación. Por consiguiente, estos flamantes hallazgos confirman la hipótesis por la cual una mejor conservación de las AVD-A estaría asociada a personalidades resilientes y de mayor apertura. Los hallazgos concuerdan con estudios previos (Hogan et al., 2012; Kekäläinen et al. 2020; Olaru et al., 2023; Rodrigues & Tavares, 2021; Stephan et al., 2014; Tolea et al., 2012; Toth et al., 2023) y refuerzan un área de investigación poco explorada, a pesar de la importancia de las AVD-A para el envejecimiento activo. Según estos registros pocos estudios utilizaron un índice global de AVD-A para indagar relaciones con la AE (ej., Stephan et al., 2014). De manera que el presente trabajo refuerza dicho cuerpo de evidencia. Respecto a los potenciales mecanismos que harían de puente entre la AE, la resiliencia y las AVD-A, se recuerda que una elevada AE podría predisponer a los adultos a iniciar y sostener actividades sociales, físicas, recreativas e intelectuales; mientras que la resiliencia proveería los recursos motivacionales necesarios para conservar las AVD-A a pesar de las situaciones difíciles de la vida.
Como complemento a los análisis de correlación, se efectuaron análisis de regresión. Se introdujo como variables independientes a las mediciones de AE, resiliencia, años de educación y edad, y la variable dependiente fue el puntaje de AVD-A. Edad y educación fueron incluidas porque hipotéticamente podrían condicionar la realización de las AVD-A, por ejemplo, una edad muy avanzada puede desalentar el ejercicio físico; mientras que un alto nivel educativo puede motivar actividades intelectuales, como la lectura o, en tanto indicador del estatus socioeconómico, facilitar el acceso a actividades recreativas costosas, como viajes y turismo. El modelo de regresión más robusto quedó conformado por la resiliencia, la AE y los años de educación, explicando el 21 % de la varianza del puntaje de AVD-A y con tamaño del efecto mediano en base criterios de Ellis (2010). La mayor capacidad predictiva correspondió a la resiliencia, seguida de la educación y de la AE, aunque las diferencias de β entre las variables fueron marginales. Es importante remarcar que la edad no influyó significativamente en el modelo, lo que demuestra, al menos en esta muestra, que dicha variable no condicionó el nivel de actividades avanzadas, como sí en cambio la personalidad y el nivel educativo.
Además, el trabajo actual se propuso probar si la AE y la resiliencia se encuentran asociadas. En base a los análisis de correlaciones parciales, se obtuvo una correlación positiva moderada entre el score del IPIP-NEO y el score de la BRCS tras ajustar por edad y educación. Estos resultados confirman la segunda hipótesis del estudio por la cual una personalidad más resiliente se acompaña de una personalidad con mayor apertura, en línea con el trabajo reciente de Nieto et al. (2023) y con el metaanálisis de Oshio et al. (2018). Cabe subrayar que hasta aquí la investigación se centró en muestras jóvenes (ver Oshio et al. 2018). De manera que los actuales hallazgos amplían y extienden la evidencia a personas de 50 años en adelante.
Este estudio no está exento de limitaciones. Por empezar, a pesar de los hallazgos del modelo predictivo de la regresión, al tratarse de un diseño transversal no se puede asegurar que la resiliencia y la AE sean factores causales del nivel de actividad de los participantes. Es decir, no es posible probar causalidad. Para suplir esta limitación, se sugiere nuevos estudios que exploren longitudinalmente los cambios en la resiliencia y AE durante la vejez y su impacto en la funcionalidad y AVD-A. En segundo lugar, se trató de un muestreo no probabilístico, aspecto que compromete la generalización de los datos. En tercer lugar, para reducir los tiempos de administración y mejorar la factibilidad del estudio, la medición de la AE se limitó a una sola escala de las seis escalas del factor apertura del IPIP-NEO. En cuarto lugar, la información sobre los antecedentes psiquiátricos (para criterio de exclusión) se obtuvo por autoinforme y, por consiguiente, al depender esta información de la percepción subjetiva de cada participante, no se puede descartar omisiones o sobrestimaciones de enfermedad. Por último, dada la relación entre las variables AE y resiliencia, no se pueden descartar posibles problemas de multicolinealidad en los modelos de regresión.
Se espera que estos resultados sean capitalizados para el diseño de políticas públicas que mejoren la calidad de vida de los adultos mayores. Por ejemplo, mediante estrategias socioeducativas dirigidas a estimular el repertorio conductual de las personas mayores, de forma tal de derribar mitos y prejuicios relacionados a la edad.
Para concluir, en este estudio una personalidad resiliente y con más apertura se asoció a una mejor conservación de las AVD-A en argentinos de mediana y tercera edad. Además, la resiliencia, la AE y los años de educación explicaron el 21 % de la varianza de una medida global de AVD-A. A partir de los resultados obtenidos, se sugiere, por un lado, implementar campañas públicas de concientización sobre creencias y prejuicios comunes respecto a la vejez. Dado que ciertas creencias, como equiparar la vejez a un estado de debilidad y fragilidad, son estereotipos que refuerzan la falta de apertura en el adulto mayor y por lo tanto la inactividad. Al mismo tiempo se sugieren espacios de apoyo y acompañamiento del adulto mayor para una mejor gestión emocional de situaciones disruptivas, como la pérdida de seres queridos o el desafío existencial que significa para muchas personas la continuidad de la vida tras el retiro laboral.